Drogas ilegales en España


Dos tendencias generales permiten caracterizar la situación actual del mercado de drogas en España. La primera tiene que ver con el cambio global en el patrón de consumo desde la heroína hacia la cocaína, el cannabis  y las drogas de síntesis. La segunda es el papel central que cabe esperar para el tráfico de cocaína en los próximos años, por varias razones. Primero, porque existen indicios de que el consumo de cocaína ha venido aumentando no sólo en España sino en el resto de Europa. Segundo, porque el relativo éxito en el control del consumo de cocaína en los Estados Unidos estaría llevando a un desplazamiento de la oferta disponible hacia Europa. Tercero, por la mayor participación de los grupos colombianos en la producción de hoja y base de coca, lo que podría estar facilitando la introducción de mayores cantidades de cocaína a Europa a través de España, en dónde tales grupos cuentan con canales de recepción y distribución bien establecidos. Cuarto, porque la información disponible sobre acciones legales contra la droga sugiere una vigorosa dinámica del negocio tanto de cannabis como de cocaína. En este capítulo se analizan en detalle estos factores que llevan a considerar el tráfico, y no solo el consumo, de drogas y en particular de cannabis y cocaína como un serio problema de seguridad interior.

El mercado de drogas en Europa


El cannabis sigue siendo la sustancia ilegal de mayor demanda en el mundo. Es la droga más popular en la Unión Europea, y se observa un incremento en la demanda a lo largo de los noventa. El consumo depende bastante de la edad siendo superior entre los jóvenes. La prevalencia del consumo de cannabis en los últimos doce meses en España (6.9%) es la cuarta de Europa (promedio 5.4%) después del Reino Unido (9%), Francia e Irlanda  (UNODCCP 2001).  Después del cannabis, las anfetaminas y el éxtasis son las sustancias con mayor demanda en la comunidad europea. La experimentación con heroína se mantiene en niveles relativamente bajos (0.1% de prevalencia promedio). Los potenciales nuevos consumidores se muestran precavidos con respecto a este producto, y el nivel de dependencia entre consumidores habituales –una población ya envejecida y con problemas de salud- permanece estable. La cocaína es la única sustancia para la cual la prevalencia del consumo en España es la mayor de Europa.


Además, el consumo de cocaína estaría aumentando en toda la Unión Europea. La mayor parte de los países registraron en 1999 incrementos en el consumo de cocaína. España y el Reino Unido, los principales mercados, al igual que Suecia, Suiza y Austria informaron para el mismo año una estabilización. Así, la tendencia global del consumo en Europa sería al aumento. Este incremento se estaría dando no sólo como resultado de la mayor demanda por consumidores activos, vinculada con un mayor consumo de alcohol, sino por la ampliación del mercado a otros grupos de la población. La experimentación con heroína, por el contrario, se mantiene en niveles relativamente bajos. Los potenciales nuevos consumidores se muestran precavidos con respecto a este producto, y el nivel de dependencia entre consumidores habituales –una población ya envejecida y con problemas de salud- permanece estable (OEDT 2000).
La tendencia de largo plazo en el número de incautaciones de las distintas drogas, que se analiza en detalle más adelante, confirma el escenario de un mercado muy dinámico para el cannabis, las drogas sintéticas y, sobre todo, la cocaína y, por otro lado, relativamente estático, desde principios de los años noventa, para la heroína. El número de incautaciones de cocaína en Europa no ha dejado de aumentar en forma sostenida (a una tasa promedio del 16% anual) y en 1998 era ya once veces superior al observado en 1985. Algo similar puede decirse para el conjunto de las drogas sintéticas en las cuales lo más destacable es el gran incremento de las incautaciones de éxtasis que supera ampliamente tanto el de anfetaminas como del de LSD. Para el cannabis el crecimiento promedio anual ha sido del 11% y el factor por el cual se ha multiplicado el número de incautaciones fue cercano a cinco en catorce años. Para la heroína, por el contrario, aunque hasta 1992 se observó un incremento promedio anual similar al de la cocaína, desde ese año se presenta un virtual estancamiento.

