Un hombre, ninguno o muchos

Publicado en El Espectador, Abril 12 de 2018



Helen Fischer, “anatomista del amor”, recuerda que en las culturas agrícolas las mujeres han tenido que optar por dos estrategias sexuales.  O se encierran en sus hogares como fieles esposas o cobran por su cuerpo, sufriendo un pesado estigma. Solo en algunas sociedades, anota Fischer, se acepta que, a cambio de recursos, mujeres respetadas tengan sexo con varios hombres, sin comprometerse con ninguno. Por influencia religiosa, en la cultura occidental la disyuntiva sí era categórica. Mujer opuesta al matrimonio, como María Magdalena, era considerada prostituta, o se volvía monja. Actualmente, hay mujeres que optan por tener muchos hombres porque le tienen aversión al matrimonio, y a la castidad.


Vanesa, escort colombiana radicada en Madrid se acuerda, cuando niña, “de los malos tratos de mi papá a mi mamá. Varias veces la quiso matar, rompía todo cuando llegaba borracho y yo temblaba”. La mamá gritaba, “quítemelo mija, no deje que me mate”. Vanessa sentía odio profundo cuando oía que “le pegaba porque ella no se quería acostar con él. Los hombres colombianos son muy patanes”.

Eva, también compatriota en España, recuerda que “las cosas empezaron mal con mi padre, por irresponsable, porque solo sabía beber… era muy juerguista y el dinero se lo bebía y lo gastaba con mujeres… Mi mamá nos cuenta que a ella le pegaba y que una vez de un golpe la dejó sorda”. Eva aprendió que “por ningún motivo uno debe dejar que la pareja lo machaque tanto”.

La decepción con el matrimonio desde la infancia se refuerza luego con un desencanto amoroso. Orlando, padre de la primera hija de Eva, “me mentía, me juraba que no metía chicas al apartamento. Hasta que un día lo pillé en mi cama… Estaban desnudos. Era una de las novias de mi hermano”, que además tenía marido. Por eso renunció a la fidelidad: “en adelante, lo que me llegue… voy a pasar por las manos de todos, así sean sus amigos, lo que caiga, no seré más su mujer, sino la mujer del pueblo… Me conocerán mil hombres y usted no me volverá ni a oler”.

La nueva táctica tampoco funcionó. “Cada uno le aportaba algo. Uno de ellos me violó”, recuerda Milena, la hija. Eva entendió que ese arreglo con los hombres era pésimo. Cuando la invitaban a bailar, “yo sabía que la bailadita terminaba en la cama, uno no es tonto, después, ellos te dan unas monedas y uno se siente usao. Y si uno no les pide, ellos no dan”. Por eso fue tan receptiva cuando en Madrid una amiga ecuatoriana le contó que “yo en el día trabajo en una casa de familia y de noche en un club, allí los hombres pagan y tú mandas. Si eres lista, vas a hacer con ellos lo que tú quieres, no lo que ellos quieran”.

La sensación de tener el control no era un delirio de la ecuatoriana. Vanessa opina que los clientes, por lo general, son muy tontos, “se creen todo lo que uno les dice, se dejan engañar. Si les coges el truquito los manejas con un dedo”. Cuando Eva le explicó a su hijo de dónde salía el dinero que ella traía a la casa él anotó  “pues sí, mamá, que paguen ellos lo que mi papá no pagó”. 


Abundan los testimonios de mujeres inducidas a la prostitución por amigas, que sabían en lo que se metían, que no fueron engañadas, mucho menos forzadas  y que se sienten “empoderadas”. En Bogotá, por ejemplo, “los hombres piensan con la bragueta y creen todo lo que se les dice… los mayores son especiales, se complacen y se dejan  manejar, entregan el dinero muy fácil… Con los clientes yo mando. Ordeno y ellos cumplen; soy buena en lo que hago”.  

La mayoría de prostitutas colombianas renuncian al matrimonio pero no a la maternidad. Constituyen un grupo importante de mujeres cabeza de hogar, son unas cien mil. Conocen los inconvenientes y riesgos del oficio pero los asumen por la certeza de que nunca podrían atender y sacar adelante a su familia con trabajos mal pagos y sin flexibilidad de horario. También coinciden en que jamás querrían que sus hijas ejercieran ese oficio. Por eso se esfuerzan para educarlas y serían invaluables aliadas en la prevención de la prostitución adolescente.


El idealismo internacional, con parámetros suecos y financiación puritana, terca e insensiblemente, sin proponer alternativas factibles, pretende criminalizar a los clientes y así volver clandestinas a estas mujeres, que están seguras de no hacerle daño a nadie. Perderán recursos para la subsistencia y la crianza, independencia, el precario amparo legal y deberán, ahí sí, buscar protección con mafiosos o pilluelos, más silvestres en Colombia que en Suecia.


Testimonios de Bogotá:
Entrevistas realizadas en Marzo y Abril de 2018 por Marlen Espitia, asesora de la Alcaldía. Se agradece la colaboración de Patricia Mugno

Testimonios de Vanessa y Eva:
Cortés, Carmen (2012). Detesto que me digan puta. San Sebastián: Gakoa

Fisher, Helen (1992). Anatomy of Love. The Natural History of Monogamy, Adultery and Divorce. London: Norton

Rubio, Mauricio (2018). "Los clientes de la prostitución en Colombia-Un Análisis con la Encuesta Nacional de Demografía y Salud 2015". Capítulo para el libro Relaciones de poder hombre-mujer que será publicado por el Departamento de Estudios Políticos, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales la Universidad ICESI, Cali