Hoy empieza en Cartagena el Hay Festival. Para esta edición, Laura Restrepo canceló su participación. Protestó así por la presencia de María Corina Machado, según ella “activa partidaria de la intervención militar de Estados Unidos” que promueve “posturas y actividades contra la soberanía de nuestros países”.
Los tiempos cambian. A finales de los setenta, con el alias de Mariana la mulatona, Restrepo fue militante clandestina del grupo trotskista Partido Socialista de los Trabajadores en Córdoba, Argentina, junto a Rubén Saboulard padre de su hijo Pedro. En una entrevista del 2005 cuenta ella que allá llegó porque organizaba “en varios países una Brigada Internacional que apoyó la insurrección nicaragüense. Yo invitaba a la gente a que fuera a Nicaragua, y se fueron varios de acá”. Desde entonces, para ella fue tajante la cómoda distinción entre su "imperialismo bueno" y los gringos malos.
Saboulard terminó combatiendo en Nicaragua: “me fui a Colombia y estuve tres años entre idas y vueltas. Y en el interín fue la Revolución de Nicaragua y participé de la Brigada Simón Bolívar… con otros 100 compañeros; la mitad eran colombianos”, anotó en 2009. El apoyo al sandinismo lo organizaron tres dirigentes trotskistas pero “muchos pertenecían (al) M-19” señala Ivan Gallo. El más conocido actualmente, Carlos Ramón González, ex director del Dapre, pidió asilo en ese país para escapar a la justicia colombiana. Le fue concedido por ese gesto bolivariano, reveló recientemente Gustavo Petro. Al señalar en México que “puede que Petro no sea el mejor administrador, pero es un rebelde”, Restrepo silencia que la insurgencia también se corrompe. Así ocurrió con Daniel Ortega tras liberar a su pueblo con apoyo armado foráneo.
En sus orígenes, el trotskismo enfatizó el internacionalismo proletario y la revolución permanente, principio de León Trotsky para la lucha constante e ininterrumpida contra el imperialismo y el capitalismo. La soberanía nacional se defendía vinculada a la movilización contra el dominio extranjero, sobre todo estadounidense. Es curioso que, en la cumbre de su carrera, Restrepo siguiera siendo trotskista de corazón. “No se puede dejar de ser lo que uno fue en su juventud” declaró hace unos años. Ella no es sólo anti imperialista, detesta el capitalismo “hecho de ambición, competencia, egocentrismo”. Salvo cuando están en juego los propios intereses: su boom personal vino “con un agente literario.. eso es clave… Tengo un señor maravilloso norteamericano… (Cuando) él tomó mis libros, la cosa empezó a marchar”.
La primera metamorfosis de esta selectiva intelectual hacia el trotskitsmo, surgió gracias a su rancia y adinerada estirpe aristocrática, por la rama materna, mezclada con un padre libertario y viajero que la llevó a sentir en vivo y en directo revoluciones históricas latinoamericanas, como los barbudos cubanos o Salvador Allende en Chile. Esos viajes promovidos por un hombre realmente atípico pero libre forjaron sus sueños. La impronta a perpetuidad llegaría con las fuertes emociones de la clandestinidad argentina. Todavía la emociona “volverse a juntar con esos amigos del alma, militantes que se refugiaban en el escudo protector del nombre falso para luchar, sólo armados de palabras, contra la dictadura…”, como hace hoy la oposición venezolana contra Maduro.
“Hacíamos un trabajo de base sindical. Me da risa porque teníamos que reunir peronistas, pero no los podíamos ganar para el trotskismo; todo el mundo era peronista”. Parecería que, para la pureza ideológica, respetar la opinión de la mayoría es irrelevante. Así lo reiteró Saboulard hace unos años. “Nosotros no creemos que se pueda lograr un cambio profundo de la sociedad a través de procesos democráticos burgueses… el único acuerdo válido es armar un frente anticapitalista de la izquierda”. Por eso celebró el ataque a la Torres Gemelas.
Otra convicción trotskista es que el polo a tierra, el entorno concreto y específico, es irrelevante para lanzar teorías. De ahí el profundo diagnóstico Restrepo sobre el país en 2005. “En Colombia se está fraguando un proyecto paramilitar y fascista muy serio… se está ensayando un modelo para reprimir intentos de consolidar democracias en otras partes de América latina. No es casual que en Venezuela hayan denunciado la presencia de paramilitares colombianos… la colombianización es un llamado de atención: si no se solucionan problemas sociales urgentes, si no se da un viraje a este capitalismo salvaje que arrasa, que militariza, que invade, que destruye... la colombianización va a ser mundial”. Para ella, las guerras y el desplazamiento forzado son similares en cualquier rincón del planeta.
En últimas, no es tan grave que Laura Restrepo cancele el Hay Festival. Sus libros se venderán mejor por el escándalo, ella mantendrá sus delirios geopolíticos e intentará llevar a Pedro Saboulard a que palpe la realidad en Gaza, o donde sea, pero lejos de Venezuela, Nicaragua o Cuba.