Tradicionalmente los grupos turcos y colombianos han jugado un papel importante en sus respectivos mercados de heroína y cocaína en Europa. Aunque la mayoría de los estados comunitarios constituyen destinos finales de las drogas, algunos de ellos juegan el papel de lugares de tránsito. Tal sería el caso de España, junto con los Países Bajos y Bélgica. Marruecos es el principal productor del cannabis que se consume en Europa. Grupos locales en Francia, Italia, Países Bajos, España y el Reino Unido lideran el tráfico y distribución del de cannabis dentro de Europa. El contrabando de este producto desde Marruecos se hace con frecuencia por barco hacia los puertos del Mediterráneo, o hacia Portugal e Inglaterra, de dónde se distribuye por vía terrestre a otros países. Los Países Bajos y España serían los principales lugares de tránsito del cannabis junto con, en menor medida, Austria, Alemania e Italia.
Se estima que Colombia, junto con Perú y Bolivia, producen casi la totalidad de la cocaína mundial, unas 1000 toneladas. La erradicación de cultivos en Perú y Bolivia ha desplazado buena parte de esa producción hacia Colombia, país que ha aumentado considerablemente su contribución a la oferta de cocaína. Luego de varios años, a finales de los ochenta, durante los cuales la participación colombiana en la fabricación total de cocaína no pasó del 10%, a todo lo largo de la década pasada se dio un aumento importante hasta llegar a más del 70% en la actualidad.
En Colombia, luego del desmantelamiento de los carteles más notorios a principios de los noventa se ha dado una reestructuración y una toma de control del suministro por parte de grupos más pequeños. El comercio se ha fraccionado y especializado, con grupos distintos tomando el control de etapas específicas del tráfico. Aunque el tráfico de cocaína sigue dominado por los colombianos, este control ya no necesariamente significa que todas las operaciones se coordinan desde Colombia. Se habrían establecido redes internacionales de traficantes más pequeños, que operan desde diversos países, pero que siguen siendo predominantemente colombianos.

La típica ruta empieza con cocaína producida en laboratorios colombianos que sale hacia países vecinos o a las islas del Caribe en pequeños aviones. Aunque la mayor parte de la producción sigue destinada el mercado norteamericano, esta participación ha descendido en los últimos años, aumentando la importancia del mercado europeo. El transporte transatlántico de la cocaína se hace en barcos de gran tamaño que, a partir de las islas Azores y en la proximidad de las costas de la península ibérica se transbordan a embarcaciones más pequeñas. La costa de Galicia parece seguir siendo un lugar favorable para el desembarco de estas pequeñas naves, aunque en los últimos años las redes gallegas habrían extendido su radio de acción por la costa cantábrica. Desde esta costa la distribución de la droga al resto de España se hace por carretera hacia centros de distribución secundarios  donde es cortada y vendida para el pequeño tráfico. El centro más importante sería Madrid donde también llegan cantidades importantes por vía aérea. Barcelona, Valencia y Alicante también se mencionan como importantes centros de redistribución. La mayoría de los laboratorios de cocaína descubiertos en los últimos años se concentran en esas provincias.
Los grupos de colombianos radicados en España continúan jugando un papel importante tanto en la introducción de la cocaína como en su posterior distribución hacia el resto del continente. Así, España sería, junto con los Países Bajos, uno de los puntos más importantes de suministro de cocaína para Europa. Otra parte del ingreso de cocaína se hace por vía aérea, también desde América Latina a distintos destinos en Europa.

El consumo de drogas en España


Parece claro que los problemas sociales más serios están asociados con el consumo de drogas duras, como la heroína y la cocaína que tienen repercusiones sobre la salud pública y, además, pueden asociarse con delincuencia y violencia. Para las drogas blandas, como el cannabis, una repercusión  negativa es la posibilidad de que constituya un tránsito hacia el consumo de las anteriores. A pesar de que la mayoría de los consumidores de cannabis no dan el paso hacia otras drogas, si se ha constatado que la gran mayoría de los consumidores de heroína y cocaína fueron inicialmente consumidores de cannabis.
Para España, las encuestas domiciliarias muestran que a pesar de que los indicadores de uso esporádico (alguna vez o en los últimos 12 meses) de sustancias psicoactivas parecen haberse estabilizado, la demanda más habitual (últimos 30 días) muestra un aumento tanto para el cannabis  como para la cocaína.


