Hablar de la regla

Publicado en El Espectador, Mayo 12 de 2016

La extraordinaria historia de Diana Sierra, la colombiana que “revolucionó la menstruación en África”, me animó a desempolvar unas notas sobre el Síndrome Pre Menstrual (SPM).

Sólo recientemente se empieza a entender una dolencia que afecta a casi una de tres mujeres en el mundo desarrollado. Los testimonios sobre SPM muestran la diversidad de sus manifestaciones. El gerundio en inglés PMSing (SMPando) se utiliza para casi cualquier cosa, desde “Cambio Psicótico de Genio” hasta “Pásame Mi Pistola”. Las  experiencias son variadas. “Arruina una porción importante de mi vida. No puedo pensar con claridad. Tomo malas decisiones. Tengo horribles arrebatos emocionales. Gasto  excesivamente. Compro cosas que después tengo que devolver. He renunciado al trabajo. Me siento cansada, irritable, nerviosa. No me hallo”.

El psicólogo Roy Baumeister propone una teoría simple para el SPM. Durante la parte pre menstrual del ciclo, la fase lútea, el cuerpo canaliza energía hacia los ovarios y la producción adicional de hormonas. La mayor energía gastada por el sistema reproductivo deja menos para el resto del cuerpo, que responde pidiendo carburante. Por eso el chocolate y otros dulces, que suministran glucosa instantánea, son tan apreciados en esos momentos: las mujeres pueden consumir hasta 20% más de calorías. Dos factores estarían detrás de la alta incidencia, contemporánea y occidental, del SPM: la contracepción y los cambios de alimentación. Las mujeres que vigilan la dieta no siempre le suministran al cuerpo suficiente energía, que debe racionarse. Cuando el aparato reproductivo es prioritario, queda menos glucosa disponible para otras funciones, incluso las cerebrales. Aunque las mujeres presentan menos fallas de autocontrol que los hombres, en la fase lútea la situación se complica. Un elemento común a los síntomas del SPM es precisamente la falta de fuerza de voluntad, que requiere mucha energía.

A las mujeres con SPM les resulta agobiante decidir, elegir o descartar opciones. Gastan más con compras impulsivas e incrementan el consumo de tabaco y alcohol, sobre todo si son adictas. La gran variedad de manifestaciones del síndrome había dificultado el diagnóstico. El SPM no implica conductas específicas, simplemente falla el sistema general de autocontrol, y por eso la diversidad de síntomas, entre mujeres y en diferentes etapas de sus vidas. Los estudios que se limitaron a asociarlo con cambios de humor o irritabilidad no arrojaron resultados concluyentes. Algunas afectadas tienen sensaciones contradictorias y reaccionan a esa percepción de incoherencia. No quieren alterarse pero no pueden evitar sentirse agotadas o estresadas por cuestiones banales. El déficit de energía cerebral no se percibe conscientemente, los eventos negativos parecen incrementarse y los positivos disminuir. La concentración y la capacidad para tomar decisiones se reducen y eso dificulta la rutina y complica la vida. Algunas mujeres llegan a separarse, otras mandan su empleo al carajo. En varias ocasiones, la justicia anglosajona ha aceptado el SPM como atenuante en casos penales.

Hace tres décadas, primatólogos que trabajaban en Kenia señalaron que las hembras mandriles presentaban síntomas similares al SPM, y una reacción coherente con la teoría de Baumeister: aislarse en un árbol para descansar y alimentarse mejor. El veto irracional a cualquier interpretación natural de las conductas tiene enormes costos y el más serio es ignorar parte del abanico de eventuales soluciones a los problemas. La medicina ha dado un vuelco para investigar enfermedades y dolencias femeninas ignoradas por saberes tradicionalmente masculinos. Para aprovechar el nuevo conocimiento será indispensable abandonar la visión exclusivamente cultural y aceptar que también hay factores biológicos que afectan las diferencias de género. Superar dificultades exige diagnosticarlas  adecuadamente, para proponer intervenciones eficaces, específicas, a la medida.

Eso hizo Diana Sierra para inventar unos calzones reutilizables que permitirán a jóvenes africanas no abandonar sus estudios ni casarse precozmente por falta de toallas higiénicas. Impresiona que, sin grandes disquisiciones, una simple prenda íntima bien diseñada pueda afectar el meollo del machismo, como esta definitivamente lo hará. Da gusto oir historias de mujeres que, con conciencia social y ecológica, realmente mejoran la vida de miles de congéneres; feministas pragmáticas que dan ejemplo con lo que hacen y lo que son. Esta admirable empresaria paisa demuestra que iniciativas concretas y focalizadas logran avances palpables, masivos, sin necesidad de cambiar el mundo, ni las leyes, ni las mentalidades y, encima, con beneficios económicos. Menos cháchara, más acción: esa debería ser la nueva regla.







Baena, María Paulina (2016). “La diseñadora colombiana que revolucionó la menstruación en África”. El Espectador, Mayo 5

Baumeister, Roy & John Tierny (2012). Willpower. 

Penguin Books

DGNN (2015). “The Feminine Reason for African Girls Dropping Out, An Engineer’s Simple Solution” Dayby Good News Network, May 28

Eckholm, Erik (1985). “Premenstrual Problems Seem to Beset Baboons”. The New York Times, Jun 4


FA (2009)  "PMS is a Social Construction". The Feminist Agenda, May 8