Publicado en El Espectador, septiembre 12 de 2019
La paz es recurrente en la obra. Una idea machacada en la retórica habanera fue que sin arreglar el problema agrario seguiría el conflicto. Así, sorprende la escasa atención prestada a algo tan crucial. La raigambre campesina de la guerrilla más vieja del mundo, esencial ex ante, resultó secundaria. A su vez, “otras violencias”, asesinatos de líderes sociales, tranquilidad ciudadana, polarización y deterioro ambiental por explotaciones ilegales ganaron relevancia.
Cual novelistas o poetas, que de plata no hablan, la
vanguardia pensante del país ni siquiera critica al gremio empresarial: lo ignora.
La lógica subyacente es que “alguien” pagará los mejorales. Parafraseando al
editor cuando se refiere a los protuberantes vacíos de información estatales, esta
élite intelectual “no solo no sabe, sino que no quiere saber” nada sobre cómo generar
riqueza legal en Colombia.
Bonnett, Piedad (2019). “El precio de la independencia”. El Espectador, Sep 8
EE (2019). “Iván Márquez, "Santrich", "El Paisa" y "Romaña" vuelven a la guerra”. El Espectador, Ago 29 Discurso de Márquez
García, Mauricio Ed. (2018) ¿Cómo mejorar a Colombia? 25 ideas para reparar el futuro. Bogotá: Universidad Nacional
Gómez Buendía, Hernando (2019). “Es la economía, ¡estúpido!”. El Espectador, Ago 17
Moreno, Javier (2019). “Dreyfus en Colombia”. El País, Ago 10
Reyes, Yolanda (2019). “El País que nos lee”. El Tiempo, Ago 12
______________ (2019). “Literatura, plata y poder”. El Espectador, Abr 11
En un libro editado
por Mauricio García sobre eventuales mejoras al país, brillan por su ausencia alusiones
a cómo piensa la mitad del electorado y al sector empresarial.
En la autoría de
estos 25 ensayos con “ideas para reparar el futuro” predomina la academia, la
mayoría de la Universidad Nacional. Siguen en importancia tres escritores y una
poetisa con peso similar a quienes han sido burócratas. Las mujeres están subrepresentadas.
Es curioso el
prestigio que tiene en Colombia la literatura, o sea la ficción, como oráculo oficioso
de una sociedad que por incomprensible no deja de ser real. Sobre todo con el
antecedente del célebre escritor con dudoso desempeño político que fue amigo
íntimo, apoyo incondicional y correveidile de un dictador.
La paz es recurrente en la obra. Una idea machacada en la retórica habanera fue que sin arreglar el problema agrario seguiría el conflicto. Así, sorprende la escasa atención prestada a algo tan crucial. La raigambre campesina de la guerrilla más vieja del mundo, esencial ex ante, resultó secundaria. A su vez, “otras violencias”, asesinatos de líderes sociales, tranquilidad ciudadana, polarización y deterioro ambiental por explotaciones ilegales ganaron relevancia.
Que el
diagnóstico centrado en el agro fue insuficiente lo confirmaron los principales
negociadores del mejor acuerdo posible. Al retomar las armas, Iván Márquez proclamó
tener razones tan variadas como la traición santista, jurisprudencia
constitucional o el fast-track y tan
añejas como el santanderismo. El manifiesto rebelde, de gran erudición, está bien
lejos de los cerdos y gallinas de Tirofijo que resucitaron los Santos. Sugiere que
la subversión cuenta con asesores incrustados en el establecimiento que amplían
la noción de todas las formas de lucha. Días antes, con singular astucia y
oportunidad, De la Calle descubría que “estamos asediados por grupos
organizados que orbitan alrededor de negocios ilegales”. Realmente son tan protuberantes
que las nuevas Farc basarán en ellos la “impuestación”.
Es imposible saber
cómo votaron estos ensayistas para referendo y presidenciales, pero sospecho que
apoyaron el Sí y se opusieron a Duque. Varios reiteran que esas elecciones llevaron
a inexplicables victorias de gente motivada no por ideas sino por emociones, ajena
a la reflexión, incapaz de mantener debates, que nunca captó la pertinencia del
affaire Dreyfus para entender su dinámica,
como acaba de revelar un periodista progre que vino a redescubrirnos y de
pronto entrevista al comandante Márquez sobre cómo mejorar Latinoamérica.
Los ensayos
analizan si “se puede convencer a los no convencidos”, el “reto inverosímil de
la reconciliación”, un “debate entre las distintas versiones de nuestro pasado”
o la “paz incluyente” que “evoca proximidad, comunidad, conexión”. Más
parsimonioso hubiera sido darles vocería a esos incomprensibles antagonistas. El
énfasis en la importancia del diálogo para matizar discrepancias hace echar de
menos en el libro un par de representantes de la derecha. Difícil arreglar un
país después de una supuesta guerra civil empatada sin siquiera recoger, para
rebatirlos, los planteamientos de la parte adversaria.
Si, como implícitamente
sugiere este opus colectivo, no existe una figura conservadora digna de decir
algo relevante para el futuro del país, unos escolios de Nicolás Gómez Dávila, respetado
en democracias consolidadas, hubiesen balanceado el recetario. Vale la pena
recordar que en la parroquia global la godarria gana protagonismo a costa de
una izquierda despistada con inmigrantes ilegales, desempleo juvenil o apuros
fiscales y atónita ante metamorfosis tipo Putin o Made in China.
Tan desconsoladora
como la hoja de ruta parcializada es la precariedad de referencias al sector productivo
que genera empleo y tributa. El desarrollo económico se menciona tangencialmente
para destacar el impacto negativo de la apertura y a los empresarios se alude para
criticar la campaña “Colombia es pasión”. Un ensayo que evoca algo parecido al
emprendimiento y la toma de riesgos -“Pa´lante es pa´ya”- es sobre mujeres
desplazadas y concluye que “el futuro que queremos requiere aprender de los
pobres”. Esta sentencia franciscana contraria a la ley de Pambelé alcanza a
tener tufo autoritario.
No se trata de una
secta promotora de la economía centralmente planificada para financiar políticas
sociales. Pero la estructura productiva no se discute en una guía para un
auditorio donde pelechan barras bravas anticapitalistas alebrestadas con producción
estatal y puestos oficiales. Si una selecta muestra de mentes abiertas no busca
modernizarlas, poniendo en la balanza objeciones específicas y unas ventajas mínimas
del capitalismo, no habrá manera de consolidar la paz, ni redistribuír, ni educar,
ni remendar nada, todavía menos con vacas flacas.
Bonnett, Piedad (2018). “Emociones y violencia en el posconflicto colombiano”. En García (2018)
Bonnett, Piedad (2019). “El precio de la independencia”. El Espectador, Sep 8
EE (2019). “Iván Márquez, "Santrich", "El Paisa" y "Romaña" vuelven a la guerra”. El Espectador, Ago 29 Discurso de Márquez
EE (2019) . “La paz de Santos: el expresidente sale en defensa del Acuerdo tras anuncio de Márquez”. El Espectador, Ago 29
García, Mauricio Ed. (2018) ¿Cómo mejorar a Colombia? 25 ideas para reparar el futuro. Bogotá: Universidad Nacional
Gómez Buendía, Hernando (2019). “Es la economía, ¡estúpido!”. El Espectador, Ago 17
Moreno, Javier (2019). “Dreyfus en Colombia”. El País, Ago 10
Reyes, Yolanda (2019). “El País que nos lee”. El Tiempo, Ago 12
______________ (2019). “Literatura, plata y poder”. El Espectador, Abr 11