Entre la población escolar de todas las edades, parece clara la tendencia al aumento del consumo tanto del cannabis como de la cocaína. Para esta última, la proporción de usuarios entre los estudiantes pasó del 1.7% en 1994 al 4.1% en 1998 (Ruiz Pérez y otros 2001)
El incremento en el consumo de cocaína en España muestra un claro patrón de contagio regional. En efecto, y de acuerdo con los datos de personas admitidas a tratamiento, se deduce que el uso problemático de la sustancia “se han ido extendiendo desde Canarias y las comunidades de la Costa Mediterránea al resto del país” (OED 2001, 107).
A partir de las encuestas se ha estimado en cerca de 700 mil el número de usuarios para el cannabis y en un poco más de 400 mil para la cocaína. A pesar de lo anterior, el tamaño del negocio de la cocaína –de acuerdo con los precios al por menor- es superior en tres veces al de cannabis.
En cuanto a las drogas sintéticas, si bien se menciona algo de consumo a finales de los ochenta, el uso extendido comienza en España a partir del año 1992. El consumo de este tipo de sustancia se concentra en personas muy jóvenes, tiene un carácter esporádico y presenta pautas de consumo similares a las del alcohol: (a) se trata de un consumo entre jóvenes no marginados que actúan en su entorno social habitual, (b) el consumo se hace en los momentos y lugares de diversión, (c) las sustancias actúan para facilitar la sociabilidad y (d) existe poca consciencia sobre sus riesgos y un margen de tolerancia por los adultos (Ruiz Pérez y otros 2001).
De acuerdo con los datos de la Encuesta Domiciliaria de 1999, el 2.4% ha consumido éxtasis alguna vez, el 0.8% en el último año y el 0.2% en el último mes. Si se comparan estos datos con las encuesta anteriores (1995 y 1997) se observa una estabilización del consumo experimental y una disminución de los más habituales.
Entre los alumnos de educación secundaria, en el año 2000 el 5.4% habían probado el éxtasis alguna vez, y el 2.5% lo habían hecho en el último mes, frente al 1.6% en el año 1998. El nivel educativo de los usuarios de éxtasis es superior al de los consumidores de heroína, presentándose una proporción importante de población con estudios universitarios. Justifican el consumo argumentando que es una droga de uso fácil y cómodo, que tiene precio más asequible que la cocaína y se puede controlar por tratarse de una droga segura, que no produce adicción como la heroína (Ruiz Pérez y otros 2001).
La encuesta más reciente realizada en Cataluña muestra un impresionante incremento en el consumo entre los jóvenes tanto de cannabis como de cocaína. Para la primera sustancia el porcentaje de quienes lo habían probado aumentó del 17.3% en el 1993 al 48.6% en  1999, o sea que casi se triplicó. Para la cocaína, de 2% en 1993 se pasó al 8% en el año 1999. El consumo de drogas de síntesis, que no figuraba en la encuesta de 1993 resultó ser del 10% en la última encuesta.
Para la heroína, toda la información disponible sugiere una estabilización e incluso un descenso en el consumo. De acuerdo con las encuestas, entre 1995 y 1999 la proporción de  quienes en las encuestas manifestaron haber consumido heroína alguna vez en la vida se redujo del 0.8% al 0.4%. El uso en el último mes se redujo del 0.3% al 0.04% (ruiz Pérez y otros 2001). Por otra parte, se ha dado un cambio en el patrón de consumo, reduciéndose el uso por vía intravenosa, que pasó del 50% al 24%,  y aumentando el uso por inhalación.
Por otra parte, son varios los indicios de un consumo problemático de cocaína que progresivamente reemplaza el de heroína. Primero, se ha dado un aumento en el número de casos admitidos a tratamiento por consumo de cocaína tanto para personas con tratamientos previos como, sobre todo, para personas que acudían por primera vez. Simultáneamente, se observa un progresivo descenso en el número de personas admitidas por primera vez a tratamiento por uso de heroína.


Con un incremento del 45% en un año, las admisiones para tratamiento por cocaína representaron en 1999 el 17.5% del total de las registradas por consumo de sustancias psicoactivas.  Segundo, en 1999 la cocaína sobrepasó por primera vez a los opiáceos como causa de las urgencias hospitalarias relacionadas con consumo de drogas. Por último, aunque en la gran mayoría (88%) de las muertes por reacción a drogas se detectan opiáceos, se ha dado un incremento importante en el número de muertes por consumo de drogas en los que se determina presencia de cocaína sin opiáceos o cocaína sola.

