Publicado en El Espectador, Mayo 2 de 2019
Trino 1, trino 2 y trino 3 de Humberto de la Calle
Arango, Gonzalo (1957) "Primer manifiesto Nadaísta". En gonzaloarango.com blog
Cárdenas, Santiago (2019). “Los secretos de Humberto de la Calle en la mesa de La Habana”. El Colombiano, Feb 21
CC (2015): “Farc se mofan De la Calle por afirmar: “Es posible que un día no nos encuentren en la mesa””. Colombia.com, Jul 6
De La Calle, Humberto (sf) “Humberto de la Calle antes de entrar a la política”, SoHo
Escobar, Eduardo (2018). “La aventura del siglo XX”. UniversoCentro, Número 103, dic 2018
Galeano, Juan Carlos (1993) “El Nadaismo y La Violencia en Colombia” Revista iberoamericana. Vol.: 59, N°165: 15.
Garzón Juan Carlos y Angela Mª Silva (2019). "La fragilidad de la transición: la paz incompleta y la continuidad de la confrontación armada". Fundación Ideas para la Paz, Abril 29
Kalmanovitz, Salomón (1998). “Neoliberalismo e intervencionismo: sus fuentes y razones”. Revista de Estudios Sociales, Nº 1 pp. 33-38
Restrepo, Carlos (2013). “Me intriga el origen de la idea espantosa de Dios”: Entrevista a Eduardo Escobar. El Tiempo, Nov 15
Rondón, Ricardo (2015). “Soy un santo libidinoso”. Entrevista a Eduardo Escobar. Reporteros Asociados del Mundo. Ene 29
Rubio, Mauricio (2016). "Paces locales y la gran Paz". El Espectador, Nov 3 Blog Personal
Vargas Sánchez, Lina Julieth (2015). “El nadaísmo es una flor con sensibilidad socialista: los nadaístas y su relación con la política”. Goliardos, Nº 19
Trinos recientes de Humberto de la Calle reviven el escepticismo sobre
el inmodesto “mejor acuerdo posible”.
Desconcierta su papayazo con quienes usan Transmilenio sin pagar:
“economistas: qué tan viable es asumir vía tributos la tarifa del transporte
masivo para que sea gratuito? Quitarnos de encima el fenómeno incontrolable de
los colados”.
En este mensaje hay varios yerros: suponer un barril fiscal sin
fondo, ver la economía como suma y resta de recursos, no como obsesión por los
incentivos, enfoque que magnifica el desatino. Si fuera solo un tuitero irresponsable,
vaya y venga. Pero el principal negociador con las Farc sí prende alarmas retrospectivas
sobre eventuales concesiones para apaciguar como sea, “quitarnos de encima” algo
“incontrolable”.
Un trino posterior refuerza la desazón. “La tragedia de Allan
García: su suicidio puede ser prueba de inocencia o culpabilidad… fue un
hermoso acto de dignidad”. La declaración revela condescendencia selectiva con ciertos
pillos. Si esa decisión la hubiera tomado un conservador corrupto, su
motivación no suscitaría inquietud. Otro tweet invita a no creer en la inocencia
de Fujimori. Los delitos de algunos políticos populistas permiten dudas, otros no.
La cuenta twitter @DeLaCalleHum ayuda a entender una paz santista económicamente
ilusa y con incentivos perversos. Todavía orgulloso nadaísta, de la Calle joven
padeció fiebre antisistema, con Mula Revolucionaria y castrismo desbordante que
pudieron moldear cierta candidez con la criminología política de Santos. El
manifiesto inicial del movimiento es diciente. “Aspiramos a que el Nadaísta sea
un Escritor-Delincuente. Que al elegir la belleza pueda elegir también el crimen,
sin que haya contradicción. Su pasión por la belleza puede conducirlo a su
pasión por el delito, sin remordimientos. Para nosotros no existen los muros
coercitivos del código penal”. Esa filosofía concuerda con el rechazo a las sanciones
de la justicia restaurativa que inspiró la JEP.
La erudición, sindéresis y lucidez de otro nadaísta, Eduardo Escobar,
crítico de la laxitud ante cualquier violencia, habrían fortalecido principios
en las filas del equipo habanero. Igualdad ante la ley y paz con otros
guerreros no causaron desvelo. A pesar de toda la dedicación, buenas
intenciones y honestidad, menospreciaron los incentivos del Acuerdo para grupos
armados que no lo firmarían. Desestimaron la intervención de Cuba y la
dimensión internacional del conflicto, que hacen metástasis. Se contagiaron de
la ignorancia fariana sobre el funcionamiento de los mercados: no lograron estimular
el empleo privado de reinsertados, aún menos con enfoque de género. Creyeron
suficiente “asumir vía tributos” el posconflicto. Estos deslices pasan factura.
