Prostitución latinoamericana en España
Por Mauricio Rubio *
RESUMEN
Aunque su magnitud sigue siendo discutida, parece claro que la prostitución ha aumentado recientemente en España. La composición por nacionalidades de este dinámico y renovado comercio sexual muestra una alta participación de inmigrantes extranjeras y, en particular, de mujeres latinoamericanas. La situación actual en la península se presta para contrastar varias teorías sobre la prostitución que están detrás de una álgida discusión internacional sobre lo que se debe hacer frente al fenómeno. Con este trabajo se pretende aportar elementos para ese debate. En esencia, se plantean dos hipótesis y un corolario. La primera hipótesis es que, históricamente, la prostitución ha estado determinada, antes que nada, por los desequilibrios en la relación de géneros de la población. La segunda es que la naturaleza del desequilibrio, exceso de mujeres o viceversa, ha tenido influencia no sólo sobre la aceptación social del fenómeno y la legislación sino, ante todo, sobre los vínculos entre el comercio sexual y la seguridad interior. Bajo la observación que la oleada actual de prostitución en España corresponde al escenario de superávit de mujeres inmigrantes se plantea que las políticas que se adopten no deben ignorar ese hecho básico. El ensayo está dividido en cuatro secciones. En la primera se analizan los diferentes regímenes de prostitución. En la segunda se presentan las hipótesis básicas sobre las relaciones entre demografía, prostitución y seguridad interior. La tercera sección está dedicada a revisar evidencia de distinto tipo, buscando explicar la coyuntura actual en España a partir de lo que ocurre en los principales países de origen de las prostitutas. Se incluyen los resultados de una encuesta realizada en Centroamérica que es útil para contrastar algunas ideas predominantes sobre los determinantes y las consecuencias, a nivel individual, del comercio sexual. En la cuarta se aborda el debate de política, con énfasis en la inconveniencia de adoptar posiciones extremas que no tengan en cuenta la complejidad y los matices de la situación actual.
1- LOS DIFERENTES REGIMENES DE PROSTITUCION
Las diferentes visiones sobre la prostitución a lo largo de la historia han influido y se han consolidado de manera también diferencial entre sociedades, de manera que, en la actualidad, dependiendo del país, las actitudes, y consecuentemente, el régimen legal frente al fenómeno, varía desde considerarla algo totalmente inaceptable en Suecia –“es la venta de una persona, por lo general vulnerable, y eso no se puede tolerar" - hasta el pragmatismo germano para el cual es algo que simplemente “existe y no se puede abolir” [1] y que ha llevado que a las mujeres que voluntariamente ejercen esta práctica se les brinden los servicios de la Seguridad Social, pasando por las posiciones intermedias, como la española, que consideran prudente tomar ciertos elementos de cada uno de estos modelos [2].
Wijers (2004) propone una clasificación basada en los cuatro regímenes que históricamente se han observado: el prohibicionista, el abolicionista, el reglamentarista y el laboral. Con excepción del último, todos los regímenes comparten su condena moral hacia la prostitución y buscan, bajo distintas modalidades y con diversa intensidad, controlar la actividad.
Para el régimen prohibicionista la premisa básica es que la venta de servicios sexuales es incompatible con la dignidad humana, constituye per se una violación de los derechos humanos de las mujeres, y por lo tanto es algo que debe tratar de erradicarse. Desde esta visión se consideró en el pasado a la prostituta como una desviada o delincuente que debía ser reeducada o castigada. En la versión moderna del prohibicionismo, promovida por sectores feministas, se ha dado un giro para considerarla como una víctima que debe protegerse para ser reincorporada a la sociedad. Un ejemplo del modelo prohibicionista lo constituye en la actualidad la legislación de los Estados Unidos. Tres críticas se hacen de forma repetida a este enfoque: la primera es la falta de evidencia sobre los efectos reales de la prohibición sobre la incidencia del fenómeno. La segunda es que un efecto recurrente de la ilegalización ha sido el de una acentuada clandestinidad y un mayor poder para los intermediarios, las mafias, y altos niveles de corrupción entre las autoridades encargadas de la vigilancia. La tercera, relacionada con las anteriores, es la carencia de información y consecuentemente la pobreza del diagnóstico sobre el fenómeno que al proscribirse del régimen legal también sale de las estadísticas.
Los acuerdos internacionales y, consecuentemente, la legislación de buena parte de los países en la actualidad se basan en el modelo abolicionista [3], que deja de penalizar la prostitución en sí misma para centrarse en las actividades del entorno, ejercidas por personas que se lucran de quien vende servicios sexuales. Se abandona la idea de desviación de las prostitutas para tratarlas como víctimas de una actividad que se piensa existirá siempre que haya personas que la promuevan y sobre las cuales debe centrarse el esfuerzo legal. Se considera la prostitución como una forma de violencia contra la mujer y “se rechaza cualquier distinción entre consentimiento y coerción en la medida en que la prostitución se concibe como algo forzado por definición” [4]. Se han hecho dos críticas básicas a este enfoque. Uno, que transforma a las prostitutas en objetos más que sujetos de derecho. En particular, al quitarles toda responsabilidad sobre sus vidas, las infantiliza, les quita la libertad -en abierta contradicción con los avances logrados en la situación de la mujer [5]- y excluye del debate político a las organizaciones que promueven los derechos de las prostitutas. Dos, aunque no se pueda penalizar a la mujer que la ejerce, la prostitución acaba siendo de facto ilegal, ya que como cualquier otra actividad requiere de algún tipo de organización y un mínimo de intermediarios de soporte. Así, se introduce una gran ambivalencia e incertidumbre legal, privando a las prostitutas medios básicos para garantizar unos ingresos. Una consecuencia es que, de nuevo, se favorece la actividad de las mafias que operan alrededor de la actividad.
Los principios abolicionistas con una dosis de pragmatismo –el convencimiento de que no es algo que se pueda erradicar- constituyen el tercer modelo, el reglamentarista, que percibe la prostitución ante todo como una amenaza a la salud y al orden público. Para proteger a la sociedad de este mal necesario se introduce un conjunto de controles y medidas administrativas, como el registro, la emisión de licencias o carnets, o los exámenes médicos periódicos, la localización de la actividad en ciertas áreas de las ciudades y, en algunos países, el cobro de tributos. Al igual que el modelo abolicionista se ha criticado el hecho que el reglamentarismo ignora los derechos básicos de la prostituta creando además, una brecha entre la prostitución legal y la ilegal. El tema del registro, por ejemplo, se considera discriminatorio con las mujeres inmigrantes.
El creciente protagonismo político de quienes venden servicios sexuales ha llevado al planteamiento de la prostitución como una actividad laboral más a la cual deberían aplicarse los mismos instrumentos –la legislación penal, civil y laboral- utilizados para proteger a los trabajadores de las distintas industrias de eventuales abusos y violaciones de sus derechos. El argumento es que si entre las trabajadoras sexuales y los empresarios e intermediarios de la actividad mediaran contratos laborales y civiles se obtendría una mayor protección de derechos básicos adquiridos en el mercado laboral. Tal vez el país que más ha avanzado en esa líneas es Holanda [6].
La complejidad del fenómeno de la prostitución es tal que incluso al interior del movimiento feminista se observan profundas divisiones en materia de diagnóstico y, por lo tanto, de lo que se debe hacer frente a tal actividad. Quienes definen la prostitución como dominación sexual y la esencia misma de la opresión de la mujer se enfrentan con quienes, en el otro extremo, mantienen que se trata de una opción de trabajo por la que una mujer puede optar de manera voluntaria. No faltan las sugerencias de que se trata de un movimiento realmente emancipador de la mujer [7]. El desacuerdo tiene implicaciones sobre la visión de las migraciones [8].
En el año 2000 se acordó el protocolo sobre tráfico de seres humanos en la ONU, definiéndolo como el “reclutamiento y transferencias de personas mediante amenazas o uso de la fuerza y la coerción, el fraude, engaño o abuso de poder para explotación”. El protocolo pide la penalización del tráfico y la protección de las víctimas y la concesión de residencia temporal o permanente en los países de destino. A nivel de la Unión Europea también ha estado presente el debate entre abolicionistas y defensores de la actividad como trabajo sexual.
2 - DEMOGRAFIA Y PROSTITUCION: LOS ESCENARIOS BASICOS
Un breve repaso por algunas oleadas de prostitución –cuando la actividad se ha incrementado notoriamente- sugiere que estas responderían, más que a la situación económica, social, legal o política, a desequilibrios demográficos esenciales y, más específicamente, a movimientos migratorios con los que se quiebra el balance de géneros en la población. Así, se pueden señalar dos situaciones básicas caracterizadas, en función de la naturaleza del desequilibrio, por un exceso de hombres o por uno de mujeres. Otra dimensión relevante tiene que ver con si el flujo migratorio es transitorio o permanente. Esta asociación rudimentaria entre demografía y venta de servicios sexuales ha quedado clara en varios trabajos sobre historia de la prostitución en lugares específicos [9]. Bajo esta premisa, es posible tipificar algunos escenarios que, históricamente, han mostrado ser fértiles para el surgimiento de la prostitución.
El primer escenario es el que se podría denominar la prostitución de tierra de frontera que surge cuando un volumen importante de hombres solteros buscan fortuna y colonizan territorios hasta entonces poco habitados. Este sería el caso de la colonización de ciertas provincias Australianas, la fiebre del oro en el oeste estadounidense en el siglo XIX, la llegada de inmigrantes europeos que, por la misma época, se radicaron en Buenos Aires en un alto porcentaje sin familia, o las distintas fiebres de productos básicos valiosos –el oro, el caucho, la quina, las esmeraldas, la coca- que de manera recurrente se han presentando en América Latina [10]. La situación de excedente de hombres también se ha dado en contextos urbanos, alejados de la frontera, como Paris durante la segunda mitad del siglo XIX [11]. De cualquier manera, estos escenarios con un gran superávit de hombres solteros en busca de oportunidades económicas han sido generalmente en extremo propicios para la prostitución [12], impulsada por la demanda. En varias oportunidades, el simple restablecimiento del equilibrio demográfico ha sido suficiente para la reducción sustancial de las actividades sexuales por pago [13].
Una variante del escenario con exceso de inmigrantes masculinos se observa cuando se dan desequilibrios de género no por efecto de las migraciones sino por movimientos transitorios asociados a la actividad portuaria [14] o turística [15]. Por lo general se trata de flujos de hombres [16] y la lógica de la prostitución se asocia con el ocio, lo lúdico, el pasárselo bien. El sexo hace parte integral del mercadeo del turismo [17] y, en los lugares exóticos, la línea que separa la venta de servicios sexuales de la rumba, del interés por lo ecológico, o del simple flirteo se hace tenue [18]. Este escenario del turismo sexual sería propicio para describir la prostitución en lugares como Tailandia, las Filipinas o, en América Latina, Cuba [19], Brasil y, como se expone en detalle más adelante, República Dominicana. La situación se caracteriza por una abismal disparidad en el poder de compra entre los clientes y quienes venden servicios sexuales.
Otra versión de exceso transitorio de hombres la constituye la proximidad de cuarteles, campamentos o contingentes militares. Un ejemplo de este escenario, fértil como pocos para la prostitución, lo constituyen las bases militares estadounidenses en el Pacífico [20] o en España [21]. El establecimiento del servicio militar obligatorio en Francia, en 1872, también tuvo un impacto notorio sobre la actividad en las localidades dónde había cuarteles o puertos de guerra [22]. El ejército francés, aún después de la prohibición de los burdeles, mantuvo en Argelia, hasta 1960, los Burdeles Militares de Campaña (BMC) [23]. Un caso paradigmático en el que se combina el elemento de trabajadores inmigrantes, militares y con ramificaciones al turismo, con el apoyo de las autoridades inspiradas en la noción agustiniana del mal menor, es el de la isla caribeña de Curazao [24].
Las consecuencias que tiene sobre la prostitución la cercanía con los militares en tiempos de guerra es más compleja puesto que la noción de intercambio o de venta de servicios se puede tornar confusa e incrementarse la incidencia de violaciones o abusos. En la Guerra Civil Española se dio, al parecer, un incremento del comercio sexual tanto del lado de los republicanos como de los nacionalistas, a pesar de que ambos bandos, por razones diferentes, buscaban erradicarlo. García (2002) sugiere tres explicaciones para el vínculo entre guerra y prostitución: la del carpe diem [25], la de la miseria [26] y la del imperio de los sentidos [27]. Los numerosos testimonios recopilados sobre violencia sexual y violaciones masivas en distintas guerras [28] sugieren que, aunque con diferente intensidad, y bajo distintas formas, se puede hablar de una asociación entre uno y otro fenómeno. En los conflictos de baja intensidad el fenómeno puede ser aún más complejo, pues al lado del florecimiento de las actividades de prostitución en ciertas zonas, se pueden presentar, mezclados con las tareas de soporte a los combatientes ejercidas por las mujeres, esquemas de reclutamiento forzoso de menores con objetivos sexuales, que se complican aún más con las retaliaciones a raíz de los cambios de control de los territorios [29].
El segundo gran escenario que ha resultado favorable a la prostitución se caracteriza, paradójicamente, por la situación demográfica inversa: un exceso de mujeres solteras que fluyen hacia los centros urbanos bien sea atraídas por elementos tan variados como la acelerada urbanización, el desarrollo de algún sector económico clave o la mejora en los medios de transporte, o bien huyendo de situaciones adversas –hambrunas, guerras- en sus regiones de origen. Este escenario, que se podría denominar de prostitución por inmigración femenina a la metrópoli, sería el que caracteriza las primeras etapas de industrialización en varias capitales europeas a mediados del siglo XIX o, unas décadas más tarde, en algunos centros urbanos de Latinoamérica [30]. Sería también, en esencia, la situación actual en Europa. Aunque predomina la cuestión del abuso sexual por parte de patronos y empleadores, la dinámica de la prostitución en estos casos es muy variada.
Una situación similar de exceso de mujeres de muy bajos recursos se puede presentar después de una guerra [31] o en los lugares de origen de la emigración de hombres [32].
No sólo la incidencia, sino ciertas características, consecuencias e incluso la aceptación social de la prostitución, y la correspondiente legislación, parecen depender de la naturaleza del desequilibrio demográfico. Aunque contrastar con rigor esta hipótesis sobrepasa el alcance de este trabajo, vale la pena simplemente ilustrarla haciendo énfasis en el punto que el escenario demográfico también es determinante de la relación entre prostitución y seguridad interior.
En los lugares denominados de frontera, con exceso de hombres solteros en busca de oportunidades, parece más crítico el problema de seguridad. Por una parte, la prostitución es más explícita y genera reacciones [33]. En Buenos Aires a principios del sXX, lugar típico de este escenario, el comercio sexual fue algo tan visible que generó toda una cultura, la del tango, a su alrededor. Por otra parte, en ese contexto hay más violencia, en buena medida asociada con la competencia, textualmente a muerte, por un recurso escaso. Así, se genera una mayor necesidad de protectores para ejercer el oficio. No parece simple coincidencia que en el lunfardo, la jerga del tango, existan innumerables vocablos para la figura del rufián [34], que es un término casi desconocido en lugares donde, como Bogotá, la prostitución estuvo más asociada con la inmigración de mujeres [35]. Este escenario con exceso de hombres parece el terreno más fértil para el tráfico, la trata de blancas y las mafias. Es razonable argumentar que, sea cual sea la razón por la cual llegan a un lugar más hombres que mujeres, hay en ese escenario una ventana de oportunidad para el negocio del tráfico de mujeres, corrigiendo, mediante la coerción o el engaño, la falla del mercado demográfico. Por otro lado, se puede pensar que en esa situación se da un mejor estatus para las prostitutas, que por consiguiente son mejor comprendidas y aceptadas [36].
En el escenario opuesto, la inmigración de mujeres a la metrópoli, se observa por lo general una mayor clandestinidad del comercio sexual. La prostitución se confunde, en un esquema típicamente patriarcal, con los oficios femeninos más precarios, como el servicio doméstico, o el de camarera. Al no darse ya una competencia entre hombres por mujeres escasas, sino probablemente lo contrario, se observa menos violencia, y por lo tanto una menor necesidad de protección. Por el contrario, es dónde cabe esperar un mayor rechazo social y moral a la prostitución, con un claro sesgo de género: son las mujeres las que lideran las cruzadas contra el oficio, rara vez secundadas por quienes se benefician del excedente femenino. Puesto que se trata de un escenario bajo el cual muchas mujeres, no sólo las prostitutas, están migrando, de manera voluntaria, es claro que la función del traficante resulta redundante. En lugar de mafias es más pertinente hablar de intermediarios, o redes de soporte, que se confunden con los que, legalmente, sirven de apoyo a la inmigración global. Tal vez sea esta la razón por la cual las supuestas mafias de traficantes de mujeres de Latinoamérica hacia Europa sean tan esquivas a la evidencia.
Bajo el escenario del turismo sexual, el papel de los intermediarios tampoco resulta fundamental. Incluso la tarea de mercadeo no requiere de altos niveles de organización y puede surgir espontánea e informalmente. La prostitución también se ejerce de manera independiente [37], es menos clandestina, y tampoco requiere esfuerzos especiales de protección. Puesto que la línea que separa el comercio sexual de la rumba o el galanteo es tenue los contactos y arreglos para impulsar el comercio sexual no son ilegales, y pueden estar dentro de los círculos cercanos a quien se ofrece [38]. Los sitios en dónde se concentran los turistas se convierten en los lugares señalados para los intercambios. El hecho que quien vende servicios sexuales actúe de local frente a un extranjero de paso sin vínculos establecidos en el lugar puede explicar la mayor seguridad para ejercer el oficio. Como los lugares de recepción del turismo se benefician del influjo de divisas, cabe esperar poco rechazo, social o legal, hacia un oficio que refuerza la actividad económica.
La prostitución inducida por las bases militares es tal vez la que mejor encaja en el tradicional esquema del mal menor tolerado e incluso promovido por las autoridades [39]. Los servicios de protección y el control de los eventuales desórdenes son responsabilidad de las mismas estructuras militares que demandan el comercio sexual.
El repaso de las distintas modas abolicionistas sugiere que estas se han dado no en los lugares con grandes desequilibrios demográficos, sino en las sociedades que, tras un balance de géneros relativamente consolidado, se enfrentan a un desequilibrio coyuntural, generalmente por exceso de mujeres inmigrantes [40].
La globalización y el aumento de los flujos migratorios consecuencia, entre muchos otros factores, de la drástica reducción en los costos de transporte han hecho factible la confluencia, en un mismo lugar, de prostitución de distinta naturaleza. Es lo que al parecer, estaría ocurriendo en la actualidad en Europa y en particular en España, siempre bajo un contexto general de inmigración con excedente femenino.
3 - ¿CUAL ES LA EVIDENCIA?