El descenso del consumo de cocaína en Estados Unidos


Los Estados Unidos siguen siendo el mayor mercado para la cocaína, tanto por el tamaño de su población como por una alta prevalencia del consumo. Se estima que cerca de la mitad de los cocainómanos del mundo son norteamericanos, y los niveles de consumo per cápita son siete veces superiores al promedio mundial. A pesar de lo anterior, desde la segunda mitad de los ochenta se empezó a observar una tendencia decreciente de la prevalencia de consumo que en la actualidad se sitúa en cerca de la tercera parte (1.7% de la población de más de 12 años) de la observada hace dos décadas. Esta estabilización global se ha dado como consecuencia de un número prácticamente estable de usuarios habituales –unos 3.5 millones- y una continua reducción de los consumidores ocasionales que pasaron de 5 millones a finales de los ochenta a 3.5 millones en la primera mitad de los noventa y a un poco más de 2 millones en la actualidad.

Por primera vez en muchos años, se observó recientemente en los Estados Unidos una disminución tanto en el número usuarios de cocaína entre los estudiantes de enseñanza media como en el de urgencias hospitalarias relacionadas con su consumo. Además, la solicitud de tratamiento por uso indebido de esta sustancia también siguió la tendencia a la baja que se observa desde los noventa. Las proyecciones oficiales de ese país estiman que continuará este escenario de reducción de la demanda.

Las acciones contra la droga

a  -  Incautaciones
En la casi totalidad de los países comunitarios, la mayor parte de las incautaciones corresponde al cannabis. Con un total de 434 toneladas, cerca de la mitad de total comunitario, España era en 1999 el primer país de Europa en términos de las cantidades incautadas de cannabis (OEDT 2001).  Con relación a las incautaciones de cocaína en 1999 España también ocupaba el primer lugar europeo con un número de 17 mil acciones –cerca de 50 por día- y una cantidad total superior a las 18 toneladas.


Las aprehensiones de drogas sintéticas son bastante escasas, sobre todo cuando se comparan con los índices de consumo. Ello se debe a las dificultades inherentes a su control, puesto que se trata de sustancias relativamente fáciles de fabricar y que no precisan de grandes infraestructuras u organizaciones para ser distribuidas. El mayor índice de incautaciones ha tenido lugar en Madrid y la Comunidad Valenciana, zonas en las que existe cierta cultura de consumo de estas drogas. Las pocas cantidades aprehendidas en puntos fronterizos muestran la dificultad de su detección. Holanda es al parecer el mayor fabricante del mundo y gran parte del éxtasis distribuido en España parece provenir de allí. También es en ese país en dónde se concentran, desde principios de la pasada década, la mayoría de los grandes distribuidores de Europa y no pocos de los laboratorios clandestinos. La mayor facilidad para encontrar instrumental, precursores y productos químicos esenciales, así como químicos expertos y dispuestos, ha favorecido la concentración de la producción en ese país , desde dónde se transportaría por vía terrestre al resto de Europa. Los pocas incautaciones, por otro lado, también podrían estar reflejando que una cantidad importante de las drogas sintéticas se fabrica localmente. En efecto, se han desmantelado pequeños laboratorios de éxtasis en España, si bien en la mayoría de los casos se trataba de centros de prensado y encapsulamiento a partir de productos ya elaborados procedentes de terceros países.
Así, el escenario del mercado de las drogas que se obtiene a partir de los datos más recientes de incautaciones a nivel de la Comunidad Europea es consistente tanto con los datos derivados de las encuestas de consumo como con las descripciones de las principales rutas del comercio ilegal de sustancias. Las cifras disponibles muestran, en primer lugar, la importancia del cannabis dentro del conjunto de las sustancias ilegales que fluyen hacia Europa. En segundo término, las cifras corroboran el papel preponderante de España en el tráfico comunitario tanto de cannabis como, sobre todo, de cocaína. En efecto, la mitad del número de incautaciones europeas de esta sustancia y un porcentaje similar de las cantidades se hacían en el año 99 en la península ibérica. El espectacular  aumento que se dio en España durante el 2001 en las cantidades aprehendidas sugeriría  una participación reciente aún mayor.
Los decomisos de cannabis han aumentado de manera continua en la Unión Europea desde mediados de los ochenta. La participación de España en esas acciones muestra un marcado incremento a partir de la mitad de los noventa tanto en el número como en el volumen. A lo largo de las dos últimas décadas, la cantidad promedio de cannabis por cada decomiso ha sido sistemáticamente superior, cerca de cuatro veces más, en España que en el resto de la comunidad, dato que corroboraría la hipótesis de España como lugar de tránsito desde el norte de Africa hacia el resto de Europa.
Las incautaciones de cocaína en Europa -tanto el número como la cantidad- han aumentado de manera continua durante la última década. Esta tendencia es “especialmente clara en España, Irlanda y el Reino Unido” (OEDT 2000). La participación de España en el total europeo de incautaciones de cocaína se sitúa en la actualidad alrededor del 40% tanto en términos de número de decomisos como de cantidades.
En el último lustro, el número de incautaciones de cocaína se multiplicó por más de cinco. En términos de cantidades, en el año 2001, de acuerdo con datos recientes del Plan Nacional de Drogas se habrían logrado incautaciones por más de 31 toneladas, o sea un 50% más que en 1999, batiendo así un récord histórico.
Los datos de incautaciones de cocaína por provincias en España por parte de la Guardia Civil son en extremo volátiles de un año a otro. Con la excepción de las entradas por los aeropuertos en las grandes ciudades, que en casi todos los años constituyen entre el 10% y el 20% del volumen total incautado, la participación de cualquiera de las provincias varía sustancialmente de un año a otro sin mostrar una tendencia definida. A pesar de lo anterior se observa que, durante el período 1995-2001, en 14 provincias se localizó el 75% de la cocaína incautada. Un poco más de la tercera parte se hizo en las provincias de Galicia y la Costa Cantábrica, cerca de la cuarta parte del total corresponde a Madrid y Barcelona y una quinta parte a provincias del Mediterráneo. En promedio, el mayor porcentaje del período 1995-2001 (16%) se alcanzó en Madrid, seguido de Vizcaya (13%) y Oviedo (10%).
Cerca de la mitad de las incautaciones (46%) se hicieron en registros aduaneros y el saldo se divide por igual entre las hechas en mar y litoral (28%)  y las realizadas en el interior (27%).

