SEGURIDAD CIUDADANA EN REPÚBLICA DOMINICANA



SEGURIDAD CIUDADANA EN REPÚBLICA DOMINICANA
Principales Resultados del Módulo de Victimización de la
ENCUESTA NACIONAL DE HOGARES DE  PROPOSITOS MULTIPLES



INFORME FINAL DE CONSULTORÍA
Presentado al
BANCO INTERAMERICANO DE DESARROLLO

Por
Mauricio Rubio
Mayo de 2006

Se puede considerar que los niveles que muestra un indicador global de seguridad –qué tan segura se siente la gente en las calles- es relativamente satisfactorio, ya que predomina la sensación de seguridad sobre la de inseguridad. Mientras un 6% se sienten muy seguros y un 49% seguros, el 3% manifiestan sentirse muy inseguros y el 26% inseguros.
Gráfica 1
La sensación de seguridad, sobre todo en los valores superiores del índice, mejora con el nivel socio económico de los hogares. Así, mientras el 6% de los hogares de clase baja dicen sentirse muy seguros, en el nivel económico más alto tal porcentaje alcanza el 13%. Por otro lado, la proporción de inseguros baja del 26% al 19%.
Gráfica 2

Sorprendentemente, la disponibilidad de iluminación en las calles del barrio no parece tener un efecto perceptible sobre la sensación de seguridad de los hogares. Así, por ejemplo, la proporción de quienes se sienten muy seguros, o seguros, es similar entre los hogares que reportan que las calles de su barrio están siempre iluminadas por las noches y entre quienes manifiestan que nunca lo están.

Gráfica 3
El 44% de los hogares consideran serio o muy serio el problema de la delincuencia en su barrio y tan sólo uno de cada cinco hogares considera que vive en un barrio en dónde no existe esa preocupación. Aunque menos generalizado que cuestiones como el desempleo, la pobreza o la energía eléctrica, con la excepción del consumo de alcohol, que concierne a la mitad de los hogares, el de la delincuencia es, dentro de los problemas que pueden afectar la sensación de inseguridad, el que más preocupa a los hogares.
Gráfica 4
De hecho, que la delincuencia sea considerada un problema serio o muy serio en el barrio incrementa de manera significativa, duplicándola, la probabilidad de sentirse inseguro en las calles. A su vez, que se reporte como algo inexistente aumenta, también de manera significativa, los chances de sentirse seguro o muy seguro en las calles. Después de la delincuencia, la presencia de pandillas en los barrios –el pandillaje- aumenta en un 66% la probabilidad de sentirse inseguro o muy inseguro; las drogas lo hacen en un 40% y las riñas en un 15%, en todos los casos de manera estadísticamente significativa. La alta incidencia de prostitución en un barrio tiene como efecto, por el contrario, disminuir –en un 15%- la probabilidad de sentirse inseguro. La ausencia tanto de delincuencia como de drogas tienen a su vez la capacidad de incrementar la probabilidad de que los vecinos se sientan seguros o muy seguros en su barrio. 
Gráfica 5
Como cabría esperar, los problemas que, en opinión de quienes respondieron la encuesta, afectan a los barrios están relacionados entre sí, y algunas de estas asociaciones son particularmente estrechas. Por ejemplo, vale la pena señalar la alta coincidencia que se observa entre la delincuencia y las drogas. O entre estas últimas y la prostitución y/o las pandillas.
Gráfica 6
En efecto, el índice de correlación entre la calificación que se le asigna al problema de la delincuencia y al de las drogas alcanza a ser del 80%. Con la prostitución, el consumo de alcohol, las pandillas y las riñas, se sitúa entre el 50% y el 60%. Por el contrario, la asociación entre la percepción de gravedad de la delincuencia y cuestiones como el desempleo o la pobreza no superan el 20%.

A su vez, la avocación entre el fenómeno de drogas y asuntos como la prostitución , las pandillas o el alcohol se acerca al 60%, mientras que, de nuevo, parece relativamente independiente del los indicadores de desempleo o pobreza.

La relativa independencia entre el fenómeno de la delincuencia en los barrios tal como lo perciben los hogares y su situación económica se confirma cuando se observa la proporción de familias que, en los distintos niveles del índice de condiciones de vida, consideran la delincuencia como un problema serio de sus barrios, o que, en el otro extremo, lo califican de inexistente.
Gráfica 7
En efecto, mientras en el quintil más bajo del índice de condiciones de vida (ICV) cerca del 30% de los hogares anotan que la delincuencia en sus barrios es un problema serio o muy serio, en el quintil más alto tal proporción se acerca al 50%. El porcentaje de quienes, por el contrario, consideran que no vale la pena preocuparse por la delincuencia baja del 34% en el quintil inferior del ICV al 13% en el tramo más alto de dicho índice.

Con respecto a la evolución de los problemas del barrio a lo largo del último año anterior a la encuesta se pueden hacer algunas anotaciones. La primera es que en los asuntos relacionados con la seguridad la sensación mayoritaria es que las cosas siguen más o menos similares a como venían. Para la delincuencia, por ejemplo, menos del 30% de los hogares consideran que la situación se ha deteriorado, un 15% cree que las cosas han mejorado y el 52% piensan que todo sigue igual. Para las drogas o el consumo de alcohol, las opiniones son similares. Para la prostitución y las pandillas es aún mayor la proporción –cerca de las dos terceras partes- de quienes ven pocos cambios. Por otro lado, en asuntos como el desempleo y la pobreza es mayoritaria la impresión de deterioro.
Gráfica 8
También en esta perspectiva dinámica se observa que, según los hogares, los asuntos tradicionalmente asociados con la seguridad están más o menos relacionados entre sí y son, a su vez, relativamente independientes de los cambios en la situación económica. En efecto, la percepción de mejoría o deterioro en la situación de delincuencia [1] está más asociada con lo que se cree ha ocurrido en el ámbito de la droga (índice de correlación del 70%) o las pandillas (45%) que con asuntos como el desempleo (25%) o la pobreza (24%).