3.1 – Grandes diferencias entre regiones
Desde cuando se establecieron sistemas de registro para las mujeres que ejercían la prostitución, se han observado enormes diferencias en la incidencia de tal actividad en lugares aparentemente homogéneos en cuanto a legislación y hábitos sexuales. Sereñana y Partagás, un higienista español, recopiló información sobre la prostitución registrada en algunas grandes ciudades a finales del sXIX y se observan diferencias de más de uno a veinte entre, por ejemplo, Bruselas y Viena [41].
Aunque en la actualidad no existe información para hacer este tipo de comparaciones, algunos datos disponibles permiten sopechar que el mismo patrón de enormes diferencias entre regiones se ha mantenido. La composición por nacionalidades de la prostitución en España en el año 2000, por ejemplo, muestra una participación considerable de mujeres provenientes de Brasil, Colombia y República Dominicana. Entre los latinoamericanos, los mismos países llevan el liderazgo en Holanda [42]. Fue de Colombia desde donde, a finales de los años setenta, comenzaron a llegar las primeras prostitutas latinoamericanas a Andalucía [43]. Se podría pensar que el peso de estos lugares de origen es simplemente proporcional al de los flujos migratorios totales. Lo que se observa, sin embargo, es que su mayor participación se mantiene aún como proporción del total de mujeres inmigrantes de cada nacionalidad: Colombia y República Dominicana duplican el promedio latinoamericano de prostitutas como porcentaje de las mujeres residentes, y Brasil lo quintuplica.
Una primera observación es que ninguno de estos tres países se destacan en el continente por su pobreza. Por el contrario, se trata de sociedades con un ingreso per cápita superior al promedio de América Latina. En el otro extremo, países muy pobres, como Honduras o Bolivia, contribuyen bastante menos al comercio sexual en España. En general, la correlación tan baja que se observa entre el ingreso por habitante y la proporción de mujeres inmigrantes que ejercen la prostitución en España no sirve de apoyo a dos de las explicaciones más comunes sobre el fenómeno: la pobreza y las redes de traficantes. Si la miseria fuera la causa, y los criterios mercantiles determinaran los flujos impuestos por las mafias, cabría esperar una composición de la prostitución latinoamericana en España proporcional a la población de cada país y, sobre todo, estrechamente asociada con los niveles de pobreza [44]. No es eso lo que muestran los datos.
Más estrecha es la asociación que se observa (índice de correlación de 0.6) entre la prostitución por países y el índice de feminidad –la relación entre mujeres y hombres- de cada nacionalidad [45]. Se sale del alcance de este ensayo explicar por qué Latinoamérica expulsa hacia España, y en general hacia Europa, más mujeres que hombres -para ninguno de los países de la región el índice de feminidad es inferior al 50%- o por qué de algunos lugares –precisamente dos de los de mayor contribución a la prostitución- las mujeres alcanzan a constituir el 70% de los emigrantes. Lo cierto es que esa característica de la inmigración latinoamericana parece estar teniendo consecuencias sobre los arreglos sexuales de los españoles, como también la tuvo la inmigración española –fundamentalmente masculina- hacia las Américas durante la colonia.
Caben dos comentarios más sobre estos datos. El primero es que los países latinoamericanos con una alta proporción de población indígena –como Ecuador, Bolivia o Perú - no ocupan un lugar destacado en el ranking de la prostitución latinoamericana en España, y esto probablemente tiene que ver con el hecho que la emigración desde esos lugares es equilibrada por géneros [46]. Dos, los países que más exportan servicios sexuales hacia España son precisamente los que cuentan con una alta proporción de población mestiza [47]. Por varios siglos en América Latina, y por efecto de una inmigración sexualmente desequilibrada, el mestizaje fue sinónimo de concubinato, amancebamiento y una alta proporción de hijos ilegítimos, algo que hasta épocas muy recientes en la práctica determinaba el porvenir de muchas personas.
En síntesis, los datos del comercio sexual en España en dónde, conviene anotar, están fijas tanto las condiciones de demanda por servicios sexuales como un idioma común, unos costos de transporte similares, unas actitudes, un régimen legal, y unas políticas de control relativamente uniformes, muestran una gran heterogeneidad en cuanto a los países de origen. A nivel de conjetura [48] se puede plantear que los países latinoamericanos mejor representados entre las prostitutas en España corresponden a países con mayor incidencia, tradición y tolerancia de la prostitución. Se podría plantear que esta, entre muchos otros factores, podría estar asociada con el mestizaje [49]. Vale la pena por lo tanto revisar brevemente cual es la situación del comercio sexual en estos tres países claves. Lo que quedará claro con esta revisión es que en esas sociedades se repite el patrón de una gran diferencia entre regiones y de factores también diferenciales para la explicación del fenómeno.
Otro elemento que vale la pena rescatar de esta sección es que, a diferencia del far west estadounidense, o de la conquista de Australia, o del Río de la Plata a principios del siglo XX o el París de la industrialización, la prostitución latinoamericana en España es una versión moderna y globalizada de la que se dio en muchas ciudades receptoras de inmigración femenina. Esta caracterización tiene varias consecuencias. Uno, bajo este tipo de escenario el tráfico forzado de mujeres, la antigua trata de blancas, es muy poco pertinente como explicación. Muchas mujeres jóvenes, no sólo las prostitutas, ya están migrando de manera voluntaria y autónoma. Eso es lo que sugiere el sentido común y lo que muestra toda la evidencia disponible. Dos, reforzando la idea de desconexión con las mafias, este tipo de prostitución por superávit de mujeres ha estado normalmente menos ligada a la delincuencia. Tres, se puede aventurar como predicción una nueva versión de la venganza de Montezuma: un eventual aumento de los arreglos extramatrimoniales –lo que en Latinoamérica se denominó concubinato o amancebamiento- en una gama continua de intercambios de sexo (afecto) por dinero (seguridad económica, legalización) que harán cada vez más problemática la delimitación de la prostitución como actividad. Adelantando argumentos de otra sección, España no parece un escenario propicio para caer en tentaciones abolicionistas.
3.2 – Diferentes senderos hacia la prostitución en Latinoamérica
3.2.1 - Brasil [50]
Leal y Leal (2002) identifican tres factores estructurales que han contribuido al incremento de la explotación sexual en el Brasil. Uno, la globalización que ha alterado de manera sustancial la naturaleza de los contratos laborales y ha introducido la precariedad en los derechos de los trabajadores, afectando sobre todo a las mujeres y a los jóvenes. Dos, estas dificultades en el mercado laboral han tenido repercusiones en el ámbito de la familia, a través del incremento de las migraciones tanto internas como hacia el exterior. Tres, la separación geográfica de sus miembros por procesos migratorios acabó fragilizando la familia.
Mediante un inventario de las rutas de tráfico de mujeres establecen una asociación entre los niveles de pobreza, por regiones, y tales rutas [51]. Señalan la importancia del flujo de mujeres –adolescentes y adultas- con destino hacia grandes urbes como Sao Paulo y Río de Janeiro. En cuanto a las rutas internacionales, destacan la importancia de la conexión Ibérica, o sea España como punto de entrada de las mujeres brasileras a Europa.
No se hace en ese trabajo demasiado énfasis en los mecanismos coercitivos de reclutamiento, ya que tanto las mujeres como las adolescentes se captan por lo general con promesas de mejores condiciones de vida a través de cuestiones como anuncios de prensa -para empleos de bailarina, mesera, empleada doméstica e incluso matrimonio- o contacto directo con los traficantes por intermedio de amigos, colegas, parientes o conocidos.
Con base en los casos analizados sugieren dos tipos ideales antagónicos para la mujer que vende servicios sexuales. Por una lado la persona ingenua, humilde que pasa grandes dificultades económicas y por esa misma razón es engañada con facilidad. En el otro extremo estaría la mujer que muestra total dominio de la situación y evalúa con claridad los riesgos que debe correr para ganar dinero. En ambos casos se trata primordialmente de mujeres provenientes de las clases populares, con baja escolaridad, que viven con algún familiar, y que por lo general tienen hijos. Muchas de las mujeres entrevistadas tenían, antes de migrar para vender servicios sexuales, algunas experiencias previas en la prostitución.
Las que trabajan, lo hacen en actividades que exigen poca capacitación, en el área del servicio doméstico o del comercio, mal remuneradas, sin vinculación laboral fija, alta rotación, pocas posibilidades de promoción y a veces sin seguridad social.
Cerca de la mitad (47%) de las mujeres traficadas son adolescentes. La investigación apunta a que las mujeres adultas son traficadas hacia países como España, Holanda, Italia, Portugal, EEUU y Alemania mientras que las adolescentes se trafican por vías intermunicipales e interestatales hacia regiones fronterizas con Venezuela, Guayana Francesa, Paraguay, Bolivia, Perú y Surinam.
Por lo general se anota que sufrieron algún tipo de violencia intrafamiliar (malos tratos, abuso sexual, seducción). En su mayoría provienen de municipios de bajo desarrollo económico del interior del país. Así, tanto la necesidad de supervivencia como la violencia intrafamiliar parecen tener influencia en la decisión de las adolescentes de aceptar ofertas ilusorias de los traficantes.
Los traficantes/reclutadores son en su mayoría (59%) hombres entre los 20 y los 56 años. Las mujeres (41%) son algo más jóvenes, entre 20 y 35 años. Uno de cada tres son extranjeros [52]. Los reclutadores brasileros son en su gran mayoría hombres [53] que en muchos casos, según el mismo trabajo, se pueden considerar pertenecientes a la élite económica o política. Algunos ejercen funciones públicas en las ciudades de origen o destino del tráfico de mujeres.
Como redes de apoyo se señala el mercado de modelos, algunas agencias de empleo, agencias matrimoniales, redes de sexo por TV, anuncios en prensa o Internet, la industria turística, e incluso las agencias para proyectos de desarrollo e infraestructura.
Las rutas hacia España salen en su totalidad de aeropuertos internacionales [54]. Una ruta identifica como destino Murcia.
El país con mayor número de rutas de destino es España, con 32, seguido de Holanda (11), Venezuela (10), Italia (9), Portugal (8) y Paraguay (7). El predominio de España como país receptor de mujeres provenientes de Brasil lo confirman otros estudios e investigaciones locales.
En síntesis, con relación a los escenarios presentados en una sección anterior, el Brasil parecería presentar una mezcla de prostitución adolescente de frontera, a nivel local, con la cual se seleccionan las mujeres adultas que emigrarán luego hacia Europa para ejercer la prostitución, entrando por España. El ser la puerta de entrada al amplio mercado comunitario ayudaría a explicar, en forma análoga a la droga, la alta incidencia de prostitución brasilera en la península.
3.2.2 - Colombia
Como antecedentes a la situación típica de prostitución de inmigrantes campesinas que se daría en las grandes urbes colombianas a mediados del siglo XX, vale la pena señalar un brote de prostitución, fundamentalmente extranjera, que se observa a principios del siglo en torno a los pozos petroleros de Barrancabermeja, y que encaja bien en el escenario de prostitución de frontera [55]. Muchas de esta mujeres tenían una gran movilidad geográfica, venían de otros países de América Latina –Cuba, México, Argentina o Venezuela- e iniciaban una “ruta itinerante de trabajo” al interior de Colombia. Un aspecto digno de mención es el de la avanzada edad de muchas de estas mujeres. Algunas francesas, por ejemplo, rondaban los cuarenta años.
Durante la primera mitad del siglo se dio en Bogotá un acelerado proceso de urbanización, que atrajo un buen número de inmigrantes campesinos, de las regiones aledañas, entre los cuales había un importante contingente de jóvenes solteras. El mercado laboral era bastante cerrado para las mujeres, cuyas posibilidades se centraban en el trabajo doméstico. Por otra parte, las altas tasas de hijos ilegítimos, así como las discriminaciones que, por ese mismo hecho, sufrían –imposibilidad del registro de nacimiento o falta de acceso a la educación pública- hacían aún más vulnerable la situación de estas mujeres. Un embarazo implicaba necesariamente quedar a merced de cualquier protector. El período de La Violencia política a mediados del siglo incrementó el flujo de mujeres que, desplazadas por la aguda situación en ciertas regiones, llegaban a la capital. En general, las prostitutas de ese período “eran mujeres solteras, con escasa educación o ningún grado de instrucción básica, que habían sido engañadas, seducidas y abandonadas por un hombre” [56].
Medellín, un importante centro de desarrollo industrial, también atrajo un considerable flujo migratorio con excedente de mujeres jóvenes solteras. La lógica de la prostitución fue algo diferente: aunque las inmigrantes encontraban empleo en la manufactura, con frecuencia eran víctimas del acoso sexual por parte de sus empleadores y capataces [57]. Eran comunes, a las salidas de las fábricas, las propuestas indecentes por parte de cachacos –señores de la élite- y estudiantes para que las obreras mejoraran sus ingresos. También se dio la situación de muchachas de servicio doméstico abusadas por sus patrones o los adolescentes de la casa acostumbrados “desde su más tierna infancia al rezago del delantal” [58]. En cualquiera de estos casos, un embarazo constituía el empuje definitivo hacia la prostitución [59]. Por la misma época hay registros de prostitución infantil -niñas alquiladas por vecinas o sus propias madres- y, en el otro extremo, de venta de servicios sexuales de alto nivel. Actrices, cómicas y cantantes de compañías extranjeras hacían arreglos económicos para “verdaderas bacanales” en las casas de recreo de la élite [60]. Estaba, por último, el hecho que Medellín constituía una etapa más en la ruta de curtidas meretrices. A toda esta gama de fuentes de prostitución, que le dieron a Medellín, a finales de los años treinta, la fama de principal centro de prostitución del país [61] vinieron a sumarse en los años siguientes las huérfanas y viudas de La Violencia.
El auge que, por esa misma época, tuvo en Medellín el bajo mundo sentaría las bases de las que años más tarde surgirían los más notorios mafiosos colombianos [62]. El fenómeno del narcotráfico en Colombia, con los súbitos y colosales aumentos de riqueza concentrados en unos pocos individuos y en sus guerreros privados tuvo un considerable impacto sobre la prostitución, con lo que se podría denominar un efecto precio, suficiente para inducir a su alrededor una pujante industria de servicios sexuales. Se puede sospechar que los grandes capos, con el pago de sumas asombrosas para satisfacer sus caprichos sexuales, lograron trastocar por completo los mercados locales de parejas, deformaron el retorno esperado de la educación, así como las expectativas laborales y de enriquecimiento de los jóvenes e incluso impulsaron el funcionamiento de varias actividades –como el modelaje o los reinados de belleza- para integrarlas con el comercio sexual [63].
Una variante, más modesta, del escenario de prostitución alrededor de los grandes capos, que se mezcla con la situación típica de colonización de frontera, se observa en las regiones cocaleras a donde fluyen mujeres de distintas regiones del país para ofrecer servicios sexuales a patrones y raspachines –los que raspan la coca- que en ocasiones se pagan en especie [64].
La llegada de prostitutas colombianas a España, y en concreto a Andalucía, antecedió en cerca de dos décadas el reciente boom migratorio desde ese país [65]. Por la misma época llegó la primera generación de mujeres colombianas a Holanda, que, ya en el oficio, venían de Panamá o las Antillas Holandesas. Muchas de ellas, tanto en España como en Holanda, se casaron con clientes y algunas con sus patrones o rufianes sentando la base para reclutar las nuevas generaciones de colombianas en el oficio [66].
3.2.3 – República Dominicana [67]
A partir de los años setenta República Dominicana, cuya economía se basaba hasta entonces en un esquema de agricultura para exportación, empieza a gravitar alrededor del turismo. Aunque de tiempo atrás existía algo de prostitución del tipo mujer inmigrante a la ciudad [68] el auge del turismo trajo consigo un considerable incremento en el comercio sexual. En Puerto Plata, por ejemplo, el impulso definitivo se da con la llegada de cruceros durante los años ochenta. A estos lugares fluyen las mujeres jóvenes para sumarse a la oferta de una variada gama de atenciones a los turistas: hoteles o resorts con servicios todo incluido; música, baile, grupos folklóricos. El aumento de la clientela extranjera en los burdeles locales, con visitas promovidas por toda una gama de intermediarios como empleados de hotel, taxistas, guías turísticos que se benefician, se sumó al considerable influjo de divisas turísticas. Posteriormente aparecen en las playas los botelleros, aguateros o lavapies -menores de 12 años que lavan la arena de los pies de los turistas a cambio de una propina- algunos de los cuales amplían la oferta de servicios para convertirse en los llamados sanky-pankies, “adolescentes menores de edad que son víctimas de la explotación sexual comercial de mujeres turistas y ocasionalmente de hombres homosexuales y bisexuales extranjeros a cambio de dinero o regalos” [69]. Se empieza a dar un tipo de relación aparentemente marital entre jóvenes locales y extranjeros muy mayores que se instalan como residentes y que previamente han pagado a las familias de bajos recursos por la entrega de sus hijos para compañía, que eventualmente incluye servicios sexuales.
Se señala, entre turistas o extranjeros residentes, la existencia de precursores encargados de detectar a personas menores dispuestas a vender servicios sexuales para luego transmitir esa información boca a boca a otros extranjeros que llegan a las playas o poblados preguntando por esas personas específicamente. A pesar de estas redes informales, se reporta también la existencia de protectores [70] o maipolos [71] que inducen a los menores al comercio sexual. En algunas playas, quienes controlan las sillas para los bañistas son simultáneamente intermediarios.
Al parecer un factor que ha contribuido al auge del comercio sexual ha sido la expectativa de que el vínculo con extranjeros puede ser útil a la hora de querer emigrar del país. Este elemento habría sido importante en los setenta y los ochenta.
3.3 – Prostitución juvenil en Nicaragua
Es desafortunado no poder contar con información de alguno de los países que más peso relativo tienen en el comercio sexual español para analizar los factores que, a nivel individual, ayudan a explicar por qué unas personas venden servicios sexuales y otras no. También es desafortunado que del país para el cual se dispone esta información, Nicaragua, no salgan importantes flujos migratorios hacia España. A pesar de esto, vale la pena analizar los datos de una encuesta, realizada en varios municipios nicaragüenses en el año 2004 entre 2950 jóvenes entre 13 y 19 años, que permite contrastar varias de las hipótesis más comunes sobre los determinantes de la prostitución. Aunque el objetivo general de esta encuesta no era analizar la venta de servicios sexuales sino el tema de las pandillas juveniles [72], una de las preguntas –de un formulario de auto reporte de conductas respondido de forma anónima por los jóvenes- hace referencia a la venta de servicios sexuales [73]. La utilidad para este ensayo radica en que permite, mediante procedimientos estadísticos, y dentro de una gama relativamente amplia de indicadores sobre antecedentes familiares, escolaridad, relaciones de vecindario, situación económica, consumo de sustancias, victimización, identificar aquellos factores que ayudan a discriminar a los jóvenes que reportan haber vendido servicios sexuales de lso que no lo han hecho.