b - Detenciones
Las detenciones por delitos relacionados con droga han aumentado en casi todo el ámbito comunitario desde los años ochenta y, en particular a partir de mediados de la década pasada. En contraste con países como Italia, Suecia, Dinamarca o Luxemburgo, en donde el número de actuaciones policiales contra las drogas se muestran estables,  España -al igual que Grecia y Finlandia- se destaca por un incremento importante en el número de detenciones a finales de los años noventa. (OEDT 2000).
Los datos de la población reclusa  en España, al igual que en otros países, muestran una creciente importancia de los delitos relacionados con las drogas. En efecto, mientras que a principios de los años ochenta menos  del 5% de los reclusos españoles lo estaban por delitos “contra la salud pública” en la actualidad esa proporción es cercana al 35%.

Es conveniente destacar que el importante incremento en las detenciones relacionadas con la droga se ha dado sobre todo como consecuencia de las denuncias administrativas por consumo y tenencia ilícita en aplicación de la Ley Orgánica 1/92 de Seguridad Ciudadana, que persigue la reducción del consumo, y no por efecto de un aumento en las detenciones por delito, relacionadas con el tráfico de sustancias que han permanecido relativamente estables desde mediados de los noventa.

En síntesis, los datos sobre la evolución de las acciones contra la droga corroboran el papel que debido a su posición geográfica y a los vínculos culturales y de todo tipo con América Latina juega España como puerta de entrada de la cocaína hacia el mercado europeo. Teniendo en cuenta que, a pesar de todas las posibles ramificaciones en las actividades criminales, la droga sigue siendo, a nivel mundial, el elemento más característico de la delincuencia transnacional organizada (DTO), la información disponible sugiere bastante cautela con la idea difundida en España de unas nuevas mafias diversificadas y multifacéticas. Por el contrario, parece que el escenario de la península como territorio favorecido por las mafias latinoamericanas de la cocaína y los grupos marroquíes  traficantes de cannabis sigue teniendo plena vigencia.

