VV&RP - ANEXOS


ANEXO 1 - Ni puta ni trabajadora sexual: prostituta

Buena parte del debate actual sobre la prostitución está contaminado por dos tendencias. Por una parte, se supeditan los esfuerzos de descripción y análisis a la posición política sobre lo que se debe hacer ante el comercio sexual. Por otro lado, se desprecia de manera tajante cualquier aporte al diagnóstico si quien lo hizo no comparte la visión normativa que se considera adecuada. Así, por ejemplo, la minuciosa y copiosa información sobre prostitutas que pudo recoger algún dedicado médico legista del siglo XIX, con miles de entrevistas durante varios años, se considera irrelevante, casi insultante, si ese higienista se mostraba más preocupado por la transmisión de las enfermedades venéreas que por la igualdad de géneros, o si proponía regular el oficio, o si cometió el desliz de hablar de vicios.

Hoy por hoy son pocas las sociedades en las cuales vender servicios sexuales se considera una ofensa criminal. Por el contrario, las prostitutas ya pasaron el umbral a la categoría de víctimas, de los traficantes y, en general, de los hombres. El lenguaje utilizado para describir la actividad se ha dramatizado o edulcorado al extremo. El término mismo prostitución parece vetado. Los esfuerzos por tipificar delitos se han centrado en el entorno de estas nuevas víctimas, aún el más cercano: en sus amantes, sus agentes e intermediarios, sus amigas, sus familiares y sus clientes. Como ocurre con las migraciones internacionales -un ámbito de la legislación igualmente irracional- buena parte de las supuestas organizaciones criminales son poco criminales y mal organizadas, y están casi siempre conformadas por amigos o familiares de las víctimas,  por taxistas, conserjes de hotel, empleados de aerolíneas o empresas de turismo, y algunos policías corruptos.

La tensión entre cómo son las cosas y cómo deberían ser empieza con el lenguaje. Puesto que la discrepancia de opiniones es tan marcada, domina el afán por dejar clara la posición, de aceptación o rechazo, del comercio sexual en detrimento de lo analítico, o lo descriptivo.

El ambiente que progresivamente se impuso en el debate sobre el comercio sexual está en la actualidad tan enrarecido que es indispensable emprender un esfuerzo por recuperar el sentido y la precisión del lenguaje. Es útil dedicar unas líneas a defender no sólo que se puede, sino que es conveniente volver a utilizar sin ambages el término prostitución. No es fácil compartir la lógica de quienes aceptan, sin reaccionar ni protestar en la plaza pública,  que se vendan millones de ejemplares de una novela en la cual un venerable premio Nobel habla de putas  peor, de sus putas  y, simultáneamente, se preocupan en sus escritos, dirigidos a unos cuantos lectores, que algunas mujeres se puedan sentir estigmatizadas si se habla de prostitución.

Como bien lo señala una periodista colombiana, mujer y conservadora, el término puta ya dejó de ser lo que era. “El título de la última novela de Gabo sacó del clóset esa palabra impronunciable, que sólo se oía entre hombres jugando póquer, pero que hoy está traducida a todos los idiomas del mundo y se exhibe en las vitrinas de las librerías como si toda la vida se hubiera utilizado en las veladas familiares alrededor de la mesa del comedor” [1].

Si puta es el vocablo que le llega ahora a millones de lectores, y sería inadecuado sugerir que ha tenido siquiera una brizna de impacto sobre las condiciones del comercio sexual en algún rincón del planeta, no es fácil digerir que se le dediquen tantos argumentos a lo arriesgado que puede resultar, en un escrito con limitada audiencia, el uso de un término escueto y preciso como prostitución y que, en aras de lo políticamente correcto, se hagan complejas maromas verbales para, cual Fernanda del Carpio, no llamar las cosas por su nombre.

No se puede desconocer que el término prostitución tiene connotaciones negativas. En una de sus acepciones prostituir implica “deshonrar, vender su empleo, autoridad, etc., abusando bajamente de ella por interés o por adulación” [2].  A pesar de este parentesco peyorativo, no existe, para referirse a la venta de servicios sexuales, un vocablo más preciso, adecuado y de uso más aceptado, tradicional y general que el de prostitución. El término prostitution es idéntico en inglés, francés, alemán, holandés y sueco. Las variaciones en otros idiomas son mínimas. Prostituçao en portugués, prostituzione en italiano, prostituce en Checo y prostitualtak en Húngaro.

En español, varios de los posibles sinónimos del término prostituta presentan como limitación un innegable sesgo de género. Excluyen la posibilidad de la venta de servicios sexuales por parte de los hombres. Ni meretriz, ni hetera, ni hetaira tienen un equivalente masculino. Ramera se define como “la mujer cuyo oficio es la relación carnal con hombres” pero en masculino, ramero se refiere al halcón recién nacido que “salta de rama en rama”. Otro sinónimo, más rebuscado, el de barragana tiene un sentido peculiar, de concubina, que además es bien distinto del de barragán: esforzado, valiente, mozo soltero, compañero. Una mujer pública tiene poco que ver con un hombre público, al menos en público. Cortesana no sólo se refiere a un segmento, el más privilegiado, de la prostitución sino que tiene un sentido distinto al de su contraparte masculina. Puta, tiene más acepciones y se usa en otros contextos como “calificación denigratoria ... me quedé en la puta calle”. Además, puto es sinónimo de necio, tonto o, confusión más delicada, significa “hombre que tiene concúbito con persona de su sexo”. Por el contrario, el término prostituto/prostituta es inequívoco y está delimitado al comercio sexual, sin ambigüedad ni restricciones de género: “persona que mantiene relaciones sexuales a cambio de dinero”.