Los ejercicios realizados tienen carácter exploratorio y se realizaron de manera inductiva. Sencillamente se buscó cuales eran las variables, dentro del conjunto definido en la encuesta, que ayudaban a diferenciar a los jóvenes que reportaron venta de servicios sexuales de los demás. Con los resultados que se presentan a continuación no se pretende postular leyes universales sobre determinantes de la prostitución adolescente, válidos en cualquier lugar y en cualquier época. Todas las asociaciones encontradas, aunque estadísticamente significativas para Nicaragua, se plantean como simples hipótesis para refinar y contrastar en otros contextos. Sí se puede con la encuesta, por el contrario, rechazar algunas hipótesis y desafiar supuestas leyes universalmente aplicables que será necesario reformular y, también, contrastar con nueva evidencia. Para refinar el diagnóstico, el análisis multivariado que se realiza permite tener una idea más precisa sobre las posibles cadenas de causalidad que conducen a la venta de servicios sexuales por parte de los jóvenes.
Antes de presentar los resultados de la encuesta, vale la pena un par de breves comentarios sobre la situación general de la prostitución en Nicaragua. Se trata de uno de los países más pobres de Latinoamérica, que por varios años estuvo envuelto en un conflicto civil. Aunque localmente hay una preocupación particular por la violencia sexual, la información disponible no muestra para dicho país una incidencia anormal de este tipo de ataques. No parece haber grandes desequilibrios regionales en la relación de géneros. En particular, existen menos centros de maquilas –concentraciones industriales orientadas a la exportación en las que por lo general el empleo está muy segregado por géneros- que en Guatemala, Honduras o El Salvador. La información periodística local sugiere que un factor importante de demanda por servicios sexuales lo constituye la situación de lugar de tránsito. La falta de representación de Nicaragua en el conjunto de prostitutas latinoamericanas en España se puede explicar, sobre todo, por la respectiva escasez de inmigrantes de dicho país, y en general de Centroamérica, que caen bajo el área de influencia de los Estados Unidos. Los flujos migratorios recientes más relevantes desde Nicaragua son hacia la vecina Costa Rica.
3.3.1 - Muy pocos pobres, y no sólo las pobres, de un país pobre se prostituyen
Uno de los aspectos más interesantes del análisis de la encuesta es que muestra con claridad que la relación entre las condiciones sociales y económicas, o las relaciones de poder entre los géneros, y la incidencia de la prostitución son menos directas y bastante más complejas de lo que con frecuencia se da por descontado.
Al respecto, se debe señalar que entre los jóvenes nicaragüenses encuestados es bastante similar la proporción de hombres, entre los sexualmente iniciados, que reportan haberse prostituido alguna vez (7.3%) que la respectiva proporción de mujeres (7.0%). Por otro lado, el perfil por edades de la prostitución alguna vez versus durante el último año sugiere, sobre todo para las mujeres, cierta continuidad en el ejercicio de la prostitución una vez se ha realizado tal tipo de intercambio. En otros términos, y extrapolando, el comercio sexual juvenil aparece como una condición que conduce a la prostitución adulta.
La relación entre el nivel de ingreso familiar y la incidencia de prostitución juvenil está lejos de poder considerarse una algo monótono e inverso, como se postula con frecuencia. Además, en Nicaragua, esta asociación difiere entre mujeres y hombres. Para las primeras, la menor incidencia de prostitución se observa en el quintil más bajo de los ingresos familiares, la mayor en el segundo y en los tres quintiles superiores es bastante uniforme. Para los hombres lo que se observa es una relación menos sensible al ingreso, con un leve pico en el tercer quintil y una incidencia muy similar en el quintil más bajo y el superior.
Resumiendo, la información de esta encuesta sugiere tres puntos. Uno, que en un país extremadamente pobre como Nicaragua, una alta proporción de las mujeres jóvenes, aún dentro del segmento más pobre de la población, no recurre a la venta de servicios sexuales. Dos, que dentro del segmento más desfavorecido es mayor la incidencia de prostitución adolescente masculina que femenina. Tres, que las diferencias en el nivel económico de los hogares contribuyen muy poco a la explicación de la prostitución entre los jóvenes nicaragüenses.
3.3.2 – Cuatro elementos recurrentes
Con un efecto bastante más significativo sobre la prostitución adolescente que el de la situación económica del hogar aparecen para Nicaragua las versiones locales de cuatro elementos recurrentemente mencionados en la literatura como factores que afectan la decisión de vender servicios sexuales. El primero es el de la falta de educación, medida en este caso por el abandono escolar. El segundo es lo que se puede denominar la rebeldía precoz, entendida aquí como el haberse escapado de la casa, por lo menos por una noche y sin consentimiento de los padres, antes de los trece años. El tercero, haber sido forzado alguna vez a tener relaciones sexuales [74] y el cuarto mantener un relación cercana con un hombre violento, en este caso un joven pandillero.
Para las mujeres jóvenes, mientras la proporción que ha vendido servicios sexuales entre las denominadas rebeldes precoces es casi del 37%, entre quienes nunca se fueron de casa el porcentaje apenas supera el 4% [75]. El haber sufrido la experiencia de una violación se asocia, para las mujeres, con un incremento de más de 12 puntos en el reporte de venta de sexo [76]. Entre las adolescentes que reportan tener un amigo perteneciente a una pandilla juvenil la incidencia de prostitución es del 10.7%, mientras que para quienes no cuentan con un amigo pandillero la fracción no llega al 2% [77]. Por último, aunque la diferencia de reporte de venta de servicios sexuales entre las jóvenes que han abandonado la escuela (8.2%) y el resto (5.5%) no parece muy significativa, con el paso del tiempo el abandono escolar si pasa factura, y lo hace de manera más clara con las mujeres que con los hombres. Entre las jóvenes que llevan más de 10 años por fuera del sistema escolar la incidencia de prostitución ya alcanza el 25%. Más adelante se analiza en detalle esta asociación.
Es difícil saber con precisión cómo se da la relación entre la prostitución adolescente y los pandilleros -si los segundos inducen a los jóvenes a vender sus servicios sexuales o si se recurre a los pandilleros una vez el joven se ve envuelto en ese tráfico- pero se observa que la relación es bastante estrecha, y para las mujeres. Los datos de Nicaragua muestran que el ejercicio de prostitución adolescente femenina independiente -sin ningún tipo de vínculo con el mundo de los pandilleros- es bastante reducido. En efecto, más del 88% de las jóvenes que reportan haber vendido servicios sexuales manifiestan, simultáneamente, tener un contacto cercano con las pandillas. Es difícil no percibir acá una manifestación de la antiquísima relación de las prostitutas con sus rufianes o chulos.
Del análisis del efecto simultáneo [78] de los factores que ayudan a discriminar a los jóvenes que han ejercido la prostitución en Nicaragua se desprenden varios comentarios.
En primer lugar, es posible identificar un número mayor de variables con un efecto estadísticamente significativo sobre el reporte de venta de servicios sexuales por parte las mujeres que de los hombres. O sea que se explican mejor las diferencias en la probabilidad de prostituirse entre ellas que entre ellos [79]. En ambos casos un alto porcentaje de las diferencias individuales frente al comercio sexual permanece inexplicado. En términos más familiares, la prostitución adolescente en Nicaragua es bastante impredecible y difícil de explicar sistemáticamente, y la masculina lo es mucho más que la femenina.
Se encuentra que el impacto de una violación sobre la decisión de vender servicios sexuales es similar entre géneros, multiplicando por un poco más de cuatro la probabilidad de prostituirse alguna vez. También es similar entre mujeres y hombres el efecto de la variable que mejor capta los antecedentes socio económicos de la familia, el abandono escolar. Cada año por fuera del sistema educativo incrementa en 17% para las mujeres y en 11% para los hombres la probabilidad de tener relaciones sexuales a cambio de recibir dinero.
Lo que se ha denominado la rebeldía precoz en los adolescentes –el haberse escapado de la casa antes de los trece años- sí tiene un efecto diferencial sobre la probabilidad de prostitución adolescente, siendo más importante para la femenina, que se multiplica por un factor cercano a siete para la venta de sexo alguna vez y superior a doce para la prostitución repetida –más de dos veces el último año-. La mayor diferencia por géneros se observa para los vínculos de amistad con pandilleros que, siendo irrelevantes en la prostitución adolescente masculina, parecen estrechamente asociados con la venta de servicios sexuales por parte de las mujeres jóvenes.
Por último, para ellas se observa una mayor continuidad en el ejercicio de la prostitución pues es menor la proporción de quienes venden servicios sexuales alguna vez y luego abandonan esa práctica (18% versus 40% en los hombres) [80].
La variable crítica en la explicación de la prostitución juvenil femenina, el abandono temprano del hogar, aparece estrechamente asociada tanto con la violencia sexual como, a través del embarazo prematuro, con la desvinculación del sistema educativo. Es bastante difícil, en lo que aparece como una compleja maraña de eventos simultáneos y efectos cruzados, definir el sentido de las causalidades que conducen a una mayor probabilidad de vender servicios sexuales. A pesar de lo anterior, es conveniente tratar de elaborar unos esquemas explicativos compatibles con los datos.
Antes de analizar en mayor detalle estos vínculos conviene señalar que estos cuatro elementos que, de manera totalmente inductiva, se lograron identificar como factores explicativos de la prostitución adolescente femenina en Nicaragua, corresponden bastante bien con la situación típica que, en varios lugares y en varias épocas, ha sido señalada en la literatura como conducente a la prostitución femenina [81]. Vale la pena también reiterar que los ejercicios para Nicaragua muestran que el poder explicativo de estas variables sigue siendo globalmente reducido. En esencia, la respuesta a la pregunta sobre por qué algunos jóvenes deciden vender servicios sexuales y otros no sigue teniendo una alta dosis de misterio.
3.3.3 – Falta de educación y de trabajo
Uno de los pocos factores relacionados con la precariedad económica que, en Nicaragua, muestra alguna capacidad para discriminar a los jóvenes que recurren a la prostitución es el de la desvinculación del sistema educativo [82]. Esta asociación entre la falta de instrucción y el ejercicio de la prostitución es uno de los temas más recurrentes en la literatura de distintos lugares y en diferentes épocas [83], y por lo tanto vale analizar en mayor detalle la mecánica de este vínculo para Nicaragua.
De manera bastante nítida, la incidencia de prostitución aumenta con el tiempo que transcurre desde el momento del abandono escolar. Para la mujeres, mientras el porcentaje que ha vendido servicios sexuales sin abandonar la escuela es del 6%, entre quienes llevan más de 10 años sin escolarización tal proporción alcanza el 25%. Para los hombres, aunque de manera menos marcada, también se observa este vínculo positivo entre el número de años sin asistir a la escuela y la incidencia de prostitución.
Así, el abandono escolar resulta, al cabo de los años, bastante más traumático para ellas que para ellos, por varias razones. La primera es que el mercado laboral Nicaragüense es más cerrado para las mujeres con escasa educación que para los hombres en similar situación [84]. Mientras que entre los hombres que abandonan la escuela la proporción de los que cuentan con un empleo fijo es del 28.3%, para las mujeres por fuera del sistema educativo tal proporción apenas supera el 16%. La segunda es que la situación económica del hogar [85] sí tiene un efecto amortiguador del abandono, puesto que a medida que aumenta el ingreso familiar se hace más probable que los jóvenes desescolarizados encuentren un empleo. Lamentablemente, este efecto presenta marcadas diferencias por género, siendo menos eficaz para las mujeres.
Por otra parte, en las mujeres el abandono escolar aparece bastante asociado con el embarazo adolescente, y con la maternidad. Algo que no ocurre ellos. Más de la mitad (54%) de las jóvenes desvinculadas del sistema educativo reporta tener hijos, mientras que entre los hombres que han abandonado la escuela tal porcentaje apenas supera el 10% [86].
Así, a la fragilidad económica que con frecuencia se plantea es lo que empuja a ciertas adolescentes a vender servicios sexuales habría que agregarle al menos dos componentes adicionales: el abandono escolar y la maternidad prematura [87]. El tema del embarazo adolescente, también es recurrente en la literatura sobre prostitución y vale la pena analizarlo en detalle.
3.3.4 – Escaparse de la casa: rebeldía, sexo y embarazo precoces
La variable con mayor poder explicativo sobre la prostitución adolescente, en particular la femenina, es el haberse escapado de la casa antes de los trece años. Las visiones materialistas del mundo verían en este gesto una simple manifestación adicional de la pobreza: los jóvenes huirían de la casa para buscar, en la calle, una situación económica más favorable. Los datos de la encuesta no sólo desmienten esta burda caricatura [88] sino que muestran varios factores que ayudan a explicar esta conducta.
Entre los jóvenes nicaragüenses, y en forma independiente del género, el abuso sexual es algo que tiende a expulsarlos fuera del hogar. El hecho de que un joven, hombre o mujer, haya sido forzado a tener relaciones sexuales antes de los trece años multiplica por cerca de seis la probabilidad de irse prematuramente de su casa [89]. Sin embargo, este no es el único factor que empuja a los jóvenes hacia la calle. El género también incide sobre la probabilidad de este evento, siendo mayor para los hombres, así como la actividad sexual prematura –antes de los 13 años- no necesariamente forzada. A su vez, para las mujeres, la entrada temprana a la vida sexual depende de la estructura de la familia, y en particular de no vivir con el padre biológico, circunstancia que multiplica por un poco más de dos tal probabilidad; este tipo de efecto, que no se observa para los hombres, es bastante claro en los datos. Entre las adolescentes que viven con su padre es menor la proporción que, en el momento de la encuesta, no había tenido nunca una relación sexual (15.6% contra 25.2%) y, para todos los rangos entre 13 y 19 años, es mayor la fracción que reporta haberse iniciado sexualmente a esa edad. Así, en todas las edades, es mayor la proporción de jóvenes sexualmente activas entre quienes no viven con su padre biológico.
Las diferencias en el momento del despertar sexual de las jóvenes puede tener que ver con la aceleración que, en las mujeres, produce el estrés sobre la edad de llegada de la pubertad. Dos posibles fuentes de tensión, adicionales a la de la mayor urbanización, o los conflictos cotidianos, son las relacionadas con una experiencia de abuso sexual y/o con el distanciamiento del padre biológico [90]. La presencia masculina sin vínculos biológicos en el hogar puede, además, incrementar la probabilidad de abuso sexual en las adolescentes, potenciando aún más las situaciones de estrés [91]. Por otra parte, la aceleración de la pubertad se ha asociado con una actividad sexual más precoz, más arriesgada, oportunista e inestable [92].
Así, el despertar sexual temprano, incluso cuando no se reporta como algo forzado, está asociado con el abandono del hogar, sobre todo para las mujeres. Este elemento refuerza la actividad sexual posterior, que recibe un impulso definitivo con el abandono de la casa, sobre todo en las mujeres [93]. Por esta vía, se incrementa el riesgo de embarazo juvenil, cuya probabilidad, entre las mujeres que se han ido de la casa, se multiplica por más de 2.5. A su vez, el embarazo precoz muestra tener un efecto devastador sobre la posibilidad de que una joven continúe vinculada al sistema educativo: si entre las adolescentes del total de la muestra la tasa de abandono escolar es del 23% entre las que han tenido por lo menos un embarazo tal cifra alcanza el 91%. El escenario de la joven que reporta simultáneamente abuso sexual durante la infancia y la escapada del hogar aparece particularmente riesgoso como sendero hacia la prostitución [94]. El abandono escolar que, por ejemplo a raíz de un embarazo prematuro, puede seguir, constituye una especie de puntillazo final hacia la prostitución [95].
El escaparse del hogar, por último, no sólo depende de los factores que empujan desde la casa sino también de los que atraen, desde la calle. En particular, en lugares como Nicaragua, en dónde es precaria la noción tradicional que la autoridad efectiva en la calle es un asunto estatal, la fuerza de atracción que ejerce la calle sobre los jóvenes depende de quienes gobiernan efectivamente en el barrio, algo que a veces logran las pandillas juveniles. Así, no sorprende encontrar que la rebeldía juvenil se vea estimulada por los poderes sustitutos paraestatales que operan en el barrio. El efecto depende no sólo de la presencia de pandillas en el vecindario sino, además, de la calificación, asignada por los mismos jóvenes, al poder real y efectivo de las pandillas para gobernar la vida del barrio en el que viven [96]. Este elemento, que parecería insólito en sociedades desarrolladas, puede ayudar a explicar la cercanía de la prostitución adolescente femenina con las pandillas.
3.3.5 – La asociación con los violentos
El vínculo que se observa entre la prostitución adolescente y las pandillas juveniles en Nicaragua se puede interpretar de varias maneras. En primer lugar, el comercio sexual muestra tener un impacto considerable sobre la vulnerabilidad de los jóvenes a los ataques criminales. La probabilidad de sufrir agresiones físicas, de ser amenazado con un arma e incluso de ser víctima de un robo en la calle es sustancialmente mayor para los jóvenes que reportan haber recibido dinero a cambio de tener relaciones sexuales que para el resto. La diferencia es particularmente notoria para las mujeres, entre quienes la venta de servicios sexuales multiplica por cerca de cinco los chances de una agresión o amenaza y por dos los de robo. La mayor tendencia a ser víctima se extiende al ámbito de las relaciones privadas: la probabilidad de que una joven que se ha prostituido sea golpeada por su novio es más de doce veces superior a la de las demás adolescentes.
Esta mayor vulnerabilidad puede implicar la conveniencia de contar con protectores privados, como las pandillas juveniles. Esta sería una vía de contacto de las jóvenes que venden servicios sexuales con las pandillas.
Por otra parte, el comercio sexual en los adolescentes en Nicaragua está asociado con un mayor consumo de sustancias tales como tabaco, alcohol, marihuana, cocaína, heroína y con inhalar pegante. De nuevo, las diferencias son mayores para las mujeres que para los hombres. Así, una segunda manera para dar cuenta del acercamiento a las pandillas sería la de facilitar el acceso a las drogas.
Entre los jóvenes nicaragüenses, tanto aquellos que han sido víctimas de algún ataque criminal –agresión física, amenaza con arma, robo o violación- como los que consumen droga aparecen como mayores demandantes de servicios de protección, puesto que reportan con mayor frecuencia el haber pagado “impuestos o contribuciones” a las pandillas. Estos tributos paraestatales también dependen del grado de poder de las pandillas sobre el barrio. Así, tanto la situación individual del joven en términos de victimización o consumo de droga como lo que se puede denominar el real politik en el barrio determinan los tributos que pagan los jóvenes, presumiblemente para obtener protección por parte de estos gobiernos informales y paralelos. Así mientras, en promedio, un 18% de quienes han sido víctimas de ataques criminales y un 25% de quienes consumen droga reportan haber pagado contribuciones o impuestos a una pandilla, las respectivas cifras para los jóvenes que no están en tales situaciones son del 5% y del 10%. Además, la proporción de contribuyentes es mayor en los barrios en dónde las pandillas tienen un mayor poder de control efectivo sobre el barrio.
