Solteros involuntarios

Publicado en El Espectador, Mayo 31 de 2018


Las monumentales discrepancias entre la soltería femenina y la masculina invitan a replantear la discusión sobre sexo y poder.

En 2014, un universitario californiano fracasado colgó en Youtube ‘La Venganza de Elliot Rodger’. Allí explicaba por qué atacaría indiscriminadamente a un grupo de mujeres y, además, la sede de la “hermandad femenina más caliente” de la universidad. "Tengo 22 años y aún soy virgen, ni siquiera he besado a una chica. Con dos años y medio en la universidad, sigo virgen. Ha sido muy tortuoso. La universidad es para experimentar cosas como el sexo, la diversión y el placer. En esos años he tenido que pudrirme en la soledad, no es justo. Ustedes, niñas, nunca se sintieron atraídas por mí. No entiendo por qué, pero las castigaré a todas. Es una injusticia, un crimen… soy el tipo perfecto y aún prefieren hombres odiosos en lugar de a mí, el caballero supremo”. Tras matar seis personas, herir a otras y suicidarse, Rodger se convirtió en el más conocido de los solteros involuntarios, los Incel (involuntary celibate).

El mes pasado, en Toronto, Alek Minassian atropelló con una furgoneta a varios peatones dejando 10 muertos y 15 heridos. Había escrito en Facebook: "¡La 'Rebelión Incel' ha comenzado! ¡Derrocaremos a todos los Chads y Stacys! ¡Saluden al supremo caballero Elliot Rodger!". En la jerga Incel, los Chads son los hombres seductores y arrogantes que conquistan y monopolizan a las Stacys que sucumben a sus encantos. Los Normies somos el resto de mortales.

Al estudiar a las maras y pandillas centroamericanas planteé que una razón para esa violencia entre pares es la lucha por mujeres. Héctor Abad llegó a la misma conclusión observando los sicarios de Medellín, “muchachos desempleados, sin estudio… sin futuro productivo ni reproductivo, es decir, sin oficio y con peladas que pasan y nunca se los dan”.

En distintas sociedades y épocas los grupos de jóvenes solteros han sido, más que un problema, una bomba de tiempo. Muchas rebeliones en la historia resultaron de desequilibrios demográficos con marcado déficit femenino. El consuetudinario afán militar por ofrecerle a la tropa algún tipo de “consuelo” ha sido más una necesidad que un capricho machista. En la Edad Media, las autoridades de algunos pueblos franceses y andaluces montaron mancebías, burdeles municipales, para aplacar a las bandas que violaban casadas y doncellas. Civilizar jóvenes y guerreros no ha sido una tarea fácil. Los Incels hacen explícita la razón de su ira.

Una característica de la sexualidad femenina es ser excluyente. Las hembras de los chimpancés son promiscuas sin importarles con quién copulan. En los seres humanos las mujeres eligen de manera muy selectiva. La violación es un ataque directo a esa prerrogativa de elegir, que normalmente apunta por encima del promedio: en salud, apariencia y productividad, características que en conjunto implican un estatus privilegiado. La idea de un sistema patriarcal bajo el cual hombres homogéneos someten mujeres no concuerda con la rígida estratificación de la población masculina: existen pocos Chads, sexualmente atractivos y poderosos, el bulto somos Normies monóganos, y una minoría rechazada de Incels ansían sexo pero son rechazados, o aniquilados por rivales.

No es accidental que entre los ancestros de la humanidad haya el doble de mujeres que de hombres. “En promedio, a lo largo de la evolución, las mujeres han tenido más chances de reproducirse (80%) que los hombres (40%)” entre quienes las diferencias en el éxito reproductivo han sido mucho mayores. Cerca del 8% de la población de un vasto territorio asiático desciende de Genghis Khan y sus parientes varones. La angustia existencial de los Incels es más visceral, genuina y cruel que la de Jean Paul Sartre.

Las culturas no surgieron de un enfrentamiento de hombres contra mujeres, como plantea la teoría del patriarcado, sino de grupos masculinos luchando entre sí, asumiendo enormes riesgos, estableciendo “relaciones poco profundas, menos necesarias para la supervivencia… compitiendo por respeto y otros recursos que acabaron distribuídos de manera muy desigual”. Un economista provocador se pregunta: “si tanto nos preocupa la distribución justa de la propiedad y el dinero, ¿por qué suponemos que buscar algún tipo de redistribución sexual es inherentemente ridículo?”.

