Algo de metodología


La caja de herramientas
Vale la pena resumir de manera esquemática [1] los elementos conceptuales que sirvieron de base tanto para el diseño del formulario de la encuesta que se describe más adelante como para la interpretación de los resultados.

En cuanto a los supuestos de comportamiento individual se adopta la propuesta de Jon Elster (1997, 1999) de complementar el enfoque de elección racional (ER) con  el modelo de seguimiento de reglas (SR) propuesto por la sociología y con una dimensión asociada a las emociones, los instintos y las pasiones (EIP).

Para el diseño de programas preventivos, en dónde lo que se busca es, por medio de incentivos o estímulos, modificar ciertas conductas, la principal consecuencia del enfoque propuesto es que los incentivos deben tener en cuenta el centro de control de dónde surgió la acción. En particular, se plantea que con las acciones EIP o SR los incentivos (racionales/materialistas) ER tendrán escaso alcance y deberán considerarse otro tipo de incentivos, normativos o emotivos [2].

Se recurre a una de las ideas centrales del trabajo de Norbert Elías (1994), la del proceso de civilización de las costumbres: los instintos tuvieron que ser controlados por la razón y las normas. De particular relevancia fue el progresivo control de los impulsos violentos de los guerreros.

En otro plano, se considera útil para el análisis de las pandillas la propuesta de Lewis Coser (1978) sobre las organizaciones voraces (OV) entendidas como aquellas que absorben completamente a los individuos que las integran. Las OV (como la pandilla) compiten con la familia, también una OV, y por eso, normalmente, tienden a controlar el comportamiento sexual de sus miembros. Este último aspecto ha sido particularmente relevante en las OV guerreras.

Es en el contexto de las organizaciones voraces, que por lo general exigen exclusividad de sus miembros y, en particular, compiten con la familia, que parece conveniente descomponer el ingreso a la pandilla en dos pasos secuenciales. Con el primero, hacia la calle, de emancipación o rebeldía, el joven abandona, o se rebela contra, las normas que rigen el funcionamiento de la familia y la escuela para luego, una vez liberado de la primera OV, ingresar en otra, la pandilla, adoptando un nuevo conjunto de normas y reglas de conducta, que pueden llegar a ser estrictas, detalladas y abarcar un amplio espectro de comportamientos.

El esquema propuesto por los criminólogos canadienses Loeber (1996) y Tremblay (2000) de los senderos hacia la delincuencia juvenil ha sido útil para el diseño del instrumento de medición. Sin embargo,  puesto que la mayor parte de los trabajos inspirados por este modelo han sido realizados en lugares en dónde el asunto de las pandillas no es tan apremiante, se han hecho necesarias algunas adaptaciones a las condiciones locales.

2.2 – Las encuestas de auto reporte de conductas
En forma similar a cuatro ejercicios similares realizados previamente en Honduras y Nicaragua [3], en el primer semestre del año 2005 se realizó en Panamá una encuesta de auto reporte de conductas entre 480 jóvenes escolarizados de ambos sexos y 333 no escolarizados, que incluyó una sub-muestra específica de jóvenes que ejercían la prostitución y que constituye la fuente básica de la información analizada en este trabajo.

En Panamá, como en las encuestas anteriores, la muestra de la población estudiantil se escogió de manera aleatoria primero con muestreo geográfico de los establecimientos y luego, dentro de estos, buscando representatividad por edades y género de los jóvenes a quienes se suministraba el cuestionario. El cuestionario se respondía de manera privada y anónima por los mismos jóvenes que lo auto diligenciaban.

Para captar a los jóvenes desvinculados del sistema educativo ha sido imposible encontrar un procedimiento de muestreo que garantice, simultáneamente, aleatoriedad y la condición de privacidad y anonimato de la encuesta. El segundo requisito, al cual se le asignó prioridad, hizo descartar la mayor parte de los procedimientos habituales de diseño de muestras, como los de selección geográfica utilizados en encuestas de hogares. En la mayoría de los casos los esfuerzos se centraron en captar jóvenes con algún tipo de vinculación institucional que se pudieran agrupar para responder el cuestionario de manera anónima. Así, la mayor parte de los pandilleros, así como las jóvenes prostitutas, que pudieron ser encuestados llegaron a la muestra de manera dirigida.

La principal ventaja del instrumento utilizado es que permite elaborar no sólo un perfil de los pandilleros y prostitutas adolescentes sino, sobre todo, comparar algunas de sus características con un grupo de control, el de los estudiantes. Esta es tal vez la innovación más importante de la metodología adoptada sobre trabajos previos. El hecho que la sub-muestra de desescolarizados no sea aleatoria implica que no se puede utilizar ni para medir la incidencia  global de infracciones, o de afiliación a pandillas. Además, las comparaciones entre localidades, y eventualmente entre países, deben interpretarse con cautela. Otra consecuencia del procedimiento de muestreo es que sin duda está sobre estimando la magnitud del impacto del abandono escolar sobre la delincuencia juvenil, la afiliación a pandillas y la prostitución adolescente.


[1]  Para una exposición detallada ver Rubio (2004, 2005)
[2] Ver Gazzaniga (1998) o Ledoux (1998).
[3] Ver Rubio (2005).