Fuera del crucial avance en el reconocimiento de que se trata de una actividad que puede ser ejercida tanto por ellos como por ellas, esta definición básica no ha cambiado mucho, ni se ha podido mejorar de manera perceptible en los últimos dos milenios, desde que Ulpiano, el escritor romano, definió a la prostituta como “la mujer que de manera abierta ofrece su cuerpo a un número de hombres, de manera no siempre selectiva y por dinero” [3]. Una acepción similar es, según Van de Pol (2004), la definición jurídica más antigua,  la del Código Justininiano del Bajo Imperio. Esta simple característica, la homogeneidad y universalidad en los códigos, justificaría por sí sola la ratificación del uso del término prostitución.

El término de trabajo sexual, bastante en boga, no es el más idóneo por múltiples razones. En primer lugar, porque su origen es más normativo que descriptivo y está vinculado a una de las partes envueltas en el debate legislativo alrededor de la actividad. La expresión tomó fuerza a finales de los años ochenta, entre feministas, círculos académicos y personas vinculadas a la prostitución, a raíz de la publicación del libro Sex Work, uno de cuyos principales objetivos era crear un espacio “en dónde prostitución no se entendiera automáticamente como una metáfora de la auto explotación” [4]. El nuevo giro fue la respuesta al prejuicio de algunas feministas pero, en últimas, acaba siendo tan arbitrario y parcial como el de víctima de explotación sexual. Ambos términos describen un segmento del comercio sexual y no pueden tomarse como representativos de su totalidad. La importancia relativa de cada uno depende del contexto.

Un indicio revelador del carácter normativo del término trabajo sexual, es que es ajeno a la literatura no comprometida con cambios legislativos. Ni en las novelas, ni en las historias sobre la actividad es fácil encontrarlo. En los escritos académicos, es más común en las publicaciones institucionales que, por ejemplo, en las tesis universitarias [5].

Otra limitación del término trabajo sexual, es que la prostitución no siempre puede considerarse un mero asunto laboral; en algunas ocasiones se trata de un escenario para el intercambio de afecto, para la búsqueda de pareja. La prostitución es tanto una institución económica como sexual. El trabajo no capta adecuadamente una dimensión de la actividad más asociada con el sexo, con el placer, con la seducción y con la promiscuidad, que con el cobro de un estipendio. “(A las cortesanas) habría que definirlas, para dar una dimensión exacta de su actividad, no sólo como trabajadoras del sexo, sino como animadoras del ocio” [6]. Aporta poco a la comprensión del fenómeno plantear que, por ejemplo,  la estudiante que cuelga un anuncio en un servidor de búsqueda de parejas, fijando un estipendio, está trabajando

Luego de varios años de entrevistas con prostitutas londinenses la antropóloga Sophie Day sugiere que el uso del término trabajo por parte de ellas tiene poco que ver con los salarios, el desempleo o las vicisitudes del mercado laboral. Se trata más de un recurso para establecer las fronteras con su vida íntima y privada. El término trabajo sexual tiene más una connotación de sexo sin sentimientos involucrados. El trabajo se realiza en lugares públicos e involucra ciertas partes, no todas, del cuerpo que también son públicas. A diferencia del amigo, el novio o el suggar daddy (papito dulce) los clientes sólo tienen un acceso limitado, al componente exterior y visible del cuerpo. El interior, los órganos reproductivos, los tubos, cierto sentido del placer, la intimidad y la posibilidad de reproducción se disocian del trabajo. Estar trabajando o no se define por asuntos como dar o no dar besos, mantener cierto tipo de relación sexual y no otro e incluso usar o no un preservativo. En síntesis, trabajo sería el sexo con extraños. “El sexo impersonal que implica una racionalidad laboral contrasta con la cercanía ideal y el placer de las relaciones personales … El lenguaje del romance y destino era importante para las trabajadoras sexuales y el sexo se veía con frecuencia precisamente como algo no racional, ni explícitamente negociado. Las relaciones sexuales simplemente ocurrían y se desarrollaban, gobernadas por una química, en últimas insondable, de pasión y deseo” [7]. El problema básico para adoptar esta sugestiva definición de trabajo sexual es que las fronteras entre el deber y el placer, entre el cliente, el cliente regular, el especial y el suggar daddy pueden ser porosas. Como señala una escort brasileña, “Después de hacer muchos servicios con el mismo tipo, es muy frecuente que surja una amistad. Actualmente, todos mis amigos han sido antes clientes … Es divertido. Por supuesto, no te haces amiga la primera vez. Algunos consiguen quedarse en el filo de la navaja: continúan siendo clientes, pero están muy cerca de ser amigos, y pueden terminar siéndolo. Me gusta recibir demostraciones de cariño” [8]


Aún en el ámbito laboral, el término trabajador tiene una connotación de empleado, dependiente y asalariado. Este escenario no sólo riñe con la evidencia de un segmento importante de la prostitución, en dónde abundan los cuenta propia, sino con la mayor parte de las legislaciones contemporáneas, para las que la prostitución es legal pero cualquier tipo de proxenetismo o de empresa que la facilite está prescrita. Tampoco sería adecuado hablar de profesionales del sexo cuando muchas prostitutas son tan sólo aficionadas y ocasionales.

