Publicado en El Espectador, Octubre 4 de 2018
Herren, Ricardo (1991). La conquista erótica de las Indias. México: Planeta
Monzón, Agustín (2017). “Lope de Aguirre, el loco que quiso romper el Imperio español”. El Independiente. Nov 5
Pérez de Barradas, José (1948). Los Mestizos de América. Madrid: Espasa - Calpe
Rivas Moreno, Juan (2014). “La ley de matrimonios mixtos que cambió la colonización de América”. El Mundo, Junio 10
Roca Barea, María Elvira (2017). Imperofobia y Leyenda Negra. Biblioteca de Ensayo Siruela
Vargas Llosa, Mario (2018). “En busca del Dorado”. El País, Sep 29
El descubrimiento y la conquista de
América fueron bastante más complejos y apasionantes que una aventura
sangrienta de saqueo y destrucción.
Para criticar el cínico desatino de
Jose Luis Rodríguez Zapatero, quien le achaca las desgracias de Venezuela a las
sanciones económicas norteamericanas, Mario Vargas Llosa trae a colación a
Irving Leonard y su tesis sobre la influencia de las novelas de caballería en
las motivaciones de los conquistadores
españoles que “llegaron a América con la cabeza impregnada con las
fantasías de amadises y palmerines y la tradición mítica caballeresca y
creyeron ver en el nuevo continente la encarnación de aquel mundo delirante de
prodigios y riquezas sin fin”. Así se explicarían la frecuencia de ciudades y
regiones con nombres legendarios y las muchas expediciones hacia lugares
míticos como El Dorado. Ese también sería el origen de la insistencia romántica
en un continente con infinitas riquezas naturales que nunca pudo retornar a su
idílico estado primitivo por la interferencia rapaz de los distintos imperios
que vinieron a saquearlo.
En el siglo XIX el historiador mexicano
Manuel Orozco y Berra señalaba la necesidad de entender, con sus vicios y
virtudes, la psicología aventurera de los españoles que llegaron a buscar
fortuna. “Eran leales a su rey, valientes y esforzados; tenaces, religiosos
hasta la superstición; confiados y arrogantes; crueles con los vencidos;
rapaces para hacer fortuna, pródigos para desperdiciarla; predicadores fervientes
y soldados corrompidos; sin apego a los trabajos materiales de la labranza y el
comercio; amos intratables; padres de familia descuidados con los hombres y
vigilantes con las mujeres”.
Los codiciosos conquistadores tuvieron
siempre una piedra en el zapato que no cesaba de recordarles sus flaquezas:
eran mortales pecadores y terminarían pagando por sus excesos. Desde su llegada
al Nuevo Mundo, los monjes dominicos asumieron la defensa de los indígenas y la
denuncia de las injusticias provocadas por el afán de enriquecimiento. Para la
Navidad de 1511, en La Española, fray Antonio de Montesinos pronunció el
“Sermón de Adviento” ante un grupo de conquistadores. “Esta voz (de Cristo) os
dice que todos estáis en pecado mortal. Decid: ¿con qué derecho y con qué
justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a aquestos indios? ¿Con qué
autoridad habéis hecho tan detestables guerras? Estos, ¿no son hombres? ¿No son
ánimas racionales? ¿No sois obligados a amallos como a vosotros mismos?”
La reprimenda causó tal malestar que
las autoridades le exigieron al clérigo su inmediata retractación y, en
adelante, moderar sus críticas. A los pocos días, con una iglesia abarrotada de
feligreses, el dominico no sólo mantuvo su posición sino que la endureció.
Meses más tarde, con apoyo de sus hermanos y donativos de gente que compartía
sus inquietudes, se embarcó hacia España y superó todo tipo de obstáculos hasta
lograr que Fernando el Católico se sentara a escucharlo. A raíz de esta
conversación, el monarca ordenó a su consejo “examinar detenidamente las cosas
de Indias” y convocar una junta de teólogos y juristas. Se iniciaba así una de
las más interesantes derivas de la historia del Derecho y la Filosofía
occidentales, que conduciría al “reconocimiento del otro, del indio, del
diferente a nuestras divinas personas europeas, no como un buen salvaje,
edénico e indiferenciado, sino como un sujeto de derecho semejante a nosotros”.
La historiadora María Elvira Roca destaca que en las leyes británicas y las
actas parlamentarias, en esas instituciones consideradas óptimas por los
economistas, nadie encontrará nada “sobre el trato debido a los indígenas en
los territorios que se iban conquistando en Norteamérica, o planes para su integración”.
Fuera de los cazadores de míticos
tesoros que soñaban con volver a España enriquecidos para reencontrarse con la
dueña de sus pensamientos, cual Quijotes, de clérigos a quienes les bastaba la
Virgen y que escandalizados advertían sobre los peligros de hermosas y
voluptuosas indígenas, estaban los rebeldes que “personificaban la exaltación
de los instintos”. Ni la ocupación del Nuevo Mundo, ni su característica
crucial, el mestizaje, que la diferencia de casi cualquier otra aventura
colonial, se pueden entender sin la figura del donjuán que “conquista mujeres y
tierras, es errabundo y cosmopolita y deja una estela de lágrimas y sangre tras
de sí”. El peculiar temperamento tenorio de los españoles les permitió no sólo
invadir y fundar poblados, sino también seducir “mujeres indias, de las que habían
de nacer, desde los primeros tiempos, oleadas de mestizos”.
Los protestantes ingleses, que llegaron
en pareja a Norteamérica, “no sintieron por los indios interés ni cultural ni
religioso… Un racismo profundo evitó cualquier mezcla de sangre”. Los conquistadores
españoles, por el contrario, solteros o separados por la distancia, no tuvieron
impedimentos mentales para unirse, casarse y tener prole con mujeres indígenas,
siempre que cumplieran el requisito sine
qua non de estar bautizadas.
Herren, Ricardo (1991). La conquista erótica de las Indias. México: Planeta
Monzón, Agustín (2017). “Lope de Aguirre, el loco que quiso romper el Imperio español”. El Independiente. Nov 5
Pérez de Barradas, José (1948). Los Mestizos de América. Madrid: Espasa - Calpe
Rivas Moreno, Juan (2014). “La ley de matrimonios mixtos que cambió la colonización de América”. El Mundo, Junio 10
Roca Barea, María Elvira (2017). Imperofobia y Leyenda Negra. Biblioteca de Ensayo Siruela
Vargas Llosa, Mario (2018). “En busca del Dorado”. El País, Sep 29