La situación es tan delicada que la FIP, el think-tank
que personas desinformadas consideran propiedad de Sergio Jaramillo, ya admite
“la continuidad de la confrontación armada”.
En Colombia, hacer pactos o creer en intenciones manifiestas
resulta azaroso. La incongruencia es ubicua. Criticando el intervencionismo, la
tecnocracia neoliberal agrandó considerablemente el Estado. Cual capitalistas
salvajes, grupos insurgentes explotaron mercados ilegales para financiarse y beneficiar
comandantes. Economistas que pregonan minimizar el sector público aceptan puestazos
o jugosos contratos oficiales. La pazología, crítica de la codicia capitalista,
atrajo ávidos negociantes que priorizan las ganancias de entidades sin ánimo de
lucro. Este escenario lo viví en el Externado con un proyecto de reinserción de
expandilleros en el barrio Egipto. La experiencia ilustra las injusticias del
Acuerdo de Paz y la hipocresía de quienes lo defienden dogmáticamente, actitud más
perniciosa que los vestigios nadaístas.
A la caótica lluvia de ideas, ejecución tortuosa y falta endémica de
recursos se sumaron problemas judiciales inauditos frente al perdón de atrocidades
a la guerrilla. Una de las principales canteras de juristas del país, donde
barrió el Si del plebiscito, no movió un dedo para detener ese torpedo
discriminatorio contra una paz local. “Nos hubiera ido mejor atracando con
brazalete”, anotaba el Calabazo; o secuestrando y poniendo bombas para las Farc,
agrego yo.
Al “ni rajar ni prestar el hacha” de trámites cuasi soviéticos se sumó
el principio de enseñar a pescar sin regalar peces, con angustiosos fines de
mes ilíquidos y con riesgo de reincidiencia, fácilmente evitables para una institución
solvente cuyos saberes jurídicos permitían buscar la extensión de gabelas del
Acuerdo a unos cuantos jóvenes. La aversión visceral a la caridad, insensible a
la esencia de un proceso con origen y orientación cristianos, vetó un
padrinazgo de uniformes y matrículas escolares para hijos de expandilleros, meollo
de su renuncia a delinquir. La opción de visitar otros barrios marginales convenciendo
jóvenes de que el crimen no paga, un coaching
rentable, reforzador y ejemplarizante, enfrentó otra prohibición categórica.
¿La razón? Algunas universidades copiarían la iniciativa de prevenir la
violencia en su entorno y esa herramienta de mercadeo perdería la ventaja competitiva de la exclusividad. En buen romance,
primero las matrículas, luego la paz. La retórica progre y solidaria puede
esconder una táctica neoliberal con pretensiones monopolistas. Faltan trinos y
reportajes sobre tamaño fariseísmo.
Trino 1, trino 2 y trino 3 de Humberto de la Calle
Arango, Gonzalo (1957) "Primer manifiesto Nadaísta". En gonzaloarango.com blog
Cárdenas, Santiago (2019). “Los secretos de Humberto de la Calle en la mesa de La Habana”. El Colombiano, Feb 21
CC (2015): “Farc se mofan De la Calle por afirmar: “Es posible que un día no nos encuentren en la mesa””. Colombia.com, Jul 6
De La Calle, Humberto (sf) “Humberto de la Calle antes de entrar a la política”, SoHo
Escobar, Eduardo (2018). “La aventura del siglo XX”. UniversoCentro, Número 103, dic 2018
Galeano, Juan Carlos (1993) “El Nadaismo y La Violencia en Colombia” Revista iberoamericana. Vol.: 59, N°165: 15.
Garzón Juan Carlos y Angela Mª Silva (2019). "La fragilidad de la transición: la paz incompleta y la continuidad de la confrontación armada". Fundación Ideas para la Paz, Abril 29
Kalmanovitz, Salomón (1998). “Neoliberalismo e intervencionismo: sus fuentes y razones”. Revista de Estudios Sociales, Nº 1 pp. 33-38
Restrepo, Carlos (2013). “Me intriga el origen de la idea espantosa de Dios”: Entrevista a Eduardo Escobar. El Tiempo, Nov 15
Rondón, Ricardo (2015). “Soy un santo libidinoso”. Entrevista a Eduardo Escobar. Reporteros Asociados del Mundo. Ene 29
Rubio, Mauricio (2016). "Paces locales y la gran Paz". El Espectador, Nov 3 Blog Personal
Vargas Sánchez, Lina Julieth (2015). “El nadaísmo es una flor con sensibilidad socialista: los nadaístas y su relación con la política”. Goliardos, Nº 19