Mercado de drogas y seguridad interior

Se estima que cerca de un cuarto de los consumidores de heroína consigue el dinero para la droga mediante actividades ilegales. Durante el período comprendido entre julio de 1998 y septiembre de 1999 se dictaron un poco más de quince mil sentencias por drogas, de las cuales un poco menos de dos tercios (65,6%) fueron condenas por delitos relacionados con sustancias psicoactivas y el resto (34,4%) tuvieron que ver con delitos contra la salud pública. Entre las primeras, en más de la mitad de los casos se trataba de delitos contra la seguridad del tráfico. Las condenas relativas a delitos contra la propiedad drogoinducidos constituyen un poco menos  de la cuarta parte (24%) del total de sentencias relacionadas con drogas, y son inferiores a las que se pueden atribuir al tráfico de sustancias. 
Parece claro que el cambio observado en los patrones de consumo de drogas en España tienen repercusiones importantes en materia de seguridad  interior. Al verse desplazado el uso de heroína por el de  cannabis, cocaína y drogas sintéticas se afecta de manera significativa no sólo el número total de clientes potenciales sino sus características. En efecto, de acuerdo con las encuestas de consumo, por cada usuario de heroína se tienen entre 40 y 60 consumidores de cannabis y entre 6 y 15 clientes de cocaína. De las observaciones anteriores se deduce que el número de traficantes necesarios para satisfacer la demanda por drogas se ha debido incrementar de manera importante a lo largo de la última década. El hecho de que, además, entre los usuarios de heroína se presente una demanda más uniforme que entre los consumidores de cannabis o cocaína  tiende a corroborar esta afirmación.
Por otra parte, el cambio en el perfil de usuario típico de las drogas también ha sufrido una notoria transformación lo cual, en forma adicional al efecto numérico, tiene también implicaciones para la seguridad interior. El consumidor típico de heroína tiene un bajo nivel educativo y con frecuencia está en el paro. Un 52,8% no llegó a completar la EGB o cursos equivalentes, un 28,7% completó la EGB y el resto completó el bachillerato o estudios universitarios. Durante el mes anterior la mayoría de los consumidores (60,2%) estuvo la mayor parte de los días en paro, superando el 50% en todas las Comunidades Autónomas. OED (1998). Algunos de ellos obtienen sus ingresos de actividades ilegales   y con frecuencia –tres de cada cuatro de ellos- han estado detenidos o en prisión (40.3%). Aunque para los consumidores de cocaína o éxtasis no es fácil encontrar una descripción de su perfil, se sabe que este es más heterogéneo que el de la heroína. Además, dadas las características de los sitios de consumo –fundamentalmente lugares recreativos, lúdicos y públicos, asociados a conciertos, discotecas y fiestas multitudinarias (PND)- y el patrón de uso en los Estados Unidos se puede pensar en colectivos como los estudiantes universitarios y ciertos  profesionales con niveles de ingreso mayores a los de los usuarios de heroína.
En síntesis, el gradual desplazamiento del consumo de la heroína por el de cocaína, cannabis y drogas de síntesis tiene varias consecuencias a nivel de la seguridad interior. En primer lugar cabe esperar una reducción de los delitos contra la propiedad típicamente asociados con el adicto a la heroína marginalizado. En segundo término, dentro del mayor número de consumidores polivalentes de varias drogas y de alcohol, con mayor nivel de ingresos, cabe esperar una mayor incidencia de problemas de tráfico y, eventualmente, de ciertas manifestaciones específicas de violencia contra las personas. El mayor mercado potencial de consumidores no habituales permite pensar en un incremento tanto en el número como en la competencia de los distribuidores de cocaína y de cannabis.
Son escasas tanto en los estudios académicos como en los informes de prensa las alusiones a las mafias de distribución minorista de heroína. En las pocas alusiones a la venta de drogas de síntesis con frecuencia se hace referencia a un escenario peculiar: pequeños productores, del mismo círculo social de los consumidores, e incluso vinculados a las universidades. Esta escasa alusión a los grupos criminales en la venta de heroína y drogas de síntesis contrasta drásticamente con las frecuentes referencias a las mafias en la distribución tanto de cannabis como de cocaína. En estas dos sustancias se concentraría el problema de seguridad interior derivado de la oferta de drogas en España.
Los datos sobre las actividades de los grupos de DTO que operan en España, por tipo de actividad y nacionalidad de sus miembros tienden a corroborar el escenario descrito. Por un lado, de los 247 grupos identificados en el mercado de drogas, una mayoría (53%) se especializa en el de cocaína seguido en importancia por el tráfico de cannabis (33%). Entre los primeros, la nacionalidad más relevante son  los colombianos (35%) mientras que en el segundo grupos sobresalen los marroquíes (36%).