Publicado en El Espectador, Agosto 3 de 2017
Rubio, Mauricio (2014). "El misterioso encanto de las trans". El Malpensante Nº 156, Septiembre
Carolina Sanín alborotó el avispero trans. La regañaron, insultaron y
acusaron de incitar a la violencia por decir un par de verdades.
Sexualmente, las mujeres trans parecen hombres simplemente porque
nacieron así, sin poder ser madres.
“No es que tengamos que vender sexo. Levantarse a alguien en la calle es una
actividad social importante para nosotras. Y, por supuesto, tenemos una líbido
super cargada”. Lo dice Nancy, una waria
o trans de Yakarta entrevistada por Elizabeth Pisani. “No es tanto cuestión de
dinero como de orgasmos”, continúa, “no nos digamos mentiras, somos humanas y
tenemos que tirar” .
En las sociedades con tradición de hombres que se transforman en mujeres
–kathoey en Tailandia, hijras en India o muxes en Tehuantepec, México – ha sido común su intensa actividad
sexual desde jóvenes, a veces entrenadas por madrinas. Aunque la prostitución
de travestis -su denominación anterior- es antiquísima y universal, esa
hipersexualidad no siempre ha sido comercial. Enrique III de Francia
(1551-1589) y su corte de mignons, frecuentemente ataviados como féminas, eran
criticados tanto por su facha como por su desenfreno sexual.
La promiscuidad y el sexo venal no son características invariables de la
población trans. Transvestites, obra
publicada hace siglo y medio por Magnus Hirschfeld, habla de motivación erótica
pero menciona a Johanna, nacida en el imperio Austro-húngaro. Siempre quiso ser
una niña y en cuanto podía se ponía los vestidos de su hermana mayor. Se fue a
Suiza haciéndose pasar por mujer y trabajó cuidando niños. Creció fuerte,
bonita, y tenía pretendientes. A los 16 años un hombre trató de violarla, ella
se resistió y el agresor regó el rumor de que era hermafrodita. Tuvo que huir a
Francia. Después se embarcó para los EE.UU. y tras varias peripecias llegó a
California. Ya madura contaba que “mi habitación está decorada con detalles
femeninos y los hombres rara vez entran a mi casa porque no hago muchas migas
con ellos. Me satisface más la conversación con mujeres y me dan envidia las
que son educadas”. Michael Bailey, psicólogo de San Francisco especialista en
transgenerismo de hombre a mujer, y tal vez el principal conocedor mundial de
esa minoría, con años de entrevistas y observación rigurosa, considera insuficiente
la teoría de género basada en la identidad y destaca la importancia del sexo.
Resume así su propuesta de clasificación de las trans: “quienes aman a los
hombres se vuelven mujeres para atraerlos, quienes aman a las mujeres se
convierten en lo que aman”.
En la discreta orilla de los trans nacidos mujer, también ha sido común
que adopten la imagen y maneras del nuevo género pero conserven su sexualidad
original. Juana de Arco fue quemada virgen sin renunciar a su identidad
masculina y los campesinos la veneraron como una santa. Casi veinticinco
hombres nacidos mujeres fueron canonizados por la Iglesia, y según la leyenda
uno, Juana, fue pontífice en el siglo IX, pero no se conoce ninguna trans
santificada. Hasta hace un siglo en Albania para que una mujer pudiera vestirse
como hombre, llevar armas y desempeñar actividades varoniles, debía jurar ante
doce testigos que permanecería virgen toda la vida, un requisito inconcebible
en el otro sentido.
En Colombia son comunes las historias de mujeres trans que asumen la
apariencia y los comportamientos femeninos, pero exhiben una sexualidad
desbordante, opuesta a la que supuestamente impondría la cultura patriarcal en
su nuevo rol. En proporción desconocida pero no despreciable, venden servicios
sexuales. De hombres trans existen menos testimonios y sobre su sexualidad se
sabe poco, pero toda la información disponible indica que difiere
sustancialmente de la masculina.
En Transgender History, Susan
Stryker anota que “es más fácil para una mujer madura aparecer como hombre
joven que para un hombre pasar por mujer sin hormonas ni cirugía”. También
señala que uno de los mayores detonantes de la discriminación es la percepción
de un transgenerismo percibido artificial y forzado, especialmente por la voz.
Así, “las mujeres trans han sido demasiado afectadas por la negación de empleo
y vivienda y por ataques violentos contra ellas y han tenido mayor necesidad de
emprender acciones políticas y de auto defensa” mientras que, en el otro
extremo, “los hombres trans con frecuencia viven sin hacer parte de una
comunidad transgénero”.
Si para algo tan supuestamente cultural y determinado por decisiones
personales como la sexualidad el transgenerismo no se ha desprendido de la
biología, para cuestiones anatómicas y fisiológicas la dependencia es aún
mayor. En cualquier especie mamífera, la gestación es prerrogativa de las
hembras, en forma independiente de cómo se vean, de lo que piensen o sientan, o
de tratamientos hormonales. Si una persona lleva un feto en su vientre es porque
es mujer. Por recordar esa perogrullada matonearon en las redes sociales a
Carolina Sanín.
Crawford, Katherine (2003). “The Politics of Promiscuity: Masculinity and Heroic Represetation at the Court of Henry IV”. French Historical Studies, Vol 26, No 2
Dreger, Alice (2015). Galileo's Middle Finger. Heretics, Activists and the Search for Justice in Science. New York: Penguin Press
Hirschfeld, Magnus (1868, 1991). Transvestites. The Drive to Cross-Dress. Prometheus Books
Mati González, Andrea Gil & Nikki Dupuis (2017). “Tres feministas le responden a Carolina Sanín”. Sentiido, Jul 12
Pisani, Elizabeth (2008). The Wisdom of Whores. Bureaucrats, Brothels and the Business of AIDS. London: Granta Publications
Rubio, Mauricio (2014). "El misterioso encanto de las trans". El Malpensante Nº 156, Septiembre
Sanín Carolina (2017). “El mundo sin mujeres”. Vice, Junio 30
Stryker, Susan (2008). Transgender History. Seal Press
Vargas-Cooper, Natasha (2017) “Womanhood Redefined. A feminist’s take on the transgender controversy”. The American Conservative, Feb 13