Publicado en El Espectador, Octubre 25 de 2018
Las críticas al programa Ser Pilo Paga han sido parcializadas y
maniqueas.
Al terminar bachillerato me fui a
estudiar becado por el gobierno francés. Cuando llegué al INSA de Toulouse, una
escuela de ingenieros, supe que no era la mejor opción disponible. “Debiste
hacer la prépa (escuela preparatoria)
y luego presentar los concursos para las grandes
écoles” me dijo un compañero que había considerado esa opción. Él, hijo de
campesinos, había desistido porque “eso es para ricos”. Quedé frustrado por estar
donde ser pilo no pagaba tanto, e intrigado por ese derrotismo a pesar del
acceso a la educación superior pública y gratuita.
La lección sobre el sistema educativo francés
quedó tan marcada que logré transmitir a mis hijos la necesidad de hacer la prépa, dos años escueleros e intensos después
del bachillerato que definen el futuro profesional. El camino alterno, la Fac, es solitario y culebrero; lo
resisten básicamente personas muy motivadas y conectadas desde antes, por ejemplo
por familias de arquitectos, médicos o abogados. También lo aprovechan quienes
alargan indefinidamente unos estudios mediocres para recibir subsidios, como ayudas
para el alquiler.
Es un misterio que sólo una minoría elija
la opción premium. La razón es que, en
últimas, la universidad importa poco. El sendero hacia la formación rigurosa y los
mejores empleos empieza en jardín infantil. En la democrática Francia, sólo se ingresa
a grande école si se ha hecho una
excelente prepá que a su vez exige bachillerato
en un liceo de altísimo nivel, al que conduce un colegio especial… y así, en cadena
hacia atrás hasta residir en barrios exclusivos para que los hijos tengan acceso
a una escuela pública de excelente calidad en el vecindario.
Un estudio reciente sobre la
prestigiosa École Polytechnique, estrella de la educación estatal desde Napoleón,
ilustra ese camino tan poco igualitario. Para acceder a la cúspide académica sirve
tener familia rica, ser hombre, haber hecho bachillerato y prepá en un establecimiento público pijo, como Louis Legrand en
Paris V, o Sainte Géneviève en Versalles, privado. Mientras los estudiantes con
raíces obreras son casi un tercio del total, apenas alcanzan el 1% en Polytechnique.
Un candidato varón tiene el doble de chances de ser admitido que una mujer. La
sobre representación geográfica de Paris es cercana al 50%. El equivalente
colombiano de este exclusivo club sería algo como Uniandes –en instalaciones, estudiantes
y cuerpo docente- con mayoría de hombres provenientes de colegio estrato 6 bogotano,
por ejemplo el Gimnasio Moderno, que pagan matrícula simbólica, disfrutan alojamiento
y alimentación subsidiados y, encima, reciben una mensualidad por prestarle
servicios a la patria. Vive l’égalité !
Los concursos que mi amigo del INSA renunció
a presentar no son el principio de una educación de punta sino esencialmente la
llegada. Es usual el comentario entre alumnos y egresados que apenas se entra a
una grande école baja el ritmo de
trabajo: ya se es parte de la élite, la de siempre. Los discursos de bienvenida
lo hacen explícito.
Aunque se creía que la clase social afectaba
los resultados de los concursos por las pruebas de francés, también lo hace por
las materias científicas, que diferencian drásticamente a los estudiantes ricos
del resto. El citado estudio ofrece una explicación rococó, “la relación
estética con las matemáticas”, que no aclara gran cosa, ni siquiera las discrepancias
por género. Lo más conmovedor es que ya se formó un comité de egresados de Polytechnique
para reflexionar sobre eventuales soluciones al “ensimismamiento” de su alma
mater. O sea, la élite cavilando sobre cómo tener más competencia.
Además de discutir las finanzas de la
educación pública, o evaluar su calidad, conviene no perder perspectiva del
conjunto, desde kindergarden, y preguntarse
si quienes reciben subsidios en cualquier nivel realmente los necesitan, un ejercicio
fallido en Colombia en frentes como salud, pensiones y justicia. Si Ser Pilo Paga está subsidiando
universidades privadas, la oposición al programa no ha desmenuzado esas cuentas,
limitándose a defender dogmáticamente las públicas. La lucha de principios con
información confusa impide hacer ajustes sin tirar todo por la borda ni perjudicar
gente estudiosa beneficiaria. Generación E, la respuesta del nuevo gobierno ante
las protestas estudiantiles -la infancia no vota ni sale a marchar- tampoco aborda
el origen del problema.
Se debería revertir la carga de la
prueba implícita en el “gratuita para todos” de la educación pública: sin duda en
Colombia hay estudiantes que, como en Polytechnique, reciben subsidios estatales
sin necesitarlos, agravando la inequidad de un sistema demasiado clasista desde
la base. Afirmar que la educación superior debe ser pública pasa por alto el
hecho que las mejores universidades del mundo son privadas, en extremo
selectivas, exigen antecedentes académicos excluyentes, disponen de ayudas sólo
para quienes demuestren merecerlas, pero al menos garantizan que los ricos sí
pagan.
EE (2018). "El Gobierno presentó "Generación E", el reemplazo de “Ser Pilo Paga”". El Espectador, Oct 20
Francois, Pierre & Nicolas Berkouk (2018). “Les concours sont-ils neutres ? Concurrence et parrainage dans l’accès à l’École polytechnique”. Cairn Sociologie, Nº 2, Vol 9
Francois, Pierre & Nicolas Berkouk (2018). “Les concours sont-ils neutres ? Concurrence et parrainage dans l’accès à l’École polytechnique”. Cairn Sociologie, Nº 2, Vol 9