Publicado en El Espectador, Mayo 11 de 2017
Algunos políticos
ya superaron el ingenuo
maquiavelismo. Ahmadou Kourouma es
conocido como el Voltaire africano. Una de sus novelas, “Esperando el voto de
las bestias salvajes”, habla de un presidente, Koyaga, experto cazador y tirano
de la peor calaña. Veterano de la guerra de Indochina, recorre el África y
aprende de los déspotas. “Quise escribir la novela con los nombres verdaderos
de los personajes pero mi editor me disuadió. Según él, eso traería demasiados
problemas jurídicos. Mantuve entonces únicamente sus respectivos tótems: el
leopardo, el caimán, la hiena etc… Así, oficialmente, no son dirigentes
africanos”.
De vuelta a su
país, la República del Golfo, con algo de brujería y muchos asesinatos, Koyaga
se toma el poder. Desbarata complots y triunfa sobre sus enemigos. Kourouma
revela las prácticas mágico religiosas de algunos dictadores, con hechiceros a
su servicio, a veces con rango ministerial.
El planteamiento de
la novela es que la política es asimilable a la cacería. “Los políticos operan
en un espacio inhumano en el que no rige ninguna moral y el debutante debe
formarse bajo la guía y experiencia de los maestros”. Gobernar y cazar exigen los
mismos métodos de acecho, algo de placer, elaboración de mitos, formación de pandillas,
manifestación del instinto depredador del ser humano y gusto por la sangre. Los
encuentros de Koyaga con sus pares son cursos de iniciación en los que el
aprendiz se familiariza con las leyes de la jungla política. Su primer
anfitrión, el dictador del totem caimán, le enseña en pocas lecciones cómo
sobrevivir políticamente. “La primera bestia malvada que amenaza a un jefe de
Estado es la enojosa inclinación del debutante a separar las finanzas del
Estado de las personales. Las necesidades y caprichos de un gobernante siempre
sirven a su país, y se confunden directa o indirectamente con los intereses de
la República y de su pueblo”. Además, nadie será tan mezquino como para husmear
las cuentas de un mandatario elegido por sufragio universal.
La segunda bestia
perversa que atenta contra un tirano principiante es la ingenua diferenciación entre la verdad y la
mentira. “Con frecuencia la verdad no es sino una manera de decir por segunda
vez una mentira”. Ningún gobernante deberá enredarse buscando respetar esa
distinción ficticia, simplemente propagará los mensajes que le sirvan para sus
objetivos o sus causas. Y ningún ciudadano se levantará “para decir blasfemias opuestas
a lo que afirma el jefe de Estado”.
La tercera amenaza
es tomar a los hombres y mujeres de su entorno como se presentan a sí mismos. Para
que un verdadero líder comprenda quiénes lo rodean debe saber, “como el
encantador conoce las partes del cuerpo de la serpiente, los sentimientos y los
medios con los que se puede engatusar a los seres humanos”.
La última alimaña,
a primera vista obvia y fácil de combatir, es no tomar malas decisiones. La
manera como la ilustra el maestro indica que no es algo tan simple como el
maquiavelismo. “Es usual que el Presidente en persona, después de su ejercicio
y trote matinales, se acerque en sudadera a la sala de torturas para supervisar
los interrogatorios. Las confesiones le son presentadas, las analiza, las
reagrupa, las verifica con el cuidado de alguien que cose la ropa interior de
su mujer y decide llevar o no al acusado delante de la Corte encargada de la
seguridad del Estado”. Además, menciona la “prisión privada”, justo al lado del
Palacio, que podía visitar a cualquier hora, día y noche, para supervisar
personalmente quién entraba o salía. Allí había incluso una sección para los
familiares y amigos, los enemigos más difíciles de manejar.
Sobre cómo tratar a
las mujeres, el maestro no dio consejos, pero Koyaga recibió una lección del
dictador Bossouma, quien después de ausentarse por unos minutos para ir al baño,
volvió jalando a su últma presa: una de las mujeres encargadas del aseo. La
había encontrado hermosa, amable y le pedía su mano al anfitrión. La joven
gritaba, se resistía. El tirano quiso averiguar si estaba casada. No, ni siquiera
tenía un novio, respondió ella. Casi con hilaridad, el Presidente caimán le
pidió a su jefe de protocolo que fuera a la ciudad a informarle a los padres de
la adolescente que tenía nuevo compromiso y un próximo viaje. El emperador
Bossouma acababa de contraer, en menos de diez minutos, uno de los treinta
matrimonios que celebraba cada año.
A principios de
este año, la Defensoría manifestó su preocupación por la “cacería” que le
estaban haciendo las Farc a un grupo disidente, con “amenazas e intimidaciones
contra la comunidad que no brinde información y preste colaboración en la
vereda”. Ojalá en el posconflicto -sin posverdad, con transparencia, respeto
por la vida y poco machismo- abandonen definitivamente esa manera de hacer
política.
AFP (2017). "Preocupación por cacería de Farc a grupo disidente": Nuevo Siglo, Ene 20
Cherruau Pierre et Marcus Boni Teiga (2013). “Les 10 chefs d’Etat les plus accros aux marabouts”, Slate Afrique, Jan 30
ET (2017) "Martin Stendal, un misionero de paz en La Habana". El Tiempo, Enero 19
Cherruau Pierre et Marcus Boni Teiga (2013). “Les 10 chefs d’Etat les plus accros aux marabouts”, Slate Afrique, Jan 30
ET (2017) "Martin Stendal, un misionero de paz en La Habana". El Tiempo, Enero 19
Kourouma, Ahmadou (1998). En attendant le vote des bêtes sauvages. Paris: Éditions du Seuil