Los Incels violentos deben ser capturados y sancionados con todo el peso de la ley, llámemoslos agresores, violadores potenciales, asesinos o terroristas, condenemos cualquier relación no consensual que pretendan tener, aceptemos que requieren algún tipo de terapia, reivindiquemos los avances de esta cultura que grupos de hombres compitiendo, guerreando y tardíamente reforzados por el feminismo lograron imponer pero, por favor, no acusemos de misóginos a esos solteros vírgenes, furiosos y enceguecidos por no poder conquistar a la mujer con la que sueñan tener sexo, tal vez reproducirse y, en últimas, darle sentido a sus vidas y alcanzar alguna trascendencia. 

* Facultad de Economía, Externado de Colombia






Abad Faciolince, Héctor (2001). “Los genes de las sabinas”. Jornada Nuestro Amor, Nuestra Violencia. Eafit, Medellín

BBC (2018). "Toronto: al menos 10 muertos y 15 heridos luego de que una furgoneta atropellara a peatones en una concurrida calle de la ciudad canadiense". BBC MundoAbril 24

BBC (2018a). “Célibes involuntarios: la oscura comunidad misógina a la que pertenecía Alek Minassian, el hombre acusado del atropello masivo en Toronto”. BBC MundoAbril 25


BBC (2018b) "Lo que se sabe de Dimitrios Pagourtzis, el supuesto responsable del tiroteo en una secundaria en Texas que dejó 10 muerto". BBC MundoMayo 20

Brown, Drew (2018). “Toxic Masculinity Is At the Heart of This Darkness”. ViceApril 25

Chemaly, Soraya (2018). “Focus Should Be on Boys & Men Who Can’t Take No for an Answer”. FSTV, May 21

Douthat, Ross (2018). “The Redistribution of Sex”. The New York TimesMayo 2

Garvey, Megan (2014). “Transcript of the disturbing video 'Elliot Rodger's Retribution'”. Los Angeles TimesMay 24


Tierney, John (2007). “Is There Anything Good About Men? And Other Tricky Questions”. TiernyLab Blog, The New York TimesAug 20

Tierney, John (2007). “The Missing Men in Your Family Tree”, The New York TimesSep 5

Zerjal, Tatiana et. al. (2003). “The Genetic Legacy of the Mongols”. The American Journal of Human Genetics, Vol 72, Nº 3, p717–721, March

Mujeres que se peinan solas

Publicado en El Espectador, Mayo 24 de 2018

Las solteras colombianas están divididas en tres segmentos bien peculiares.

A mitad del siglo pasado Liang Jieyun, una mujer de Cantón, al sureste de la China, renunció a la posibilidad de casarse. Su madre le deshizo la trenza que la identificaba como doncella y la reemplazó por el moño de las casadas. Como si fuera una boda, invitaron parientes y amistades al evento. Con apenas 22 años, Liang había decidido volverse zishunü, “mujer que se peina sola”.

En aquella región, la tradición de quedarse soltera se remonta al auge de la seda en el siglo XIX. Las mujeres podían trabajar en esa industria sin depender de nadie. Eso sí, debían prometer abstinencia sexual, estrictamente vigilada por sus vecinos. La opción del matrimonio no era atractiva. Las mujeres más pobres debían integrarse a la familia del marido y obedecerle, convirtiéndose en verdaderas esclavas. A veces las entregaban a hombres viejos y enfermos para que su sangre juvenil les transmitiera nuevo vigor.

En Colombia no hay un ritual para que las mujeres anuncien su soltería. Carolina Sanín hizo la distinción entre las solteronas que esperan casarse y las solterotas que escogen su estado civil, como ella. Cecilia Rodríguez se declaró públicamente “soltera pero NO a la orden”, o sea solterota, y anotó con modestia que quienes toman esa decisión “tienen vidas más ricas y significativas que sus contrapartes casadas”. Antes del renovado fervor por el matrimonio igualitario, la posición feminista era de franco rechazo a esa institución que, como anotaba una misteriosa ejecutiva destacada en los medios, “se va convirtiendo en una jaula. Por eso odio todos su rituales, sus grillos y sus cadenas”.

