Publicado en El Espectador, Agosto 10 de 2017
Es colombiana, vive en el exterior, se
acuesta con desconocidos, y le pagan por eso.
“No lo hago por lucrarme
económicamente; es como mi hobby. Como al que le gusta cantar, al que le gusta
bailar, es una pasión”. En la cama nunca finge, se lo goza. No dice cuanto gana
pero anota que más que muchos gerentes o alguien que, estudiando, “se quema las
pestañas cinco o seis años”.
Se crió en una familia grande y
conservadora. Se operó los senos y estuvo tentada a retocarse la cola. Dos
incidentes triviales de su adolescencia definieron su vocación: encontrar una
revista erótica en su casa y una discusión con sus hermanas, que la llamaban patito feo, y le aseguraron
que jamás llegaría lejos con su cuerpo. Sin confesarle a nadie su sueño empezó
a modelar en vestido de baño a escondidas, y alcanzó a ser chica Aguila en dos
ocasiones antes de emigrar.
Su esposo la apoya y ha sido esencial
para no avergonzarse de su trabajo. “Me costó hacerlo porque de verdad lo pensé
muchísimos años. Pero después de que tomé la decisión me sentí completamente
segura. Jamás me arrepentí, ni me siento avergonzada, ni me siento mal, ni me
siento incómoda para nada”. En el gimnasio, ataviada en body, con mirada
lánguida y coqueto acento paisa anota que “el sexo sí es divertido, es algo que
no debe tomarse con tanta seriedad tampoco, se debe tomar con responsabilidad,
pero que sea un acto entretenido, divertido”.
Estas frescas reflexiones son de
Esperanza Gómez, la famosa actriz porno que nunca utilizó apodo, porque “no
tiene nada que esconder, ni de qué avergonzarse”. Cuando visita a su familia,
la reconocen en la calle y le piden autógrafos que hacen sentir verdaderamente
orgullosa a su madre. La
normalización de su oficio y su estrellato le alcanzaron para aparecer en
#HolaSoyDanny después de Antanas Mockus hablando de paz.
La primera película de cine rojo en el
país -acerca de una huérfana violada reiteradamente por su padre alcoholizado-
fue protagonizada por Nelly Moreno, quien sería luego Representante a la Cámara
por Bogotá. Después surgiría Gina Carrera, verdadera pornstar colombiana,
“rubia, delgada y con pechos virginales, que grabó 197 películas en Estados
Unidos”. Adicta al bazuco, terminaría su carrera “vendiendo su cuerpo a dos
pesos en las calles nocturnas de Bucaramanga”.
Desde los años ochenta se desarrolló en
Medellín una industria de cine porno que se fue transformando en una modalidad
“más discreta y personalizada” conocida como webcamers. Alicia Cano, joven
diseñadora egresada de una universidad privada de Medellín, ejerce su oficio
sin problema. De hecho, tanto la familia como los amigos están enterados.
"Yo empecé a modelar porque necesitaba plata. Mi idea es ahorrar hasta
alcanzar la independencia económica", aclara. Se estima que en el país
unas 30 mil personas se dedican al cine para adultos.
La frontera entre el oficio de actriz
porno y el sexo venal es no sólo tenue sino arbitraria. Según la Real Academia
de la Lengua, prostitución es la “actividad de quien mantiene relaciones sexuales
con otras personas a cambio de dinero”. Resulta insólito que una pequeña
diferencia en el flujo del dinero –pago directo de un cliente versus
remuneración a través de distribuidores y productores- logre semejante abismo
en cuanto a la aceptación social de dos actividades tan similares. Después de
su cuarto de hora mediático, Dania Londoño, la prepago del escolta de Barack
Obama, se quejaba de que “no tengo cara para volver a vivir en Colombia”; el
revés de Esperanza.
El discurso de trabajadoras sexuales
organizadas como Fidelia Suárez es una variante de estrato bajo del de
Esperanza Gómez o Alicia Cano, incluyendo el asunto crítico de la elección
personal, el control sobre sus cuerpos y el deseo de ponerlos a producir
dinero. Para su lamentable propuesta de ilegalizar la compra de servicios
sexuales, Clara Rojas no ha tenido en cuenta nada de lo que afirman sobre ellas
y su oficio. La congresista está tan poco segura de su propuesta que empezó a
afirmar que reducirá los feminicidios, sin siquiera separar de manera tajante
la participación de menores de edad en la actividad. Disuadir la prostitución
voluntaria adolescente es el verdadero desafío: si toda fuera inducida por
traficantes sería un escenario más simple de manejar.
El debate sobre un mercado del
sexo tan peculiar como el
colombiano, configurado por grandes desequilibrios demográficos, La Violencia,
el narcotráfico y el conflicto armado, que exige regulación racional,
imaginativa y pragmática, no necesita dramatismo ni importación de recetas ajenas
a la realidad local. Seguir la cartilla de la industria internacional del
rescate, una de cuyas finalidades es reforzar los controles a la inmigración
ilegal en Europa, sería un error garrafal que agravaría cualquier problema
existente.
Firmiano, Diego (2017). “Cine porno en Colombia”.Tras la Cola de la Rata, Mayo 23
La Pecera (2017). Preguntas a Fidelia Suárez. El Tiempo, Jul 14
Orozco Tascón, Cecilia (2013) “Dania Londoño: No tengo cara para volver a vivir en Colombia”: El Espectador, Ene 5
Pulzo (2016). “Daniel Samper logró el ‘sueño’ de muchos: grabó escena con Esperanza Gómez”. Pulzo, Sep 5
Valderrama, Juan Pablo (2012). “El porno por 'webcam' está floreciendo en Medellín”. El Tiempo, Febr 17