Gráfica 9

En términos generales, la percepción de deterioro en la situación de los problemas del barrio en las cuestiones que se pueden relacionar con la seguridad parecen inversamente proporcionales al Índice de Condiciones de Vida (ICV). En efecto, en una escala de –1 a 1, en dónde –1 es que se considera que la situación está peor, 0 que permaneció igual y 1 que mejoró con relación a Junio de 2004, se observa que los hogares del quintil más bajo del ICV la mayor parte de los problemas permaneció inalterada, mientras que en el quintil más alto del ICV cobra mayor importancia la sensación de empeoramiento de los problemas. Por otro lado, y en forma independiente de la situación en el ICV, el fenómeno de la prostitución es el que se percibe como el de mayor deterioro en la situación.
Gráfica 10
La percepción de poco cambio, con un leve deterioro, en la situación de seguridad en el barrio se mantiene en una perspectiva  quinquenal. En efecto, un poco menos de la mitad de los hogares (47%) considera que, comparado con el año 2000, el barrio sigue igual. Un 27% piensa que es un lugar más inseguro, superando por cerca de 10 puntos a quienes creen, por el contrario, que el barrio es ahora un sitio más seguro.











Gráfica 11
Nuevamente, esta percepción se asocia con la situación económica del hogar, medida por el índice de condiciones de vida.  En particular, los hogares que consideran que la seguridad del barrio se ha deteriorado a lo largo del último quinquenio tienden a tener mayor peso a medida que aumenta el ICV. 
Gráfica 12
Cerca de la mitad (45.7%) de los hogares que respondieron la encuesta consideran que la delincuencia es uno de los tres principales problemas que enfrenta el país en la actualidad. Únicamente el desempleo, considerado prioritario por un poco más de la mitad supera a la delincuencia en materia de preocupaciones. Aunque esta cifra es levemente superior en los niveles medio bajo y media alto, la delincuencia aparece como una preocupación en forma relativamente independiente de la clase social a la que se pertenece. De hecho, entre los hogares que se consideran de clase baja, la proporción de quienes consideran la delincuencia uno de los principales problemas (42.5%) es similar a la proporción correspondiente en la clase alta (45.5%).

ENCUESTA DE VICTIMIZACIÓN
La relación entre los problemas de seguridad y la condición económica de los hogares, y en particular, la observación que se trata de un fenómeno que preocupa más a los estratos altos se confirma cuando se indaga por la frecuencia con la que se discute sobre la delincuencia. Así, mientras en el quintil más bajo del índice de condiciones de vida un poco más del 40% de las personas reportan haber conversado en las últimas dos semana sobre delincuencia, en el quintil más bajo la cifra respectiva alcanza el 75%.
Gráfica 13

ROBO DE VEHICULOS
Un poco más de uno de cada tres de los hogares reportan tener o haber tenido algún vehículo  desde el año 2000. La propiedad de un medio de transporte a lo largo del último quinquenio está positivamente asociada con el nivel económico del hogar, siendo del 20% en el quintil más bajo y del 56% en el más alto.
Gráfica 14
La mayor proporción de propietarios, en forma relativamente independiente del nivel económico, se da para los motores/pasolas. Para carros, yipetas y camionetas, la propiedad se concentra en los quintiles más altos del ICV.
Cuadro 15
Un poco más del 7% de los propietarios de vehículos reportan haber perdido alguno por robo desde el año 2000. En el quintil más alto del ICV se observa la mayor proporción de víctimas de robo de vehículo durante el quinquenio. Casi la mitad de estos robos corresponden a incidentes ocurridos a lo largo del último año –desde Junio de 2004-. Para estos robos, la diferencia por niveles del ICV es menos marcada, siendo similar en el quintil más bajo y el más alto de este índice. 
Gráfica 16
Aunque es siempre arriesgado inferir tendencias de la victimización a partir del reporte de la fecha de los incidentes, puesto que cabe pensar que para los más recientes tiende a haber una mayor facilidad para recordar, los datos sugieren un incremento, a lo largo de los últimos cinco años en el robo de vehículos. Por otra parte, parecería haber cierta estacionalidad en este tipo de ataques a la propiedad, con un pico bastante marcado en el mes de mayo, durante el cual se observa una incidencia cercana al doble de la del resto del año.
Gráfica 17
El mayor porcentaje de los robos de vehículos ocurre “en algún lugar de la ciudad” (37%) seguido de en la vivienda (29%) o en sus cercanías (15%).
















Gráfica 17ª
Las tasas de denuncia por robo de vehículos son importantes y dependen poco del nivel económico de los hogares. En efecto, más de las tres cuartas partes de quienes reportan haber sufrido la pérdida de un vehículo por robo manifiestan haber puesto en conocimiento de las autoridades de policía la ocurrencia del último de estos incidentes. Este porcentaje es ligeramente superior en el quintil más bajo del ICV.
Gráfica 18
Por el contrario, las tasas de recuperación de los vehículos robados son relativamente bajas (23.8%) y, sorprendentemente, son menores entre quienes denunciaron el robo (21.3%) que entre quienes no lo hicieron (30.4%).

Dentro de las razones aducidas para no haber denunciado el último robo de vehículo, sobresalen, “la Policía no haría nada sobre eso” (29%), la “falta de prueba”  (21%) y “lo resolví por mi mismo”  (20%). En total más de cuatro de cada diez de las víctimas (41%) de robo de vehículo que no denunciaron el hecho manifiestan algún tipo de desconfianza, por incapacidad o complicidad, hacia la Policía.








Gráfica 19

Por otra parte, casi la totalidad (96%) de quienes denunciaron el robo de vehículo lo hicieron motivados por recuperar la propiedad. A esta razón le siguen en importancia las relacionadas con el interés por un adecuado funcionamiento del aparato de justicia.
Gráfica 20

La tercera parte (33.5%) de quienes denunciaron el robo de vehículo manifiestan estar satisfechos con la actuación de la policía. La principal razón aducida por quienes no se sienten satisfechos con la reacción de la Policía ante la denuncia por robo de vehículo es que “no hicieron lo suficiente”, afirmación con al cual se muestran de acuerdo más del 70% de los afectados.
Gráfica 21
Dos de cada tres de los hogares afectados (65.5%) por el robo de un vehículo consideran que el incidente fue muy serio para el hogar, el 26% creen que fue serio y tan sólo el 22% piensan que no fue muy serio. Estos porcentajes no varían de manera sistemática por quintiles del ICV.
Gráfica 22
La estimación del valor del robo de vehículo se sitúa algo por debajo del millón de RDS.

ROBO DE PIEZAS Y ACCESORIOS DE VEHÍCULOS
El 8% de los hogares propietarios de vehículos se han visto afectados, a lo largo del último quinquenio, por el robo de piezas y accesorios. Los hogares situados en el quintil más alto del Indice de Condiciones de Vida (ICV) concentran una mayor proporción de víctimas, cerca del doble del cuarto quintil y más de cinco veces del inferior.
Gráfica 23
En forma aún más marcada que para el robo de vehículos, se observa una concentración de los incidentes en las fechas más recientes. Como se señaló, esta tendencia en el tiempo de los robos estimada a partir de la pregunta sobre incidentes pasados está muy probablemente sesgada hacia los últimos años. A lo largo del año, se observa un claro predominio del primer semestre, a lo largo del cual el robo de piezas crece continuamente, alcanza un pico en el mes de mayo y el menor nivel en agosto. De nuevo en estos datos por mes se podría pensar, dado el momento de realización de la encuesta, en un sesgo hacia los incidentes más recientes.




