Publicado en El Espectador, Abril 27 de 2017
Jimeno, Myriam (2017). “El feminicidio está arraigado en la cultura”. Razón Pública, Abr 23
Lehmann, Claire (2017) “The XX Factor. When gender differences are ignored in health studies, it’s women who pay the price”. www.commentarymagazine.com, March 15
Paglia, Camille (2017). Free Women, Free Men. Sex, Gender, Feminism. NY: Pantheon Books
El machismo puede
ser mortal. Pero hay remedios peores que la enfermedad: silenciar diferencias
biológicas entre los sexos le estaría costando la vida a miles de mujeres.
El feminismo de
género ya interfiere el desarrollo de muchas disciplinas. Algunas doctrinarias
de la igualdad se salieron del ámbito de discusión –filosófica, ética o
política- sobre cómo debería ser el mundo para pretender definir la agenda de
quienes buscan entender cómo funciona. Cordelia Fine, sofisticada militante,
prescribe el tipo de supuestos aceptables en una investigación científica. Rechaza
de partida lo que conduzca a resultados diferenciales por género. En su exitosa
obra “Delusions of Gender” sentencia que muchas investigaciones “refuerzan y
legitiman los estereotipos de género que interactúan con nuestras mentes,
ayudando a crear esas mismas desigualdades que pretenden explicar”. En
“Testosterona Rex”, su último libro, también rechaza cualquier afirmación sobre
diferencias naturales entre los sexos, por discriminatorias. A ese paso, pronto
estará vetado afirmar que los hombres son más altos que las mujeres, pues eso
no ocurre en el 100% de los casos, no se puede definir una “estatura masculina”
y aceptar tal cosa legitimaría la violencia física asociada con esta diferencia
corporal.
Camille Paglia
cuenta cómo en los años setenta recibió una reprimenda de feministas por
mencionar factores endocrinos en las conductas. “Declararon que había sufrido
un lavado cerebral por generaciones de científicos sexistas. No solo
cuestionaban el impacto de las hormonas en el comportamiento y la personalidad;
de manera surrealista negaban la existencia misma de las hormonas. Me sentí
como Alicia en el País de las Maravillas”.
Esta obstinación,
que recuerda la “ciencia” estalinista vetando lo que contradijera las
orientaciones políticas, se hizo cada vez más fuerte y ubicua, hasta devolverse
contra las mismas mujeres. La terca e incongruente pretensión de que las
diferencias entre sexos son irrelevantes se da precisamente cuando varias
disciplinas descubren algunas que resultan cruciales para la salud femenina.
En un giro sustancial
de política, en 2013 la FDA (Food and Drug Administration) anunció que reducía
a la mitad, y solo para mujeres, la dosis recomendada de Ambien, un somnífero.
Desde los noventa, la misma agencia sabía que ellas metabolizan el zolpidem,
elemento activo de esta droga, mucho menos rápido que los hombres, pero no
hicieron nada con esa información. Los estudios mostraron que ciertas usuarias
del fármaco tenían dificultades para manejar al día siguiente, con un riesgo
hasta cinco veces superior de morir en un accidente de tráfico. Se estima que
estas pepas de dormir podrían haber provocado un “exceso de fatalidad” –por
sobredosis, caídas y accidentes de tráfico- del orden de medio millón de
muertes, con altísima proporción de mujeres.
Con notables
excepciones, como las pruebas que llevaron a la prohibición de la talidomida,
las diferencias sexuales en los estudios sobre drogas nunca fueron tenidas en
cuenta, y las secuelas perversas de ese machismo se fortalecieron con el
feminismo de género. Históricamente, los conejillos de indias han sido hombres
jóvenes. Hasta los noventa, las mujeres en edad fértil eran explícitamente
excluidas de las pruebas y todavía son pocas las que se ofrecen como
voluntarias. En 1990 el NIH (National Institutes of Health) defendía la validez
científica de ensayos de drogas con 350 mil hombres y ninguna mujer. Incluso
muchos tests de fármacos diseñados para ellas se hacen sin incluirlas. Addyi,
el Viagra femenino, fue ensayado en una muestra con menos del 10% de mujeres. A
pesar de los aspectos noscivos, fue
aprobado. Se pensó advertir en el empaque que no era recomendable para mujeres
que ingirieran alcohol pero la presión de militantes feministas sobre la FDA
hizo que primara el principio de igualdad de género. En una insólita alianza, la
farmacéutica fabricante organizó un grupo de presión, “Empata”, para promover
una “salud sexual igualitaria”: hombres y mujeres deben disponer del mismo
número de drogas para la disfunción sexual, así los problemas masculinos sean
de erección, casi mecánicos, y los femeninos de deseo, cerebrales, más
complejos y con efectos secundarios.
Las doctrinarias no
tienen reparo en estigmatizar científicos que propongan pruebas con la variable
sexo, o mencionen reacciones diferenciales ante los fármacos: los califican de
“neurosexistas” que producen “ciencia populista”. Cuestionan el principio mismo
de estudiar a las mujeres como tales. Si un investigador las utiliza para
pruebas, es un abuso que “claramente refleja y refuerza la imposición de
definiciones masculinas sobre la realidad femenina”. Por fortuna la comunidad
científica, de ambos sexos, empieza a reaccionar contra la charlatanería que
perjudica a las mujeres, a veces fatalmente. Presidida por una farmacóloga, la
“Organización para el Estudio de las Diferencias Sexuales”, con revista
catalogada, reconoce que “el sexo tiene efectos profundos en la fisiología y la
susceptibilidad a las enfermedades”. Por fin el oscurantismo de género tendrá
contrapeso feminista riguroso.
Fine, Cordelia (2010). Delusions of Gender. The Real Science Behind Sex Differences. London: Icon Books
Fine, Cordelia (2017). Testosterone Rex. Unmaking the Myths of Our Gendered Minds. London: Icon Books
Ghorayshi, Azeen (2015). “How Big Pharma Used Feminism To Get The “Female Viagra” Approved”. BuzzFeedNews, Aug 19
Jimeno, Myriam (2017). “El feminicidio está arraigado en la cultura”. Razón Pública, Abr 23
Lehmann, Claire (2017) “The XX Factor. When gender differences are ignored in health studies, it’s women who pay the price”. www.commentarymagazine.com, March 15
Paglia, Camille (2017). Free Women, Free Men. Sex, Gender, Feminism. NY: Pantheon Books