La homofobia no es como la pintan

Publicado en El Espectador, Febrero 18 de 2016


Múltiples testimonios de personas LGBT aceptadas como son, y algunas con mucho poder, o con anillo, desafían el escenario de un colectivo de víctimas discriminadas.

Entrevistas realizadas hace más de una década por Francisco Celis muestran vidas homosexuales comunes, sin tragedias, como las que todos conocemos. Fernando Toledo concluye que se siente bien. “Entre la gente que me muevo no he sentido ninguna falta de respeto… (la homofobia) no es lo corriente”. Al regresar de EEUU, donde salió del armario, Guillermo de la Torre llamó a sus amistades. “Nadie me rechazó, nadie dejó de ser mi amigo por eso”. Anota que “algunas empresas prefieren contratar gente gay... no tienen compromisos de pareja.... Tengo un hogar perfectamente conformado. Mi familia lo sabe, la de él también, en el trabajo de ambos lo saben, en el edificio, lo saben, los vecinos lo saben, los porteros, lo saben, todo el mundo lo sabe”. Como en la canción de la boa, ya todos lo saben, “y nos aceptan: nunca hemos sido rechazados por nadie”. Sobre exclusión por su orientación sexual, Mónica, empresaria lesbiana, cuenta que “no, no me ha pasado. Eso no me preocupa. Me siento orgullosa de ser gay y me gusta que la gente lo sepa”. El zar de la rumba homosexual recuerda el miedo antes de inaugurar Zona Franca. “Estaba muy asustado. Los sitios gay tenían mala reputación ante la policía. Había mucha persecución. Pero estoy aterrado, porque eso fue falso, todo”.

Un reportaje del 2011 sobre gays influyentes señala que frecuentan sitios públicos “donde actúan con libertad, sin prejuicio y acuden, incluso, altos mandos de la cúpula militar”. Gustavo Álvarez Gardeazábal, poder detrás de varios tronos regionales, “ha defendido y ha hecho respetar su condición de gay desde que fue gobernador del Valle en 1997”. Siguen más de veinte homosexuales líderes en distintos campos, a los que se pueden hoy sumar ministras y parlamentarias abiertamente lesbianas, transexuales en posiciones destacadas y políticos gays de primerísima línea que no pregonan su orientación porque, ciertamente, no les da la gana. “Hay gente que dice que no quiere salir del clóset sino agrandarlo" anota un abogado gay, casi corroborando rumores sobre entidades cooptadas hace años por la cofradía homosexual. Tres de las ocho historias en Sexo & Política de Édgar Artunduaga son aventuras homosexuales de congresistas. Uno de ellos, a punto de pensionarse, considera que “una oportuna genuflexión garantiza largas permanencias en el Congreso y en la vida pública”. Según otro artículo reciente, “la comunidad LGBTI está en el poder: manda desde el Ejecutivo, el Congreso, las Altas Cortes, los tribunales y la Fiscalía; las Fuerzas Militares, las empresas, el arte y el deporte”.

Aún con esos antecedentes, nuevos activistas optaron por fungir de víctimas. La estrategia caló, como muestra el patético #YoTambienFuiSergio, un franco irrespeto a la memoria del joven suicida. Cuando no hay drama, esta militancia plañidera lo inventa, y si surge alguno lo instrumentaliza, ahora con el tenebroso antecedente de enredar penalmente a la oposición. Homosexuales educados, estrechamente conectados con el sector público, la academia, medios y ONGs se autodenominan maricas pateados. Ignoran a quienes llevan vidas corrientes, asumen como propios los ataques a transexuales que venden sexo callejero y por supuesto callan, como los corruptos, la “comunidad del anillo”, presunta red de prostitución masculina con cadetes que atendían congresistas encargados de los ascensos en la Policía. El video amarillista hecho público esta semana muestra que los gais no sólo son víctimas. También hay victimarios, aquí eventuales chantajistas, tan cafres como los heterosexuales.

Para esas dosis de realismo la militancia quejumbrosa no está preparada. Insiste en ver sólo homofobia, que ni siquiera ha diagnosticado de manera convincente. Se quedó en el procurador, una Iglesia más hipócrita que otra cosa y unos supuestos crímenes de odio que con frecuencia camuflan irresponsabilidades nocturnas. Poco análisis de las historias con reacciones negativas tenaces al salir del armario: las del propio entorno hogareño que, más emotivas que religiosas, son fruto de la ignorancia. Mentes LGBT con Sentiido común, más L que G, se preguntan “¿por qué algunos hombres homosexuales rechazan a los hombres gais que perciben afeminados?” ¿Eso cómo se llama? ¿Autofobia? ¿Simple misoginia?

Con gais y lesbianas a sus anchas, con celebridades y figuras en las entrañas del poder, con homofobia concentrada en familia, colegio y zonas rojas –todo con incidencia desconocida- se puede sospechar que el decreto LGBTI a punto de expedirse servirá para extender la infamia de criminalizar torpezas en establecimientos religiosos y abrirle paso a la discriminación positiva: la igualdad administrada por y para una élite bien conectada, legalmente astuta y, apuesto, más G que L. 









Baird, Vanessa (2004). Sex, Love & Homophobia. Amnesty International

CD (2016) "¿Cómo ve el Decreto LGBTI?" Colombia Diversa, Feb 10



Celis Albán, Francisco (2002). Colombia erótica. Bogotá: Intermedio

Dinero (2013). “El Poder Gay”. Revista DineroMarzo 5

K&K (2011) “¿Quiénes son los gays más poderosos de Colombia?”. KienyKeAbril 10


Martínez Hernández, Santiago  (2015). “En Colombia se han invisibilizado los crímenes contra los LGBTI”. El EspectadorAbril 26



Rubio, Mauricio (2014) “Paradojas del victimismo gay”. El EspectadorJun 25

Semana (2002). “Bendición y tolerancia”, Agosto 26

Semana (2015). "Casa por cárcel para rectora que habría excluido a joven que se suicidó" SemanaMayo 16