Gráfica 24
La localización de los robos de piezas de vehículos es similar a la de los vehículos. Predominan  la vivienda de la víctima o sus cercanías con casi la mitad de los casos seguidos por “algún lugar de la ciudad” con una tercera parte de los incidentes.
Gráfica 24ª
El comportamiento de las denuncias por piezas y accesorios, por el contrario, es bien distinto del de los vehículos. En primer lugar, sus niveles son sustancialmente inferiores: tan sólo uno de cada cuatro de los afectados acude a la Policía, contra tres de cada cuatro en el caso de los vehículos. Por otra parte, y contrario a lo observado para los vehículos, la tasa de denuncias tiende a incrementarse con el nivel económico de los hogares. En el quintil más bajo tan sólo una de cada diez de las víctimas de robo de piezas de vehículo puso el incidente en conocimiento de las autoridades.













Gráfica 25
La recuperación de las piezas de vehículos robadas, el 5.9%, es mucho más baja que para los vehículos, pero en este caso es superior entre quienes denunciaron el robo (11.0%) que entre quienes no lo hicieron (4.4%).

Las razones para no denunciar el robo de piezas son similares a las que se aducen para no hacerlo en el caso de los vehículos. Más de la tercera parte de las víctimas se abstuvieron de denunciar por considerar que la Policía no haría nada al respecto. Cerca de la mitad de quienes no denunciaron (44%) manifiestan algún tipo de desconfianza hacia la Policía. La idea de incapacidad y/o corrupción en la Policía es más frecuente en los niveles altos del ICV (56%) que en el estrato más bajo (22%).

Gráfica 26

Un poco más de la tercera parte (34.7%) de los hogares que denunciaron robo de piezas de vehículo se manifiestan satisfechos con la manera como la Policía atendió el caso. Entre quienes no se muestran satisfechos priman, de nuevo, cuestiones relacionadas con el desinterés y la falta de eficacia de la Policía para atender el caso.








Gráfica 27
Para buena parte de los hogares afectados por el robo de piezas o accesorios de vehículos (40%) el incidente se considera no muy serio, en forma relativamente independiente del nivel económico.
Gráfica 28
El valor promedio que se asigna a las pérdidas por robo de piezas o accesorios de vehículo es de 6402 RDS.

VANDALISMO A VEHÍCULOS
La incidencia del vandalismo a los vehículos es inferior –casi la mitad- de la observada para el robo de piezas y accesorios, aunque se conserva el perfil por nivel económico, con la mayor proporción de víctimas en el quintil más alto del ICV.
Gráfica 29
La evolución de estos incidentes a lo largo del último quinquenio, así como su distribución entre los meses del año, casi idénticas a las observadas para el robo de piezas de vehículos permiten sospechar problemas de subregistro de los incidentes más alejados en el tiempo en detrimento de los más recientes. El lugar de ocurrencia del vandalismo también es casi idéntico al de robo de piezas, concentrándose en la vivienda y sus alrededores. La tasa de denuncia de los actos de vandalismo contra los vehículos (17.4%) es aún inferior a la observada para el robo de piezas de vehículo. Dentro de las razones aducidas para no hacer la denuncia prima que “el problema no era muy grave”, además de cuestiones similares a las señaladas para no denunciar el robo de piezas.

Cerca de la tercera parte de quienes no denunciaron, muy concentrados en los dos quintiles más altos del ICV, manifiestan algún tipo de desconfianza hacia la Policía.

La opinión sobre la seriedad del incidente de vandalismo para el hogar es similar a la manifestada con relación al robo de piezas o accesorios.
Gráfica 30

La estimación de los gastos ocasionados por el vandalismo, 5874 RDS, es ligeramente inferior a la cifra reportada para el robo de piezas de vehículos.

INTENTO DE ROBO A LA VIVIENDA
El 7.4% de los hogares manifiesta tener alguna evidencia –como candados, puertas o ventanas dañadas- de que alguien, a lo largo de los últimos cinco años, trató de entrar a su casa para robar. El perfil del reporte de este incidente es creciente con el nivel económico de quien responde la encuesta. En el quintil más bajo el porcentaje de respuestas afirmativas es del 4.2% mientras que en el más alto la cifra respectiva es del 11.4%. Más de la mitad de los incidentes reportados (con una incidencia del 4.6%) se concentran en los doce meses anteriores a la encuesta. A lo largo del último año, aunque de forma menos marcada que para el quinquenio, los intentos de robo a la vivienda aumentan con el nivel económico de los hogares.




Gráfica 31
La altísima concentración de los incidentes reportados (cerca del 40%) en el 2005, con tan sólo 6 meses transcurridos en el momento de la encuesta, así como su distribución entre los meses del año, con una participación proporcional a la cercanía del mes que se refiere con el momento de realización de la encuesta permiten sospechar, al igual que lo observado para los incidentes menores con los vehículos, la existencia de un sesgo a favor de los incidentes más recientes. En el mismo sentido apunta el hecho que más del 20% de quienes sufrieron algún intento dicen no recordar la fecha en que ocurrió.

Casi la mitad (48%) de las víctimas de intento de robo manifiestan que en el momento del incidente se encontraban en su vivienda. Un 18% estaba cerca de allí, el 17% en algún lugar de la ciudad y el 12% en su lugar de trabajo.
Gráfica 32

El 18% de las personas afectadas por un intento de robo a su vivienda pusieron la respectiva denuncia ante las autoridades de Policía. La proporción de denunciantes se incremente, aunque de manera leve con el nivel económico de los hogares, alcanzando cerca de uno de cada cuatro en el quintil más alto.







Gráfica 33
La principal razón señalada (por el 40% de los afectados) para no haber hecho la denuncia es la falta de gravedad del incidente, seguida por la falta de pruebas (30%) y que la Policía no haría nada al respecto (22%).
Gráfica 34
Un poco más de uno de cada cuatro de los hogares (26.4%) víctimas que no denunciaron la tentativa de robo manifiestan algún tipo de desconfianza hacia la Policía, de manera directamente proporcional a su nivel económico (22.7% en el quintil más bajo contra 35.3% en el más alto).