Por otro lado, el término trabajo sexual amplía innecesariamente la gama de actividades, a veces relacionadas pero distintas a la prostitución, y puede generar confusión tanto conceptual como legal. Una actriz de cine porno, por ejemplo, puede considerarse trabajadora sexual, o de la industria del sexo y, a diferencia de una prostituta, ejercer su actividad legalmente en países, como los Estados Unidos, en dónde la prostitución está prohibida.

Las propuestas de vocablos alternativos, rara vez sugestivos, parecen menos preocupadas por refinar la descripción o profundizar el análisis del fenómeno que por hacer explícita una toma de posición frente al mismo. Sevilla (2003), por ejemplo, critica el término prostitución por no ser suficientemente neutro ante las distintas manifestaciones de lo que él, de manera tampoco neutra, define como “amores comerciales”. La propuesta de Trifiró (2003) es también extraña, pues en lugar de utilizar el vocablo prostituta, “por la aceptación negativa que ha tenido en el transcurso de la historia de cada país”, opta por el de Mujeres que Ejercen la Prostitución (MEP). No es convincente tal grado de sutileza, similar a proponer la denominación Hombre que Ejerce la Delincuencia (HED) como algo menos peyorativo que delincuente. Otra variante, la de mujer en situación de, o vinculada a la, prostitución [9] se ha propuesto al parecer para reflejar que ha sido inducida por un tercero, contra su voluntad, o bien que se encuentra envuelta en la actividad de manera transitoria. El término prostituta la condenaría de manera permanente e irreversible. Bajo esa lógica, habría que eliminar del lenguaje vocablos como estudiante, o los referentes a cualquier cargo –como alcalde, congresista o presidente-  que se ejerza por un período limitado.

Por razones similares, y por la precariedad de la evidencia sobre la universalidad del escenario, no parece idóneo adoptar al término de víctima del tráfico, o de la trata, de personas, cuya utilización debe limitarse a los períodos y lugares en donde está bien documentada la generalización de ese tipo de comercio. 

Si ya los problemas que se enfrentan para legislar la prostitución son monumentales, no es difícil imaginar el embrollo que surgiría si los códigos abandonaran el término para adoptar el de trabajo sexual, o persona en situación de prostitución.

En esta dimensión de la terminología, a veces se supone implícitamente que a las prostitutas se las discrimina o se las estigmatiza porque históricamente se las ha denominado con ese término. De manera consecuente, se piensa que la introducción de un nuevo vocablo, en un texto con mínima difusión, contribuirá a una mejor aceptación social de la actividad, logrando contrarrestar el éxito editorial de algunas novelas o películas con millonarios auditorios que hablan de putas. El dilema entre corrección política y magnitud del auditorio al cual se pretende llegar lo expresan vívidamente algunos escritos comprometidos, pero de regular mérito investigativo o académico, en los que a pesar de insistir en el tema de la estigmatización del oficio, utilizan en el título, como indudable recurso de mercadeo, el término de puta, más peyorativo que el de prostituta [10]

Simultáneamente, se ha renunciado a tratar de entender cuales han sido las razones por las que, en primer lugar, se ha utilizado, en muchos lugares y épocas, un término denigrante para calificar esta actividad. Por lo general, se considera suficiente con descalificar el uso del término, y con atribuirlo de manera simplista a una determinada estructura social –como el patriarcado, o al capitalismo-  en la que, en últimas, se concentra el grueso de la explicación del fenómeno. Parecería, en últimas, que el vocablo utilizado, dramático o edulcorado, para referirse a la prostitución es simplemente una seña del compromiso político adquirido para promover su abolición o reglamentación.

El estigma de la prostitución, que existe, podría originarse en la actividad en si misma, y no en la manera como se la denomina. A mediados de 2008, Kerry Harvey, una mujer de 23 años de Gloucestershire, Inglaterra, se quejó ante los administradores de Facebook, y ante la policía, porque unos hackers se habían apropiado de su identidad, alterando su perfil para hacerla parecer en la red como una prostituta. Kerry considera que han arruinado su vida [11]. Sería insólito sugerir que las cuitas de esta mujer por tan mala chanza serían más llevaderas si en lugar de prostituta los hackers hubieran utilizado cualquiera de los eufemismos de los trabajos sobre comercio sexual.  Como también sería ingenuo pretender que una mujer que le oculta a su familia, o a sus amistades, o su novio, que ha vendido servicios sexuales estaría más dispuesta a compartir los pormenores de su actividad denominándose, en lugar de prostituta, trabajadora sexual, o MEP, “mujer que ejerce la prostitución”. Una prepago colombiana es explícita sobre estos dos puntos. “Con todas las relaciones que he tenido trabajando aprendí que sólo voy a ser respetada como mujer el día que deje la prostitución. Y también he aprendido otra lección: cuando eso suceda y conozca al hombre de mi vida, con el que voy a casarme y tener hijos, no le explicaré que he sido una profesional del sexo” [12].


No sobra mencionar la larga lista de trabajos objetivos, rigurosos, documentados y además escritos por mujeres, que adoptan el tradicional vocablo de prostitución, y que incluso lo condimentan con el de puta. Harlots, Whores & Hookers de Hilary Evans es una corta pero completa historia de la prostitución en occidente. Como también lo es Whores in History, escrito por Nickie Roberts, una antigua prostituta. En La puta y el Ciudadano, Lotte Van de Pol ofrece una minuciosa monografía sobre la prostitución en Ámsterdam entre los ss. XVII y XVIII. Las Putas de España de Joaquina García es una amena historia de la actividad en la península desde la Ilustración.

