Esposas versus concubinas

Publicado en El Espectador, Julio 7 de 2016

La sentencia que le adjudicó a una concubina parte de la sociedad de hecho con su patrón es un indiscutible avance en los derechos de las amantes, a costa de las esposas.

Julián, casado con Eddy, madre de sus hijas, mantuvo por años un romance con Adriana, trabajadora de la finca, del que resultó otro hijo. Todos vivían juntos y, al morir Julián, Adriana emprendió un largo proceso judicial por la distribución de los activos de esa sociedad informal con él.

Catalina Ruiz-Navarro anota entusiasta que el fallo reconoce “que las familias son complejas y variadas”, e ingenuamente celebra nuevos costos de la infidelidad. Lina Céspedes aclara que las consecuencias económicas del concubinato preocupan a la jurisprudencia desde 1935. Ambas critican la alusión a las “mozas” en la prensa amarilla y machista, pero silencian a Eddy, perjudicada por el difunto, y por la sentencia.

Los periodistas criticados, poco cuidadosos con el lenguaje, sí destacaron que este concubinato era peculiar: Julián no se molestó en formalizar la contabilidad de su relación amorosa, pero tampoco se separó de su esposa, ni liquidó esa sociedad conyugal. El enfrentamiento latente entre Adriana y Eddy se convirtió en un litigio que no puede reducirse a discutir los derechos de la primera. Fue un pulso de suma cero: lo que ganó la desprotegida por la ley, lo perdió la que sí lo estaba, o creyó estarlo.

En la China, algunas pugnas entre esposas y concubinas son atendidas por empresas que “eliminan amantes”, de forma menos definitiva que un mafioso. Mujeres emprendedoras que montaron negocios exitosos en pareja pagan fortunas para deshacerse de “la otra”, la que pone en riesgo el matrimonio, y el patrimonio. “Todo lo que tenemos lo hemos conseguido entre mi marido y yo, no voy a dejar que se beneficie otra mujer ¿Divorciarme? Ni hablar. No sería bueno para la niña. Tampoco para mí: las esposas llevamos las de perder si nos separamos. Un hombre que tenga dinero puede conseguir otras mujeres; una mujer divorciada está muy devaluada en el mercado” señala Zhou Xia, cliente de Weiqing, una agencia especializada en bloquear “destructoras de familias”.

El servicio puede costar más de cien millones de pesos. El objetivo es disuadir a la amante, o xiaosan, la “pequeña tercera” de una relación. Para eso, se hacen pasar por una vecina que le da consejos, envían un calanchín que la seduce, la llevan al restaurante donde está él con su esposa e hijos, para que vea el “espectáculo familiar” y pierda confianza, o le advierten que sufrirá lo mismo en unos años con otra rival más joven. A veces la concubina no sabe que el hombre es casado y simplemente le cuentan. Las agencias no son incondicionales del matrimonio: si estiman que la relación clandestina tiene futuro, tratan de convencer a la esposa de que se divorcie y le dan asesoría. Sin embargo, mujeres como Zhou están cada vez menos dispuestas a separarse, como si añoraran un vínculo indisoluble; cual antiguas amas de casa dependientes, ricas empresarias hacen lo imposible por conservar su matrimonio.

Adriana versus Eddy, esposas chinas contra amantes, esporádicos reportes de violentas disputas entre mujeres por celos, o enemistades soterradas que nunca son noticia, desafían el mito de una armoniosa hermandad femenina. Bajo el discurso patriarcal, es incorrecto mencionar rivalidades entre mujeres. Pero ellas, como los hombres con otros métodos, compiten ferozmente para conseguir y mantener su pareja, o defender a sus hijos. Con estrategias específicas macho y hembra, la selección sexual se da en muchas especies, incluso la humana. La sociedad china, con educación comunista, rígidamente adoctrinada, con leyes demográficas misóginas que provocaron un enorme superávit masculino, mantiene intacta una tenaz lucha femenina por los buenos partidos, los ricos y poderosos, los machos alfa que acaparan varias mujeres. En Colombia, racismo y clasismo han condimentado y enredado esa contienda desde la Colonia. 

El fallo que favoreció a la concubina y perjudicó a la esposa, ni le hizo cosquillas a Julián, principal responsable, que falleció impune. Ningún polígamo informal se sentirá amenazado por una sanción post mortem. Las agencias chinas dejan claro que las mujeres están mejor cuando conocen la doble vida del hombre que comparten, a veces abiertamente, como Adriana y Eddy. Lo peor sigue siendo la ignorancia, el engaño, sobre todo cuando hay prole. Con pruebas ADN accesibles y bases de datos de lo que sea en línea, el registro civil ya debería informar sobre los hijos de una persona a medida que nacen. Las concubinas sabrían con quién se meten y las esposas podrían enfrentar oportunamente el poliamor del cónyuge. La transparencia evitaría sorpresas en funerales o juicios de sucesión, y así podría haber escarmiento.









Céspedes, Lina (2016). "Ni Moza Ni Empleada - Apuntes sobre la sentencia que causó revuelo la semana pasada". La Silla LlenaJulio 2

EE (2016). “Personas en concubinato podrían heredar de sus parejas”. El Espectador, Jun 27

HSB (2016). “En Colombia ser 'moza' sí paga”. HSB NoticiasJunio 28

K&K (2016). “Empleadas que sostengan romance con su jefe tendrán derecho a herencia”. Kien & KeJunio 27

Ruiz-Navarro, Catalina (2016). “La familia múltiple”. El EspectadorJun 29

Vidal Ily, Macarena (2016) “¿Cuánto cuesta eliminar a la amante de mi marido?”. El PaísAbril 2