Los
periodistas experimentados lo han diagnosticado adecuadamente, necesito
madurar. Algo he logrado con esta valiosa experiencia en la
Silla. No tengo ningún inconveniente en reconocer que me falta mucho,
casi todo, por aprender de feminismo, perdón de feminismos. Pero también salgo
convencido de que se trata de una de las áreas del debate político y del
conocimiento con un mayor volumen de mitos acumulados, que a punta de
intolerancia han logrado aislarlos de un debate transparente. Se han
arrinconado y escondido las preguntas más relevantes.
Aunque
le enerve a las dogmáticas, a pesar de mi ignorancia, gracias a este blog me
invitaron a varios seminarios sobre temas de género, lo que muestra que sí hay
demanda por nuevas visiones. Tengo interés y trabajo para rato.
Saldré a buscar algo bien
distinto, probablemente más light, o
más académico, o más cloaca, o menos agitado o poco concurrido. En todo caso,
nada que se parezca al foro de la Silla. Y esa afirmación no me compromete
a perpetuidad. Es bien probable que en algún momento, con más cancha y callo, y
tal vez con un grupo silencioso de lectores fieles que no hacen bulla,
vuelva a acercarme a esta berraquera de directora. A pedirle que me de tribuna
para desafiar algunas sub-doctrinas feministas de moda.