Publicado en El Espectador, Abril 11 de 2019
Bassets, Marc (2019). “Camus-Char, biografía de una amistad”. Babelia, El País, Mar 16
FI (2018) "Des écrivains parlent d'argent" de Fabrice Luchini. France Inter, Nov 13
Frankel, Joseph (2017). “Why More Writers Should Talk About Money”. The Atlantic, Jan 15
Mises, Ludwig (1956) “La Littérature dans un Régime Capitaliste” Capítulo III de La Mentalité anti-capitaliste. Fragmento en Le Québecois Libre
Nelson, Camila (2017). “Scrounging for money: how the world’s great writers made a living”. The Conversation, Mai 16
Poetas y escritores mantienen
relaciones bien especiales y dispares con el mercado y la política.
El alegato de William Ospina en defensa
del traficante de poemas multado por invadir el espacio público fue un gesto de
solidaridad dentro del oficio. En un arranque conmovedor y algo proselitista,
Ospina invitó a todos los poetas a salir sin pedirle permiso a ningún policía
ni burócrata para compartir su arte, como se hacía en la antigüedad o se
acostumbra en las comunidades indígenas.
La actitud de este indignado defensor
del rebusque con las letras, cambiaría si se tratara de ventas callejeras de libros
piratas. Tal vez el poeta y escritor callaría ante la detención de alguno de
esos infractores por la policía y jamás lanzaría un grito de batalla del tipo
“vendedores ambulantes de impresos clandestinos, uníos” para, sin permiso de
las autoridades, ni de agentes literarios, ni de empresas editoriales o de
distribución, impulsar la lectura, un hábito que siempre conviene promover.
La relación de la literatura con los
negocios es peculiar por los misteriosos incentivos de la parte creadora al
inicio de la cadena. A partir de allí impera la cruda lógica del mercado. Es
casi lugar común anotar que quienes escriben poemas, novelas, cuentos, teatro o
ensayos, de plata no hablan. Además, el secreto se intensifica con el éxito:
“entre más dinero ganan, menos quieren discutir el tema”, anota después de
entrevistar gente del gremio la editora de un conjunto de trabajos sobre ese enigmático
tabú.
Más que un descuido, en el medio
literario hay una aversión aguda a discutir las finanzas personales. Así lo demuestra
el espectáculo "Escritores hablan de plata" de Fabrice Luchini en
Paris. Aunque para el público ha sido un enorme éxito de taquilla, con llenos completos
durante meses, el comediante fue calificado por la crítica, las ligas menores
del oficio, de payaso, “arribista obsceno”; hasta de Harpagón, el personaje de
El Avaro, de Molière.
Si la relación de la literatura con el
capitalismo es opaca, refleja incomodidad y tiene lugar como a escondidas, los
vínculos con la “cosa pública” y el poder son generalmente explícitos, entusiastas
y apasionados. En este punto me temo que persisten importantes diferencias
entre escritores y escritoras. La tradición de un oficio predominantemente masculino
podría explicar esta ambigüedad de cercanía con la política a espaldas del mercado.
En épocas pre capitalistas, la literatura no pagaba: panaderos, herreros,
carpinteros o prostitutas podían ganarse la vida con sus oficios, los autores
no. “Escribir era un arte liberal, un pasatiempo, no una profesión. Era la
noble ocupación de personas ricas, de reyes, notables del reino y hombres de
Estado, de patricios y otros gentihombres financieramente independientes”. Todos
tenían profundo interés por arreglar el mundo pero ninguno se rebajaba a hablar
del vil metal.
Los obispos, monjes, profesores
universitarios, a veces los soldados, también escribían, pero en sus ratos
libres. Alguien del montón “con un impulso irresistible por escribir primero
tenía que asegurarse otra fuente de ingresos”. Así, por ejemplo, Spinoza
fabricaba lentes, los Mill, padre e hijo, trabajaban en Londres para la
Compañía de las Indias Orientales. La imposibilidad de vivir de la literatura
al iniciar la carrera perdura: la alternativa más usual de escritores contemporáneos
reconocidos ha sido la de “oficios varios”, pero la publicidad, la burocracia y
la academia se pueden considerar usuales. Para Colombia habría que agregar el periodismo,
que también se ejerce a veces por amor al arte.
Hasta la Revolución Francesa, los escritores
vivían de la generosidad de sus mecenas. Reyes, príncipes y algunos nobles
competían entre ellos por patrocinar artistas. “Las cortes eran el refugio de
la literatura”. Ludwig von Mises plantea que gracias a la puja entre monarcas y
nobles, el sistema garantizaba a los autores total libertad de expresión. “Los
patrones no intentaban imponer su filosofía ni su gusto y ética a sus
protegidos. Con frecuencia buscaban defenderlos de las autoridades
eclesiásticas. Para un autor vetado por una corte era posible encontrar refugio
en una corte rival”.
Por desgracia, la competencia de
mecenazgos desapareció, y con ella se enredaron las relaciones de muchos
escritores con ciertos regímenes políticos. Particularmente chocante ha sido la
insistencia en apoyar tiranos y dictadores simplemente por proclamarse progresistas,
preocupados por el pueblo, sin que importen mucho sus excesos. El comandante
Fidel murió incólume: su autocracia no ha sufrido el revés de opinión de China
maoísta o la Unión Soviética, que ya nadie defiende ignorando los crímenes que cometieron.
No siempre fue así. Cuando Albert Camus publicó el Hombre Rebelde criticando el totalitarismo comunista, su antiguo
amigo Jean Paul Sartre, servil como pocos ante las dictaduras, decretó contra
él un verdadero linchamiento intelectual. Catherine Camus recuerda que su madre
le dijo: “¿y qué esperaba Albert? Son unos supositorios. Y los supositorios se
funden”.
Bassets, Marc (2019). “Camus-Char, biografía de una amistad”. Babelia, El País, Mar 16
FI (2018) "Des écrivains parlent d'argent" de Fabrice Luchini. France Inter, Nov 13
Frankel, Joseph (2017). “Why More Writers Should Talk About Money”. The Atlantic, Jan 15
Mises, Ludwig (1956) “La Littérature dans un Régime Capitaliste” Capítulo III de La Mentalité anti-capitaliste. Fragmento en Le Québecois Libre
Nelson, Camila (2017). “Scrounging for money: how the world’s great writers made a living”. The Conversation, Mai 16