Publicado en El Espectador, Mayo 12 de 2016
Baena, María Paulina (2016). “La diseñadora colombiana que revolucionó la menstruación en África”. El Espectador, Mayo 5
Baumeister, Roy & John Tierny (2012). Willpower.
Penguin Books
FA (2009) "PMS is a Social Construction". The Feminist Agenda, May 8
La extraordinaria historia de Diana
Sierra, la colombiana que “revolucionó la menstruación en África”, me animó a
desempolvar unas notas sobre el Síndrome Pre Menstrual (SPM).
Sólo recientemente se empieza a
entender una dolencia que afecta a casi una de tres mujeres en el mundo
desarrollado. Los testimonios sobre SPM muestran la diversidad de sus
manifestaciones. El gerundio en inglés PMSing (SMPando) se utiliza para casi
cualquier cosa, desde “Cambio Psicótico de Genio” hasta “Pásame Mi Pistola”.
Las experiencias son variadas.
“Arruina una porción importante de mi vida. No puedo pensar con claridad. Tomo
malas decisiones. Tengo horribles arrebatos emocionales. Gasto excesivamente. Compro cosas que después
tengo que devolver. He renunciado al trabajo. Me siento cansada, irritable,
nerviosa. No me hallo”.
El psicólogo Roy Baumeister propone una
teoría simple para el SPM. Durante la parte pre menstrual del ciclo, la fase
lútea, el cuerpo canaliza energía hacia los ovarios y la producción adicional
de hormonas. La mayor energía gastada por el sistema reproductivo deja menos
para el resto del cuerpo, que responde pidiendo carburante. Por eso el
chocolate y otros dulces, que suministran glucosa instantánea, son tan
apreciados en esos momentos: las mujeres pueden consumir hasta 20% más de
calorías. Dos factores estarían detrás de la alta incidencia, contemporánea y
occidental, del SPM: la contracepción y los cambios de alimentación. Las
mujeres que vigilan la dieta no siempre le suministran al cuerpo suficiente
energía, que debe racionarse. Cuando el aparato reproductivo es prioritario,
queda menos glucosa disponible para otras funciones, incluso las cerebrales.
Aunque las mujeres presentan menos fallas de autocontrol que los hombres, en la
fase lútea la situación se complica. Un elemento común a los síntomas del SPM
es precisamente la falta de fuerza de voluntad, que requiere mucha energía.
A las mujeres con SPM les resulta
agobiante decidir, elegir o descartar opciones. Gastan más con compras
impulsivas e incrementan el consumo de tabaco y alcohol, sobre todo si son
adictas. La gran variedad de manifestaciones del síndrome había dificultado el
diagnóstico. El SPM no implica conductas específicas, simplemente falla el
sistema general de autocontrol, y por eso la diversidad de síntomas, entre
mujeres y en diferentes etapas de sus vidas. Los estudios que se limitaron a
asociarlo con cambios de humor o irritabilidad no arrojaron resultados
concluyentes. Algunas afectadas tienen sensaciones contradictorias y reaccionan
a esa percepción de incoherencia. No quieren alterarse pero no pueden evitar
sentirse agotadas o estresadas por cuestiones banales. El déficit de energía
cerebral no se percibe conscientemente, los eventos negativos parecen incrementarse
y los positivos disminuir. La concentración y la capacidad para tomar
decisiones se reducen y eso dificulta la rutina y complica la vida. Algunas
mujeres llegan a separarse, otras mandan su empleo al carajo. En varias
ocasiones, la justicia anglosajona ha aceptado el SPM como atenuante en casos
penales.
Hace tres décadas, primatólogos que
trabajaban en Kenia señalaron que las hembras mandriles presentaban síntomas
similares al SPM, y una reacción coherente con la teoría de Baumeister:
aislarse en un árbol para descansar y alimentarse mejor. El veto irracional a
cualquier interpretación natural de las conductas tiene enormes costos y el más
serio es ignorar parte del abanico de eventuales soluciones a los problemas. La
medicina ha dado un vuelco para investigar enfermedades y dolencias femeninas
ignoradas por saberes tradicionalmente masculinos. Para aprovechar el nuevo
conocimiento será indispensable abandonar la visión exclusivamente cultural y
aceptar que también hay factores biológicos que afectan las diferencias de
género. Superar dificultades exige diagnosticarlas adecuadamente, para proponer intervenciones eficaces, específicas,
a la medida.
Eso hizo Diana Sierra para inventar
unos calzones reutilizables que permitirán a jóvenes africanas no abandonar sus
estudios ni casarse precozmente por falta de toallas higiénicas. Impresiona
que, sin grandes disquisiciones, una simple prenda íntima bien diseñada pueda
afectar el meollo del machismo, como esta definitivamente lo hará. Da gusto oir
historias de mujeres que, con conciencia social y ecológica, realmente mejoran
la vida de miles de congéneres; feministas pragmáticas que dan ejemplo con lo
que hacen y lo que son. Esta admirable empresaria paisa demuestra que
iniciativas concretas y focalizadas logran avances palpables, masivos, sin
necesidad de cambiar el mundo, ni las leyes, ni las mentalidades y, encima, con
beneficios económicos. Menos cháchara, más acción: esa debería ser la nueva
regla.
Baena, María Paulina (2016). “La diseñadora colombiana que revolucionó la menstruación en África”. El Espectador, Mayo 5
Baumeister, Roy & John Tierny (2012). Willpower.
Penguin Books
DGNN (2015). “The Feminine Reason for African Girls Dropping Out, An Engineer’s Simple Solution” Dayby Good News Network, May 28
Eckholm, Erik (1985). “Premenstrual Problems Seem to Beset Baboons”. The New York Times, Jun 4
FA (2009) "PMS is a Social Construction". The Feminist Agenda, May 8