Entre varios novelistas hombres, en algún momento de sus vidas asiduos clientes, el uso del término prostituta, incluso el de puta, rara vez va acompañado de una connotación negativa, peyorativa, o de desprecio. En algunos, por el contrario, se pueden percibir dejos de simpatía, incluso de complicidad. Esta mirada novelesca del oficio ha estado basada a veces en trabajo de campo minucioso, a pesar de su informalidad.

Los relatos literarios, más interesados en describir que en promover cambios legislativos, nunca son tan burdos, categóricos y simplistas sino que, por el contrario, resaltan los dilemas, las vicisitudes y los matices de la actividad. Además, autores como Zola, Maupassant, o los Goncourt que, como reconoce el historiador de la prostitución Alain Corbin, lograron alterar de manera favorable la percepción pública del comercio sexual, no lo hicieron con base en giros políticamente correctos sino con literatura de calidad, describiendo de manera minuciosa el entorno, el carácter y la humanidad de los que participan en él.

Paradójicamente, la connotación negativa de algunos términos parece afectar más a los observadores políticamente sensibles que a las supuestas personas perjudicadas. Las asistentes al segundo congreso mundial de prostitutas que tuvo lugar en Bruselas en 1986 “reclamaban, junto con modelos, strip teaseras, masajistas y todas las que suministraban servicios sexuales, el bello nombre de putas” [13]. Un par de años antes, en las sesiones de trabajo del primer congreso, en Ámsterdam, Margot, holandesa, se había presentado como “una buena puta”. En varias autobiografías de prostitutas, el yo, o el confesiones, se mezclan sin problemas con el degradante término [14]. Difícil concebir un título más contundente que el “Orgullosas de ser putas” adoptado por una prostituta francesa y su amigo travesti que, además, está dedicado a “nuestros amantes, maridos e hijos” [15].

Esta desafortunada confusión entre lo que es la prostitución, y lo que, a juicio del analista, sería deseable que le ocurriera a las mujeres que la ejercen, transparente en el lenguaje, está en el meollo de las dificultades para entender el comercio sexual. Para avanzar en el diagnóstico, un paso prudente consiste en recuperar el verdadero sentido y alcance del término prostitución, más tradicional, universal y menos sujeto a confusiones legales.

ANEXO 2 - La legislación en los países de la GSS 

Las diferentes visiones sobre la prostitución a lo largo de la historia han influido y se han consolidado diferencialmente entre sociedades, de manera que, en la actualidad, dependiendo del país, cambian las actitudes, y consecuentemente, el régimen legal frente al fenómeno. Aún en un entorno tan institucionalmente homogéneo como la Comunidad Europea, las opiniones varían desde considerarla algo totalmente inaceptable en Suecia, hasta el pragmatismo germano para el cual es algo que simplemente “existe y no se puede abolir” y que ha llevado que a las mujeres que voluntariamente ejercen esta práctica se les brinden los servicios de la Seguridad Social, pasando por las posiciones intermedias, como la española, que consideran prudente tomar ciertos elementos de cada uno de estos modelos.

Wijers (2004) propone una clasificación de la legislación basada en los cuatro regímenes que históricamente se han observado: el prohibicionista, el abolicionista, el reglamentarista y el laboral. Con excepción del último, todos los regímenes buscan, bajo distintas modalidades y con diversa intensidad, controlar la actividad.

Para el régimen prohibicionista la premisa básica es que la venta de servicios sexuales es incompatible con la dignidad humana, constituye per se una violación de los derechos humanos de las mujeres, y por lo tanto es algo que debe tratar de erradicarse.  Desde esta visión se consideró en el pasado a la prostituta como una desviada o delincuente que debía ser reeducada o castigada. En la versión moderna del prohibicionismo, promovida por sectores feministas, se ha dado un giro para considerarla una víctima que debe protegerse para ser reincorporada a la sociedad. Un ejemplo del modelo prohibicionista lo constituye en la actualidad la legislación de los Estados Unidos.

Los acuerdos internacionales y la legislación de buena parte de los países en la actualidad se basan en el modelo abolicionista, que deja de penalizar la prostitución en sí misma para centrarse en las actividades del entorno, ejercidas por personas que se lucran de quien vende servicios sexuales. El término procede del movimiento para la abolición de la esclavitud en el siglo XIX. Se considera la prostitución como una forma de esclavitud sexual o trata de blancas, como se denominó en sus orígenes. Se abandona la idea de desviación de las prostitutas para tratarlas como víctimas de una actividad que se piensa existirá siempre que haya personas que la promuevan y sobre las cuales debe centrarse el esfuerzo legal. Se considera la prostitución como una forma de violencia contra la mujer y “se rechaza cualquier distinción entre consentimiento y coerción en la medida en que la prostitución se concibe como algo forzado por definición” [16].

Los principios abolicionistas con una dosis de pragmatismo –el convencimiento de que no es algo que se pueda erradicar- constituyen el tercer modelo, el reglamentarista, que percibe la prostitución ante todo como una amenaza a la salud y al orden público. Para proteger a la sociedad de este mal necesario se introduce un conjunto de controles y medidas administrativas, como el registro, la emisión de licencias o carnets, o los exámenes médicos periódicos, la localización de la actividad en ciertas áreas de las ciudades y, en algunos países, el cobro de tributos.

