Publicado en El Espectador, Abril 12 de 2018
Testimonios de Bogotá:
Entrevistas realizadas en Marzo y Abril de 2018 por Marlen Espitia, asesora de la Alcaldía. Se agradece la colaboración de Patricia Mugno
Testimonios de Vanessa y Eva:
Helen
Fischer, “anatomista del amor”, recuerda que en las culturas agrícolas las
mujeres han tenido que optar por dos estrategias sexuales. O se encierran en sus hogares como
fieles esposas o cobran por su cuerpo, sufriendo un pesado estigma. Solo en
algunas sociedades, anota Fischer, se acepta que, a cambio de recursos, mujeres
respetadas tengan sexo con varios hombres, sin comprometerse con ninguno. Por
influencia religiosa, en la cultura occidental la disyuntiva sí era categórica.
Mujer opuesta al matrimonio, como María Magdalena, era considerada prostituta,
o se volvía monja. Actualmente, hay mujeres que optan por tener muchos hombres
porque le tienen aversión al matrimonio, y a la castidad.
Vanesa,
escort colombiana radicada en Madrid se acuerda, cuando niña, “de los malos
tratos de mi papá a mi mamá. Varias veces la quiso matar, rompía todo cuando
llegaba borracho y yo temblaba”. La mamá gritaba, “quítemelo mija, no deje que
me mate”. Vanessa sentía odio profundo cuando oía que “le pegaba porque ella no
se quería acostar con él. Los hombres colombianos son muy patanes”.
Eva, también
compatriota en España, recuerda que “las cosas empezaron mal con mi padre, por
irresponsable, porque solo sabía beber… era muy juerguista y el dinero se lo
bebía y lo gastaba con mujeres… Mi mamá nos cuenta que a ella le pegaba y que
una vez de un golpe la dejó sorda”. Eva aprendió que “por ningún motivo uno
debe dejar que la pareja lo machaque tanto”.
La decepción
con el matrimonio desde la infancia se refuerza luego con un desencanto
amoroso. Orlando, padre de la primera hija de Eva, “me mentía, me juraba que no
metía chicas al apartamento. Hasta que un día lo pillé en mi cama… Estaban
desnudos. Era una de las novias de mi hermano”, que además tenía marido. Por
eso renunció a la fidelidad: “en adelante, lo que me llegue… voy a pasar por
las manos de todos, así sean sus amigos, lo que caiga, no seré más su mujer,
sino la mujer del pueblo… Me conocerán mil hombres y usted no me volverá ni a
oler”.
La nueva táctica
tampoco funcionó. “Cada uno le aportaba algo. Uno de ellos me violó”, recuerda
Milena, la hija. Eva entendió que ese arreglo con los hombres era pésimo.
Cuando la invitaban a bailar, “yo sabía que la bailadita terminaba en la cama,
uno no es tonto, después, ellos te dan unas monedas y uno se siente usao. Y si uno no les pide, ellos no
dan”. Por eso fue tan receptiva cuando en Madrid una amiga ecuatoriana le contó
que “yo en el día trabajo en una casa de familia y de noche en un club, allí
los hombres pagan y tú mandas. Si eres lista, vas a hacer con ellos lo que tú
quieres, no lo que ellos quieran”.
La sensación de tener el control no era un delirio
de la ecuatoriana. Vanessa opina que los clientes, por lo general, son muy
tontos, “se creen todo lo que uno les dice, se dejan engañar. Si les coges el
truquito los manejas con un dedo”. Cuando Eva le explicó a su hijo de dónde
salía el dinero que ella traía a la casa él anotó “pues sí, mamá, que paguen ellos lo que mi papá no pagó”.
Abundan los
testimonios de mujeres inducidas a la prostitución por amigas, que sabían en lo
que se metían, que no fueron engañadas, mucho menos forzadas y que se sienten “empoderadas”. En
Bogotá, por ejemplo, “los hombres piensan con la bragueta y creen todo lo que
se les dice… los mayores son especiales, se complacen y se dejan manejar, entregan el dinero muy fácil…
Con los clientes yo mando. Ordeno y ellos cumplen; soy buena en lo que hago”.
La mayoría
de prostitutas colombianas renuncian al matrimonio pero no a la maternidad.
Constituyen un grupo importante de mujeres cabeza de hogar, son unas cien mil.
Conocen los inconvenientes y riesgos del oficio pero los asumen por la certeza
de que nunca podrían atender y sacar adelante a su familia con trabajos mal
pagos y sin flexibilidad de horario. También coinciden en que jamás querrían
que sus hijas ejercieran ese oficio. Por eso se esfuerzan para educarlas y
serían invaluables aliadas en la prevención de la prostitución adolescente.
El idealismo
internacional, con parámetros suecos y financiación puritana, terca e
insensiblemente, sin proponer alternativas factibles, pretende criminalizar a
los clientes y así volver clandestinas a estas mujeres, que están seguras de no
hacerle daño a nadie. Perderán recursos para la subsistencia y la crianza,
independencia, el precario amparo legal y deberán, ahí sí, buscar protección
con mafiosos o pilluelos, más silvestres en Colombia que en Suecia.
Testimonios de Bogotá:
Entrevistas realizadas en Marzo y Abril de 2018 por Marlen Espitia, asesora de la Alcaldía. Se agradece la colaboración de Patricia Mugno
Testimonios de Vanessa y Eva:
Cortés, Carmen (2012). Detesto que me digan puta. San Sebastián: Gakoa
Fisher, Helen (1992). Anatomy of Love. The Natural History of Monogamy, Adultery and Divorce. London: Norton
Rubio, Mauricio (2018). "Los clientes de la prostitución en Colombia-Un Análisis con la Encuesta Nacional de Demografía y Salud 2015". Capítulo para el libro Relaciones de poder hombre-mujer que será publicado por el Departamento de Estudios Políticos, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales la Universidad ICESI, Cali
Rubio, Mauricio (2018). "Los clientes de la prostitución en Colombia-Un Análisis con la Encuesta Nacional de Demografía y Salud 2015". Capítulo para el libro Relaciones de poder hombre-mujer que será publicado por el Departamento de Estudios Políticos, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales la Universidad ICESI, Cali