Dentro de las razones mencionadas para haber hecho la denuncia sobresalen los objetivos de prevención: cerca del 70% de los denunciantes señalan que lo hicieron “para alertar sobre este  tipo de hecho” o,  en un porcentaje similar, “para evitar que se repita”.













Gráfica 35
Uno de cada tres de los hogares que acudieron a la Policía ante una tentativa de robo manifiesta sentirse satisfecho con la institución. Entre quienes no lo están sobre salen como razones el que no tomaron interés (70.9%) o que “no hicieron lo suficiente”.

Un poco más del 20% de los hogares señalan que el incidente de intento de robo fue muy serio. Esta proporción aumenta, aunque de manera muy leve, con el nivel económico.

Gráfica 36
En promedio, el valor del daño causado por el intento de robo a la vivienda se estima en 2841 RSD.
ROBO A LA VIVIENDA
El 8% de los hogares que respondieron la encuesta señalan haber sido víctimas de un robo en su vivienda en los últimos cinco años. Para los últimos 12 meses la cifra respectiva es del 5.5%. La proporción de hogares afectados por atentados a la propiedad en sus viviendas en el último quinquenio se incrementa con el nivel económico, pasando del 6.7% en el quintil más bajo del ICV al 13.1% en el quintil más alto. Para el último año la relación con el ICV, aunque también creciente, es un poco menos marcada.






Gráfica 37
A pesar de tratarse de un incidente para el cual se podría pensar existen buenos niveles de recordación en cuanto a la fecha en la que ocurrió, el perfil de las respuestas, concentradas mayoritariamente cerca del momento de realización de la encuesta permiten sospechar, de nuevo, que hay un sobre registro importante de los incidentes más recientes en detrimento de los más alejados temporalmente.
Gráfica 38
Las dos terceras partes de las víctimas de un robo a la vivienda se encontraban allí en el momento del incidente. Un 12% en alguna parte de la ciudad, el 8% cerca de la vivienda y otro tanto en su lugar de trabajo.
Gráfica 39
Uno de cada tres de los robos incluye electrodomésticos dentro de los elementos sustraídos de la vivienda. Le siguen en importancia las prendas de vestir y el dinero, en una cuarta parte de los casos, las joyas (15%) y los muebles (7%). Una cuarta parte de las víctimas de robo a la vivienda no especificó en el formulario el tipo de bienes que había perdido con tal incidente.

Gráfica 40
En materia de los robos a las viviendas se podría hablar de una delincuencia relativamente especializada puesto que en una gran mayoría de los incidentes (69.2%) se sustrajo sólo un tipo de los bienes considerados en la encuesta. En 20% de los casos el robo incluyó dos categorías de bienes, y en menos del 10% de los casos la variedad fue mayor a tres categorías de bienes. No se reportaron casos en los que se llevaran simultáneamente cinco o seis de las categorías consideradas.

Gráfica 41
Además, la mayor especialización se observa para los electrodomésticos, ya que en el 60% de los casos que incluyen tal tipo de bien, este se sustrajo de manera única.

La estimación del valor de lo robado en los ataques a la vivienda se sitúa en un promedio de 8795 RDS, de manera directamente asociada al nivel económico de los hogares. En el quintil más alto del ICV el monto de la sustracción a la vivienda es casi el doble del observado en los hogares del quintil más bajo.



Gráfica 42

Por otra parte, y como cabría esperar el monto promedio reportado para los robos a las viviendas depende de si incluía o no cierto tipo de bienes. En particular, aparecen más onerosos aquellos incidentes en los que se sustrajeron joyas o dinero.

Gráfica 43
En un poco menos de uno de cada tres (28.9%) de los robos a la vivienda se reportan daños adicionales a los bienes sustraídos, por un valor levemente superior a los 2000 RDS. El monto de estos daños colaterales es relativamente independiente del valor de los bienes sustraídos (índice de correlación del 13%).

El 28.5% de los hogares afectados por un robo a su vivienda recurrieron a las autoridades para poner la respectiva denuncia. Aunque esta proporción es más baja en el quintil inferior del ICV, para los demás tramos parece independiente del nivel económico del hogar.











Gráfica 44
El valor promedio de los robos que se denuncian (17386 RDS) es más de tres veces superior al de los incidentes que no llegan a conocimiento de las autoridades (4986 RDS). Esta observación es cierta para todos los tramos de nivel económico de los hogares.

Gráfica 45
Dentro de las razones para no denunciar el robo a la vivienda se destaca la falta de pruebas, mencionada por el 31% de los afectados, seguida de “la Policía no haría nada sobre eso” con el 21%.
Gráfica 46
El 27.5% de los hogares manifiestan algún tipo de desconfianza a la Policía como razón para no poner una denuncia. Esta cifra crece con el nivel económico de los hogares, siendo inferior al 20% en el quintil más bajo de ICV y del 36% en el quintil superior.

Entre quienes denunciaron el robo a la vivienda predomina como motivación el deseo de recuperar la propiedad  robada.
Gráfica 47
Cerca de la tercera parte de los denunciantes por robo a la vivienda reportan sentirse satisfechos con la forma como la Policía manejó el caso. Alrededor de este promedio se observan diferencias según el nivel económico de los hogares. En particular, la satisfacción con el desempeño de la Policía está negativamente relacionada con el índice de calidad de vida. Mientras entre los hogares del quintil más bajo la proporción de hogares satisfechos supera el 40%, en el quintil superior no llega al 25%.
Gráfica 48

Dentro de las razones más mencionadas para no sentirse satisfecho con el desempeño de la Policía ante la denuncia de un robo a la vivienda figuran que no hicieron lo suficiente (72%), que no tomaron interés (44%) y que no recuperaron nada (27%).













Gráfica 49
La opinión acerca de la gravedad del incidente se divide por terceras partes entre muy serio, serio y no muy serio, sin que se observen diferencias sistemáticas según el nivel económico de los hogares.
Gráfica 50
Tan sólo 4% de las víctimas de robo a la vivienda reportan haber recibido ayuda práctica o emocional a raíz del incidente y casi la mitad (49.7%) manifiestan que tal tipo de ayuda le hubiera sido útil, sin que se observen diferencias apreciables por quintiles del ICV para esta respuesta.



ATRACO A LA PERSONA
El 5.5% de quienes respondieron la encuesta señalan haber sido atracados en algún momento a lo largo de los últimos cinco años. La incidencia de este tipo de ataque es mayor a medida que aumenta el nivel económico, y pasa de 2.7% en el quintil más bajo del ICV a 10.8% en el quintil superior.