El creciente protagonismo político de quienes venden servicios sexuales ha llevado al planteamiento de la prostitución como una actividad laboral más a la cual deberían aplicarse los mismos instrumentos –la legislación penal, civil y laboral-  utilizados para proteger a los trabajadores de las distintas industrias de eventuales abusos y violaciones de sus derechos. El argumento es que si entre las trabajadoras sexuales y los empresarios e intermediarios de la actividad mediaran contratos laborales y civiles se obtendría una mayor protección de derechos básicos adquiridos en el mercado laboral. Tal vez el país que más ha avanzado en esa líneas es Holanda, en donde con la ley que en el 2000 despenalizó la industria del sexo, se han “superado las barreras legales que impedían reconocer el trabajo del sexo como una actividad laboral legítima y (se) confiere a quienes la ejercen los mismos derechos laborales y protección que detenta el resto de las/los trabajadoras/es … La industria del sexo queda, pues, sujeta a la actual legislación laboral y civil” [17].

Buscando hacer comparables los distintos regímenes vigentes en los distintos países, se construyó un índice, subjetivo, entre 0 y 1 en dónde 0 equivale a una total prohibición de la prostitución en sí misma así como de las actividades de soporte y 1 equivale a la total aceptación legal. Salvo indicación contraria la información se obtuvo de “Prostitution Policies Around the World” [18]. El índice se refiere a la legislación de jure, a las intenciones legales y no a la manera cómo ésta se hace cumplir.

Australia. El régimen es muy variable dependiendo del lugar y flexible en su aplicación. Para la prostitución en sí misma la ley varía, por estados, desde la regulación hasta la criminalización. Algo similar ocurre con la propiedad de los burdeles : 4 estados la permiten, 3 la prohíben y en uno se usa como parte de una política de control. Las leyes contra el proxenetismo tampoco son homogéneas ni inequívocas. Indice : 0.5

Austria. Aunque la prostitución está legalizada, la propiedad de burdeles está regulada y el proxenetismo se persigue. Indice : 0.7

Bélgica.  Tanto la prostitución como la propiedad de burdeles son libres y legales. Se persigue el proxenetismo. Indice : 0.8

Bulgaria. Luego de un período de progresiva liberalización de la actividad,  el gobierno Búlgaro bajo la presión de la admón Bush, de grupos feministas y del gobierno Sueco, y el temor a convertirse en un importante eje de tráfico de mujeres, decidió a finales de 2007 dar un vuelco en su política de liberalización de la actividad [19]. Para el momento de los datos de la encuesta del GSS, el régimen legal era relativamente permisivo : el código penal no castiga la prostitución pero algunas conductas relacionadas se consideran crímenes. Indice 0.7

Canadá. La prostitución se considera legal, debe ejercerse en recintos privados, que no pueden ser burdeles. Buscar clientes en lugares públicos es ilegal, como también lo es la propiedad de burdeles, que puede llevar a 2 años de prisión. El proxenetismo, se castiga más severamente, hasta 10 años de prisión. Indice  0.4

China. Tanto la prostitución, como las actividades relacionadas, incluso la difusión de material pornográfico son consideradas ilegales. La única conducta sexual que se considera legal y moralmente admisible es la relación heterosexual dentro del matrimonio. Una amplia gama de conductas están explícitamente prescritas. Además de la prostitución, la poligamia, el sexo prematrimonial o extra marital, el concubinato, y el homosexualismo son ilegales. No sólo la pornografía y el desnudo se consideran inadecuados sino que algunas actividades sociales con eventuales connotaciones sexuales, como el baile pueden estar sujetas a restricciones.  Indice  0

Croacia. La prostitución está en un punto intermedio entre la regulación y la prohibición. Aunque la policía tiene registradas ciertas prostitutas, la ley define la prostitución y el mercadeo sexual como ofensas contra el orden público y la moralidad. El proxenetismo se considera un crimen. En la práctica, la policía persigue tan sólo la prostitución callejera mientras que protege la que se ejerce en hoteles o salones de masaje [20]. Indice 0.4

República Checa. Las prostitutas se desempeñan en un área gris, que no es explícitamente legal ni ilegal. En el 2005 el gobierno aprobó una ley para regular la actividad, otorgando licencias a las prostitutas y restringiendo la actividad a ciertas áreas. En principio se buscaba regularizar los controles sanitarios, cobrar impuestos y ofrecer seguro de salud. Los permisos se concederían por un año, renovable, a ciudadanos de la Comunidad Europea mayores de 18 años, considerándose ilegal, sujeto a multa, el ejercicio sin registro [21] , Indice 0.7

Dinamarca. La prostitución es legal pero la propiedad de burdeles y el proxenetismo no lo son. Indice : 0.7

Eslovaquia. « La prostitución en sí no es ilegal en Eslovaquia, pero cualquier forma de proxenetismo o incitación está castigada por la ley. Como en cualquier otra capital, usted encontrará una amplia oferta de prostitutas callejeras, salones de masaje y bares de strip tease como fachada de burdeles en Bratislava, así como servicios escort de alto nivel » [22]. Indice 0.7

Finlandia. La prostitución es legal, con excepción de la que se ejerce en lugares públicos. En el 2006 se aprobó una ley que penaliza la compra de servicios sexuales si esto está ligado al tráfico de seres humanos. Indice 0.7

Francia. La prostitución es legal y debe pagar impuestos. Está restringida en los lugares públicos. La propiedad de burdeles es ilegal. La regulación de las « maisons closes » terminó después de la segunda guerra. El proxenetismo se considera un crimen y está severamente perseguida cualquier forma de estímulo a la prostitución o al disfrute de sus beneficios. Indice 0.6