En este contexto, no deja de llamar la atención que el porcentaje más alto de pago de impuestos a las pandillas se observe, precisamente, para las mujeres que han vendido servicios sexuales, que lo reportan en más del 50%.
Así, es razonable plantear que, más allá del hecho de haber sido víctimas de algún ataque, o de consumir drogas, el ejercicio de la prostitución implicaría, per-se, la necesidad de pagar impuestos a las pandillas, presumiblemente como contraprestación por los servicios de protección. De hecho, la proporción de contribuyentes entre las jóvenes prostitutas es más del doble de la que se observa, en los barrios con mayor poder de las pandillas, para las víctimas, o para los consumidores habituales de droga.
El último vínculo de la prostitución adolescente con las pandillas juveniles, y en general con el bajo mundo, se observa a través de la asociación que muestran los datos entre la venta de servicios sexuales con el reporte de distintos tipos de infracciones por parte de los jóvenes. Para todas las categorías de conductas problemáticas consideradas en la encuesta –robos, vandalismo, venta de droga, manejo de armas, amenazar o agredir, participación en riñas, delitos graves [97]- el reporte de haber incurrido alguna vez en tales comportamientos es significativamente mayor entre los jóvenes que han vendido servicios sexuales. Para las mujeres adolescentes la prostitución está más asociada con el reporte de infracciones que para los hombres.
Los datos de Nicaragua corroboran la idea, recurrente en la literatura, de que la prostitución puede ser una actividad particularmente propicia para el ejercicio de la violencia contra la mujer. En primer lugar, entre las jóvenes que han vendido servicios sexuales, la incidencia de violaciones -tanto alguna vez en la vida (53%) como durante el último año (35%)- es varias veces superior a la del resto de jóvenes (20% y 9%) [98]. Además de los ataques sexuales, que pueden ser ejercidos por los clientes, se observa una mayor incidencia ejercida por las parejas: una proporción importante de las adolescentes que han vendido servicios sexuales reporta haber sido golpeada por su novio alguna vez (65%) o en el último año (59%), contra 16% y 13% en las demás jóvenes.
Con relación a la tradicional explicación de las organizaciones transnacionales de tráfico de mujeres como determinantes de la prostitución lo que sugieren estos resultados de Nicaragua es que los hombres violentos que contribuyen a la prostitución de las jóvenes no siempre son mafias transnacionales, pueden ser poco organizados y a veces están ahí, muy cerca, en el barrio, y las jóvenes los incluyen dentro de la categoría de amigos.
4 – ¿SE DEBE HACER ALGO? ¿QUÉ SE PUEDE HACER?
La politización del debate sobre la prostitución ha llegado a niveles altos de politización, no siempre con el suficiente respaldo en la evidencia. A la noción del mal menor, o del “nada se puede hacer”, con que tradicionalmente se ha respondido a los impulsos abolicionistas se ha sumado una corriente de laissez faire. En esta sección se ofrecen argumentos a favor de la idea que no sólo se debe hacer algo para prevenir la prostitución [99] sino que se pueden adoptar políticas y medidas para avanzar en esa dirección. En varias instancias se hace énfasis en la conveniencia de refinar y sofisticar el diagnóstico. Es indispensable reconocer que para ciertos aspectos la capacidad de acción pública es limitada.
4.1 – Prostitución y desequilibrio demográfico
Ninguna política frente a la prostitución puede ignorar la característica más saliente del escenario actual en España: el desequilibrio por géneros entre los inmigrantes latinoamericanos. La prostitución esté inserta en la inmigración. Tratar de filtrar un segmento, que no es ilegal, parece problemático. Se puede incurrir en discriminaciones poco deseables contra ciertos sectores [100] y es previsible la ineficacia de tales medidas.
A pesar de la observación anterior, conviene insistir en que los desequilibrios por géneros en la población inmigrante presentan riesgos y no sólo desde el punto de vista de la venta de servicios sexuales. Sin profundizar demasiado en el cómo se lograría equilibrar el exceso de mujeres en la inmigración de Latinoamérica vale la pena tratar de entender por qué se está dando ese fenómeno.
La explicación más común para los flujos migratorios, la diferencia en las condiciones económicas entre el país que expulsa y el que acoge, no es útil para explicar por qué, como ocurre en la actualidad entre España y América Latina, estos flujos son mayoritariamente femeninos. Un trabajo reciente [101] da algunas luces al respecto, y sugiere que las mujeres no sólo migran hacia la metrópoli a buscar trabajo sino que también lo hacen en busca de matrimonio [102]. Es razonable plantear que esta motivación, la de encontrar una pareja, es tanto o más fuerte entre las prostitutas que entre las demás inmigrantes. Por varias razones. Uno, como muestran los datos de Nicaragua y múltiples testimonios, las mujeres que venden servicios sexuales revelan, desde temprano en sus vidas, poca inclinación por los estudios y el mundo laboral. Dos, por el contrario, y también desde la adolescencia, una alta proporción de ellas ha demostrado alta vocación por la maternidad. Sobre este punto también es amplia la evidencia tanto estadística como testimonial. Tres, quienes venden servicios sexuales cuentan con activos que son favorables en el mercado del matrimonio, juventud y belleza [103]. Cuatro, diversos testimonios sobre los patrones de consumo –conspicuo y con tendencias al despilfarro [104]- una precaria capacidad de ahorro para ingresos relativamente altos [105], sumados a la recurrente manifestación de ejercer con grandes sacrificios un oficio desagradable no corroboran la visión puramente laboral de la actividad. Cinco, es diciente que, en distintas épocas, tanto la legislación, como la reglamentación interna de los burdeles se haya preocupado por esta disyuntiva entre prostitución y matrimonio bien sea prohibiendo el flirteo con los clientes [106], bien sea tomando el segundo como una señal de salida definitiva del oficio [107]. Por último, y no menos importante, el buen matrimonio, con un hombre que ofrezca seguridad financiera, aparece recurrentemente en los testimonios como el final deseado, soñado [108], de la prostitución, o como el único evento capaz de interrumpir su ejercicio [109].
Así, como parte del ya aceptado objetivo de una inmigración ordenada y regulada parecería conveniente agregar el propósito de que sea sexualmente balanceada. Una política de cuotas por géneros por países parece menos adecuada que una de favorecer la inmigración de parejas ya establecidas. Sería útil analizar a fondo por qué este desequilibrio es común entre los inmigrantes de ciertos lugares e imperceptible en otros.
4.2 – Prostitución y seguridad interior
La naturaleza misma de la prostitución latinoamericana en España, bajo un escenario con superávit femenino, sugiere, por distintas razones, un impacto leve sobre la seguridad interior. El argumento es simple: al estar dados, exógenamente, los estímulos para la inmigración femenina, sobran los traficantes y, además, la competencia por el recurso escaso es menos violenta. Sobran entonces los rufianes que, tradicionalmente, han sido el principal elemento generador de violencia y delincuencia alrededor de la prostitución [110].
En este punto vale la pena analizar con algún detalle la gran paradoja de la prostitución colombiana y es la situación, verdaderamente insólita bajo el prisma de las mafias de traficantes, que Colombia, un importante semillero de organizaciones criminales, y uno de los principales contribuyentes a la prostitución latinoamericana en Europa sea, simultáneamente, el lugar que parece más prolífico para la prostitución ejercida de manera independiente, sin la tutela de rufianes o proxenetas. Conviene abordar tres temas. El primero es el de la relación entre prostitución y crimen organizado en Colombia, el segundo es el de los vínculos entre la prostitución y el tráfico de drogas y el tercero es el de las trabajadoras -o microempresarias- sexuales colombianas.
4.2.1 – Prostitución y crimen organizado en Colombia
Un aspecto que llama la atención sobre el tráfico de mujeres de Latinoamérica hacia Europa es la escasez de testimonios, o cualquier tipo de evidencia -como denuncias, o procesos judiciales- en los países de origen [111]. La precariedad de la información sobre las mafias que trafican con mujeres no es accidental. En Colombia, aunque parezca extraño, las diversas organizaciones criminales que operan allí se han mostrado siempre reticentes al tráfico sexual. Las guerrillas, por ejemplo, especializadas en captar y mantener rehenes cautivos, excelentes candidatos para apostarle al lucrativo negocio del tráfico de mujeres, han sido particularmente sensibles al problema del abuso sexual tanto dentro de sus filas como con las personas que mantienen cautivas [112]. Una razón es que la tecnología requerida para el secuestro como actividad organizada es peculiar [113] y la vigilancia de una persona privada de su libertad no es algo que una organización pueda lograr con facilidad si no existen, socialmente, instituciones de apoyo para ese tipo de práctica. La cuestión es aún más delicada de manejar si se trata de mujeres jóvenes y atractivas, retenidas con fines de explotación sexual. Por esa razón, entre otras, mantener mujeres cautivas es algo que normalmente no hacen los grupos que, con algún grado de organización, actúan al margen de la ley. Como acertadamente anota un reconocido experto en organizaciones armadas “no hay nada que socave más la solidaridad de grupo que la rivalidad sexual” [114].
La experiencia colombiana avala esta observación. Tanto los grupos de narcotraficantes, como sus antecesores los esmeralderos, como sus sucesores los paramilitares -todos al parecer con un apetito sexual proporcional a su poder- se han mantenido al margen del rapto de mujeres para explotación sexual limitándose al papel de pródigos clientes de la prostitución [115].
4.2.2 – Comercio sexual y droga en Europa
En una detallada descripción de las redes de tráfico de cocaína en Holanda, Zaitch (2002) destaca la debilidad de los vínculos entre el comercio sexual y la distribución de drogas colombianas en ese país. Fuera de ciertos contactos sociales, pues las prostitutas colombianas y los traquetos [116] frecuentan los mismos bares o restaurantes, o de servicios de compañía ocasionalmente demandados por los segundos, o del hecho que algunas mujeres que llegaron como mulas se volcaron hacia la venta de sexo, o que otras colaboran con el blanqueo de dinero, las relaciones entre las dos actividades son distantes. Por varias razones. Uno, la importación y distribución de cocaína es ilegal, y se persigue. Quienes ejercen la prostitución no siempre muestran disposición a tomar mayores riesgos. Dos, las aptitudes que se requieren para una y otra actividad son distintas: la reputación de violencia necesaria en la distribución de droga no es consistente con los requisitos físicos requeridos para la venta de sexo. Tres, los traficantes de cocaína consideran que las prostitutas son demasiado vulnerables en los aeropuertos y fronteras: no sólo son demasiado visibles sino que, con mayor frecuencia, son sujetas a controles, o interrogadas, o deportadas. Las consideran poco fiables e indiscretas. Incluso para tareas menores, como el transporte de dinero, presentan inconvenientes pues anuncian demasiado sus viajes -hacen con frecuencia fiestas de despedida- y por lo tanto son presas fáciles para los robos. Cuatro, el bajo nivel de consumo de droga por parte de las prostitutas colombianas corrobora la idea de que están alejadas de la venta al por menor. Por último, está el hecho de que en Holanda no existen mafias que controlen diversos mercados ilegales. Así, los traficantes colombianos tienen que establecer múltiples contactos para las distintas etapas del negocio, que rara vez coinciden con los de soporte a la venta de servicios sexuales [117].
Se puede pensar que estos elementos que han llevado a la separación del comercio sexual por colombianas y la distribución de drogas en Holanda también tienen vigencia en España.
4.2.3 – Empresarias sexuales colombianas
Otro aspecto en la observación hecha por Zaitch (2002) del comercio sexual en Holanda es el de la relativa independencia laboral de las prostitutas colombianas, que en su mayor parte ejercen el oficio sin depender de rufianes o proxenetas. La principal razón es que no surge el círculo vicioso que lleva de (1) las mafias de traficantes a (2) el control de las mujeres por parte de los grupos locales a (3) la incursión en otras actividades delictivas y, por ende, a (4) la necesidad de contar con protectores para ejercer el oficio.
Sobre este punto existe también alguna evidencia para España. Varios testimonios de prostitutas colombianas recogidos por Solana (2003) hacen énfasis en la independencia con la que ejercen su oficio [118], incluso cuando han llegado a la península a través de redes [119].
4.2.4 – “Ya no son antros” [120]
Sin evidencia sólida de tráfico de mujeres desde Latinoamérica sino, por el contrario, múltiples testimonios de ingreso voluntario, y con el aparente desinterés de las mafias ya establecidas -las de las drogas- por involucrarse en el comercio sexual, no sorprende que, a diferencia de las épocas de la picaresca española, la prostitución se esté desarrollando en España de manera pacífica, empresarial y moderna, casi como una extensión de la industria turística [121] .
Repetidos testimonios avalan la paradoja de la prostitución colombiana, tal vez el más interesante desafío a las explicaciones basadas en el tráfico de mestizas, la versión moderna y globalizada de la trata de blancas. Es revelador que uno de los países con mayor oferta de organizaciones criminales en el mundo y con larga tradición en el comercio sexual exporte a España la versión más nítida de la trabajadora sexual, independiente y, ejerciendo su oficio no en la calle sino en plazas, locales, clubes, hipermercados del sexo o pisos, con su integridad física debida y legalmente defendida, con pocas ataduras con rufianes o proxenetas, y alejada incluso de la pequeña delincuencia.
Aparentemente [122], el vínculo de la prostitución latinoamericana con la seguridad interior en España parecería girar alrededor de asuntos como los controles administrativos a la inmigración ilegal [123] o el registro de huéspedes en hoteles y hostales. Al respecto, una recomendación que parece pertinente, y que no requiere demasiada elaboración, es la de avanzar en la dirección de que tales controles, así como los eventuales servicios de vigilancia policiva en las zonas dónde se ejerce la prostitución, caiga bajo la responsabilidad de miembros femeninos de los organismos policivos.
4.3 – Refinar el diagnóstico
Tal vez la característica más lamentable del debate actual –consecuencia directa de su alto nivel de politización- es la falta de información confiable y el manejo poco riguroso de la escasa evidencia disponible. En esa dimensión, casi se añora la época del reglamentarismo cuando, por lo menos, y a pesar de la fuerte influencia de los prejuicios morales y la ideología, se discutía sobre bases más sólidas. En forma opuesta a los minuciosos análisis y diagnósticos que se realizaron en el siglo XIX [124] la discusión contemporánea parece completamente inmersa en las consideraciones normativas.
En los círculos abolicionistas, el rigor y el análisis sistemático de los datos parecen haber perdido relevancia para dar paso a simples opiniones sin respaldo, a afirmaciones incorrectas [125] o a francas manipulaciones de la evidencia [126]. Aunque los esfuerzos, trabajos y documentos de denuncia sobre el tráfico han tenido el gran valor de poner el tema en la agenda del debate, las aproximaciones tremendistas deben dar paso a las explicaciones más rigurosas y sistemáticas.
En el ámbito del laissez faire, a su vez, se ignora el impacto de ciertos asuntos que son claves a la hora de evaluar los costos de la prostitución, tales como las enigmáticas relaciones de algunas mujeres con sus rufianes o el tema de los, literalmente, hijos de puta, un colectivo que no deja de ser en extremo vulnerable.
En ambos lados del debate, fuera de la denuncia genérica sobre el tráfico de mujeres, se resta importancia a los determinantes, o a la aceptación social, del fenómeno en los lugares de origen. Desde una perspectiva preventiva este es un punto importante pues, como sugiere alguna información dispersa, la venta de servicios sexuales en Europa es frecuentemente la continuación de una actividad ya iniciada antes de emigrar.
4.3.1 – Traficantes y rufianes
Es recurrente, como lo ha sido en varias épocas, la observación de la falta de denuncias o la escasa colaboración con las autoridades judiciales a la hora de perseguir a los proxenetas e intermediarios del negocio [127]. Si la cuestión de las redes de apoyo a la prostitución fuera tan simple como algo únicamente basado en la fuerza o el engaño, no sería fácil explicar el que miles de mujeres, sometidas o burladas, ejerciendo el oficio en sociedades en dónde el secuestro o las amenazas ya constituyen tipos penales severamente castigados, y en dónde operan sistemas judiciales relativamente eficaces, no pongan denuncias para montar procesos contra quienes las explotan y se lucran del negocio.
El afán por considerar a la prostituta como, necesariamente, una víctima de unas misteriosas mafias, o en el otro extremo, como una trabajadora más, ha simplificado a tal extremo el rol de los intermediarios que se ha vuelto trivial el debate, y se ha hecho opaco el diagnóstico de las complejísimas relaciones que han mantenido una buena proporción de estas mujeres, en muchos lugares y en muchas épocas, con algunos personajes claves a su alrededor.
Un caso relativamente bien documentado de organización, estable y duradera, dedicada a la explotación sexual de mujeres es el de Zwi Migdal que operó en Buenos Aires a principios del siglo XX [128]. Fue precisamente una de sus víctimas, Raquel Liberman, quien logró armar un proceso judicial que acabó con este entramado de, aquí si, traficantes de mujeres [129]. De esta historia vale la pena destacar que el reclutamiento de las mujeres para el tráfico se basaba tanto en algo de coerción como de engaño pero, además, mucho de seducción, de promesas de matrimonio, un matiz que ha desaparecido por completo del debate.
Así, con el fantasma de las organizaciones de traficantes se ha desvanecido una de las figuras más intrigantes del comercio sexual como es la del rufián, personaje clave que por varios siglos ocupó un lugar prominente en la literatura del bajo mundo. A diferencia del mafioso, o el traficante, que no deja de ser un simple empresario, la relación de la prostituta con su rufián está lejos de poderse considerar algo meramente comercial o profesional.
Es claro, por un lado, que parte sustancial del acuerdo con el rufián consiste en el suministro, a cambio de un pago, de servicios de protección [130]. Se ha propuesto que la misma etimología de la palabra ya implica la función de proteger [131]. Para suministrar tales servicios se requiere capacidad coercitiva. Incluso en lugares pacificados, civilizados y adecuados para el ejercicio tranquilo del comercio sexual la capacidad privada de coerción continúa siendo un activo importante dentro del negocio [132].
Por mucho tiempo la literatura reconoció que la relación de la prostituta con su rufián era bastante más tortuosa, misteriosa y ambigua. Además, que tenía algo que ver con la seducción y el enamoramiento. Un caso que ilustra bien esta extraña relación de las prostitutas con quien las explota es el de Raquel Liberman, una de las llamadas polacas, que ejercía en Buenos Aires hacia 1900. Luego de trabajar diez años y ahorrar para comprar su propia liberación esta admirable mujer es seducida de nuevo por un agente de la Zwi Migdal para verse de vuelta al burdel.