A diferencia de las zishunü, en nuestro país no todas las solteras se mantienen vírgenes: entre las mayores de 22 años, edad de Liang al dejar la trenza, la fracción es apenas 11%. Casi la mitad (45%) son solterotas y un porcentaje similar renunciaron a casarse pero no a tener hijos. La controvertida figura de la madre soltera la utilizan para el proselitismo tanto la izquierda como la derecha. Ricardo Silva proclamó en El País español que somos “una sociedad en la que el 84% de las madres son madres solteras”. Semejante descache resultó de tragarse un punto: el porcentaje real, según la ENDS 2015, es 8.4%. Le faltó la coletilla de que esos embarazos fueron indeseados y que casi todas las arrepentidas hubiesen abortado si la caverna lo permitiera.

El perfil de las colombianas célibes y castas es bien distinto al de quienes se peinan solas para salir con amigos o tinieblos, y también del de aquellas mujeres sin parejo que le ayudan a una hija con el pelo. La soltería femenina cambia con el tiempo entre estos tres grupos. Las primeras representan un porcentaje relativamente estable, alrededor del 10%, mostrando que permanecer virgen es una decisión que se mantiene. En sus veintes, las solterotas (62%) duplican a las madres solteras (27%) pero entre las cuarentonas la relación se invierte: muchas mujeres cambian de opinión para tener hijos tardíos. Una amiga cuenta el caso de Odilia, “campesina cundinamarquesa, de cachete rojo, alta y acuerpada, con temperamento fuerte. Un día –casi a los cuarenta- dijo que quería tener un hijo, pero sin casarse. Ni siquiera tenía novio. Salió a buscar opciones. Quedó embarazada y el hijo fue la felicidad de su vida. Trabajó duro para mantenerlo: era una responsabilidad de ella nada más. El papá fue un simple donante, decía con orgullo”. Conocí de cerca un caso similar: una excelente empleada, bonita, inteligente y honesta, inmigrante boyacense, que en sus treinta y tantos buscó cuidadosamente en su barrio un tipo bien plantado, lúcido y trabajador para tener un hijo con él, sin las demás arandelas. Sería interesante entender de qué dependen estas decisiones reproductivas cruciales, por ejemplo si se asocian con algunas características de la personalidad, como empieza a sugerir la psicología.

Sorprendentemente, la incidencia del madresolterismo en Colombia es muy similar en todos los estratos, cerca del 5%. Ricardo Silva, quien exageró las madres solteras para dramatizar nuestro atraso social y político, no creería que esa opción es mucho más común entre mujeres con educación superior (6.8%) que entre quienes no tienen estudios (3.6%). Ya parece predominar la decisión reproductiva sobre el infortunio.


Las solterotas se vinculan más al mercado laboral, seguidas de cerca por las madres solteras, que están unos 10 puntos por encima de quienes renunciaron al sexo. Otro dato curioso es que las solterotas son bastante menos machistas que las vírgenes y las madres cabeza de familia. Estas dos categorías, tan distantes como la derecha religiosa y la rebeldía laica, comparten el lastre de algunos estereotipos de género.







Branigan, Tania (2014). “No regrets, say the Chinese women who chose independence over marriage”. The GuardianJuly 3

Dolan, Eric W (2018). “New psychology research links personality traits to evolutionary fitness”  PsyPostApril 12

Rodríguez, Cecilia (2017). "Solterita y NO a la orden". El TiempoDic 2

Rubio, Mauricio (2015). “Matrimonio, lavado de calzoncillos y cuernos”. El EspectadorAgo 12

Sanín, Carolina (2011). "Posición personal". El EspectadorFeb 27

Silva Romero, Ricardo (2016). “Viva el Partido Liberal”. El PaísSep 20

Vidal Liy, Macarena (2018). “Las mujeres chinas que se peinaban solas”. El PaísAbr 23



Viejitos queer

Publicado en El Espectador, Mayo 17 de 2018


En Transmilenio, Lina vio a un anciano con “la mano entre las piernas” haciendo lo que algunas amigas le habían contado que sucede a veces en el transporte público.

