La
tranquilidad y muchas tareas pendientes no son la única razón para no hacer
borrón y cuenta nueva ante las disculpas de Olga Lucía y las mucho más sinceras
y convincentes de Juanita.
En
alguna ocasión un colega de trabajo se partió una pierna. Le pregunté qué le
había pasado y me repondió: no le voy a contar el accidente, sino la reacción
de mi hija cuando se lo conté. “¡Uy, papá! ¡Qué oso!”
Quienes
discutimos los asuntos de trabajo con los hijos y tenemos la responsabilidad de
darles ejemplo debemos ser en extremo cautelosos con los osos. No se les puede transmitir el mensaje
que uno renuncia de mentiras, por hacerse el difícil y a la semana siguiente sigue
como si nada. Es irrelevante en este momento si acerté o cometí un error al
colgar esa renuncia. Ya lo hice públicamente, y considero que eso es serio.