La maternidad de las monjas

Publicado en El Espectador, Marzo 3 de 2016

Al final de la segunda guerra, en un convento cercano a Varsovia, unas monjas benedictinas fueron violadas por soldados soviéticos. Del atropello resultaron siete embarazos.

Madeleine Beaulieu, joven comunista de la resistencia francesa, trabajaba como médica voluntaria de la Cruz Roja y atendió en secreto los partos. Una monja desafió  el silencio impuesto en el convento y  la contactó. Su primera intervención fue una cesárea de urgencia. Al recién nacido se lo llevó la madre superiora para darlo en adopción. Después se supo que había entregado el fruto del pecado a la divina providencia.

Un sobrino de Madeleine, productor de cine, encontró su diario y mensajes enviados al General de Gaulle con  detalles de la historia que le contó  a una cineasta, Anne Fontaine. De allí surgió la película “Les Innocentes”, que hace públicos los hechos siete décadas después, y rompe el silencio de autoridades religiosas, civiles y militares.

En entrevistas posteriores al estreno del filme, la directora anotó  que su propósito fue recordar que “la violación sigue siendo un arma de guerra”. Es como si se refiriera a otra película. En la que realizó, el eje no es la violencia sexual, ya lejana, ocurrida nueve meses antes, sino la maternidad de las monjas. Las no embarazadas son secundarias. Hay una escena de intento de violación a la médica por una patrulla soviética, que muestra la violencia sexual causada por descontrol y alcohol, no como estrategia militar: así lo deja claro el oficial que impide consumarla.

Las monjas hablan de un ataque que no olvidarán jamás, pero la trama gira alrededor de su insólita situación de mujeres vírgenes comprometidas con Dios y embarazadas a la fuerza. Lo que predomina en la intriga es el dilema entre la fe y las nuevas sensaciones de sus cuerpos, la necesidad de ayuda médica que atenta contra unos votos de castidad que les prohíben mostrarse, con mayor razón dejarse examinar. Además del choque de una atea recordándoles que Dios será insuficiente para salvar sus vidas, están los agradables desconciertos. Oír el pequeño corazón que late en esa barriga tan agobiante; la dicha inesperada de ver, tocar, abrazar y darle pecho a un recién nacido, o la importancia de encontrarle un buen nombre a sus bebés. También está lo peor: el dolor visceral ante una eventual separación. 

Católica no practicante, Anne Fontaine, con varias tías monjas, hizo dos retiros en conventos benedictinos para discutir esos dilemas. “No puedo hacer una película si no la siento desde el interior… (Las religiosas) se enfrentan a una lucha entre su fe, haber entregado su vida a Dios y el hecho de sentirse madres”. Pero cuando  aparece en público, la directora retoma una retórica ajena a la película: “la violación de una monja es un arma de guerra doble; se viola no sólo a la mujer sino también a la religiosa que habita en ella”. Difícil no percibir ahí una doble presión:  callar las violaciones a monjas en tiempos de paz, pero también evitar el mensaje pro vida de una película que “vuelve a dar esperanzas”, como afirma Lou De Laâge, la actriz que interpretó a Madeleine. “Muestra mujeres golpeadas pero llenas de fe, que pueden seguir creyendo”, reitera. Lou asumió su papel, asimiló la situación con todas sus aristas, no busca encajar dramas de la vida real en doctrinas inflexibles, ni muestra  interés  en servirle de caja de resonancia a los dogmas. La película está en un filo de navaja: es incómoda para la izquierda, por su mensaje anti aborto, incluso con causal, y para la derecha, por la inquietud sobre abusos sexuales al interior de la Iglesia.

La reacción de la autoridad eclesiástica en Roma fue reconocer que a las hermanas también las violan. Hubo prudencia con el guión de la guerra. Se sabe que no todo el abuso sexual de clérigos es pederastia, y que aún sin soldados invasores surgen situaciones embarazosas. En países africanos asolados por el Sida hay sacerdotes que consideran más seguro abusar de las monjas que visitar prostitutas. Como en el conflicto colombiano, tanto o más que violaciones del enemigo, una manifestación de violencia sexual en los conventos son los abortos forzados. El infanticidio, como el de la madre superiora polonesa, o deshacerse como sea de la pecadora y su criatura, constituyen otra categoría de crimen.








Bechdolff, Nathanaël (2016). "« Les innocentes », l’histoire vraie de religieuses violées pendant la seconde guerre mondiale". Info ChrétienneFév 8

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Eberhart, Darryl (2013). “40% of Catholic Nuns Have Been Sexually Abused”. Apostasie.org, Aug 24

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FranceTvinfo (2016) "Les Innocentes : film choc sur des religieuses oubliées par l'Histoire". France TV InfoFév 7

NN(2015): "Je suis née du viol d’une religieuse. Merci maman pour ton courage !". Aleteia, Sep 18