Según el relato de Lina, el viejito no era un exhibicionista. “Tapaba su acto con (una) agenda... En ocasiones miraba con precaución para cerciorarse de que no estuviera mostrando más de lo debido”. Lina no sabía qué hacer. Aunque no tan grave como un manoseo, para ella era obviamente una agresión. Dudaba recibir apoyo de otros pasajeros si protestaba. Tomó foto de la infracción, pensó subirla a redes sociales pero “difícilmente él se daría cuenta, así que decidí confrontarlo públicamente”.

Puesto en evidencia, el encartado onanista se bajó del bus. El incidente hubiese podido terminar ahí, en una vergüenza, pero Lina y otra pasajera ofendida decidieron perseguirlo. Se dirigieron a un policía que les preguntó si denunciarían esa “injuria por vía de hecho”. Lina no sabía si seviría pero lo hizo. Recordó mujeres “manoseadas, violadas, torturadas o muchas cosas más tanto en las patrullas como en las instalaciones de la policía”. Temió que el señor, con más de 70 años, recordara su dirección y los familiares tomaran represalias. Días después, persistían el susto y las dudas: se había expuesto al peligro. Varias personas le preguntaron si el sujeto la atacó o sólo se estaba masturbando. Lina justifica su decisión recordando al asesino de Rosa Elvira Cely y a “tantas mujeres a quienes se les ha arrebatado la dignidad y la vida”. Sin sugerir que sea “un potencial asesino o violador”, piensa que esa conducta la favorecen el temor y el silencio de quienes no denuncian. En la estación de policía, con “largas horas de espera”, Lina, periodista y doctoranda en historia, no tuvo suficiente curiosidad para hablar con el denunciado y averiguar sobre su conducta, o su ánimo de revirar.

Lina fundó y dirige Sentiido, un portal de “opinión y análisis LGBT” donde publicó su peripecia. Allí también ha colgado artículos pedagógicos como "Queer para dummies" en el que aclara que ese término, antes utilizado para preferencias no heterosexuales, tiene ahora una acepción más amplia, la de una actitud transgresora: “lo queer representa las sexualidades que traspasan las fronteras de lo aceptado socialmente… La palabra queer utilizada como verbo significa desestabilizar normas aparentemente fijas. Mientras que el adjetivo queer es entendido como raro, torcido o extraño”.

Difícil no extender ese término en boga al anciano que transgredió normas sexuales impuestas por el sistema represivo que combaten las minorías LGBT, médula del portal dirigido por Lina. Por su sexualidad mal comprendida y peor satisfecha, el viejito queer tuvo que pasar varias horas humillado en una estación de policía por dos mujeres escandalizadas. Si al ser expuesto en el bus hubiera declarado ser gay, tal vez la angustia de Lina se hubiera transformado en empatía e indagación periodística. Según una investigación con latinos estadounidenses, “alrededor de la mitad de los hombres de las comunidades homosexuales informaron haber tenido relaciones sexuales en un lugar público durante el año anterior”.

Sentiido es normalmente un portal equilibrado en un entorno donde abundan los sesgos y la falta de objetividad. Sorprende que un medio defensor de los derechos sexuales de minorías muestre semejante mojigatería e incoherencia: lo queer sería legítimo para ell@s, no para cualquier hetero; es excluyente pregonando la inclusión. Que un anciano masturbándose a escondidas evoque a un violador y asesino indica que el activismo igualitario puede ser tan paranoide y discriminatorio como los sectores reaccionarios que critica, además de desinformado: la hipersexualidad de algunos ancianos, por ejemplo, a veces resulta del tratamiento farmacológico del mal de Parkinson.

