Publicado en El Espectador, Marzo 14 de 2019
Ruiz-Navarro, Catalina (2019). “Este #8M cambiemos “empoderamiento” por “liberación””. El Espectador, Marzo 7
La revelación fue un trino de Gustavo
Petro: “las mujeres se metían a las Farc porque había suministro de toallas
higiénicas".
Por su manejo de la evidencia testimonial
y estadística, gracias a él aprendimos una faceta ignorada de las causas
objetivas del conflicto, esta vez con enfoque de género: lo que las adolescentes
rurales buscaban en la guerrilla era ampliar su canasta de consumo. Rebelarse o
luchar por la justicia social eran preocupaciones secundarias de las jóvenes que
iban a los campamentos en la montañas de Colombia atraídas por el suministro de
elementos sanitarios; “en la casa campesina no lo había por la pobreza y el
machismo”.
Poco después, un periodista promovía su
libro “Con ojos de mujer” con “las razones, experiencias, dolores y victorias
que vivieron en las extintas Farc” nueve exguerrilleras. Una de ellas, Sandra
Ramírez, actual senadora y por varios años compañera del comandante Tirofijo,
destacó la pertinencia de la teoría íntima del reclutamiento de menores
promovida por Petro. “En cuanto la niña cumplía 12 años, sus cambios comenzaban
a convertirse en problemas: todo le crecía, le dolía o le sangraba. Pedía
toallas higiénicas, se antojaba de la ropa de sus vecinas y quería maquillarse.
La adolescencia les salía muy cara a esos padres que apenas conseguían para el
diario”. Así, por el lado femenino, la insurgencia se explicaría mejor con
microeconomía doméstica que con marxismo.
El sofisticado argumento invita a
reflexionar, sobre todo a quienes siempre fuimos escépticos con la tenencia de
la tierra como causa principal del conflicto armado. Ninguna vertiente de la prolífica
violentología colombiana había propuesto una tesis tan pragmática y pertinente
para el ¡nunca más!. Quedan algunas dudas sobre las implicaciones de política industrial
de ese diagnóstico: si nacionalizar la producción de toallas higiénicas,
hacerle un guiño al capitalismo con subsidios o promover una alianza entre el
sector público y el privado para garantizar que en el posconflicto ni una sola
mujer campesina tenga que emigrar para satisfacer sus necesidades sanitarias
insatisfechas.
Es probable que Petro esté
desempolvando sus listas de lecturas de la universidad para reemplazar a Marx,
Engels o Marta Harneker por Friedrich Hayek y Milton Friedman. Yo intuyo que
dará un paso adicional para desvelar la motivación última de las adolescentes
campesinas: tener libertad de elegir. Por eso iban a las Farc, para ser libres,
“free to choose!”.
Sea cual sea el estímulo a la oferta de
toallas higiénicas que esté contemplando la izquierda humana, sería prudente ir
abonando el terreno. Por ejemplo, invitando a las multinacionales que fabrican
esos elementos a que, en lugar de un bloqueo como el que asfixió las economías de
Cuba y Venezuela, endosen una iniciativa de alto impacto, sólidamente
estructurada. El nombre de esta campaña sensible y progresista para atender una
demanda femenina represada en el sector rural no hay que buscarlo lejos, ya es
un ícono en las estanterías del producto cuyo suministro trasnocha a Petro:
StayFree, ¡Mantente Libre!. Hasta se puede sospechar que en la subversión existía
un encadenamiento intergénero: los hombres se unían a las Farc porque allí encontraban
mujeres emancipadas, plenamente satisfechas. Pronto, este escenario, verdadero
y genuino, lo confirmará el feminismo fariano, erradicando visiones revisionistas
sobre menores forzadas y forzados al combate.
En todas sus propuestas, la visión de Petro
va adelante de la del resto de compatriotas, sobre todo en temas humanos de
vanguardia. De ahí mi conjetura que pronto anunciará la libertad femenina como
motor del conflicto y nueva inspiración de la izquierda. Voces autorizadas nos
informan que, para las mujeres, el empoderamiento pasó de moda dándole paso a la
liberación “porque hay algo que nos oprime, de lo cual debemos liberarnos”. La
tendencia fue explícita en las marchas españolas del 8-M. “Ni sumisa ni devota,
me quiero libre, linda y loca” proclamaba una pancarta en Barcelona. “Queremos
ser libres, no valientes” rezaba otra en Bilbao. Como canta el cubano Silvio
Rodríguez, que tanto le gusta a Petro: “yo te quiero libre, libre y con amor”.
Para racionalizar la denominación del movimiento
libertario ¡Mantente Libre! ya hay camino andado, no se parte de cero. Hace
décadas, Lucas Caballero, Klim, el irreverente columnista que casi tumba al presidente
López Michelsen por indelicadezas con La
Libertad, era reconocido por los apodos que les endilgaba a políticos y
personajes influyentes. Uno de ellos, de cuyo nombre no quiero acordarme, era
precisamente StayFree. ¿La razón? El señor era tan encantador que siempre
estaba cerca de lo mejor, pero sin llegar a ser lo mejor. Difícil imaginar un
mote más apropiado para la izquierda colombiana, que ha rondado las mieles del
poder -en los medios, la burocracia, la academia, la literatura, las artes y
algunas dinastías famiiares- pero sin llegar a ser una alternativa viable de
gobierno. À gauche, #StayFree, #BeCool
Aunión J.A. y M.V. Gómez (2019). "La gran marcha feminista". El País, Marzo 9
Arévalo Domínguez, Laura Camila (2019). “No estamos lavándole la imagen a las Farc” Entrevista a Fernando Millán. El Espectador, Colombia 2020, Marzo 3
Ruiz-Navarro, Catalina (2019). “Este #8M cambiemos “empoderamiento” por “liberación””. El Espectador, Marzo 7
Semana (2019). "Mujeres se metían a las Farc porque había suministro de toallas higiénicas": el polémico trino de Petro. Semana.com, Feb 18