Publicado en El Espectador, Diciembre 15 de 2016
Durán, Eva (2016). "Yo fui alumna del papá de Rafael Uribe Noguera". Blog El Ojo de Morgana, El Universal.com, Dic 11
L2O (2016) "El ‘club de fans’ de Rafael Uribe Noguera en Facebook". Las2Orillas, Dic 12
En el foro de una columna encontré una
buena teoría sobre el asesino rico de la niña pobre: la impunidad precoz.
Según Blackcreek, “cuando sujetos de
familias adineradas como Rafael Uribe Noguera hacen "cagaditas", todo
mundo se las celebra. Luego, cometen las "cagadas" y nadie dice nada,
ni lo recriminan. Es por eso que al final terminan cometiendo el gran
"cagadón" y ahí sí todo el mundo se sorprende, se aterra, pero ya no
hay nada que hacer". Una psicóloga bogotana desmenuza el planteamiento.
Graduada en 1991, enumera comportamientos problemáticos tempranos: “niños que
maltratan animales, que agreden y violentan a sus pares, que tienen problemas
para identificar y respetar normas, que utilizan el embuste y la trampa
cotidianamente, manipuladores”. Al pretender intervenir, se atraviesa la
familia: "esto lo aprende es en el colegio, aquí se la tienen montada,
usted es muy dura en sus apreciaciones”. Hablar de trastornos de personalidad o
de conducta es rotular, etiquetar, y provoca amenazas como sacar al niño del
colegio. Ni hablar de psicoterapia o evaluación psiquiátrica: "¿Acaso está
loco? La loca es usted".
La carrera criminal de Pablo Escobar, revela
su hijo, “empezó el día que descubrió la manera de falsificar los diplomas de
bachiller". Un fraude similar al de Uribe Noguera en la universidad, encubierto
por su progenitor. Ambos han debido ser sancionados pero siguieron tranquilos
su espiral de impunidad y daño creciente.
Hay idealistas que aún niegan que con
los crímenes ya cometidos sólo sirve aplicar la ley y el procedimiento penales.
Para prevenir, invocan teorías universales que no bastan. Hace falta trabajo de
campo riguroso: conocer la incidencia de distintas faltas, cómo difieren por
nivel social, localidad, entorno criminal, institucional y familiar. Un
resultado recurrente de las encuestas en distintos lugares es el de los
“senderos” hacia la delincuencia: infracciones impunes que se repiten y se van
agravando. La peculiaridad colombiana no es tanto una mayor cosecha de pequeños
transgresores sino la falta de correctivos tempranos para impedir que se
vuelvan delincuentes, o asesinos. Los testimonios sobre Uribe Noguera señalan
esa insuficiencia, también evidente en las biografías de Escobar.
Otra psicóloga infantil cuenta cómo
reaccionó un paciente de siete años cuando la oyó pedirle excusas a la señora
del aseo por un café que regó: “¿por qué te disculpas con la sirvienta? No es
necesario, ellas no piensan… Mis papás me dicen que las empleadas son como
animales". Estupefacta, habló con la mamá sobre ese discurso tan nocivo.
La respuesta fue tajante: llevar un hijo a terapia es botar la plata. Como si
se conocieran, para el papá de Uribe Noguera “los pobres son como animales, sin
ningún derecho”. Eso opina una exalumna suya de arquitectura, que no olvida sus
comentarios “clasistas, denigrantes y despreciativos... decía que la gente de estrato 3 para
abajo no necesita diseño”.
El ataque del “destacado arquitecto”
contra la niña indígena recuerda que la discriminación más salvaje en Colombia,
la que deshumaniza, es el clasismo. Además de indignante es fuente inagotable
de impunidad. Fue el estatus privilegiado del victimario lo que causó escándalo
-con tratamiento mediático benigno, pacto de silencio sobre su vida y “club de
fans” en redes- y explica que él haya usado para sus caprichos a una menor de
estrato bajo que trató de comprar por centavos; con las de su entorno era un
encanto, “se derretía hablando de sus sobrinas”. La hermana que al parecer lavó
el cadáver y le untó aceite muestra lo que cualquiera sabe desde kinder: clase
social y linaje aplastan diferencias de género.
Yerran las guardianas de la doctrina,
obsesas como curas que instrumentalizan cualquier muerte y desdeñan la
evidencia para reiterar su perorata. Aunque el ataque causó inusitada indignación,
una niña violada y asesinada es “pan de cada día”. Casi linchan al atacante,
pero persiste la cultura que lo tolera y legitima. Mientras se exige sancionar
nimiedades, el encarcelamiento de un presunto asesino violador que tal vez
reincida no sirve, toca cambiar el sistema y las mentalidades. Menos mal Rafico
ya “le tenía prohibido a los trabajadores de su obra echarles piropos vulgares
a las mujeres”.
La violencia de género y el machismo no
fueron decisivos esta vez. A esa criatura la mató un desaforado que anunciaba a
los cuatro vientos que cometería un crimen. Nadie lo detuvo y casi logra volver
a salirse con la suya. Esa muerte, que hubiera podido ser la de un niño, era
evitable sin revolcar la sociedad. Mucho antes de la Fiscalía, bastaba corregir
a tiempo conductas antisociales de un muchachito caspa, mimado y sin
principios; nadie le estimuló esa virtud arcaica que él mismo entendió que no
tenía: “me la vuela mi falta de autocontrol”. Encerrarlo no transformará el
mundo, pero sí salvará algunas vidas.
Bautista Revelo, Ana Jimena, Anna Joseph y Margarita Martínez Osorio (2016) “¿Dónde nacen los que llamamos monstruos”. Vice, Dic 9
Candela, Mar (2016). “Indignación temporal”. El Espectador, Dic 7
Cívico, Aldo (2016). “Yuliana y la monstruosidad del feminicidio”. El Espectador, Dic 6
Duncan, Gustavo (2016). “Psicópatas”. El País.com.co, Dic 10
Durán, Eva (2016). "Yo fui alumna del papá de Rafael Uribe Noguera". Blog El Ojo de Morgana, El Universal.com, Dic 11
L2O (2016) "El ‘club de fans’ de Rafael Uribe Noguera en Facebook". Las2Orillas, Dic 12
Mendoza, Daniel Emilio (2016). “Uribe Noguera, el Club El Nogal y la sociopatía institucional”. Blogs El Tiempo.com, Dic 9
Patiño, Enrique (2016). “‘Conocí a Rafael Uribe Noguera y quiero contar mi historia’: ex pareja del incriminado por el asesinato de Yuliana” Blogs Cultura, El Espectador, Dic 12
Rincón, Omar (2016) “Los medios han narrado la tragedia de Yuliana como un partido de fútbol”. Entrevista. Semana.com, Dic 12
Ruiz-Navarro, Catalina (2016). “Por la memoria de Yuliana Samboní”. El Espectador, Dic 7