Es imposible saber qué tan representativa es en la actualidad esta historia. Pero existe abundante evidencia sobre el hecho que, para muchas mujeres, un factor determinante de entrada a la prostitución ha sido un desengaño amoroso. La seducción –a veces embarazo- y el posterior abandono conducen, en muchas culturas, a la necesidad de prostituirse [133]. En ciertos casos, como el de Raquel Liberman, el explotador es el mismo seductor. Bajo cualquier esquema de análisis de la conducta humana es difícil comprender tanto el comportamiento del hombre que vive de la venta de servicios sexuales de las mujeres que seduce, así como el de la mujer que no sólo los vende sino que comparte beneficios, se siente protegida, y mantiene un vínculo afectivo con su explotador. La explicación basada en varios siglos de patriarcado es pobre para esta situación totalmente insólita, y atípica. En lo que parece haber consenso es que el primer personaje es particularmente propenso a la delincuencia [134]. Por mucho tiempo los rufianes fueron reconocidos por sus dotes para el ejercicio de la violencia. Las mancebías, al parecer, se concibieron en parte -bajo el objetivo global de controlar el orden público- como un mecanismo para retener o por lo menos encauzar el poderío militar de los rufianes [135].
Como ya se discutió, la figura del rufián no sólo es clave para que se establezcan vínculos entre la prostitución y el mundo criminal. También es más probable que surja cuando existe tráfico de mujeres y, de manera perversa, es el personaje con mayor capacidad para bloquear los esfuerzos policivos contra las mafias.
Aunque la prostitución latinoamericana en España, enmarcada en el escenario de excedente de mujeres, no está muy asociada con el tráfico ni, por lo tanto, con la delincuencia lo que, a su vez, le resta relevancia a las funciones del rufián, no parece sensato ignorar del todo esta problemática figura, ni la tormentosa y peligrosa relación que mantiene con algunas prostitutas. En últimas, podría enmarcarse como un caso peculiar de la violencia doméstica. Al respecto, como recomendación, valdría la pena simplemente mencionar la importancia de que los esfuerzos que se están haciendo en esa dimensión no marginen a las prostitutas sino que las consideren particularmente vulnerables a este tipo de ataques por parte de sus novios o rufianes.
4.4 – De la abolición al estímulo, pasando por la disuasión y la tolerancia
Dentro de la gama de actitudes hacia la prostitución, que van desde la abolición que proponen algunos hasta un práctico estímulo en el bando opuesto, ambos extremos son problemáticos. También es claro que el enfoque más adecuado para un determinado entorno puede ser totalmente desacertado en otro contexto. Sería un despropósito en una tierra de frontera adoptar el mismo esquema que en una metrópoli receptora de mujeres inmigrantes [136].
Una de las limitaciones del debate sobre políticas hacia la prostitución ha sido la pretensión de diseñar un esquema legal, y defender unos patrones de tolerancia supuestamente universales y sin tener en cuenta situaciones locales específicas. No es razonable proponer la adopción de medidas inspiradas en lo que ocurre en una sociedad desarrollada, con unas saludables finanzas públicas y una amplia cobertura de la seguridad social, y con baja incidencia de la prostitución, como puede ser Suecia, en países pobres, con enormes desequilibrios demográficos y burocracias precarias o corruptas.
Las propuestas abolicionistas presentan dos problemas básicos. Uno, la previsible ineficacia de las medidas que en principio requerirían enormes contingentes de funcionarios públicos para hacerlas cumplir, a los que previamente habría que aleccionar y convencer de la bondad y pertinencia de la prohibición [137]. Dos, la ilegalización automáticamente implicaría entregarle ese comercio a las mafias. En países en los que aún se digiere mal una costosa guerra contra las drogas no parece prudente introducir nuevas cruzadas.
Las propuestas laboristas, por su parte, se enfrentan con el problema esencial que es en extremo difícil establecer los límites entre la tolerancia, liberalización y legalización del statu quo, por un lado, y el estímulo a la expansión del negocio por el otro. Al respecto el caso de la liberal Holanda es diciente pues a pesar de todos los avances en el reconocimiento de derechos civiles y laborales de las trabajadoras sexuales, no se ha dado el paso crucial de otorgarles permisos laborales por temor a una verdadera “avalancha de prostitutas extranjeras” [138].
El argumento más sólido para considerar la expansión del negocio como algo socialmente indeseable es que un escenario previsible para esa expansión involucraría personas cada vez más jóvenes. Esa es una característica clara y persistente de la demanda por servicios sexuales [139]. Una interpretación no necesariamente patriarcal de la noción del oficio más antiguo del mundo es que se trata de una de las pocas actividades comerciales que se ejerce desde hace siglos con la misma tecnología, que no requiere ninguna preparación ni educación y que, por esa razón, compite con, y en alguna medida sabotea, el costoso proceso de formación, educación y capacitación de jóvenes que, en eso parece haber acuerdo, ha sido fundamental no sólo para el desarrollo económico y social sino para la liberación de las mujeres.
4.5 – Algunas sugerencias modestas para la prevención
Como en varios otros campos en los que se presenta el dilema prevención versus control, en el área de la prostitución resulta indispensable separar las medidas orientadas a quienes ya están iniciados o involucrados en la actividad de quienes pueden eventualmente empezar a ejercerla. En otros términos, se debe distinguir la prostitución activa de la potencial. Una falacia común es pretender que supliendo las carencias que, hace unos años, llevaron a una persona a ejercer la prostitución se logrará inducirla a dejar el oficio
Con relación a la prostitución activa resulta importante tener una idea precisa del efecto que pueda tener la legalización del statu quo sobre la expansión de la actividad, algo que, como ya se argumentó, parece socialmente indeseable. Esa evaluación no es cuestión de opiniones sino un asunto empírico [140].
Si con tales previsiones, sumadas a otro tipo de consideraciones, se llega a la decisión, necesariamente política, de disuadir –no necesariamente ilegalizar- la prostitución activa parece razonable, siguiendo el ejemplo sueco, incluir como receptores de las medidas disuasivas a los clientes que compran y no sólo a quienes venden los servicios sexuales. Por dos razones. La primera, por el sano principio de no discriminación por género. La segunda por una simple cuestión de eficacia: es más factible disuadir de una transacción a quien la hace de manera ocasional, incidental, que a quien vive de ella.
Bajo el mismo escenario de eventual disuasión, es conveniente, en forma paralela a lo que se está haciendo con el alcohol y el tabaco, abordar el problema de la publicidad a la venta de servicios sexuales en los medios escritos de comunicación [141]. Es claro que ciertas nuevas formas de prostitución dependen de manera crucial de este tipo de mercadeo de los servicios. La pregunta relevante es cual es el efecto previsible de una restricción a la publicidad sobre estas formas de prostitución: si las afectará negativamente o si simplemente las trasladará a otro tipo de locales, o a la calle.
Un aspecto recurrente en los testimonios de prostitutas es la tendencia de algunos clientes a presionar por el servicio sin preservativo, pagando una prima de irresponsabilidad [142]. Esta práctica, indeseable, se podría tratar de controlar, incluso ilegalizar, no con la pretensión ingenua de que sea factible supervisar su cumplimiento sino para suministrar a quien vende servicios sexuales un argumento adicional para no ceder ante ese tipo de pretensiones.
Con relación a las medidas preventivas orientadas hacia la prostitución potencial es apenas evidente que estas deben dirigirse hacia los jóvenes y en los países de origen. Al respecto, es poco lo que se puede agregar en este trabajo, por dos razones. Uno, como se vio, las causas de la prostitución en Latinoamérica son en extremo variadas y no es conducente sugerir medidas con pretensión de universalidad. Las recomendaciones preventivas deben estar basadas en diagnósticos locales. Dos, aún con un diagnóstico más detallado, como el de Nicaragua, las recomendaciones son a veces redundantes puesto que la superación de los factores que empujan a los jóvenes hacia la prostitución –el abandono escolar, el abuso sexual, el embarazo precoz- ya hace parte de la agenda de políticas hacia la juventud.
La única recomendación sólida, sustentada y generalizable a muchos escenarios de origen de la prostitución que puede surgir de este trabajo es la de otorgar mayor importancia al asunto de los desequilibrios demográficos por géneros, cuyo impacto sobre la prostitución –y otros problemas graves como la violencia juvenil- es mucho más pertinente que la situación de pobreza. En ese sentido, conviene reiterar la necesidad de contar con un diagnóstico adecuado pues es fácil imaginar situaciones en las que, con buenas intenciones, se puede llegar a agravar el problema de prostitución que se pretende prevenir. Si, por ejemplo, se adopta sin objeciones el dogma según el cual es la miseria y la falta de empleo lo que empuja a los jóvenes a prostituirse y, consecuentemente, se adoptan medidas fiscales para favorecer la implantación de una maquila en una región pobre Centroamericana y esa maquila, como es usual, ofrece empleo sólo a las mujeres, es factible que el impacto demográfico final sea más pernicioso sobre la prostitución adolescente que ventajosos los nuevos empleos.
BIBLIOGRAFIA
Agustín, Laura (2004). “Lo no hablado: deseos, sentimientos y la búsqueda de pasárselo bien” en Osborne (2004) pp. 181 a 191
APDHA (2003) “Una aproximación a la Prostitución y a la Industria del Sexo” . Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía. http://www.apdha.org/documentos/documen.htm
APDHA (2003ª) “De la exclusión al estigma. Mujeres inmigrantes africanas en contextos de prostitución en el Poniente Almeriense. Una aproximación”.
Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía. http://www.apdha.org/documentos/documen.htm
Arlt, Roberto (1929). Los siete locos. Buenos Aires: Editorial Losada. Capítulo “Las opiniones del Rufián Melancólico” disponible en http://www.literatura.org/Arlt/rarufian.html
Azaola, Elena (2000). Infancia Robada. Niños y niñas víctimas de explotación sexual en México. México: UNICEF-DIF
Barnhart, Jacqueline Baker (1976). "Working Women: Prostitution in San Francisco from the Gold. Rush to 1900." Ph.D. diss., University of California Santa Cruz, 1976
Bergevin, Tanya, William Bukowski and Leigh Karavasilis (2003). “Chilhood sexual abuse and pubertal timing: implications for long-term psychological adjustment” en Hayward (2003) pp. 187 a 216
Bibes, Patricia (2001) “The status of human trafficking in Latin America” . OIT disponible en http://www.ilo.org/dyn/declaris/DECLARATIONWEB.SAPFLBIBLIOGRAPHY?var_language=SP
BID-INEC (2004). “Encuesta de valores y auto reporte de comportamientos en Nicaragua”. Managua: Banco Interamericano de Desarrollo – Instituto Nacional de Estadísticas y Censos
Bustos, Alirio (1999). Le ley del Monte. Bogotá: Intermedio
Chiarotti, Susana (2002). “Trata de Mujeres: Conexiones y Desconexiones entre Género, Migración y Derechos Humanos”. Revista Inter.-Forum. http://www.revistainterforum.com/espanol/articulos/121602soc_mujeres_derechos.html
Claassen, Sandra y Fanny Polanía (1998). Tráfico de Mujeres en Colombia. Diagnóstico, análisis y propuestas. Bogotá: Fundación Esperanza
CLADEHLT (1995) “Las Niñas de la Prostitución. El Caso Brasil...” en Los Rostros de Nuestro Futuro... El Niño Trabajador En América Latina. Comisión Latinoamericana por los Derechos y Libertades de los Trabajadores. Disponible en http://cladehlt.org/ntrabajador4.htm#3
Claramunt, María Cecilia (2002). Costa Rica The commercial sexual exploitation of minors: A Rapid Assessment . Ginebra: ILO
Chris, Ryan y Michael Hall (2001). Sex tourism. Marginal people and liminalitites. London y Nueva York: Routledge
Corbin, Alain (1982). Les filles de noce. Misère sexuelle et prostitution (19e siècle). Paris: Flammarion
CSCE (1999). “The Sex trade: Trafficking of women and children in Europe and the United States”. Washington. US Government Printing Office. Comission on security and Cooperation in Europe. www.house.gov/csce
Cretin, Thierry (1997). Mafias du Monde. Organizsations criminelles transnationales. Actualité et perspectives. Paris: PUF
D’Angelo, Almachiara y Myra Pasos Marciacq (2001). “Nicaragua : Protecting Female Labour Migrants From Exploitative Working Conditions And Trafficking” GENPROM Working Paper No. 6. Series on Women and Migration
Doezema, Jo (2004). “A crecer! La infantilización de las mujeres en los debates sobre tráfico de mujeres” en Osborne (2004) pp. 151 a 163
Edlund, Lena y Evelyn Korn (2002). “A theory of Prostitution”. Journal of Political Economy, vol. 110 nº 1
Edlund, Lena (2005). “Sex and the City” . The Scandinavian Journal of Economics, Forthcoming. Disponible en http://www.columbia.edu/~le93/Research.htm
Galiana, Carmen (2000). “Trafficking in Women”. Bruselas: Parlamento Europeo. LIBE 109
García, Ana Isabel, Manuel Barahona, Carlos Castro y Enrique Gomáriz (2001). “Costa Rica: Female Labour Migrants and Trafficking In Women And Children”. GENPROM Working Paper. Ginebra: OIT
García de Fagoaga, Joaquina (2002). Putas de España (De la Ilustración a la Democracia). Ediciones Irreverentes
González, Zoila y Cinzia Innocenti (2002). “El Salvador The Commercial Sexual Exploitation of Children and Adolescents: A Rapid Assessment”. Ginebra: OIT
Guy, Donna J (1994). El sexo peligroso: La prostitución legal en Buenos Aires, 1875-1955. Buenos Aires: Editorial Sudamericana. Capítulos I y II en www.sas.ac.uk/ilas/genero_segunda2_Guy.pdf
Hayward, Chris (2003) Ed. Gender Differences at Puberty. Cambridge: Cambridge University Press
Hoyos, José Fernando (2002). “El placer de lo ajeno. Una mirada a la prostitución extranjera a comienzos del siglo XX” en Martínez y Rodríguez (2002) pp. 167 a 195
INE (2004) “Salud y hábitos sexuales. Las conductas sexuales desde la perspectiva del sida” www.ine.es/revistas/cifraine/cifine_sida0704.pdf
IOM (2004). Migration from Latin America to Europe: Trends and Policy Challenges. International Organization for Migration
http://www.iom.int/iomwebsite/Publication/ServletSearchPublication?event=detail&id=3331
Leal, Maria Lúcia y Maria de Fátima Leal (2002). Pesquisa sobre Tráfico de Mulheres, Crianças e Adolescentes para Fins de Exploração Sexual Comercial no Brasil. Centro de Referência, Estudos e Ações sobre Crianças e Adolescentes. Disponible en http://www.ilo.org/dyn/declaris
Karras, Ruth (1996) “Sex, Money and Prostitution in Medieval English Culture” en Murray, Jacqueline & Konrad Eisenbichler (1996) pp. 201 a 216
Korbinus, Anna (2002). Trafficking in Human Beings; First report of the Dutch National Rapporteur. La Haya: NRM
Kauthausen, Ciro (1997). Padrinos y Mercaderes. Crimen organizado en Italia y Colombia. Bogotá: Planeta
Leigh, Carol (1996) “A Brief History of Government Policies Toward Prostitution in San Francisco” Report Prepared for The San Francisco Prostitution Task Force. Disponible en http://www.bayswan.org/sfhist.html
Lopes, Janicleide y Tânia Stoltz (2002). Exploração Sexual Comercial de Crianças e Adolescentes Brasil - Foz Do Iguacu. OIT Oficina Regional de América Latina y el Caribe
Luciano, Dinys y Margot Tapia (2003). “Consumo de drogas y la violencia en las mujeres víctimas de la trata de personas – el caso de la República Dominicana”. Santo Domingo: Centro de Apoyo Aquelarre. http://www.ceapa-dom.org/Publicaciones.htm
Marciani, Jorge Arnao (2002) “Prostitución adolescente, consumo y microcomercializacion de drogas”. Lima: CEDRO www.ripred.org/dpna/resources/cedro/prostitucionydrogas.pdf
Martínez, Aída y Pablo Rodríguez (2002). Placer, dinero y pecado. Historia de la prostitución en Colombia. Bogotá: Aguilar.
Martínez, Eva (2004) “Tráfico y explotación sexual de mujeres inmigrantes” . Revista Cultura para la Esperanza Nº 55 pp. Disponible en www.eurosur.org/acc/html/revista/r55/55expl.pdf
Moon, Katharine (1997). Sex among allies. Military prostitution in U.S. – Korea Relations. New York: Columbia University Press
Moreno, Andrés y Francisco Vásquez (2004). Historia de la prostitución en Andalucía. Sevilla: Fundación José Manuel Lara
Murray, Jacqueline & Konrad Eisenbichler (1996). Desire and Discipline. Sex and sexuality in te Premodern West. Toronto: U. Of Toronto Press
Nor, Malika (2001). La prostitution. Paris: Le Cavalier Bleu
Núñez, Fernanda (2002). La prostitución y su represión en la ciudad de México (siglo XIX). Prácticas y representaciones. México: BIP, Barcelona: Gedisa
OEA (1999). “Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en la República Dominicana – Capítulo X Situación de la Mujer en la República Dominicana”. Washington: Organización de los Estados Americanos. Comisión Interamericana de Derechos Humanos. http://www.cidh.oas.org/countryrep/Rep.Dominicana99sp/indice.htm
OIT-IPEC (2002). Explotación sexual comercial de las personas menores de edad en la República Dominicana. Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC). OFICINA INTERNACIONAL DEL TRABAJO
ONU (2000). “Informe de la Relatora Especial sobre la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de los niños en la pornografía en Guatemala”. Naciones Unidas, Consejo económico y Social. Comisión de Derechos Humanos.
Osborne, Raquel (1991). Las prostitutas: una voz propia (Crónica de un encuentro). Barcelona: Icaria.
Osborne, Raquel (2004). Trabajador@s del sexo. Derechos, migraciones y tráfico en el siglo XXI. Barcelona: Ediciones Bellaterra
Outshoorn, Joyce (2004) Ed. The Politics of Prostitution. Women’s Movements, Democratic States and the Globalisation of Sex Commerce. Cambridge: Cambridge University Press.