Para completar, gracias a la obsesión de la militancia progre, si este viejito hubiera optado por un burdel, en varios países sería considerado delincuente, cómplice de la violencia sexual contra las mujeres, tal como lo percibió Lina. La Promenade, un excelente cortometraje de Marina de Van, ilustra que solo las prostitutas muestran compasión por los ancianos, o los discapacitados, sin posibilidad de tener sexo, una solución contractual cruelmente vetada por el activismo. Con la misma arbitrariedad,  ignorancia y falta de empatía de los jueces que en los procesos penales por violación sentencian lo que deberían sentir las mujeres, las feministas pretenden definir cuáles deseos o necesidades masculinas merecen ser tenidas en cuenta. Sentencian que los hombres deben reaccionar sexualmente como lo harían ellas, que con los años pierden interés en esos asuntos. Decretan que los demandantes de servicios sexuales, sin ninguna distinción, aún septuagenarios, solo buscan someter y humillar al género femenino. Así las supuestas víctimas les tengan lástima, los atiendan voluntariamente, les cobren por sus cuidados y jamás vayan a denunciarlos: saben que son inofensivos, a veces transgresores, indudablemente queer.

* Facultad de Economía – Externado de Colombia







Cooper, Christine A, et. al (2009), “Prevalence of hypersexual behavior in Parkinson’s disease patients”. Int J Gen Med. ; 2: 57–61.

Cuéllar, Lina (2015). "La mano entre las piernas". Sentiido, Jul 28


Klos, Kevin J. et. al. (2005). “Pathological hypersexuality predominantly linked to adjuvant dopamine agonist therapy in Parkinson's disease and multiple system atrophy”, Parkinsonism, Sep, Volume 11, Issue 6, Pages 381–386

Reisen, Carol et. al. (2010) “Sex in public and private settings among Latino MSM”. AIDS Care. Jun; 22(6): 697–704.

Rubio, Mauricio (2012). "El paseo por una mujer". La Silla VacíaEnero 10

Sentiido (2013). "Queer para dummies". Ago 10


Voon, Hassan et. al. (2006) “Prevalence of repetitive and reward-seeking behaviors in Parkinson disease”, Neurology Oct 10;67(7):1254-7

Miedo e instinto de supervivencia

Publicado en El Espectador, Mayo 10 de 2018


Evitar el peligro para sobrevivir es un reflejo inconsciente en todas las especies. Cuando una persona enfrenta una amenaza súbita contra su vida, sofisticadas capacidades intelectuales resultan lentas, inocuas. Para detectarla y eludirla, la parte más primitiva del cerebro dispone de mecanismos inmediatos de reacción. La conducta específica puede variar –huír, pelear, gritar, paralizarse- pero el detonante es común: reflejos pre-programados, involuntarios, que operan antes de que el cortex cerebral decida el curso de acción.

“¿Qué manifestación hizo de que no quería mantener esas relaciones?” le preguntó el juez Ricardo González a la víctima de violación grupal por La Manada durante las fiestas de San Fermín. De manera espontánea ella aclaró que “ho hablaba, estaba con los ojos cerrados y no hacía nada”. Por esa respuesta y otras con las que la joven aceptó no haber luchado contra los violadores, González redactó un alegato para que sus colegas los liberaran pues, según él, no la agredieron ni intimidaron. Logró convencerlos parcialmente.

En 2012, el mismo juez le había preguntado a otra víctima “¿se opuso usted al violador?”. En aquella oportunidad, la respuesta fue afirmativa, la joven intentó zafarse. González percibió esa réplica como prueba irrefutable de violencia y el atacante fue condenado; para él, que haya o no agresión dependería de la respuesta de quien la sufre. Como bien señala Elvira Lindo, indignada por el fallo, es absurdo pensar que la violación solo se produce si “nos agarran del cuello o nos ponen un cuchillo en el pecho, si hay desgarros, si hay desangre o si hay muerte”.

El juez González y sus colegas desconocieron la diversidad de reacciones ante el peligro, mediadas directamente por la parte más primitiva del cerebro. Además, ignoraron muchos testimonios de mujeres violadas en los que son comunes las alusiones a la absoluta falta de reacción frente al ataque: simplemente se paralizan, tal vez cierran los ojos, y no hacen nada, esperan a que todo pase cuanto antes. Quedarse inmóvil es con frecuencia la mejor respuesta ante el peligro: “las presas que se paralizan tienen mayores chances de sobrevivir puesto que el cortex visual y la retina de los depredadores mamíferos evolucionó básicamente para detectar objetos en movimiento”. Hay evidencia experimental de que los violadores muy agresivos se excitan más con las escenas de sexo forzado que con las consensuales. Así, se puede especular que algunos de ellos preferirán una víctima que luche o trate de escapar a una totalmente pasiva.

