Publicado en El Espectador, Noviembre 15 de 2018
La penitenciaría de San Onofre, en
Buenos Aires, es el escenario de El Marginal (Netflix), una cruda lección de delincuencia
y corrupción latinoamericanas.
Carla es una adolescente que con su
abuela, prostituta consagrada, atiende presos y guardias en visita conyugal. Emma,
trabajadora social estrenando puesto, aún ajena a las marrullerías que untan
hasta al director del penal, rechaza esa explotación: sospecha que la abuela
obliga a Carla. Sólo al encontrarla tirada en la calle, golpeada, con rasguños
y morados, logra hablar con ella.
- Mi hermano está preso en San Onofre,
dice Carla
- ¿Cómo se llama? pregunta Emma
- Nicolás Olmos. Oaky. A los dos nos
crió mi abuela. Él prefirió estar en cana para no verla. No sabes lo hija de
puta que es mi abuela. Seguro fue ella la que me mandó dar la paliza
- ¿Y por qué te va a hacer algo así?
- Porque le dije que no quiero trabajar
más en cárceles. Prefiero algún departamento, como hacen otras chicas que
publican avisos. El curro de mi abuela no pasa por cogerse presos. Ella maneja
minas que son putas por obligación. Familiares de los presos, eso a mí no me
cabe. Si sos puta, sos puta por decisión propia
-¿Y entonces?
- El curro lo maneja alguien adentro. A
mi hermano tendrías que preguntarle, seguro que él sabe.
Días después, Emma consigue conversar
con Oaky.
- (Carla) me dijo que hay una red de
prostitución de familiares aquí adentro y que vos sabés quién es la persona que
la maneja
- No, yo se lo que saben todos. Traen
un preso del interior, con la novia lejísimos, y llaman desde el penal con el cuento
del desarraigo. Les ofrecen un relaburo con casa cerca de la cárcel para que lo
visiten. Luego vienen y no tienen nada. ¿Sabés las pibas que conozco que
vendieron todo para venir?
Difícil imaginar un esquema más funcional
y verosímil de prostitución forzada que el descrito por Oaky para San Onofre.
La demanda, permanente, de altísimo voltaje y voracidad, está garantizada,
mucho más que en cualquier cuartel o destacamento militar con normas y un
mínimo de autoridad. La serie ilustra que algo tan elemental como mantener el
control en una cárcel puede ser una quimera. Desde el “call center” interno
también funcionan extorsión y secuestro express. De sexo y droga se consume lo
que sea, en cualquier momento y al precio que ponga quien lo vende. Este bajo
mundo concentrado en un pequeño territorio lo sacuden recurrentes motines y
enfrentamientos entre bandas dirigidas por mafiosos que mantienen contacto con jueces,
magistrados, hasta con el ministro de justicia. Las amantes de los capos son
funcionarias, o novias de presos.
La historia de Carla y su hermano,
criados por una familia que los pervierte o expulsa, es común entre pandilleros
y prostitutas adolescentes en Centroamérica. El proyecto de vida de ella que,
iniciada a la fuerza o con engaño por una pariente, pretende independizarse
también es usual, como lo es su rechazo frontal a que otras menores repitan su
experiencia.
Así como las series colombianas sobre distintos
guerreros ofrecieron facetas que la historia oficial del conflicto silenció o
alteró para acomodarla a directrices políticas, el guión de El Marginal sobre
la trata de mujeres es más creíble y conducente que la inútil letanía sobre
misteriosas mafias que raptan jóvenes pobres para obligarlas a prostituírse. Cómo
se nota que los guionistas son evaluados por un público que busca un mínimo de sentido
común y coherencia con las historias reales, así no cuadren con las ideologías.
Lo más sorprendente del relato de Oaky es
que ayudaría a explicar un resultado extraño de una encuesta reciente realizada
a prostitutas bogotanas: para aquellas que reportan haber tenido un novio preso,
los chances de haber sido forzadas a venderse son varias veces superiores; además,
se iniciaron antes en la prostitución. Es la típica hipótesis no generalista que
interesa contrastar para diseñar intervenciones focalizadas.
- ¿Y quien maneja todo eso? ¿Alguien
acá de servicios penitenciarios?, le insiste Emma a Oaky
-¿Por qué te lo debería contar a vos?
- Porque ayudarías a tu hermana
- ¿Sabés la cantidad de veces que vi
esta película? Licenciadas como vos, lindas, y que hablan bien. Te dan dos,
tres charlitas para comprarte y después desaparecen. Y el patio no lo pisan en
la puta vida.
Oaky es escéptico de la capacidad de Emma
para entender y enfrentar injusticias desde su escritorio. Ella al menos indagó,
ató cabos sueltos, lo entrevistó a él y a Carla. Muchas rescatadoras de
prostitutas, militantes idealistas a favor de la abolición, ni se molestan en
charlar con las supuestas víctimas: no las soportan, las silencian, las
desprecian, con bastante menos sensatez, empatía y compasión que una monja
adoratriz.