Peyser, Alexia & Chackiel, Juan (1999). “La identificación de poblaciones indígenas en los censos de América Latina, en: América Latina: aspectos conceptuales de los censos del 2000, CEPAL/ CELADE, Santiago de Chile, p.361. http://www.integrando.org.ar/datosdeinteres/indigenasenamerica.htm
Pezzi, Elena (1991). Los moriscos que no se fueron. Almería disponible en http://www.islamyal-andalus.org/
Pheterson, Gail (2004) “Niños/as y prostitución: reflexiones críticas sobre la legislación y la edad” en Osborne (2004) p. 135 a 149
Pisano, Isabel (2004). Yo puta. Hablan las prostitutas. Madrid: Debolsillo
Pourner, Tiffamy (1997). “Women and Crime in 1855 Sacramento”. Sacramento: CSU Women's History Papers. http://www.geocities.com/Heartland/Meadows/6338/history.html
Reyes, Catalina (2002). “La condición femenina y la prostitución en Medellín durante la primera mitad del siglo XX” en Martínez y Rodríguez pp. 217 a 246
Rioyo, Javier (2004). La vida golfa. Historia de las casas de lenocinio, holganza y mal vivir. Madrid: Santillana
Rodríguez, Pablo (2002). “Las mancebías españolas” en Martínez y Rodríguez (2002) pp. 39 a 65
Rodríguez, Pablo (2002a). “Servidumbre sexual. La prostitución en los siglos XV-XVIII” en Martínez y Rodríguez (2002) pp. 67 a 89
Rossiaud, Jacques (1986). La prostitución en el Medievo. Barcelona: Ariel
Salas, Antonio (2004). El año que trafiqué con mujeres. Madrid: Temas de Hoy
Salazar, Alonso (2001). La parábola de Pablo. Auge y caída de un gran capo del narcotráfico. Bogotá: Planeta
Sereñana y Partagás, Prudencio (1882). La prostitución en la ciudad de Barcelona estudiada como enfermedad social y considerada como origen de otras enfermedades dinámicas, orgánicas y morales de la población barcelonesa. Disponible en http://www.ub.es/geocrit/pspingen.htm
Solana, José Luis (2003) Prostitución, tráfico e inmigración de mujeres. Granada: Comares
Stiglmayer, Alexandra (1994). Mass Rape. The War against Women in Bosnia-Herzegovina. U.S.A: University of Nebraska Press
Trumbull, Charles (2001). “Prostitution and sex tourism in Cuba” en ASCE (2001). Cuba in Transition pp. 356 a 371. Disponible en http://lanic.utexas.edu/project/asce/pdfs/volume11/trumbull2.pd
Urrego, Miguel Angel (2002). “La prostitución en Bogotá. Una realidad eclipsada por la moral” en Martínez y Rodríguez (2002) pp. 197 a 216
Vázquez, Francisco y Andrés Moreno (2004). Historia de la prostitución en Andalucía. Fundación José Manuel Lara
Wijers, Marjam (2004). “Delincuente, víctima, mal social o mujer trabajadora: perspectivas legales sobre la prostutición”. En Osborne (2004) pp. 209 a 221
Wood, Elisabeth (2004). “Sexual Violence during War: Explaining Variation”. Paper Presented at teh Order, Conflict and Violence at Yale university, April-May 2004
Zaitch, Damián (2002). Trafficking Cocaine. Colombian Drug Entrepreneurs in the Netherlands. La Haya, Londres, N.Y.: Kluwer Law International
ANEXO – ECUACIONES
La muestra para las estimaciones se limita a los jóvenes sexualmente iniciados (que reportan haber tenido relaciones sexuales alguna vez en la vida). Salvo indicación contraria todas las variables son “dummies” o dicótomas que toman el valor 1 si se cumple la condición expresada en la definición de l avariable y 0 en caso contrario.
ECUACION 1
logistic prostM añosFE irse_casaT sexoFORZADO pandAMIGO
Logit estimates Number of obs = 244
LR chi2(4) = 33.50
Prob > chi2 = 0.0000
Log likelihood = -44.929771 Pseudo R2 = 0.2716
------------------------------------------------------------------------------
prostM | Odds Ratio Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]
-------------+----------------------------------------------------------------
añosFE | 1.175175 .0872218 2.17 0.030 1.016076 1.359186
irse_casaT | 7.93679 5.088106 3.23 0.001 2.259216 27.88252
sexoFORZADO | 5.297992 3.096983 2.85 0.004 1.684747 16.66049
pandAMIGO | 5.771977 4.675271 2.16 0.030 1.179929 28.23536
ECUACION 2
logistic prostH abandono irse_casaT sexoFORZADO pandAMIGO
Logit estimates Number of obs = 779
LR chi2(4) = 25.73
Prob > chi2 = 0.0000
Log likelihood = -191.0495 Pseudo R2 = 0.0631
------------------------------------------------------------------------------
prostH | Odds Ratio Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]
-------------+----------------------------------------------------------------
abandono | 1.115947 .3269727 0.37 0.708 .6284076 1.981736
irse_casaT | 2.139038 .821489 1.98 0.048 1.007669 4.54066
sexoFORZADO | 5.399491 1.891925 4.81 0.000 2.717069 10.73013
pandAMIGO | 1.031651 .3506874 0.09 0.927 .5298892 2.008539
prostM la joven ha recibido dinero a cambio de sexo alguna vez
prostH el joven ha recibido dinero a cambio de sexo alguna vez
pcteM la joven recibió dinero a cambio de sexo más de 2 veces el último
año
pcteH el joven recibió dinero a cambio de sexo más de 2 veces el último
año
añosFE número de años transcurridos desde que el joven abandonó la
escuela
irse_casaT joven se fue de casa por lo menos una noche antes de los 13
años
sexoFORZADO joven ha sido forzado a relaciones sexuales
pandAMIGO cuenta con un amigo que pertenece a una pandilla
* Investigador Instituto Universitario de Investigaciones sobre Seguridad Interior. mauriciorubiop@hotmail.com
[1] Declaraciones Gunilla Ekberg, asesora especial del Gobierno sueco en materia de prostitución y de Jürgen Wohlfarth, director administrativo del Ayuntamiento de Sarrebruck (Alemania), respectivamente, quienes participaron a mediados del 2004 en el Congreso sobre Ciudades y Prostitución realizado en Madrid. El País, Junio 17 de 2004.
[2] "La prostitución atenta contra la dignidad de la mujer, a la que trata como un objeto … (pero) … no se puede legalizar … porque desde 2003 se penaliza al proxeneta". Declaraciones de Ana Botella, concejal de Empleo y Servicios al Ciudadano en el mismo congreso.
[3] Término que procede del movimiento para la abolición de la esclavitud en el siglo XIX. Se considera la prostitución como una forma de esclavitud sexual o trata de blancas, como se denominó en sus orígenes.
[4] Wijers (2004) p. 212
[5] “El argumento de que las mujeres no pueden consentir interacciones sexuales comerializadas está muy cerca, irónicamente, de aquellas ideas antifeministas sobre la sexualidad femenina”. Doezema (2004) p. 154.
[6] Con la ley que en el 2000 despenalizó la industria del sexo, se han “superado las barreras legales que impedían reconocer el trabajo del sexo como una actividad laboral legítima y (se) confiere a quienes la ejercen los mimso derechos laborales y protección que detenta el resto de las/los trabajadoras/es … La industria del sexo queda, pues, sujeta a la actual legislación laboral y civil”.. Wijers (2004) p. 219
[7] “Todo lo que he aprendido y lo que se sobre cómo ser mujer lo he aprendido de mi trabajo en la zona … La conquista de la libertad de las mujeres pasa a través de la conquista de la independencia económica y la prostitución es un medio para conseguirla … Después de muchos años de trabajo en este oficio me siento muy fuerte como mujer, siento que tengo un gran poder con los hombres, y creo que es porque los conozco muy bien y puedo ver que son muy pequeños si los comparo con las mujeres”. Declaraciones de trabajadoras del sexo recogidas en Osborne (1991) pp. 33, 64, 65 y 88
[8] Estos aparentemente irreconciliables puntos de vista se han institucionalizado en dos grandes alianzas transnacionales. Está por un lado, y con base en los EEUU, la Coalition Against Trafficking in Women (CATW) y, por el otro, la Global Alliance Against Traffic in Women (GATW) con sede en Tailandia que insiste en distinguir la prostitución voluntaria –o sea el trabajo sexual- del tráfico forzado de mujeres. La primera considera la prostitución como una clara violación de los derechos humanos, equivalente a la esclavitud y recientemente ha buscado, ante las Naciones Unidas, que se incluya tal actividad en las convenciones sobre trabajo forzado y esclavitud. La Global Allience, por su lado, busca que se considere la prostitución como una forma más de trabajo inmigrante y que se proteja a quienes la practican con la legislación laboral internacional. A nivel del debate dentro de las Naciones Unidas la CATW lleva alguna ventaja pues en el seno de este organismo ya se argumenta que la distinción entre prostitución forzada y voluntaria, uno de los puntos clave de GATW, es insostenible.
[9] Ver Corbin (1982), García (2002), Guy (1994) Martínez y Rodríguez (2002), Rossiaud (1986)
[10] En tales escenarios, la escasez relativa de mujeres puede alcanzar dimensiones considerables. En San Francisco, California, a mediados del s. XIX había una mujer por cada treinta hombres. En el condado de Sacramento, por la misma época, las mujeres eran tan sólo el 7% de la población. En Buenos Aires según el censo de 1869 había, entre los extranjeros menores de 40 años, más del doble de hombres que de mujeres. Para algunas nacionalidades el índice de masculinidad alcanzaba el 300%. Guy (1994) pp. 38 y 39
[11] Hacia 1860 en lo que Corbin denomina un verdadero far west la inmigración a la capital francesa ha implicado un enorme desequilibrio de sexos. El déficit de mujeres, y en particular de jóvenes solteras es considerable. La situación de este “vasto proletariado masculino en estado de miseria sexual” se agrava con el flujo masivo de inmigrantes temporales –como obreros de la construcción- que vienen del campo. Todos estos factores estimularon el desarrollo de la prostitución popular. Corbin (1982) pp. 276 y 277
[12] En California varios cronistas de la época hablan de una gran invasión de prostitutas. Pourner (1997). En Australia las eventuales fuerzas del mercado recibieron el decidido apoyo de la Corona Británica que en la segunda mitad del s XVIII y principios del XIX envió barcos enteros con mujeres convictas, muchas de las cuales eran prostitutas. “El exceso de hombres convertía a Buenos Aires en una ciudad excepcional de la Argentina y explicaba la fascinación que producía en las mujeres criollas e inmigrantes. Las mujeres pobres podían servir de diversión de los inmigrantes solteros y a los nativos que buscaban relaciones sexuales ilícitas. En el años que se realizó el censo (1869), había 185 prostitutas declaradas y 47 rufianes trabajando en Buenos Aires … Los funcionarios del censo estimaban que (estas cifras) representaban sólo un 10 por ciento del total”. Guy (1994) p. 40. En China, el déficit de mujeres jóvenes, ocasionado parcialmente por la política del hijo único se ha visto acompañado de un incremento en la prostitución. Edlund y Korn (2002) p. 206
[13] Una vez que en Paris, hacia finales del s. XIX se estabilizó la inmigración, vinieron las familias y se impuso el modelo conyugal entre el proletariado se dio una baja significativa en la prostitución. Corbin (1982) p 278. Algo similar ocurrió en San Francisco y en general en varias de los poblados californianos cuando empezaban a llegar las familias. De manera consecuente cambiaban no sólo la incidencia sino las actitudes hacia la prostitución.
[14] En el siglo XVIII en Cádiz “el aumento de la actividad portuaria (por la introducción de barcos de mayor tonelaje que ya no llegaban a Sevilla) y financiera trajo un inmediato incremento de la prostitución. De siempre se ha sabido que los puertos son lugares perfectos para el amor mercenario: ¿Dónde si no se encontrará un continuo enjambre de hombres con dinero fresco y pocos días para gastarlo, tras la sequía amorosa de las largas travesías?”. García (2002) p. 11
[15] La noción del turismo sexual no es tan reciente como parece. Sereñana, un higienista catalán que escribe a finales del s. XIX menciona como antecedentes de la prostitución en Suiza, en el siglo XV, el familiar escenario del viajero que compra servicios sexuales: “la prostitución, en Berna, empezó primitivamente en los establecimientos balnearios, a los cuales concurrían gran número de extranjeros" Sereñana (1882) p. 36
[16] Chris y Hall (2001) señalan que por mucho tiempo el turismo fue fundamentalmente una actividad masculina. Aún cuando, introducido el turismo de masas, a mediados del siglo XIX, las mujeres empezaron a viajar, inicialmente se hacían viajes con chaperones para protegerlas de eventuales ataques, o de la violencia sexual. De todas maneras, continúa siendo una actividad que, cuando no es en familia, se emprende en grupos segregados por género. En República Dominicana, los clientes en una encuesta realizada a prostitutas jóvenes eran mayoritariamente hombres (90%) aunque en Puerto Plata predominaban clientes mujeres entre los varones que venden servicios sexuales. OIT-IPEC (2002). Para ciertos destinos persiste el sesgo masculino. De acuerdo con datos de la CEPAL, en Cuba en el año 2000, por ejemplo, el número de turistas hombres entre 25 y 60 años fue el doble del de mujeres en el mismo rango de edad. Sólo recientemente aparecen referencias de mujeres que pagan a hombres por servicios sexuales en el contexto de un viaje turístico.
[17] En 1995 la revista italiana Viaggare declaró que Cuba era el “paraíso del turismo sexual”. Al año siguiente, el incremento de turistas italianos a la isla fue del 68%. Trumbull (2001) p. 358.
[18] “¿Qué es lo que pasa en los barcos (cargueros que llegan a algún puerto en el Caribe)? Son fiestas, con música, mucha bebida y comida, y sexo en todos lados … Para algunas mujeres es una oportunidad para ganarse un dinerito, para otras es más bien un ambiente de mucho festejo y éstas rechazarían rotundamente la etiqueta de prostituta …Turistas ecológicos también buscan sexo con personas percibidas como más naturales, más cerca de la tierra; guías maya incluyen romance en la excursión por los monumentos, y algunas ceremonias pueden incluir ritos sexuales …” Agustín (2004) pp. 183 y 186.
[19] Sobre las dos oleadas de la prostitución en Cuba, la primera bajo el régimen de Batista y la segunda durante los noventa tras el apretón económico a raíz del desplome soviético, Trumbull (2001) hace algunas precisiones. En primer lugar, antes de la revolución, la mayor parte de las mujeres que vendían servicios sexuales en Cuba encajaban bien en el esquema de la mujer campesina que migra a la Habana en busca de oportunidades. Segundo, a pesar de la reputación de la Habana como un gran Casino en dónde desembarcaban los hombres de negocios y turistas estadounidenses, o de íconos como el Tropicana, el grueso de la clientela de las prostitutas seguía siendo local. Luego de su virtual eliminación por parte del régimen socialista, a la segunda oleada, caracterizada por las llamadas jineteras, contribuyó no sólo el impresionante incremento del sector turístico –desde 1995 cerca del 19% al año- sino las reformas cambiarias. Recibir pagos en divisas implica, en un mercado en extremo restringido, un enorme poder de compra, y por lo tanto un altísimo precio por la venta de servicios sexuales.
[20] En Filipinas, Corea del Sur y Okinawa un pujante comercio sexual sirve a soldados y marinos de estas bases militares. Moon (1997) habla de más de un millón de mujeres que habrían vendido servicios sexuales a los militares estadounidenses desde la guerra de Corea. Con eufemismos como “anfitrionas”, “animadoras especiales” , mujeres de “negocios” o de “consuelo” (comfort women) que atienden a los militares en sus períodos de “descanso y relajamiento” se ha consolidado, con el visto bueno de las autoridades tanto coreanas como estadounidenses, una pujante industria de venta de sexo. Los coreanos han sido menos benévolos en términos de denominación y hablan bien de “putas o princesas occidentales”. La misma autora sugiere que, en una insólita versión a gran escala de las antiguas alianzas tribales basadas en el intercambio de mujeres, estos gobiernos han visto esta actividad como una manera de mantener relaciones amistosas entre ambos países y mantener contentos a los soldados que han luchado por la libertad de los coreanos.
[21] Con la llegada, en los cincuenta, de la Sexta Flota a Barcelona y la construcción de las bases de Torrejón (Madrid), Zaragoza, Morón (Sevilla) y Rota (Cádiz) “los permanentes programas de actividades de los soldados del Tío Sam se materializaban en un extenso florecimiento de lupanares allí donde ponían su delicada bota”. García (2002) p. 69
[22] A favor jugaba no sólo la alta concentración de hombres jóvenes solteros en un mismo lugar sino el que se encontraban, protegidos por el anonimato, alejados de las presiones familiares y pueblerinas, normalmente contrarias al comercio sexual. Corbin (1982) p. 295
[23] Nor (2001) p. 24
[24] En dónde el gobierno colonial holandés, en los años cuarenta, estableció el prostíbulo Campo Alegre –después Le Mirage- “para atander las necesidades sexuales de hombres solteros, tales como marinos holandeses, militares de los Estados Unidos y trabajadores migrantes de las multinacionales … (para) guardar el honor y la virtud de las mujeres locales” solamente se permitía trabajar a mujeres extranjeras”. Citado por Claassen y Polanía (1998) p. 13
[25] “El ¡goza el día! De Horacio brilla como ningún otro astro. La inseguridad de si se vivirá mañana empuja a disfrutar del hoy, y ello explica que en la Guerra Civil Española, y por encima de ideologías tan dispares, la aproximación a la sexualidad fuese de similar frenesí en los dos bandos … se observa un enorme parecido en la materialización de los amores clandestinos y mercenarios”. García (2002) p. 52
[26] “El cruel desarrollo de la guerra sería en sí un semillero de prostitución. Muchas mujeres en los dos campos hubieron de prestar sus cuerpos para conseguir techo, alimentos o la salvaguardia de la propia vida o la de algún ser querido”. Ibid. p. 54
[27] “En tiempos de guerra, las fronteras entre la prostitución, el consuelo, la necesidad, el desahogo, el amor, el deseo y cualquier perversión de los sentidos, resultan en extremo volátiles” Ibid. p. 55
[28] Tal vez el caso más analizado es el de Bosnia-Herzegovina. Ver Stiglmayer (1994) y Wood (2004), quien también resume los casos de las tropas soviéticas en Alemania, las japonesas en China, y los conflictos de, Sierra Leona, Sri Lanka y El Salvador ver Wood (2004).
[29] De acuerdo con Moon (1997) la primera de las varias generaciones de prostitutas que han ejercido en Corea desde la guerra prestaban servicios de apoyo a las tropas coreanas.
