I am hispanic, and gay

Publicado en El Espectador, Junio 16 de 2016

En las manifestaciones tras la masacre de Orlando, añoré el contundente y multitudinario “Je Suis Charlie” que surgió después del asesinato de los caricaturistas.

Son desconcertantes las alusiones a una supuesta continuidad entre la represión de los disturbios en Stonewall y lo ocurrido en el Club Pulse. Cualquier persona desprevenida reconoce el vuelco en la actitud norteamericana hacia las minorías sexuales, pero persisten en las redes sociales opiniones contraevidentes y reaccionarias, como si nada hubiera cambiado. También circula una teoría difusa –del tipo “todos somos Omar Mateen en potencia”- que pretende asimilarnos a seguidores del islamismo radical. Aparentemente, deberíamos identificarnos con un asesino que “tiene más en común con nosotros de lo que queremos aceptar”.

Con víctimas totalmente indefensas –celebraban de manera desprevenida- un ataque traicionero e injustificable exige diagnosticar con precisión a los victimarios, no diluírlos entre la población. Mi repudio hacia la masacre me lleva también a rechazar causalidades apresuradas e irresponsables entre opiniones o actitudes y crímenes, una forma tradicional de fanatismo.

Conservadores empecinados en que gente mejor armada en el bar gay hubiera controlado al asaltante se enfrentan a un bando igualmente simplista que atribuye la masacre a la venta libre de armas de fuego, olvidando que el ataque a Charlie Hebdo y al Bataclan ocurrieron en Francia, donde ese acceso está restringido. La legislación de porte de armas requiere reformas, pero está lejos de ser el único frente. El periodista Maajid Nawas anota que “así como los musulmanes esperamos solidaridad contra el fanatismo y el racismo que nos afecta, debemos corresponder con solidaridad hacia las víctimas del extremismo islámico, debemos denunciar activamente las visiones teocráticas donde las encontremos... Basta  de defensas especiales, basta de negación, basta de ofuscamiento. El asesino de Orlando era un homófobo extremista musulmán, inspirado por una toma ideológica de mi propia religión, el Islam... El padre de Omar Mateen admiraba a los talibanes como guerreros, él creció en una atmósfera que glorificaba la ideología yihadista”.

Ayuda poco confundir esa homofobia límite con las variantes no sanguinarias. La familia machista angustiada por el hijo gay, los matoncitos del patio de recreo, la directora escolar torpe, los curas o notarios saboteadores, los cristianos convocando referendos o el procurador poniendo zancadillas -todos tigres de papel- deberán ser relativizados, y diferenciados del fundamentalismo que, explícita y literalmente, pretende mantener a los homosexuales en la ilegalidad, criminalizar sus preferencias y animar “soldados del califato” para que los asesinen. Sería insensato equiparar el suicidio de Sergio Urrego con los homosexuales que en Iraq y Siria son lanzados de cabeza desde los edificios por el Estado Islámico, que después difunde las imágenes como propaganda para que otros escarmienten, y sus seguidores copien.

A raíz de mi cuestionamiento a la adopción igualitaria sin restricciones, por los vientres de alquiler, tuve un cruce de trinos con Mauricio Albarracín, ex director de Colombia Diversa, activista, columnista, profesor universitario e investigador. Su tajante conclusión fue que para el debate “debe existir respeto mutuo y es obvio que usted nos desprecia”. A pesar de mi insistencia, Albarracín no documentó los cargos y, obviamente, se negó a opinar sobre las madres subrogadas. No es mi primera experiencia con militantes que descalifican para evitar discusiones. Es tenue la frontera entre desprecio y homofobia, algo que me han endilgado tan gratuitamente como lo hizo Albarracín. La acusación se vuelve delicada ahora que, a la ligera y con criminología bien precaria, se establecen vínculos entre lo que se piensa sobre los gais y un asesinato colectivo.

La gravedad del ataque en el Club Pulse transformó mis reproches al activismo y a la doctrina LGBT en pequeñeces, trivialidades. Debo reconocer que mis inquietudes intelectuales quedaron súbitamente convertidas en reflexiones inoportunas. Callarlas en la prensa será mi modesta contribución a una causa con la que me solidarizo, para marcar un antes y un después del atentado en Orlando. Ninguna de las muchas y profundas discrepancias que mantengo con la militancia amerita el riesgo de ser malinterpretado y alimentar la homofobia de algún violento: la probabilidad de tal evento es infinitamente baja, pero el eventual daño inconmensurable. Si alguien educado como Albarracín confunde desacuerdos con desprecio, mejor curarse en salud. Espero que activistas y militantes comprendan que, aunque opuesto a algunas de sus demandas, estamos del mismo lado. Ojalá calibren el abismo existente entre criticar ideas y el desprecio inhumano por la comunidad gay de un lunático actuando a nombre del Estado Islámico.





REFERENCIAS

Blinder, Alan, Jack Healy and Richard a. Oppel (2016) “Omar Mateen: From Early Promise to F.B.I. Surveillance”. The New York Times, Jun 12

Cauterucci, Christina (2016). “How Queers Are Using Joy to Heal After Orlando”. SlateJune 13

LM (2016). "Obama et le FBI convaincus que le tueur d’Orlando a été « radicalisé » sur Internet". Le Monde, Juin 13

Martínez, Juliana (2013). “El asesino de Orlando no era un monstruo”. Sentiido, Junio 13

Nawaz, Maajid (2016). "Admit It: These Terrorists Are Muslims". The Daily Beast, Jun 14

Pereda, Cristina (2016). “Una tragedia en el primer aniversario de la igualdad de derechos en Estados Unidos”. El PaísJun 13

Prévôt, Olivier (2016). "Attentat d’Orlando: Omar les a tués. Une brève histoire moderne de l’homosexualité". Causeur, Juin 15


Rojas, Nicole (2015). “Isis in Iraq: New images show men thrown head first from buildings for being gay”. Ibtimes, July 1

Ruiz-Navarro, Catalina (2016). “La masacre que puso en jaque todos nuestros prejuicios”. Univisión,  Junio 14