Misterios de la biología

Publicado en El Espectador, Septiembre 6 de 2018


La Casa de las Flores es una serie mexicana tan de vanguardia que obsesionó a la gurú de los estereotipos de género. Poliamor y diversidad sexual abundan en esta saga que se inicia con una frase de Van Gogh. “La normalidad es un camino pavimentado: es cómodo para caminar, pero nunca crecerán flores en él”.

A los treinta y tantos años, una de las hijas de la familia protagonista aprende que su padre biológico es el psiquiatra y no el único esposo de la madre. Al enfrentarlo le dice sollozando: “tú has sido muy buen papá, tú… ¡eres mi papá!”. Igualmente conmovido, él responde “tú siempre vas a ser mi hija favorita”.

Imagino que habrá darwinistas molestos con esta escena, contraria a la teoría y a toneladas de evidencia. Si cualquier persona con descendencia carnal afirma querer más a una hijastra, claramente desafía la llamada “regla de Hamilton”: en todas las especies, siempre se prefiere la mayor cercanía genética.

Hace unos años me topé con un caso real más dramático. En 1941, en Friburgo, Suiza, nacieron los hermanos Joye, gemelos idénticos. En ese lugar, el mismo día, vino al mundo un niño de apellido Vatter. Sin darse cuenta de que lo habían cambiado accidentalmente por uno de sus hijos, la señora Joye se puso feliz de que uno de ellos, al que llamó Paul, fuera más corpulento que su hermano Philippe. El otro gemelo sería criado como Ernstli por una viuda.

Ambas mujeres se dedicaron por completo a la crianza. Mamá Joye disfrutaba las diferencias físicas y comportamentales entre quienes creía sus mellizos. La alegraban el encanto y espíritu aventurero de Paul. Cuando cumplieron cinco años, manifestó su satisfacción porque sus hijos no tenían “los mismos ojos, las mismas voces, las mismas enfermedades”. A nadie le ocultaba su preferencia por Paul. Destacaba las cualidades que compartía con él mientras a Philippe lo consideraba una personita gris y desafortunada. Dejó constancia de todo en el diario que llevó desde el nacimiento hasta cuando supo del cambiazo.

Por casualidad los tres niños fueron al mismo colegio. Profesores y compañeros no tardaron en destacar la asombrosa similitud entre Philippe y Ernstli. Al principio los Joye ignoraron los rumores pero para una fiesta en 1947 el padre llevó una cámara para fotografiar a Ernstli. Quedó atónito con las similitudes en físico, sonrisa y gestos, sumadas a las respuestas de la señora Vatter sobre la fecha, hora y lugar de nacimiento del hijo. Los gemelos separados compartían una anomalía dental que confirmó la madre cuando fue a conocer a Ernstli al colegio y ansiosa le bajó el labio para observar su dentadura inferior. Ante tantos indicios, los Joye solicitaron exámenes médicos rigurosos. La señora Vatter se opuso durante varios meses pero finalmente cedió. “Jamás entenderé por qué”, lamentaría después.

Sin contar aún con pruebas ADN, el equipo científico concluyó que, sin la menor duda, Philippe y Ernstli eran gemelos monocigóticos. También se aclaró que por una lamentable equivocación uno de ellos había sido entregado en el hospital a una mujer distinta de su madre.

Tal vez pensando en Hamilton, en 1948 un juez decidió enmendar el error y ordenó que todos fueran criados por sus respectivas familias biológicas. Los gemelos lograron ajustarse aunque Charles, antes Ernstli, tuvo dificultades para hablar francés y compartir la atención maternal con otras personas. La señora Vatter quedó totalmente destrozada al perder el hijo que adoraba. Fue psicológicamente incapaz de brindarle tanta atención y cariño a su verdadero retoño, que acabó en internados y familias de acogida. Años después la señora Joye se consolaría escribiendo un libro sobre el drama del que tampoco se repuso. Ingenuamente creyó que podría mantener una relación cercana con su hijo preferido, al que nunca dejó de extrañar.

Las situaciones atípicas son tan intrigantes como pedagógicas. Muestran que la teoría y los postulados sobre comportamiento individual no son verdades científicas a rajatabla sino reglas probabilísticas mediadas por un entorno en extremo complejo. “Cada ser humano es un universo único, un portador de experiencias, un vector de ideas, una persona con una mente, un corazón, una historia”. Cual autopista 4G que facilita desplazarse a costa de semillas que nunca germinaron, las generalizaciones, tan apreciadas por académicos, tecnócratas y militantes, opacan “el espectro completo de las posibilidades humanas”.


Sin embargo, hay un abismo entre reconocer esa incertidumbre e ignorar la biología y la genética, que siempre están ahí, latentes. El menosprecio de mentes progresistas, obnubiladas por la política, la cultura y la igualdad, las silencia y sustrae del debate, pero no las aniquila: de manera impredecible en algún momento se manifiestan, o no. Sobre ese destino misterioso, inexorable, injusto, puede dar fe cualquiera que sufra una dolencia hereditaria no compartida con su fratría.





Ruiz-Navarro, Catalina (2018) “La casa de las flores, o cómo hacer telenovelas para villanas”. Volcánica-NómadaAgo 28

Segal, Nancy (2011). Someone Else's Twin. The True Story of Babies Switched at Birth. Prometheus Books

Cita sobre la importancia de la individualidad
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