[30] A principios del siglo XX en Bogotá, por ejemplo, sólo 3 de cada 10 habitantes había nacido en la ciudad. En un alto porcentaje, las mujeres no eran oriundas de la ciudad sino de las provincias circundantes. Así, en algunos barrios, se contabilizaban el doble de mujeres que de hombres. Urrego (2002) p. 199. Por la misma época en Medellín el 73% de la fuerza de trabajo fabril estaba compuesta por mujeres, en buena parte inmigrantes de los pueblos cercanos, 82% de las cuales eran jóvenes y solteras y tenían entre 15 y 24 años”. Reyes (2002) p. 221
[31] Próspero Merimée, autor de Carmen menciona en su correspondencia el efecto de las guerras carlistas sobre prostitución madrileña, sugiriendo implícitamente una situación de gran déficit de hombres: “ya se imagina usted que las hijas de los carlistas exilados, las mujeres de los funcionarios cesantes, las viudas de los fusilados, las hijas de los arruinados por siete años de miseria están encantadas de acostarse con un extranjero honrado que les abre la bolsa”. Citado por García (2002) p. 30. Rioyo (2004) habla de la llegada a España de las gabachas, mujeres francesas que huían de la primera gran guerra, “con sus macarras a cuestas” y revolucionaron la prostitución madrileña con el ofrecimiento del sexo oral, el llamado francés. Describe además la lamentable situación de las mujeres de los suburbios madrileños al cabo de la guerra civil, “muchas jóvenes de boquitas pintadas que tomaban el tranvía al centro y se dedicaban a hacer la carrera … Las pobres prostitutas soñaban con ser las bien pagás … La práctica de la prostitución, que había sido ilícita según la ley del 35, vuelve a ser regulada, vuelve a ser autorizada” pp. 470 y 471. En Colombia, como se expone adelante, las zonas más azotadas en la época de La Violencia fueron importantes lugares de expulsión de mujeres que terminaron vendiendo servicios sexuales en las ciudades. Martínez y Rodríguez (2002)
[32] Tales como Galicia. (En el siglo XVIII) “a Castilla se sabía que bajaban mujeres gallegas y asturianas, disfrazadas de hombres. Mezcladas con las cuadrillas de segadores, hacían negocio por el camino, durante las faenas agrícolas y a la vuelta, a modo de acompañantes y entretenedoras de los grupos”. García (2002) p. 12
[33] Refiriéndose a las prostitutas extranjeras que, a principios del siglo XX, trabajaban en Barrancabermeja Hoyos señala que fueron puestas en la picota pública “por la forma espontánea y ruidosa como ofrecían sus servicios a los hombres: salían de sus cuartos o a las puertas de sus casas en ropas íntimas, incluso a plena luz del día, y con un acento afrancesado le ofrecían al primero que pasara echarse un polvo o hacer un amor”. Hoyos (2002) p. 167
[34] Tan sólo en las palabras iniciadas por C del diccionario lunfardo –la jerga del tango- se encuentran caferata, cafiolo, cafirulo, cafisho, canfinfla, caraliso y cadenero.
Ver http://members.fortunecity.com/detalles2002/elpais/costumbres/lunfardo/c-lunfa.html
[35] Se puede conjeturar que la relativa independencia con la que actúan las prostitutas colombianas en Europa, un asunto paradójico dada la gran cantidad y variedad de mafias disponibles en su país, tiene origen en esa tradición. Zaitch (2002) señala que a diferencia de sus colegas dominicanas, o de las mujeres africanas o de Europa del Este, desde la primera generación de prostitutas colombianas en Holanda pudieron deshacerse de los proxenetas –pimps- y construir una reputación de mujeres independientes y auto-empleadas. p. 208
[36] “Yo estaba celoso. ¿Sabe usted lo que es estar celoso de una mujer que se acuesta con todos? ¿Y sabe usted la emoción del primer almuerzo que paga ella con la plata del mishé ? ¿Se imagina la felicidad de comer con los tenedores cruzados, mientras el mozo los mira a usted y a ella sabiendo quiénes son? ¿Y el placer de salir a la calle con ella prendida de un brazo mientras los tiras lo relojean? ¿Y ver que ella, que se acuesta con tantos hombres, lo prefiere a usted, únicamente a usted? Eso es muy lindo, amigo, cuando se hace la carrera” Arlt (1929)
[37] “En Cuba no hay una red de burdeles, ni un sistema organizado de prostitución en los bares: de hecho la vinculación de terceros en la organización de la prostitución es rara” Davidson, Julie (1996) “Sex Tourism in Cuba.” Race and Class 38. July 1996 citada por Trumbull (2001) p 359. En República Dominicana, “mientras las niñas y adolescentes involucradas en prostitución tradicional (en burdeles) eran introducidas a esta práctica por amigas, los niños y adolescentes en neoprostitución (en calles, parques, playas y discotecas) se iniciaban más temprano y buscaban a sus clientes por sí mismos desde sus inicios en la prostitución”. OT-IPEC (2002) p. 15
[38] En República Dominicana,” quienes más influencia tienen en inducir a los menores de edad a las prácticas sexuales comerciales son los amigos y amigas. La cuarta parte de la población estudiada (25.4%) obtuvo su primer cliente a través de un amigo o amiga. La proporción de casos en que el primer intercambio de favores sexuales por dinero o regalos fue intermediado por otra persona, en términos promedios, es de apenas 10.2%. Sin embargo, cuando se trata del sexo femenino es de alrededor de 15% (14.5%). Esas otras personas que fungen como intermediarias en esa primera vez son fundamentalmente la pareja, dueños de negocios y personas conocidas.” OIT-IPEC p. 118
[39] De acuerdo con Moon (1997) en Corea, tanto las USK (US Forces Korea) como las autoridades coreanas han controlado donde, cuando y como las anfitrionas especiales trabajan y viven.
[40] Tal sería el caso de Suecia, Finlandia, Canadá, los EEUU o Inglaterra.
[41] El mismo Sereñana muestra su preocupación por dos fuentes de imprecisión en las cifras: la prostitución clandestina y, en el otro extremo, la tendencia de algunas autoridades municipales a inflar las cifras. Se sale del alcance de este trabajo tratar de contrastar la hipótesis básica de desequilibrios demográficos para explicar estas diferencias a finales del siglo XIX.
[42] Zaitch (2002) p. 208
[43] Solana (2003) p. 36
[44] Ni siquiera la abundancia de testimonios sobre los orígenes humildes de las prostitutas latinoamericanas puede tomarse como un respaldo a la hipótesis, por dos razones. Uno, porque estos testimonios lo que reflejan es que los países latinoamericanos son pobres, y por lo tanto en casi cualquier subconjunto de habitantes de esos países, incluso una muestra tomada al azar, habrá una alta proporción de personas de escasos recursos. Dos, porque, como se verá en detalle más adelante, una altísima proporción de las mujeres más pobres de estas sociedades muy pobres, permanece al margen de la venta de servicios sexuales. Por otra parte, no son escasos los testimonios de prostitutas, colombianas por ejemplo, de origen medio-alto, incluso con educación universitaria. Ver por ejemplo Solana (2003)
[45] Asociación que persiste aunque el índice de prostitución se haya construido con relación al número de mujeres inmigrantes de cada país.
[46] No se pretende retomar teorías a la Lombroso, basadas en la etnia. Por el contrario, se podría pensar en elementos culturales que controlan los desequilibrios demográficos. Al respecto, se puede señalar que los datos por departamentos en Guatemala muestran el mismo patrón: a mayor proporción indígena en la población es menor el desequilibrio entre hombres y mujeres.
[47] De acuerdo con los datos de Peyser y Chackiel (1999), en Colombia el índice de mestizaje es del 71%, en República Dominicana del 70% y en Brasil del 40%.
[48] Que sería fácilmente transformable en hipótesis susceptible de verificación si existiesen datos para realizar comparaciones internacionales de incidencia del comercio sexual.
[49] De manera totalmente especulativa se puede pensar que en las sociedades mestizas tiene más anclaje la prostitución no sólo por el punto ya señalado de la tradición de concubinato sino por la mayor facilidad para el intercambio sexual entre grupos extraños, una característica de la prostitución.
[50] En esta sección se resumen los principales resultados expuestos en Leal y Leal (2002)
[51] Así, mientras en la región norte, con una proporción del 43.2% de la población por debajo de la línea de pobreza se identifican 76 rutas, y en la noroeste (45.8% de pobres) 69, en la región sur, con 20.1% se cuentan 28 rutas. La asociación que se plantea no es del todo convincente puesto que cabe esperar que, en cada región, el número de rutas también depende de la población total, que difiere bastante entre regiones.
[52] Provienen de España, Holanda, Venezuela, Paraguay, Alemania, Francia, Italia, Portugal, China, Israel, Bélgica, Rusia, Polonia y Estados Unidos.
[53] Lo cual indicaría que mujeres de países desarrollados juegan papel de reclutadoras.
[54] Recife, Sao Paulo, Brasilia, Río de Janeiro, Foz de Iguazú.
[55] “Cientos de mujeres vivían en Barrancabermeja vendiendo sus cuerpos a las hordas de hombres que, encantados por la fiebre del petróleo y los ferrocarriles, llegaba allí a trabajar … Esta legión de extranjeras (provenía) de Francia, Inglaterra, Alemania, Polonia, Rumania, Suiza, España, Brasil o Martinica …La abundancia de dinero, de población y de actividad económica en la zona petrolera era, sin duda, un imán para las mujeres europeas.” Hoyos (2002) p. 167 y 175
[56] Urrego (2002) p. 203
[57] La primera huelga dirigida y protagonizada por mujeres, en los años veinte, “tenía como una de sus principales reivindicaciones poner fin a los irrespetos y abusos sexuales de los capataces”. Reyes (2002) p. 223
[58] Reyes (2002) p. 226
[59] En una sociedad machista y “tolerante con los pecados masculinos pero implacable con las debilidades femeninas … La condición de madre soltera era una situación inaceptable. Rechazadas por la familia, expulsadas del trabajo por los patrones, debían entregar a sus hijos a instituciones de caridad, y después de su caída el camino que les quedaba era coger la vida, es decir, dedicarse a la prostitución” Ibid p. 227
[60] “Se dice que un grupo de zarzuela pasó 15 días de farra a expensas de un rico bohemio” Ibid. p. 235
[61] Se alcanzaron a hacer estimativos de una prostituta por cada cuarenta hombres. Ibid p. 244
[62] “Una escuela importante para los pioneros del narcotráfico fue la delincuencia urbana. En restrospectiva, las proporciones del mundo de los proxenetas, atracadores, jaladores de carros eran más bien modestas. Con todo, la criminalidad de aquel entonces tampoco fue completamente inofensiva: hacia finales de los años sesenta se produjo en Medellín una serie de secuestros, y a comienzos de los setenta estalló un sangriento conflicto en torno al contrabando de cigarrillos Marlboro” Krauthausen (1997) pp. 146 y 147
[63] Los casos más emblemáticos de este escenario en Colombia son probablemente el de Carlos Lehder –que lograba reclutar jóvenes acomodadas de su nativa ciudad de Armenia como sirvientas y acompañantes- y el de Pablo Escobar, verdadero mecenas de la prostitución de alto nivel en Medellín.
[64] Un trueque común, que se conoce como el polvo por polvo, es “cuando los clientes le pagan sus servicios de alcoba con una manotada de cocaína pura”. Bustos (1999) p. 143. En el capítulo “Universitarias al servicio de la mafia” este autor describe el activo comercio sexual que se ha establecido con algunas estudiantes de las universidades de Bogotá. “Por allá los chamberos (nuevos narcos) son los amos y señores del mundo, les gusta que los vean acompañados de jóvenes bellas y estudiadas, y que las prostitutas iletradas se las dejan a los raspachines. Ibid p 147
[65] En Solana (2003) se reporta el testimonio de un empresario de servicios de alterne sitúa a finales de los años setenta la llegada de prostitutas colombianas a Córdoba.
[66] Zaitch (2003) p. 208
[67] Esta sección está basada en OIT-IPEC (2002)
[68] Originada en lo flujos de menores desde el interior rural hacia las ciudades más grandes para trabajar como sirvientas, niñeras, cocineras, o ayudantes para, de manera disimulada, ser a menudo las víctimas de abuso sexual por parte de sus empleadores o sus hijos.
[69] OIT-IPEC (2002) p. 90
[70] Se denomina protector al individuo, “por lo regular de sexo masculino, que se dedica a recoger niños que se encuentran sin hogar o en otras circunstancias especialmente difíciles (abandonados, expulsados o fugados de sus hogares, e inmigrantes)”. Ibid. Nota pp. 3
[71] “Persona a quien los padres confían el bautismo, y le delegan funciones familiares y tutelares sobre sus hijos en la comunidad. El término proviene de: mai (madre) priora (superiora), regente de un convento de religiosas en el siglo XVIII”. Ibid. Nota pp. 4.
[72] Por esta razón, la asociación entre la prostitución juvenil y la actividad de las pandillas puede estar sobre dimensionada. La prostitución no callejera ejercida por jóvenes desvinculados del sistema escolar no está representada en la muestra.
[73] La pregunta específica era “¿Alguna vez has recibido dinero a cambio de tener relaciones sexuales ?”
[74] La pregunta específica era ¿alguna vez en la vida has sido forzada(o) a tener relaciones sexuales sin que tu desearas tenerlas?
[75] Para los hombres la respectivas cifras son del 15.5% y del 6.5%. Aunque la asociación entre venta de sexo y el irse de la casa puede ser de dos vías, aquí se está considerando como factor explicativo el haber tomado esta decisión de abandonar el hogar antes de los 13 años. En esta edad es bastante bajo el reporte (9%) de servicios sexuales a cambio de dinero por primera vez.
[76] Para los hombres el efecto resulta aún mayor, con un aumento superior a los 20 puntos. De nuevo se puede pensar en una causalidad de doble vía. Lo que los datos sugieren es que para las mujeres el sexo forzado y el vendido ocurren casi de manera simultánea a los catorce años. Para los hombres, la edad promedio de la experiencia de sexo forzado precede en cerca de un año la de la venta de servicios sexuales.
[77] Para los hombres, el efecto de cercanía con las pandillas parece bastante menos claro puesto que los porcentajes respectivos apenas difieren.
[78] Las asociaciones presentadas hasta aquí son de naturaleza univariada. La limitación de este enfoque es que una variable puede encubrir el efecto de otra. La principal ventaja de un modelo multivariado es que, por decirlo de alguna manera, pondera la contribución de cada variable relativa a las demás. Los resultados presentados se basan en la estimación de un modelo logit, que equivale a un modelo de regresión con variable dependiente dicótoma.
[79] Para las primeras se explica cerca del 27% de las variaciones en la variable dependiente; para los segundos el nivel explicativo apenas supera el 6%. Ver Ecuaciones 1 y 2.
[80] Estos datos son consistentes con la observación que se ha hecho sobre el diferente perfil de la prostitución masculina y la femenina a lo largo del tiempo.
[81] Ver Corbin (1982), García (2002), varios de los trabajos en Martínez y Rodríguez (2002), Nor (2001), Solana (2003).
[82] Sería un error tomar el abandono escolar como síntoma inequívoco de dificultades financieras en el hogar. En Nicaragua, y en varios países latinoamericanos, se observan altas tasas de desescolarización aún en los niveles altos de ingreso. En el otro extremo, uno de los países más pobres de la región, Guyana, cuenta con unos indicadores de escolaridad impresionantes.
[83] Desde Cataluña en el siglo XIX hasta República Dominicana en la actualidad. “Entre las causas predisponentes, encontramos en primer término la escasa ilustración del sexo femenino. Nadie se atreverá a poner en tela de juicio que la ignorancia es una de las causas más eficientes de la prostitución”. Sereñana (1882). “Las cifras parecerían sugerir que los niveles de analfabetismo entre los niños, niñas y adolescentes envueltos en prácticas sexuales comerciales … son superiores a los de aquellos menores de edad de su mismo grupo etáreo residentes en esas localidades” OIT-IPEC p. 108 y 109.
[84] Esta puede ser una peculiaridad de Nicaragua contemporánea. Se puede pensar en muchos escenarios con la situación inversa, como los de alta demanda por servicio doméstico.
[85] Que no parece ser el factor determinante del abandono en Nicaragua, ya que aún en el quintil más alto de los ingresos se observa una tasa del 23% contra 29% en el más bajo.
[86] Aunque podría pensarse que es precisamente la maternidad precoz la que cierra las posibilidades laborales de las mujeres que dejan de estudiar, esto tan sólo es cierto para las que provienen de los hogares menos favorecidos económicamente. En efecto, para las adolescentes desescolarizadas y con hijos la situación económica del hogar también juega un papel amortiguador: sólo en los quintiles superiores de ingreso la maternidad adolescente se ve respaldada con una mayor probabilidad de vinculación al mercado laboral.
[87] De todas maneras, y a pesar de que en este grupo –adolescentes pobres desescolarizadas- la incidencia de la prostitución es superior a la de la muestra total (11%), el efecto de estas variables no es estadísticamente significativo. Dentro de los indicadores que se puedan relacionar de alguna forma con la situación económica de la familia, la variable clave sigue siendo el tiempo transcurrido desde el momento del abandono escolar. Aunque con un efecto estadísticamente significativo, esta variable, por sí sola, explica un porcentaje muy bajo de las diferencias individuales en la venta de servicios sexuales. Cada año adicional por fuera del sistema educativo incrementaría en un 14% la probabilidad de venta de servicios sexuales por parte de una joven. Con sólo esta variable se explica un poco más del 3% de las variaciones en la decisión de prostituirse.
[88] La proporción de jóvenes que reporta haberse escapado de casa alguna vez en la vida es prácticamente uniforme, alrededor del 15%, por niveles de ingreso.
[89] Los estimativos que se mencionan en esta sección están basados en modelos logit. Todos los efectos que se reportan son estadísticamente significativos al 99%.
[90] Ante la observación que las adolescentes que han mantenido una relación afectuosa y de apoyo con sus padres llegan a la pubertad más tarde se ha propuesto, en términos evolutivos, que la presencia del padre biológico puede ejercer un efecto inhibitorio sobre la madurez física de la hija. Bergevin et. al. (2003) p. 191
[91] Para los EEUU se ha encontrado que mientras el abuso sexual a los hombres jóvenes ocurre con mayor frecuencia fuera del hogar para las mujeres el riesgo es mayor al interior. Ver referencias en Bergevin et. al. (2003) p. 192
[92] Ibid p. 193
[93] Para las mujeres, más que para los hombres, el abandono prematuro del hogar está asociado tanto con un inicio más temprano de la actividad sexual como con un número mayor de parejas. Entre las jóvenes que reportan haberse ido de la casa el número promedio de parejas por año de actividad sexual es cuatro veces superior. En los hombres la diferencia no alcanza el 50%.
[94] En la muestra se presenta en dos de cada tres de las jóvenes con tales antecedentes.
[95] Las dos jóvenes que en la muestra reportan tanto abuso sexual como huída temprana de la casa como abandono del sistema educativo también reportan haber vendido servicios sexuales.
[96] La pregunta específica que se hizo para medir el poder de las pandillas fue “en una entrevista, un pandillero afirmaba que ‘’nosotros gobernamos el barrio sin que nadie nos diga nada. Si alguien dice algo lo callamos. Se asustan porque somos muchos. Los jóvenes mandamos’’- ¿Crees tu que esa afirmación es aplicable a tu barrio? Por favor califica entre 1 y 5, donde ‘’1’’ es que la afirmación no tiene nada que ver con lo que ocurre en tu barrio y ‘’5’’ es que describa muy bien lo que ocurre en tu barrio”. Las calificaciones 1 y 2 se consideran poder bajo, la 3 poder medio y la 4 y 5 poder alto.