Gráfica 51
Para el último año la cifra respectiva es de 2.6%, con diferencias igualmente importantes dependiendo del ICV.

A pesar de que, tal como se ha señalado para los demás incidentes, podría haber una sobre representación de los atracos cercanos a la fecha de realización de la encuesta, parece haber un incremento de los atracos hacia final del año, ya que los meses de Noviembre y Diciembre presentan cifras que casi duplican las de los meses inmediatamente anteriores.
Gráfica 52
La mayor parte (52%) de los atracos reportados ocurrieron “en algún lugar de la ciudad” , seguidos de cerca de la vivienda (26%). Muy pocos ocurren en el lugar de trabajo (8%) o en la vivienda (5%).
Gráfica 53
Cerca de la mitad de los atracos fueron cometidos por dos personas, un poco menos de la tercera parte por un solo asaltante y uno de cada cinco por un “grupo de delincuentes”. Un proporción mínima (1.6%) fue cometida por un “grupo pandilleros” [2].
Gráfica 54
Una amplia mayoría de las personas afectadas por un atraco (85%) señala que no conocía a los atacantes. El 8.5% los conocía sólo de vista y el 4.6% sabía incluso el nombre de quien lo atracó. El conocimiento del atracador se incrementa sustancialmente para los incidentes cometidos en la vivienda de la víctima (28%) o en sus alrededores (21%).  El 53% de los atracos cometidos por personas conocidas por la víctima ocurren en su vivienda o en el vecindario.
Gráfica 55
En casi las dos terceras partes (64.6%) de los casos de atraco reportados alguno de los atacantes portaba un arma. Entre los atracos armados, la repartición entre arma blanca y armas de fuego (pistola o revólver) es casi idéntica, siendo muy pocos los casos (5%) en los que se utilizan ambos tipos de instrumento.







Gráfica 56
La tecnología de los atracos cambia dependiendo de que la víctima conozca a su atacante: en ese caso son menos frecuentes los ataques con arma de fuego y más comunes aquellos con arma blanca o desarmados.


Gráfica 57
El cambio en el armamento utilizado para atracar es aún más marcado dependiendo del número de atacantes. En particular, al aumentar los partícipes disminuye sustancialmente la proporción de atracos cometidos sin arma. Este porcentaje baja del 66% en los atracos cometidos por un solo individuo al 31% a los cometidos por un dúo al 16% en los perpetrados por un grupo de tres o más individuos.











Gráfica 58
A su vez, el uso de armas de fuego en los atracos muestra una diferencia radical (12% versus 39% de los casos) cuando en los incidentes el número de atacantes pasa de uno a dos.
En el 30% de los casos, según los encuestados “el asaltante llegó a utilizar el arma que portaba” y en el 80% de los casos la víctima fue efectivamente despojada de sus pertenencias.

El monto promedio de lo robado en atracos asciende a 5056 RDS, con algunas diferencias dependiendo del nivel económico de la víctima. En forma contraria a lo observado con otros incidentes, para los atracos las pérdidas declaradas por las personas del quintil más bajo del ICV (6116 RDS) son superiores a las de quienes se sitúan en el quintil más alto (4480 RDS).
Gráfica 59
El uso de armas de fuego en los atracos incrementa de manera sustancial –y estadísticamente significativa- el monto de lo que los atacantes logran sustraer a sus víctimas. En efecto, mientras que para los incidentes realizados con arma blanca, o sin ningún arma, el monto promedio de las pérdidas declaradas es de 4000 RDS, en los casos en los que se utilizó un arma de fuego, la cifra respectiva es de 6000 RDS.





Gráfica 60
Un poco menos de la tercera parte (27.5%) de los atracos llegan a conocimiento de las autoridades de Policía. Esta cifra no parecería depender del nivel económico de las víctimas ya que la tasa de denuncia en el quintil más bajo del ICV es prácticamente la misma que la observada en el quintil más alto. A pesar de esta relativa homogeneidad, si se descomponen los atracos según el tipo de arma utilizada por los atacantes aparecen diferencias dignas de mención. En el nivel más bajo del ICV, por ejemplo, se observa una tendencia a denunciar más los atracos cometidos con arma blanca. Para aquellos en los que se utilizó pistola o revólver, por el contrario, la tasa de denuncias es mucho menor en el quintil inferior. En general, la asociación entre tasa de denuncias y nivel económico es creciente para los atracos cometidos con arma de fuego y decreciente en caso contrario.
Gráfica 61
En todos los estratos económicos los atracos que se denuncian son aquellos en los cuales las pérdidas económicas fueron mayores. La diferencia de los montos envueltos en los incidentes que se denuncian y los que quedan fuera del conocimiento de las autoridades es particularmente marcada en el quintil más bajo del ICV.










Gráfica 62
Sobre las razones para no denunciar el atraco se destacan que la Policía no hría nada al respecto (37%), la falta de pruebas (22%) y que el problema no fue grave (17%). El 40% de los afectados que no denunciaron señalan alguna razón que refleja falta de confianza en la Policía; este porcentaje es sustancialmente mayor en el quintil más alto del ICV (50.5%) que en el más bajo (28%).

Gráfica 63
Dentro de las razones señaladas para haber hecho la denuncia vale la pena destacar la baja incidencia que tienen los requisitos impuestos por los seguros.

Un poco más de la tercera parte (36.7%) de quienes denunciaron un atraco se sienten satisfechos con la respuesta de la Policía. Entre las víctimas del quintil más bajo del ICV esta proporción es mucho mayor (52.9%) y decrece con el nivel económico de los afectados.












Gráfica 64
Para una fracción importante de los afectados (46%), y en forma independiente de su nivel económico, el atraco es considerado un incidente muy serio. Para los atracos realizados con arma de fuego, la proporción de víctimas que lo califican de grave sube al 60%.

Gráfica 65
Menos de 4% de las víctimas recibieron ayuda práctica o emocional por parte de alguna organización. A pesar de lo anterior, cerca del 60% manifiestan que tal tipo de ayuda les hubiera sido útil.

ROBO A LA PERSONA
El 5.5% de las personas que respondieron la encuesta señalan haber sido robadas –sin violencia- fuera de su casa –en el trabajo, en la escuela, en el transporte público, en la palya o en la calle- en los últimos 5 años. La proporción de afectados crece de manera considerable con el nivel económico, pasando del 2.6% en el quintil más bajo al 10.3% en el más alto. Para el último año las cifras respectivas son del 2.6% de víctimas de robo con 1.2% en el nivel económico más bajo y 4.3% en el más alto.