Alemania. Tanto la prostitución, como la propiedad de burdeles, como las formas leves, no violentas ni explotadoras, de proxenetismo se consideran legales. Las prostitutas pueden trabajar como empleados regulares con contrato, aunque la mayoría lo hace de manera independiente. Los burdeles se consideran negocios corrientes que deben registrarse como tales pero que no requieren permisos especiales.  Cada ciudad puede establecer zonas en las que no se permite la prostitución. En Berlín no existen restricciones para la prostitución callejera.
Indice 1.0

Honk Kong. La prostitución se considera legal, está sujeta a varios controles que buscan mantenerla fuera de la esfera pública, y una amplia gama de actividades a su alrededor son contrarias a la ley. Por ejemplo está prohibida la incitación al comercio sexual, la publicidad, el proxenetismo, el manejo de burdeles y la prostitución organizada. Inducir una persona a que se prostituya puede  llevar a 14 años de cárcel, para el proxenetismo se contemplan penas hasta de 7 años. Que dos o más personas se organicen para el comercio sexual puede también implicar hasta 7 años de prisión. Incluso dos mujeres que comparten una habitación para ofrecer sus serviciso sexuales se considera un burdel ilegal. De hecho, la mayor parte de las prostitutas viven en pequeños apartamentos de primer piso, « burdeles unipersonales » [23].  Indice 0.5

Hungría. La prostitución se considera legal y está regulada desde 1999. Legalmente, las prostitutas se consideran profesionales que ofrecen servicios sexuales a cambio de una remuneración. Este tipo de actividad se permite mientras pague impuestos y mantenga sus papeles en regla. Existe una especie de sindicato del gremio, la Asociación para la Protección de los Intereses de las Prostitutas Húngaras (Magyarországi Prostituáltak Érdekvédelmi Egyesülete) que hace lobbying ante las autoridades, brinda asistencia legal y consejería y provee los controles sanitarios periódicos exigidos por la ley. Aunque  la ley contempla la delimitación de las zonas en dónde se puede ejercer la prostitución, la mayoría de las autoridades  no consideran que exista tal necesidad y se han negado a definir zonas rojas. Existen restricciones globales para el comercio, como estar lejos de centros escolares o religiosos [24]. Indice 0.8.

Islandia. Hasta principios del año 2007, el código penal de Islandia preveía que quien ejerciera la prostitución podía ser condenado hasta 2 años de prisión. Al eliminar este artículo del código, se legalizó la prostitución. La compra de servicios sexuales, incluso antes del cambio de régimen no se consideraba ilegal [25].  Por el contrario, tanto la administración o propiedad de burdeles se consideraban delitos, con penas entre 1 y 4 años, siempre que no hubiera circunstancias atenuantes. Indíce (para el 2003) 0.3

India.  Aunque sus actividades de soporte son ilegales, la prostitución no lo es, pero tampoco se considera del todo legal. La ambigüedad legal radica en que se tolera la prostitución pero se busca alejarla de los lugares públicos. El Immoral Traffic Suppression Act de 1956 establece que la prostitución no es legal ni ilegal ; se tolera puesto que las prostitutas pueden ejercer su actividad pero no pueden ofrecer sus servicios en público. Mientras lo haga de manera voluntaria e individual una mujer puede obtener beneficios materiales ofreciendo su cuerpo. Si dos o más personas lo hacen, el lugar se convierte en un burdel y se torna ilegal. El Código Penal, anterior, se usa en ocasiones para acusar a las prostitutas de infracciones vagas como indecencia o « fastidio público ». Ha habido varios esfuerzos fallidos por criminalizar a los clientes. Aunque legalmente los burdeles están prohibidos, en la práctica están tan sólo restringidos a ciertas áreas. Algunos albergan numerosas prostitutas y existen varias zonas rojas en la India. El comercio sexual tiene larga tradición, parece muy dinámico y relativamente institucionalizado.  Un grupo de 250 prostitutas de Calcutta logró cubrimiento de seguro de vida por parte de una compañía estatal y otro grupo en Mumbai ha organizado bancos cooperativos para depositar sus ingresos [26]. Indice 0.5

Italia. Hasta 1959 la prostitución estaba regulada y se concentraba en las case chiuse. La Ley Merlin de ese año, aún vigente ilegalizó los burdeles, abandonó la regulación e introdujo un nuevo delito, el proxenetismo (sfruttamento della prostituzione). En la práctica, la ley orientada a garantizar los derechos individuales de las prostitutas incrementó notablemente la prostitución callejera. Indice 0.7

Malasia. Aunque la prostitución es ilegal y su ejercicio puede implicar detención, el comercio sexual parece pujante. Los burdeles adoptan distintas fachadas legales. Se considera un lugar de recepción de prostitutas –de Indonesia, Filipinas, Tailandia y China  y un importante centro de turismo sexual. Indice 0.3

Países Bajos. Desde el año 2000 la prostitución está legalizada. Para ejercerla se debe ser mayor de 18 años, y los clientes de 16. Las prostitutas se deben registrar y pagan impuestos. Está permitida la propiedad y administración de burdeles, así como el proxenetismo no coercitivo. El gobierno holandés se ha centrado en definir zonas rojas en las cuales se concentra la prostitución. Las autoridades locales pueden focalizar las campañas anti droga y los asistentes sociales o sanitarios el apoyo a las mujeres.  En principio, esto reduce la delincuencia en las áreas residenciales e incluso la estigmatización de la actividad. La calidad del servicio sanitario también puede incrementarse al tener un mejor seguimiento de la actividad.  Como limitaciones del esquema se ha señalado que cuando se erradica la venta de droga de una zona, las prostitutas también emigran. Si se abandonan los esfuerzos anti droga se desvirtúa la médula del programa. La defincición de las zonas rojas tampoco está exenta de dificultades : muchos residentes simplemente no aceptan que se les declare vecinos permamentes del mercado sexual [27].  Indice 0.9

