En los foros universitarios hay simetría de
derechos entre quien prepara la sesión y el auditorio. En el foro de La Silla Vacía no hay esa reciprocidad. Algunos comentaristas son como el cliente de un servicio que exige y exige. “El cliente es rey y siempre tiene la razón”, pero en este caso sin ninguna contraprestación.
Algunos clientes se sienten intocables. Así lo muestran algunas
respuestas a la entrada en la que me atreví a llamar gorrones a quienes lo
habían sido en la campaña de donaciones a la Silla.
En un medio universitario se asiste
a los seminarios que interesan, a los que no no, pero no se va a uno con cuyo
enfoque o contenido no se está de acuerdo para sabotearlo. La
equivalencia que se ha hecho a la ligera entre el saboteador de un seminario y
un conferencista provocador es tan absurda que no merece detenerse a contra
argumentarla.
Nunca
supe cómo manejar los “clientes difíciles”. Como lo han hecho explícito,
hay foristas que simplemente dejaron de
leerme facilitándome la tarea. No todos colaboran no leyendo. El ejemplo de reth2002 es revelador de un virus de este foro.
Otro
perfil de “cliente difícil” es el
que piensa que el tiempo del bloguero es ilimitado y responder comentarios su actividad
prioritaria. Con frecuencia se siente por encima de las reglas, como los 1000 caracteres. El indudable campeón, Felipe Salcedo, se tomó la
friolera de siete espacios consecutivos todos a tope. Cometí la indelicadeza de no contestar todas
sus inquietudes. No tuvo reparo en mandarme un mensaje privado exigiéndome que
hiciera la tarea: "Mauricio, como veo que ha respondido a otros comentarios pero no los últimos míos le voy a enviar aquí de nuevo mis últimos comentarios a ver si por aqui me da respuesta".
A
caballo regalado se le examinan a fondo los dientes para que los arreglen,
parece ser el lema. Esa
desfachatez -ni siquiera pago pero exijo- no se ve en otros sitios. Como se podía sospechar, tales personajes miraron para otro lado durante
la campaña Superamigos. Uno de ellos, el mismo campeón quedó ofendido por no haberle dedicado más
esfuerzos. Otra, no satisfecha porque no seguí el ritual que ella exige para
los cambios de opinión y las disculpas, es aún más severa “el blog de Mauricio
es de los que hacen daño a la sociedad”.
Un
forista tal vez decepcionado por las “ventanas rotas” se despide de la Silla
dando gracias “por la paciencia y por no regañar nunca y dejar que uno
despotrique como un endemoniado”. ¿Cuál sería la reacción ante quien se sale de
una universidad o un seminario con esa reflexión? Imposible no percibir ahí un
ambiente nocivo para un debate con altura.