Gráfica 66


Tanto para el año como para el mes del momento del último robo a la persona, predomina el efecto de cercanía con la fecha a la realización de la encuesta.
Gráfica 67

El 63.6% de los afectados por este tipo de ataque a la propiedad manifiesta que “llevaba encima” lo que le fue robado.

El monto promedio de las pérdidas por robos a la persona es de 3729 RDS, siendo superior (5385 RDS) para los afectados del quintil más alto del ICV.
Gráfica 68
La tasa de denuncias para este tipo de robos es ligeramente superior al 13% con muy pocas diferencias entre los distintos niveles económicos de los hogares afectados.

Gráfica 69
En forma similar a lo observado para otros incidentes, los robos a las personas que llegan a conocimiento de las autoridades de Policía corresponden a aquellos que ocasionaron, en promedio, mayores pérdidas económicas para los afectados. Además, las diferencias entre los valores de los robos según se denuncien o no cambia según el nivel económico de los hogares, siendo particularmente marcada en el quintil más bajo.
Gráfica 70
El considerar que el problema no fue grave, la falta de pruebas y pensar que la Policía no haría nada al respecto priman como razones para no haber denunciado los ataques a al propiedad contra las personas.
Gráfica 71
Una cuarta parte de los no denunciantes aducen razones que reflejan desconfianza hacia las autoridades de Policía. Esta proporción es mayor en los niveles altos del ICV.

Dentro de las motivaciones para poner la denuncia predomina el ánimo preventivo. Por otro lado el papel de los seguros como impulsores de esta acción cobre mayor importancia.
Gráfica 72
Un poco más de la mitad (54%) de quienes denunciaron el robo a la persona manifiestan sentirse satisfechos con el trámite que la Policía le dio a esta denuncia. No se observan en esta fracción diferencias importantes por nivel económico. Entre quienes no quedaron satisfechos con el desempeño policial prima como razón que no tomaron suficiente interés en el caso.

Cerca de la cuarta parte de las víctimas consideran que el robo fue un asunto muy serio. Las diferencias en esta apreciación por nivel económico no son muy importantes.
Gráfica 73
A pesar de ser muy pocas las víctimas que recibieron apoyo de alguna organización a raíz del incidente, cerca de la mitad expresan que tal tipo de ayuda les habría sido útil.

AGRESIONES O AMENAZAS
El 5.2% de las personas que respondieron la encuesta manifiestan haber sido agredidas o amenazadas a lo largo de los últimos cinco años. La frecuencia de este tipo de incidente crece ligeramente con el nivel económico, pues pasa del 4.7% en el quintil más bajo del ICV para situarse en un 6% en el nivel más alto. Para los últimos doce meses la incidencia no sólo es menor  (3.1%) sino que presenta menores diferencias por nivel económico.
Gráfica 74
El grueso de las agresiones reportadas (85%) fueron causadas por personas conocidas por la víctima, siendo esta proporción decreciente con el nivel económico de los afectados. Así, mientras en el quintil más bajo del ICV el 90% de las agresiones las causaron personas conocidas por la víctima, en el quintil más alto tal porcentaje no llega a los tres cuartos.
Gráfica 75
 En forma aún más marcada que para los demás incidentes considerados hasta este momento, se observa una alta concentración de los incidentes de agresión en fechas cercanas al momento de realización de la encuesta. Así, por ejemplo, en el año 2005, con tan sólo seis meses efectivos, se reportan casi 500 incidentes, una cifra superior al total reportado para el período 2000 a 2004. Puesto que esta fecha se refiere a la última agresión, esta alta participación de las fechas recientes puede reflejar no sólo un sesgo de memorización sino un evento de alta reincidencia.










Gráfica 76
La vivienda y el vecindario aparecen como los lugares más riesgosos a la hora de las agresiones por parte de personas conocidas. En estos dos lugares ocurren cerca de las tres cuartas partes de los incidentes reportados. 
Gráfica 77
Cerca de la cuarta parte (24%) de las agresiones fueron ocasionadas por una pareja [3] de la víctima, 30% par algún amigo cercano, 14% por parientes, 10% por vecinos y 6% por compañeros de trabajo o estudio.
Gráfica 78

El 58% de los afectados por las agresiones reporta haber sufrido una herida o golpe. Un poco más de las tres cuartas partes (76%) afirma que considera el incidente como un delito, pero menos de la tercera parte (32%) puso la respectiva denuncia ante la Policía. Estos porcentajes no varía de manera sistemática con el autor de la agresión. En particular, las agresiones por parte de la pareja no son consideradas menos delito que las demás agresiones, ni se denuncian menos, aunque son levemente más graves que las demás (en el 71% de los casos se sufrió una herida o golpe contra 58% en promedio).

Por otra parte, para las agresiones personales, la tasa de denuncia no cambia de manera perceptible con el nivel económico de los hogares.

Sin que la información contenida en el formulario permita saber el detalle de lo que se incluye en la estimación de los gastos de la agresión, el promedio reportado para los costos incurridos a raíz del incidente es de 697 RDS. Nuevamente, en forma similar a lo señalado para los demás ataques, los casos que llegan a conocimiento de las autoridades de Policía son, simultáneamente, los que han ocasionado mayores erogaciones a los afectados. Además, la suma que parecería necesaria para inducir la denuncia de un incidente de agresión depende del nivel económico de los hogares.
Gráfica 79
Dentro de las razones para no denunciar la agresión se destaca la percepción de que el problema no era grave (32%), que el afectado lo resolvió por su cuenta ((27%), que no era necesaria la Policía (16%) y que no quería problemas (10%). Tan sólo el 9% de quienes no denunciaron la agresión aducen para esta decisión razones que indican algún tipo de desconfianza en la Policía.
Gráfica 80
El 53% de quienes denunciaron se sienten satisfechos con el desempeño de la Policía, siendo algo mayor este porcentaje en el quintil más bajo del ICV (61%) que en el más alto (50%). Entre quienes no se sienten satisfechos con la Policía predomina como razón que no hicieron lo suficiente (66%).

Un poco más de la tercera parte de  las personas afectadas, con pocas diferencias por nivel económico, consideran que la agresión fue una cosa muy grave.
Gráfica 81
El 8.3% de las víctimas de una agresión recibieron apoyo o ayuda de alguna organización, y cerca de las dos terceras partes consideran que tal tipo de ayuda les habría sido útil.