Nueva Zelandia. Desde el 2003 se descriminalizó la prostitución. Se considera legal para mayores de 18 años. Los dueños de burdeles deben también ser ciudadanos nacionales (o de Australia) mayores de 18 años, y no tener antecedentes penales. No existen leyes en contra del proxenetismo. Indice (para 2003) 0.8

Noruega. La prostitución es legal pero el manejo de burdeles y el proxenetismo no lo son. A principios de los noventa se llevó a cabo en Lillehammer una « Conferencia Escandinava sobre Prostitución » con activa participación de prostitutas.  En la agenda se incluyeron temas como la legalización, la administración de burdeles y la conveniencia de lograr acuerdos sociales alrededor de la actividad [28]. Desde mediados de 2007, siguiendo el modelo sueco, se discute la posibilidad de criminalizar la compra de servicios sexuales, mas no su venta. se han propuesto multas y hasta seis meses de arresto para quienes contraten servicios sexuales. Indice (2003) 0.6

Polonia. La prostitución no está penalizada pero tampoco se considera legal [29]. En 1952 Polonia firmó la Convención de Naciones Unidas, en principio comprometiéndose a la abolición. Inducir a otro o beneficiarse de la prostitución conllevan penas hasta de 10 años. No existen burdeles propiamente dichos sino agencias de escorts o salones de masaje. Se piensa que desde finales de los 80 hubo un descenso como respuesta ante el temor por el SIDA. Indice 0.4

Rusia. La prostitución es ilegal pero se considera una infracción menor. La multa máxima es del orden de U$ 14 [30]. Hasta finales de los ochenta la existencia de prostitución en la URSS se negaba oficialmente. Ahora se considera un oficio popular y muy estratificado y sin un estatus legal definido. Hay mujeres que sólo trabajan con extranjeros y en divisas. Hay profesionales y quienes lo hacen de manera ocasional.  La "Tochka" (точка, el sitio o punto de encuentro) es la denominación popular para el mercado de prostitución callejera en Moscú y en otras ciudades. Tales mercados estarían controlados por mafias y la policía se limita a hacer esporádicas requisas y detenciones a las mujeres que se localizan allí por la noche [31]. Algunas ciudades como San Petersburgo han considerado legalizarla pero tanto la Iglesia Ortodoxa como el Partido Comunista se oponen. Los esfuerzos de control por la vía administrativa no han tenido mucho éxito [32] Indice 0.4

Serbia. En el otoño de 2002 la policía lanzó una contundente campaña de represión de la prostitución, por medio de la cual se cerraron las diez principales agencias y se detuvieron cientos de mujeres. Luego de una breve estadía en prisión, las cosas retomaron su curso normal. La oferta de servicios sexuales sigue siendo un asunto penal, con multas y arrestos de un mes para las prostitutas y hasta de 10 años para los proxenetas. En el 2003, según el ministro de justicia, los cambios legales no eran previsibles [33]. Indice 0.1

Singapur. Tanto la prostitución como el funcionamiento de burdeles son legales y están regulados. Hasta hace poco, la edad mínima para ejercer la actividad era de 16 años. Desde el 2005 se incrementó a 18 para estar acorde con el estándar internacional. Se deben pasar chequeos médicos regularmente. Los burdeles deben estar situados en zonas pre establecidas. El proxenetismo no está permitido. Indice 0.8.

Suráfrica. La prostitución y las actividades de soporte son ilegales. A pesar de esto se considera que ha crecido y que existe cierta tolerancia informal. En Ciuad del Cabo, se permitió que cerca de 200 prostitutas trabajaran en la zona del puerto, registradas ante las autoridades como « anfitrionas (hostesses) del puerto ». Posteriormente se restringió su actividad por razones de seguridad, como el riesgo de fumar en barcos con carga explosiva. Los diarios locales dedican varias columnas a la oferta de servicios de acompañamiento que son explícitos en cuanto a su naturaleza sexual [34]. Indice 0.4

España. La prostitución no es un asunto criminal pero su estatus legal no está del todo definido. Luego de varios años de debate, la comisión parlamentaria no se comprometió con ninguna de las partes y simplemente dejó la actividad en la zona gris en la que se encontraba. El funcionamiento de burdeles está permitido en la mayor parte del país, siendo ilegal en algunas regiones. El estatus del proxenetismo ha variado continuemente. En el código penal de 1995 desaparecieron los delitos de proxenetismo y rufianismo pero en el del 2003 se volvió a penalizar a quien « se lucre explotando la prostitución de otra persona, aun con el consentimiento de la misma » [35]. A pesar de lo anterior la prostitución, bajo diversas formas está extendida en toda la península, y cuenta con un gremio empresarial activo visible. Indice 0.7

Suecia. Desde 1999, la compra de servicios sexuales está sancionada con multas y  hasta 6 meses de prisión. La venta no. La reforma legal se dio acompañada de un importante esfuerzo de ayuda a las prostitutas. Los burdeles son ilegales y su manejo puede implicar cárcel hasta por 4 años. El proxenetismo también es un delito. Hasta la fecha, cin unas 500 condenas, ningún cliente ha terminado en prisión, pero se han impuesto multas por más de U$ 7000 [36]. La penalización hacia los clientes parece haber disminuído notoriamente la prostitución callejera. Parece claro que en este cambio no ha sido sólo un impacto del garrote. También ha tenido un efecto el componente zanahoria de acompañamiento a las prostitutas callejeras. Otro elemento que al parecer facilitó el proceso fue el bajo porrcentaje de prostitutas con problemas de droga [37]. Parte de la oferta de servicios sexuales se habría volcado hacia internet [38]. Indice 0.1

Taiwan.   Tanto la prostitución como las actividades de soporte (posesión de burdeles, proxenetismo) son ilegales. La prostitución fue convertida en ofensa criminal en 1997. Indice 0.1.

