Publicado en El Espectador, Mayo 24 de 2018
Branigan, Tania (2014). “No regrets, say the Chinese women who chose independence over marriage”. The Guardian, July 3
Dolan, Eric W (2018). “New psychology research links personality traits to evolutionary fitness” PsyPost, April 12
Rodríguez, Cecilia (2017). "Solterita y NO a la orden". El Tiempo, Dic 2
Las
solteras colombianas están divididas en tres segmentos bien peculiares.
A mitad del
siglo pasado Liang Jieyun, una mujer de Cantón, al sureste de la China,
renunció a la posibilidad de casarse. Su madre le deshizo la trenza que la
identificaba como doncella y la reemplazó por el moño de las casadas. Como si
fuera una boda, invitaron parientes y amistades al evento. Con apenas 22 años,
Liang había decidido volverse zishunü,
“mujer que se peina sola”.
En aquella
región, la tradición de quedarse soltera se remonta al auge de la seda en el
siglo XIX. Las mujeres podían trabajar en esa industria sin depender de nadie. Eso
sí, debían prometer abstinencia sexual, estrictamente vigilada por sus vecinos.
La opción del matrimonio no era atractiva. Las mujeres más pobres debían
integrarse a la familia del marido y obedecerle, convirtiéndose en verdaderas
esclavas. A veces las entregaban a hombres viejos y enfermos para que su sangre
juvenil les transmitiera nuevo vigor.
En Colombia
no hay un ritual para que las mujeres anuncien su soltería. Carolina Sanín hizo
la distinción entre las solteronas que esperan casarse y las solterotas que
escogen su estado civil, como ella. Cecilia Rodríguez se declaró públicamente “soltera
pero NO a la orden”, o sea solterota, y anotó con modestia que quienes toman
esa decisión “tienen vidas más ricas y significativas que sus contrapartes
casadas”. Antes del renovado fervor por el matrimonio igualitario, la posición
feminista era de franco rechazo a esa institución que, como anotaba una
misteriosa ejecutiva destacada en los medios, “se va convirtiendo en una jaula.
Por eso odio todos su rituales, sus grillos y sus cadenas”.
A
diferencia de las zishunü, en nuestro
país no todas las solteras se mantienen vírgenes: entre las mayores de 22 años,
edad de Liang al dejar la trenza, la fracción es apenas 11%. Casi la mitad
(45%) son solterotas y un porcentaje similar renunciaron a casarse pero no a
tener hijos. La controvertida figura de la madre soltera la utilizan para el
proselitismo tanto la izquierda como la derecha. Ricardo Silva proclamó en El País español que somos “una sociedad
en la que el 84% de las madres son madres solteras”. Semejante descache resultó
de tragarse un punto: el porcentaje real, según la ENDS 2015, es 8.4%. Le faltó
la coletilla de que esos embarazos fueron indeseados y que casi todas las
arrepentidas hubiesen abortado si la caverna lo permitiera.
El perfil
de las colombianas célibes y castas es bien distinto al de quienes se peinan
solas para salir con amigos o tinieblos, y también del de aquellas mujeres sin
parejo que le ayudan a una hija con el pelo. La soltería femenina cambia con el
tiempo entre estos tres grupos. Las primeras representan un porcentaje
relativamente estable, alrededor del 10%, mostrando que permanecer virgen es
una decisión que se mantiene. En sus veintes, las solterotas (62%) duplican a
las madres solteras (27%) pero entre las cuarentonas la relación se invierte:
muchas mujeres cambian de opinión para tener hijos tardíos. Una amiga cuenta el
caso de Odilia, “campesina cundinamarquesa, de cachete rojo, alta y acuerpada, con
temperamento fuerte. Un día –casi a los cuarenta- dijo que quería tener un
hijo, pero sin casarse. Ni siquiera tenía novio. Salió a buscar opciones. Quedó
embarazada y el hijo fue la felicidad de su vida. Trabajó duro para mantenerlo:
era una responsabilidad de ella nada más. El papá fue un simple donante, decía
con orgullo”. Conocí de cerca un caso similar: una excelente empleada, bonita,
inteligente y honesta, inmigrante boyacense, que en sus treinta y tantos buscó
cuidadosamente en su barrio un tipo bien plantado, lúcido y trabajador para
tener un hijo con él, sin las demás arandelas. Sería interesante entender de
qué dependen estas decisiones reproductivas cruciales, por ejemplo si se
asocian con algunas características de la personalidad, como empieza a sugerir
la psicología.
Sorprendentemente,
la incidencia del madresolterismo en Colombia es muy similar en todos los
estratos, cerca del 5%. Ricardo Silva, quien exageró las madres solteras para
dramatizar nuestro atraso social y político, no creería que esa opción es mucho
más común entre mujeres con educación superior (6.8%) que entre quienes no
tienen estudios (3.6%). Ya parece predominar la decisión reproductiva sobre el
infortunio.
Las
solterotas se vinculan más al mercado laboral, seguidas de cerca por las madres
solteras, que están unos 10 puntos por encima de quienes renunciaron al sexo.
Otro dato curioso es que las solterotas son bastante menos machistas que las
vírgenes y las madres cabeza de familia. Estas dos categorías, tan distantes
como la derecha religiosa y la rebeldía laica, comparten el lastre de algunos
estereotipos de género.
Branigan, Tania (2014). “No regrets, say the Chinese women who chose independence over marriage”. The Guardian, July 3
Dolan, Eric W (2018). “New psychology research links personality traits to evolutionary fitness” PsyPost, April 12
Rodríguez, Cecilia (2017). "Solterita y NO a la orden". El Tiempo, Dic 2
Rubio, Mauricio (2015). “Matrimonio, lavado de calzoncillos y cuernos”. El Espectador, Ago 12
Sanín, Carolina (2011). "Posición personal". El Espectador, Feb 27
Silva Romero, Ricardo (2016). “Viva el Partido Liberal”. El País, Sep 20
Vidal Liy, Macarena (2018). “Las mujeres chinas que se peinaban solas”. El País, Abr 23
Sanín, Carolina (2011). "Posición personal". El Espectador, Feb 27
Silva Romero, Ricardo (2016). “Viva el Partido Liberal”. El País, Sep 20
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