ENGAÑOS O FRAUDE EN EL CONSUMO
El 6.8% de los informantes manifiesta haber sido engañado en cuanto a la cantidad o calidad recibida cuando ha comprado algún producto o servicio a lo largo del último trimestre.
Gráfica 82
Este promedio presenta importantes diferencias por nivel económico, siendo casi cinco veces mayor (14%) en el quintil superior del ICV que en el quintil más bajo (3.1%).

De lejos, la compra de productos alimenticios constituye la mayor fuente de casos de engaños o fraudes, pues es un sector mencionado por el 60% de las personas afectadas. Le siguen en importancia los electrodomésticos con el 17% y la adquisición de prendas de vestir con el 15%.
Gráfica 83
Tan sólo el 2.7% de las personas que se consideran engañadas pusieron la respectiva denuncia ante las autoridades de Policía. A diferencia de la asociación positiva que se observa entre el nivel económico y la incidencia de engaños, en el quintil más bajo del ICV la tasa de denuncias para este tipo de incidentes es casi el doble (3.6%) de la observada en el quintil más alto (1.9%).

MEDIDAS PREVENTIVAS
Para prevenir el robo de vehículo o de sus piezas, la medida preventiva más utilizada es la de dejarlo en un garaje, costumbre adoptada por un poco más de uno de cada cinco (21%) de los propietarios. Le siguen en importancia el bastón en la guía (16%) y la alarma (11%).
Gráfica 84
En términos generales los hogares no combinan las diferentes medidas preventivas para el robo de los vehículo y, cuando las adoptan, en su mayoría optan por una sola (58%). Tan sólo el 11% de los propietarios de vehículo que respondieron la encuesta toman dos precauciones distintas y el 3% más de dos.

Gráfica 85
En términos generales las diferentes medidas adoptadas para prevenir el robo de los vehículos son, en la mayoría de los casos, inocuas. Algunas de ellas aparecen –medios electrónicos o protectores en los cristales- en los datos más como actitudes reactivas ante un robo –puesto que hay una relación positiva entre la adopción de la medida y el hecho de ser víctima- que como conductas capaces de prevenir tal tipo de incidente. En efecto, la proporción de víctimas de robo de vehículo, en el último año, es prácticamente la misma entre quienes adoptan las distintas medidas de seguridad y quienes no lo hacen.
Gráfica 86
En las pocas medidas para las cuales la proporción de víctimas es inferior entre quienes las adoptan que entre quienes no lo hacen (como quitar la careta de la radio o poner vigilantes) el efecto no es estadísticamente significativo.

Para las piezas de vehículos, lo que se podría denominar el efecto reacción –adoptar una medida de seguridad una vez se ha sido víctima de un robo- parece aún más marcado que en el caso del robo de los vehículos, ya que en para la mayor parte de medidas supuestamente preventivas la proporción de víctimas es superior entre quienes adoptaron la medida que entre quienes no lo hicieron.






Gráfica 87

Para impedir los robos a las viviendas la solución mayoritariamente adoptada –un poco menos de la mitad de los hogares- es la de puertas y ventanas con pestillo, seguida de la instalación de verjas de hierro (23%) , tener perros (16%) y las alarmas caseras, como campanas o latas (14%).
Gráfica 88
Alrededor de estos promedios, sin embargo, se esconden importantes diferencias en cuanto a la tecnología de protección de la vivienda, que depende del nivel económico de los hogares. Así, por ejemplo, tanto la instalación de alarmas eléctricas o electrónicas, como la contratación de vigilantes aparecen como medidas casi exclusivas de los estratos más altos. La opción de las verjas de hierro crece de manera constante con el nivel económico, tener un perro es la media más homogénea por estratos y las alarmas caseras se usan más en los quintiles bajos del ICV.










Gráfica 89
Aunque en forma menos marcada que para la prevención del robo de vehículos, la combinación de distintas medidas preventivas contra el robo de la vivienda no es lo más corriente. Más de las dos terceras partes de quines respondieron la encuesta señalan haber adoptada una sola de las medidas de prevención consideradas en el formulario. En particular, la diversificación de la protección al lugar de habitación sólo se da a medida que aumenta el nivel económico de los hogares. Así, mientras en el quintil más bajo del ICV uno de cada ocho de los hogares dice no haber adoptado ninguna precaución, y el 72% señala haber adoptado una sola, en el quintil más alto las cifras respectivas son del 3.8% y el 59%. A su vez, en este estrato más alto, más de la tercera parte de los hogares dice haber tomado dos o más medidas preventivas. En el quintil más bajo esta diversificación sólo se encuentra en uno de cada diez de los hogares.

Gráfica 90

Al igual a lo observado para las medidas preventivas de robo al vehículo o a las piezas del mismo, los datos muestran que la efectividad de las distintas medidas protectivas de la vivienda es prácticamente nula. De nuevo, denomina lo que se podría interpretar como una respuesta reactiva: algunos hogares parecen adoptar alguna medida de seguridad precisamente después de haber sido víctimas de algún ataque contra la propiedad.


Gráfica 91
Vale la pena señalar que el sentido perverso de esta asociación persiste aún después de controlar por el nivel económico de los hogares [4].

Andar muy vigilante y ser discreto –no portar cosas que llamen la atención- aparecen como las actitudes más corrientes para evitar ser robado por fuera de la casa.
Gráfica 92
En forma análoga a lo observado para las precauciones contra el robo a vehículo y a la vivienda, existen diferencias por nivel económico en términos de las medidas adoptadas para evitar ser robado en los lugares públicos. En particular, el porte de armas de fuego se incrementa con el estrato económico mientras que el de armas blancas muestra una relación inversa. Declarar que no se hace nada para prevenir los ataques ala propiedad en la calle es algo más común en los quintiles bajos del ICV, mientras que andar vigilante, no portar cosas que llamen la atención y el aerosol se hacen más frecuentes al subir el nivel económico.





Gráfica 93
También en forma muy similar a lo observado para la prevención de otros ataques a la propiedad, se observa que para evitar ser robado en la calle no es común que se adopte un número plural de medidas y que esto se hace solamente en la medida que se incrementa el nivel económico del hogar. El declarar que no se hace nada para prevenir los robos fuera de la casa –o no mencionar ninguna medida al respecto- es más tres veces más frecuente (21%) en el quintil más bajo del ICV que en el superior (6.9%). En el otro extremo, la frecuencia de personas que manifiestan tomar tres o más medidas preventivas en el estrato más alto (2.5%) es cinco veces superior a la observada en el quintil más bajo.
Gráfica 94
La efectividad de las medidas preventivas sobre el hecho de ser atracado en la calle es bastante precaria. En particular, entre quienes declaran andar armados hay una mayor proporción de víctimas que entre quienes salen a la calle desarmados. Paradójicamente, lo más eficaz para prevenir ser atracado en los lugares públicos parecería ser no hacer nada al respecto.