Tailandia. Tanto la prostitución como las actividades de soporte (posesión de burdeles, proxenetismo) son ilegales. Indice: 0.1

Reino Unido. La prostitución en sí misma no es ilegal. Sin embargo, buena parte de las actividades asociadas (soliciting, publicidad con tarjetas) son consideradas un crimen. La ley también prohíbe explícitamente a quienes explotan mujeres manteniéndolas en burdeles y a quienes prostituyen a menores [39]. Indice: 0.5

Estados Unidos. A prostitución y la propiedad  de buerdeles son ilegales (y un crimen) en todos los Estados con la excepción de 11 condados rurales en Nevada, en dónde se requieren registro de las prostitutas y chequeos médicos. El proxenestimo también es ilegal. Indice: 0.2

Vietnam. La prostitución es ilegal. Indice 0.2



[1] “¡Cómo cambian los tiempos!”, María Isabel Rueda, Semana Septiembre 3 de 2006
[2] Todas las definiciones de esta sección han sido tomadas del diccionario en línea de la Real Academia Española, http://www.rae.es/rae.html. Los énfasis son propios.
[3] Evans (1979) p. 15
[4] Delacoste y Alexander (1987) p. 11
[5] Es la impresión que surge de DABS (2002) en dónde se revisa un larga lista de trabajos realizados en Colombia a lo largo de los noventa.
[6] Adriansens (2000)  p. 209
[7] Day (2007) p. 39
[8] Surfistinha (2007) pp. 116 y 131
[9] Por ejemplo DABS (2005)
[10] Volnovich (2006), Pisano (1994), Peñalver (2006)
[11] 'Facebook ruined my life after web hijackers stole my ID and branded me as a prostitute'. Daily Mail Reporter, Julio 3 2008
[12] Surfistinha (2007) p. 114
[13] Solé (2003) p. 408
[14] Celis (2007), Osberne (2006) o Pisano (2004).
[15] Maîtresse Nikita y Schaffauser (2007)
[16] Wijers (2004) p. 212
[17] Wijers (2004) p. 219
[18] http://www.prostitutionprocon.org/international.htm
[19] “Bulgaria moves away from legalizing prostitution”. International Herald Tribune, Octubre 5 2007.
[20] The International Encyclopedia of Sexuality : Croatia. http://www2.hu-berlin.de/sexology/IES/croatia.html
[21] http://en.wikipedia.org/wiki/Prostitution_in_the_Czech_Republic
[22] Guía Oficial de Bratislava. http://www.bratislavaguide.com/bratislava-prostitution-escorts-warnings
[23] http://en.wikipedia.org/wiki/Prostitution_in_Hong_Kong#Legal_issues
[24] http://en.wikipedia.org/wiki/Prostitution_in_Hungary
[25] “Prostitution legal in Iceland”, Iceland Review, 27/03/2007.
[26] “India sex workers get life cover” . BBC News, Mayo 1/2008
http://news.bbc.co.uk/2/hi/south_asia/7376762.stm,
[27] “Prostitution: International answers” BBC News, Julio 16 2004
http://news.bbc.co.uk/2/hi/uk_news/3900361.stm
[28] IES. http://www2.hu-berlin.de/sexology/IES/norway.html#0
[29] “New prostitution phenomena in Poland”. Izdebski Z, Boron-Kaczmarska A (1998); International Conference on AIDS. Int Conf AIDS. 1998; 12: 1159-60 (abstract no. 60869). Pedagogical University, Social Pedagogy Institute, Zielona Gora, Poland. http://gateway.nlm.nih.gov/MeetingAbstracts/ma?f=102232814.html
[30] Factbook on Global Sexual Expoitation. http://www.uri.edu/artsci/wms/hughes/russia.htm
[31] http://en.wikipedia.org/wiki/Prostitution_in_Russia
[32] IES. http://www2.hu-berlin.de/sexology/IES/russia.html#0
[33] “Booming Sex Trade in Serbia Overwhelms Police”. PeaceWomen . Enero 25, 2003.
http://www.peacewomen.org/news/SerbiaMontenegro/newsarchive03/Serbiansextrade.html
[34] ISE. http://www2.hu-berlin.de/sexology/IES/southafrica.html#0
[35] Ordoñez (2006) p. 69
[36] http://sundaytimes.lk/070722/International/i511.html
[37] “Prostitution: International answers”, BBC News, Julio 16 2004
http://news.bbc.co.uk/2/hi/uk_news/3900361.stm
[38] “Sweden's prostitutes ply their trade on the Net”. The Age, Enero 16, 2003
http://www.theage.com.au/articles/2003/01/16/1042520720227.html
[39] Home Office (2004). “Paying the Price: a consultation paper on prostitution”
http://www.homeoffice.gov.uk/documents/paying_the_price.pdf?view=Binary