A pesar de la importancia de este mecanismo, muy poco trabajo empírico ha abordado la inmovilidad como respuesta a un ataque. Destacar la posibilidad de esta reacción ante la violación no implica minimizar el daño ocasionado, ni avalarla, ni mucho menos promoverla. Todo lo contrario: fue la ignorancia de los jueces españoles sobre tales reflejos instintivos lo que condujo a una sentencia perversa para  disuadir la violencia sexual.

Que la víctima de la Manada reconociera su inacción no implica que todo su cuerpo estuviera en situación de completa pasividad. Es probable que reaccionara automática e inconscientemente para minimizar el daño ocasionado por la violación. “La experiencia de excitación vaginal, lubricación e incluso orgasmo” son posibles manifestaciones genitales instintivas, que no dependen de una conducta intencional. “Parece haber un mecanismo autónomo que crea excitación a un nivel subcortical para activar y aumentar el flujo sanguíneo vaginal y la producción de fluido lubricante”. Instintivamente, el cuerpo mitiga el traumatismo físico causado por una penetración forzada. Mujeres desinformadas sobre este efecto podrían experimentar confusión y culpa que obstaculicen la denuncia de un ataque.

Cuando Brigitte Lahaie, ex actriz porno francesa crítica del #MeToo, osó anotar que podía haber goce durante una violación, las feministas casi la crucifican: la acusaron de defender la violencia sexual y la obligaron a retractarse. Quienes han estudiado sistemáticamente esa reacción corporal, contraintuitiva e insólita, la defenderían del fanatismo: “tales escenarios pueden ocurrir y ni la excitación ni el orgasmo indican que las personas hayan consentido la estimulación”. La defensa de un violador basada en evidencia de excitación genital o climax, incluso la aceptación de la víctima de haberlos sentido, no deberían tener ninguna repercusión judicial. Sería cuestión de supervivencia, no voluntad de consentimiento.

Los autores de la sentencia contra la Manada le creyeron a la víctima, pero interpretaron mal su reacción. Erraron al limitarse a la reflexión racional, simplista y normativa; imaginaron qué se debe hacer –peor aún, qué habrían hecho ellos- en determinada situación en detrimento de un análisis informado y pragmático, ignorando resultados de la medicina forense y la sexología experimental. El idealismo anti científico es fuente de injusticias, como la promovida por el juez González, desconfiado de los instintos, aferrado a una seudo empatía imposible, incapaz de entender la naturaleza humana.

* Facultad de Economía – Externado de Colombia







Bensussan, Paul et Marie de Vathaire  (2018) “Défense de Brigitte Lahaie”. Causeur, 24 Janvier


Bracha, Stefan (2004). “Freeze, Flight, Fight, Fright, Faint: Adaptationist Perspectives on the Acute Stress Response Spectrum”. CNS Spectrums Vol 9 – Nº 9, September

Cappai, Chloé (2018). "Brigitte Lahaie fond en larmes après ses propos polémiques". PlanetJan 12

Cedeira, Brais (2017). “"¿Se opuso usted al violador?": la pregunta clave del juez que quiere soltar a 'La Manada'”. El Español, Dic 6

Levin, Roy & Willy van Berlo (2004). “Sexual arousal and orgasm in subjects who experience forced or non-consensual sexual stimulation - a review”.  Journal of Clinical Forensic Medicine, April 11(2) II 82-88

Hopper, James (2015) “Why many rape victims don’t fight or yell”. The Washington Post, June 23

Lindo, Elvira (2018). “Lamento insistir”. El País, Abril 29

Schmidt, Norman, Anthony Richey, Michael J. Zvolensky, & Jon K. Maner (2008). “Exploring Human Freeze Responses to a Threat Stressor”, J Behav Ther Exp PsychiatrySep; 39(3): 292–304.

Xue, Adriana (2017) “Rape Myths: Vaginal Arousal, Lubrication, and Orgasm in Female Sexual Assault”. Westland Academy, Jun 19