[97] Herir o matar a alguien, participar en un ajusticiamiento o en un secuestro.
[98] La prostitución también favorecería que ese tipo de ataques sean recurrentes: si cerca de seis de cada diez mujeres que fueron violadas alguna vez estuvieron libres de ese tipo de ataque el último año, para quienes han ejercido la prostitución la cifra correspondiente es cercana a tres de diez.
[99] Esta opinión, aunque subjetiva, está reforzada, ante todo, por el hecho que se trata de una actividad que causa daños a terceros ajenos a la decisión, en particular a los hijos de puta. También por múltiples testimonios de prostitutas que no sólo manifiestan querer dejar la actividad sino, sobre todo, su enfático rechazo a que sus hijas la ejerzan. “Pese a la teórica libertad en elegir oficio y compañía de la que muchas putas se jactan, aquellas prostitutas que tienen hijas suelen contradecirse en su abominación del oficio diciendo por ejemplo que prefieren ver a sus hijas muertas, antes de seguir la profesión” García (2002) p. 83
[100] Por ejemplo mujeres que vienen para el sector de hostelería, servicio doméstico, el cuidado de niños, o el acompañamiento de personas de la tercera edad.
[101] Edlund (2005). Conviene aclarar que el trabajo fue realizado por una mujer, además escandinava, con lo cual se puede pensar que los prejuicios patriarcales han recibido los máximos filtros disponibles en la actualidad.
[102] Esta motivación sí ayudaría a explicar el desbalance por géneros ya que para los hombres de precaria situación económica sería una mala estrategia salir a buscar pareja en un entorno de mayores ingresos promedio.
[103] El gran pasivo para dicho mercado son los hijos, y esto ayudaría a explicar otra paradoja de las prostitutas latinoamericanas que corrientemente dejan a sus hijos en el país de origen desaprovechando las ventajas de educación y seguridad social en España y Europa.
[104] García (2002)
[105] Sobre la paradoja de unos ingresos muy altos para la débil educación y capacitación, y algunos estimativos de los montos obtenidos por la venta de sexo en distintas sociedades, ver Edlund y Korn (2002). Allí también se elabora una “Teoría de la prostitución” basada, precisamente, en el dilema prostitución-matrimonio.
[106] En la Casa de las dos Palmas, un burdel de Medellín muy renombrado entre los intelectuales a mediados del siglo pasado había reglas muy claras y precisas sobre las relaciones con los clientes: “ningún hombre pertenecía a ninguna y todas pertenecían a los hombres que visitaban la casa … no debían olvidar que las propietarias de esos hombres estaban en sus casas esperándolos; las peleas y los celos por hombres estaban absolutamente prohibidos” Reyes (2002) p. 242
[107] En el reglamento del oficio emitido en Colombia en 1942 “se considerará excluida definitivamente toda mujer pública que contraiga matrimonio y la sola presentación de la partida correspondiente le dará derecho a solicitar la exclusión de la matrícula”. Artículo 36 Resolución 282 de 1942, Ministerio de Trabajo. Citado por Urrego (2002) p. 204. Aunque esta provisión legal se ha interpretado como una expresión adicional de la concepción de que la sexualidad sólo es aceptable dentro del matrimonio, es más razonable pensar que lo que refleja es el convencimiento que el matrimonio constituye una salida definitiva de la actividad.
[108] Al respecto, tal vez el caso más ilustrativo es el de una ex prostituta suiza que logra dejar el oficio, estudiar y hacer una importante carrera política, llegando a ser diputada. Años después, al visitar a sus antiguas colegas para mostrarles con orgullo sus logros profesionales se encuentra, sorpresivamente, con un manifiesto rechazo por parte de ellas. “Muchas de ellas seguían allí y vinieron a hablarme. Estaban convencidas de que me había casado con un hombre rico. Cuando supieron que era diputada y juez asesor me hicieron el vacío. Eso era traicionarlas mientras que la boda con un millonario no, la boda era el final feliz de un cuento”. El País 26 de Marzo de 2000, página 34. “Como resultado del rechazo por la gente de su pueblo, estas mujeres no perdían de vista el gran premio: el matrimonio con un militar estadounidense” Moon (1997), p. 3. “Muchas mujeres buscan al gringo para casarse, pero mientras el gringo llega, ellas van comiendo ...” OIT-IPEC (2002) p. 74. “A Cintia le gusta el trabajo, o se acostumbró. Es el tipo de chica que está buscando un hombre rico”. Testimonio recogido por Zaitch (2002) p. 210. Traducción propia.
[109] “Cuando te conviertes en una mujer decente? Cuando conozco a mi marido”. Testimonio de Graziella, Pisano (2004) p. 201. “Era un cliente. Quedábamos fuera del club, nos enamoramos y me hice novia de él”. Testimonio de una prostituta caleña en Córdoba. “Ha habido, no una, sino muchas chicas de éstas que han conocido a un cliente en estos establecimientos y después han seguido cultivando su amistad y, por último, han llegado a casarse con él y dejar totalmente la prostitución”. Testimonio de un empresario de locales de alterne en Córdoba. Solana (2003) p. 37 y 62. En la encuesta de Nicaragua, el matrimonio aparece, para las mujeres, como algo negativamente asociado con la prostitución: entre las adolescentes sexualmente activas la tasa de nupcialidad es inferior si han recurrido a la venta de servicios sexuales (5.9%) que si no lo han hecho (8.4%). Además, no se reporta en la encuesta ningún caso de una joven casada que haya ejercido la prostitución en el último año. La tasa de maternidad, por el contrario, es superior entre las jóvenes que han vendido servicios sexuales tanto alguna vez (41.2%) como el último año (35.7%) que entre quienes no lo han hecho (30%).
[110] Conviene reiterar que esta argumentación se aplica básicamente a la prostitución de superávit femenino. En la situación de exceso de hombres, la lógica se revierte pues son más probables las mafias de traficantes, mayor la violencia, que induce mayor demanda por rufianes que, a su vez, contribuyen a la inseguridad.
[111] En República Dominicana, un estudio bastante ambicioso sobre explotación sexual concluye que “No se reportaron casos de detección de intentos (sic) de sacar personas menores de edad del país con fines de explotación sexual comercial. Sin embargo, se informó que algunos estudios han encontrado mujeres jóvenes a quienes se les había aumentado la edad para poder sacarlas del país” . OIT-IPEC (2002) p. 92. En Colombia, en un trabajo sobre tráfico de mujeres, Claassen y Polanía (1998), se ofrecen varios elementos que desafían la noción de tráfico involuntario: en particular, un sondeo de prostitutas colombianas en Holanda indica que a la gran mayoría de ellas (27 de 34) se les ofreció el trabajo que terminaron ejerciendo.
[112] La vida de pareja al interior de tales grupos también está severamente controlada. Los problemas relacionados con el suministro de servicios sexuales a los combatientes se han manejado comúnmente mediante el reclutamiento, basado más en el engaño que en la simple coerción, o recurriendo a la prostitución, por fuera del grupo.
[113] Las organizaciones que se han especializado en secuestros requieren de una sólida estructura burocrática, del soporte de una ideología y de un mínimo de complacencia –o por lo menos indiferencia- de la población en los territorios en los que actúan. La principal razón es que este tipo de actividad requiere una división de tareas específica, siendo particularmente delicada la labor de quien mantiene contacto directo con los rehenes.
[114] Hobsbawm, Eric (2003). Bandidos. Barcelona: Crítica p. 158
[115] Un detalle que llama la atención de la desaforada manía de Pablo Escobar por tomar rehenes con casi cualquier pretexto es la falta de referencias al rapto de mujeres con objetivos sexuales. Al respecto, no sólo es casi imposible encontrar testimonios del llamado Patrón raptando y violando divas sino que, por el contrario, abundan las referencias a su apego al ritual de los premios, los regalos y los pagos monetarios a cambio de los favores sexuales. Ver por ejemplo Salazar (2001) pp. 196 y 217.
[116] Es el nombre que se le ha dado a la nueva generación de pequeños capos del narcotráfico.
[117] La situación opuesta se presenta en el Japón, en dónde los traficantes colombianos negocian directamente con grupos de la Yakuza y, por lo tanto, hay mayor oportunidad para integrar ambas actividades.
[118] Una joven caleña de 20 años, con estudios universitarios, “emigró a través del contacto de un amigo, para venir a ejercer la prostitución … Ella misma, por su cuenta y decisión, va desplazándose de un sitio a otro, en función de las informaciones que recoge en los clubes donde trabaja: “las mismas chicas de aquí le dicen a uno donde se puede ir y si el sitio es o no bueno””. “Podemos entrar y salir cuando queramos, somos autónomas” Solana (2003) p. 61 y 110.
[119] Leonella, una colombiana de 19 años que “vino consciente y voluntariamente a prostituirse. Llegó a España a través de una red, por lo que contrajo una deuda de un millón de pesetas (unos 6000 €) que tardó dos meses en pagar ejerciendo en un local de Galicia. Consiguió su libertad y, desde entonces, se prostituye libre y autónomamente , recorriendo los clubes del país que más le interesan … Dicen que aquí nos maltratan y es mentira …”. Solana (2003) p. 109
[120] “Esto ha cambiado mucho. Luego, la seguridad también. La idea antigua de los clubes como lugares inseguros, de peleas, eso también se ha acabado …Estos son ya negocios estables, son empresas … Yo a todo el mundo le recomiendo que venga, que vea … y podrá ver que aquí no hay ninguna niña ni acosada ni recluida ni presa ni nada por el estilo. Esto es libre; entran y salen cuando quieren”. Opiniones de un empresario de clubes de alterne recogido por Solana (2003) p. 52
[121] “Los clubes están declarados como hoteles, hostales, pensiones … las mujeres son clientas del hotel y ellos remiten cada día a la Guardia Civil la lista de huéspedes. La única relación mercantil que hay entre el club y las mujeres extranjeras que residen en éste es la normal en el sector hostelero de alquiler de una habitación”. Declaraciones de un propietario de un club de plaza en Córdoba. Solana (2003) p. 50
[122] Este sin duda es un aspecto que requiere mayor investigación. El mismo Zaitch (2003) anota que, en Holanda, las mujeres dominicanas sí dependen de proxenetas, lo cual implicaría mayores vínculos con la delincuencia, como se vio para Nicaragua. También se debe reiterar que la prostitución de otros orígenes como África o Europa del Este no necesariamente encaja en el mismo escenario.
[123] Solana (2003) reporta con extremo detalle como lo que en Octubre de 2001 apareció en los medios de comunicación españoles como un gran golpe a las mafias, y la desarticulación de una banda de traficantes, y se anunciaba como la detención de una veintena “de acusados de prostituir a inmigrantes indocumentadas” no fue más que un control de policía, casi rutinario, a 22 mujeres que trabajaban en un local de alterne en Córdoba. p. 108
[124] Por lo general por gente vinculada a la salud pública. Corbin (1982) califica el trabajo de Parent-Duchatelet como una de las primeras obras maestras de la sociología empírica. p. 34
[125] “El tráfico de mujeres y la prostitución en América Latina se remonta a la época de la conquista cuando los españoles, en cumplimiento de la ley de guerra, tomaban o entregaban el botín de mujeres al vencedor” . Chiarotti (2002)
[126] En las que incurren incluso personas vinculadas a entidades académicamente solventes de las cuales se esperaría algo más de cuidado con ciertas afirmaciones. Un ejemplo de esta demagogia que contamina el debate es el que brinda la directora del Protection Project de la Escuela de Gobierno de Harvard -cuyo objetivo es montar una completa base de datos sobre legislación y materiales relacionados con la explotación de mujeres y niños- quien para ilustrar el problema del tráfico de mujeres recurre a la siguiente metodología: a) construye, como una amalgama de varios casos reales la historia de Lidia , una joven de 16 años que en algún país de Europa del Este -puede ser cualquiera- es secuestrada, drogada y llevada a algún país industrializado –cualquiera- dónde, al despertarse un hombre le dice “Yo soy tu dueño, tú eres mi propiedad, y trabajarás para mí hasta cuando yo lo desee”. La amenaza con golpearla si trata de escapar y le comunica que tiene una deuda de U$ 35 mil que deberá pagar trabajando en un burdel ofreciendo servicios sexuales a 10 o 20 hombres al día. Lidia se rehúsa, entonces la golpea, la viola y llama a todos sus amigos para que también lo hagan. b) “Ahora, multiplique la historia de Lidia por cientos de miles y de allí emerge una imagen de la magnitud del problema”. CSCE (1999) pp. 21 y 22
[127] La explicación de la falta de denuncias bajo el escenario de las mafias de traficantes es bastante obvia. Si, como parece, este escenario no es el más adecuado, resulta necesario buscar nuevas explicaciones.
[128] Tras la fachada de una sociedad de socorros mutuos, un grupo con cientos de socios –promovido por Noe Trauman, empresario judío polaco- mantuvo con sede en Buenos Aires por varias décadas un próspero negocio de prostitución, con cientos de burdeles, que se nutría principalmente de jóvenes judías –conocidas como las polacas- reclutadas en Europa del Este. El reclutamiento se hacía por medio de supuestos comerciantes que viajaban por las aldeas empobrecidas de Europa seduciendo mujeres jóvenes con promesas de matrimonio para luego llevarlas a burdeles de Argentina, Brasil o Uruguay. La organización disponía de toda una infraestructura de soporte –incluyendo su propias sinagogas y cementerios- tanto para el reclutamiento como para garantizar el bienestar de las pupilas. La mayor parte del tráfico se realizó entre 1880 y 1930. Ver “Ladies of the night: Trafficking and the polacas of South America” http://www.rememberwomen.org/Projects/future.html o “La "Zwi Migdal", una mafia que explotaba a 3.000 prostitutas”. El Clarín, Octubre 2 de 2000
[129] Ver un resumen de la biografía y varias referencias en “La mujer que desmanteló un imperio de burdeles” http://noticias.arcoiris.tv/modules.php?name=News&file=article&sid=241
[130] “El cafishio (rufián) le da a una mujer tranquilidad para ejercer su vida. Los tiras no la molestan. Si cae presa, él la saca; si está enferma, él la lleva a un sanatorio y la hace cuidar, y le evita líos y mil cosas fantásticas. Vea, mujer que en el ambiente trabaja por su cuenta termina siendo siempre víctima de un asalto, una estafa o un atropello bárbaro. En cambio, mujer que tiene un hombre trabaja tranquila, sosegada, nadie se mete con ella y todos la respetan”. Arlt (1929)
[131] A diferencia de quienes proponen que proviene del latín rufus, pelirrojo, un distintivo de las prostitutas, se sugiere para rufián “que su étimo adecuado sería el árabe ru´yan, puesto que el 'ayn, sin sonido equivalente en las lenguas romances, solía sustituirse por la h aspirada, con lo cual tendríamos la misma evolución fonética de la palabra anterior, es decir ruhyan y rufyan. Esta palabra significa 'pastor, gobernante, patrón', es decir, 'todo aquel que cuida o vela sobre algo, que lo guarda y vigila'. Esta era, según hemos visto en los textos, la labor del "rufián", que se contrataba como esbirro para servir de guarda personal de quien lo requería: garitos, burdeles, prostitutas, e incluso damas o caballeros con problemas personales, los cuales se valían de estos matones a sueldo para realizar sus venganzas personales y sus ajustes de cuentas, al margen de la justicia”. Pezzi (1991).
[132] En el aparentemente seguro escenario de los locales de plaza y de alterne en la provincia de Córdoba en la actualidad, en dónde “no son habituales, sino más bien infrecuentes, los malos tratos, las agresiones y la violencia por parte de los clientes, resulta diciente una afirmación de un empresario que ha sufrido algunas amenazas: “Lo que pasa es que nosotros, gracias a Dios, nos sabemos defender” Solana (2003) p. 53. No parece simple coincidencia, sino una muestra de integración industrial vertical, que en España del siglo XXI una importante asociación de dueños de burdeles esté dirigida por un prominente empresario de los servicios privados de seguridad Ver Salas (2004)
[133] Muchas de las mujeres coreanas entrevistadas por Moon (1997) se consideraban mujeres perdidas aún antes de caer en la prostitución pues había perdido estatus social y auto estima por causa de un divorcio, una violación o un embarazo por fuera del matrimonio. El embarazo por fuera del matrimonio en las sociedades latinoamericanas que valoran la virginidad ha sido reconocido por mucho tiempo como factor que empuja a la prostitución.
[134] En la “Jerarquización de Valentónica”, de José Luis Alonso Hernández se propone al chulo y al rufián como dos etapas de la carrera de la delincuencia profesional. Pezzi (1991)
[135] Ver Moreno y Vásquez (2004)
[136] No parece accidental que, aún en sociedades con una estructura estatal altamente centralizada, dónde aún las cuestiones de seguridad siguen dependiendo del orden nacional, como Colombia, las medidas relacionadas con la prostitución han sido, desde hace muchos años, un asunto municipal.
[137] No es sensato suponer que las burocracias modernas serán tan eficaces combatiendo la prostitución como lo fueron los miembros de la Compañía de Jesús en el siglo XVI en España, cuando contribuyeron al declive de las mancebías. “El ataque de los jesuitas a las mancebías cubre dos períodos: uno que va de 1590 a 1615, y otro que abarca de 1616 a 1623. El primero combinó la prédica militante, la persuasión y la fundación de casas de recogidas; el segundo comprendió campañas agresivas que incluían la invasión de grupos de frailes a los burdeles, expulsión de clientes, acorralamiento de las muchachas por parte de los religiosos más ancianos y una prédica intimidante. Ponían crucifijos en las entradas y montaban guardia .. dispuestos a disuadir a todo aquel que pretendiera ingresar … Bajo esta presión, las mancebías perdieron su clientela”. Rodríguez (2002) p. 52
[138] Wijers (2004) p. 220
[139] A la que se han ido adaptando las propuestas de liberalización de la legislación. “Tras un período de intenso diálogo y debate el CIDP (Comité Internacional por los Derechos de las Prostitutas) comenzó a exhortar a la despenalización de la prostitución per se, independientemente de la edad ..” Pheterson (2004) p. 135
[140] En España, por ejemplo, puesto que el aspecto más saliente de la prostitución es el desequilibrio de géneros en la inmigración parece razonable, y factible, hacer proyecciones demográficas, evaluar diferentes escenarios y hacer una predicción de las tendencias de la prostitución. Parte de este ejercicio debe hacerse teniendo en cuenta la diversidad de factores que impulsan la emigración en los lugares de origen.
[141] El asunto de la publicidad por internet parece muchísimo más complejo.
[142] “La posibilidad de estar enferma es muy alta, pues algunos clientes pagan más por no usar condón”. Testimonio de Natalia, universitaria Bogotana que vende servicios sexuales el la zona cocalera. Bustos (1999) p. 152