Gráfica 95

EL MIEDO A LA DELINCUENCIA
Cerca de una de cada cuatro de las personas que respondieron la encuesta declaran sentir mucho miedo por la delincuencia del barrio. En el otro extremo, 41% manifiestan no sentir ningún miedo. Repartidos casi por mitades, el resto de los encuestados reportan sentir poco, o algo de miedo.

Hay diferencias apreciables en esa sensación por nivel económico, siendo mayor la proporción de quienes se declaran temerosos en los quintiles superiores del ICV.
Gráfica 96
A su vez, casi una tercera parte de los hogares (29.5%) declara que siente más miedo que hace un año, una mayoría (52.8%) dice que el miedo es igual y 17.7% manifiesta sentir menos miedo. La proporción de personas que perciben un deterioro se incrementa con el nivel económico, en detrimento de quienes consideran que las cosas no han cambiado. La fracción de los que creen que lo del miedo a la delincuencia está mejor que hace un año es relativamente independiente del estrato económico.





Gráfica 97
A pesar de la proporción no despreciable de personas que manifiestan sentir mucho miedo, o de quienes dicen que la situación ha empeorado, el impacto de la delincuencia sobre las actividades corrientes de los ciudadanos no parece demasiado devastador. Por una parte, es importante la fracción –casi las dos terceras partes- de quienes manifiestan no haber alterado ninguna de sus rutinas por efecto de la criminalidad. Por otro lado, el principal impacto negativo se percibe sobre lo que se pueden considerar cuestiones de ocio, como la diversión, las visitas a la gente conocida y las salidas nocturnas. El impacto sobre las actividades productivas, como el estudio o el trabajo, es bastante reducido.
Gráfica 98
Otro punto digno de mención es que el impacto presenta diferenciales dependiendo del nivel económico de quien responde. En particular, en los quintiles bajos del ICV se concentra una mayor proporción de quienes dicen no haber alterado sus hábitos, mientras que los quintiles superiores concentran a quienes manifiestan haber sacrificado actividades de ocio. El impacto sobre el estudio o el trabajo no presenta mayores diferencias por estratos.







Gráfica 99
La mayor sensación de miedo que se manifiesta en los estratos altos se explica parcialmente por que allí se concentra una mayor proporción de las víctimas de algún ataque durante los últimos doce meses. En efecto, alrededor de un promedio del 16% de hogares que enfrentaron algún ataque –robo de vehículo o sus piezas, vandalismo a vehículo, intento o robo a la vivienda, atraco, robo a la personas o agresiones- a lo largo del año anterior a la encuesta, en el quintil más alto del ICV (24.6%) es cerca de dos veces y media la observada en el estrato más bajo (10.2%).
Gráfica 100
Una fracción no despreciable de las víctimas -casi la cuarta parte (23.6%)- señala haber sufrido más de un ataque durante los últimos doce meses. Nuevamente, esta proporción de lo que se pueden denominar víctimas múltiples se incrementa con el nivel económico, siendo de 17.6% en el quintil más bajo del ICV y del 27.6% el tramo superior del mismo índice. 















Gráfica 101
Estos tres elementos, el haber sido víctima, el haberlo sido varias veces, y el nivel económico tienen repercusiones perceptibles tanto sobre el miedo a la delincuencia en el barrio como sobre la sensación de que las cosas han empeorado. En efecto, el haber sufrido cualquier tipo de ataque multiplica por más de dos la probabilidad de sentir mucho miedo, y el haber sufrido más de un ataque la incrementa en un 69% adicional. Aún después de tener en cuenta estos dos efectos, cada aumento de un quintil en el ICV aumenta en un 13% la probabilidad de sentir mucho miedo [5].

Simultáneamente, el haber sido víctima duplica la probabilidad de manifestar que se siente más miedo que hace un año, el haber sufrido más de un ataque tiene un efecto adicional del 40% y cada incremento de un quintil en el ICV tiene un efecto del18% [6].


[1] Se cuantifica la percepción del cambio construyendo un índice que toma el valor 0 si se reporta que la situación no cambió, -1 si se está peor y 1 si se está mejor que en Junio de 2004.
[2] La manera como se hizo la pregunta, y en particular el hecho que cuando el atraco fue cometido por una o dos personas no se especifica si se trataba o no de pandilleros, no permite inferir de este resultado que las pandillas no participen en este tipo de ataques. Lo que se puede decir es que, actuando como grupo, las pandillas prácticamente no atracan.
[3] La categoría pareja incluye ex pareja, enamorado(a) y ex enamorado(a)
[4] Si se estiman modelos logit sobre la variable que refleja haber sido víctima de un robo o intento de robo a la vivienda en función del nivels económico –medido por quintiles del ICV- y el haber adoptado o no las distintas medidas de seguridad, para varias de ellas persiste el coeficiente positivo, contrario a lo esperado.
[5] Estimativos basados en le siguiente ecuación Logit
logistic miedoM quintil victima victimaR

Logit estimates                                   Number of obs   =      20582
                                                  LR chi2(3)      =     649.72
                                                  Prob > chi2     =     0.0000
Log likelihood = -10774.696                       Pseudo R2       =     0.0293

------------------------------------------------------------------------------
      miedoM | Odds Ratio   Std. Err.      z    P>|z|     [95% Conf. Interval]
-------------+----------------------------------------------------------------
     quintil |    1.13527   .0133997    10.75   0.000     1.109308    1.161839
     victima |   2.075791   .0958384    15.82   0.000       1.8962    2.272392
    victimaR |   1.693876   .1409491     6.33   0.000     1.438972    1.993935


[6] Estimativos basados en le siguiente ecuación Logit
logistic peor quintil victima victimaR

Logit estimates                                   Number of obs   =      20582
                                                  LR chi2(3)      =     698.60
                                                  Prob > chi2     =     0.0000
Log likelihood = -11794.921                       Pseudo R2       =     0.0288

------------------------------------------------------------------------------
        peor | Odds Ratio   Std. Err.      z    P>|z|     [95% Conf. Interval]
-------------+----------------------------------------------------------------
     quintil |   1.179751   .0131126    14.87   0.000     1.154329    1.205733
     victima |   2.010874   .0896745    15.66   0.000     1.842577    2.194542
    victimaR |   1.396327   .1156516     4.03   0.000     1.187096    1.642436